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LRS 038

28 abril, 2022

Capítulo 38

Mis dedos temblaron. Realmente tenía feromonas curativas. No parecía real, pero explicaba perfectamente el comportamiento de Ahin hasta el momento. Me había traído a su casa porque mis habilidades le serían útiles. Incluso lo que me enseñara serviría para aumentar mi utilidad.

[Si Vivi fuera humana, sería complicado.]

No quería que me humanizara porque en forma de conejo sería más pasiva, incapaz de hacer las cosas por mi cuenta. De esa manera, sería más fácil usarme. La razón por la que escondía mis feromonas con las suyas todo el tiempo… era para evitar que otras personas descubrieran mis habilidades. Era la codicia de una bestia…

“¡Caaaawww!”

Después de escuchar un grito proveniente del cielo, miré hacia arriba. Y estaba el águila mensajera que había visto noqueada por Rune antes. El águila de Ahin.

«Así que finalmente él te encontró.»

Rune, mirando hacia el cielo también, murmuró insatisfecho.

«Como pensé, Grace no se quedaría sentado y esperando.»

En un instante, empujé a Rune, que me llevaba, y volví al suelo. Entonces comencé a correr, rápida como el viento. O eso es lo que me gustaría, pero en realidad fui tan lenta como una tortuga. Rune me siguió sin esfuerzo.

«¿Para dónde vas?»

«¡No me siga!»

«Si te quedas quieta, Ahin Grace estará aquí pronto.»

«¡¡Te dije que no me siguieras!!»

Se detuvo, luciendo sorprendido, sacudiendo la cabeza. Volví a entrar al restaurante, reflexionando sobre el dicho “el que es perseguido, al menos nunca estará solo.”

Subiendo las escaleras, llegué al último piso del restaurante, que no tenía techo y servía de comedor al aire libre. No tenía mucho tiempo. Como había usado mis feromonas para curar a Rune, volvería a ser una coneja en cualquier momento. Sintiendo una gran agonía, saludé al águila.

«¡¡Aqui!!»

No esperaba que llegara el día en que, en lugar de huir de un ave de rapiña, quisiera que me viera. Levanté mi brazo.

“¡Aquí, águila!”

Pero el águila, que me vio y voló un poco más cerca, de repente se dio la vuelta y se alejó.

‘Que malvado, ¿¡qué le pasa!?’

¿El animal siguió la personalidad del dueño? Miré hacia el cielo, atónita, hasta que escuché una voz familiar desde abajo.

«Vivi.»

Mi corazón se hundió, y me acerqué a la barandilla. Abajo, brillando como siempre, estaba Ahin, mirando hacia arriba.

“La boina te sienta bien.”

Pronunció palabras de elogio, pero sus ojos no sonreían y parecía estar de mal humor.

«Te he estado buscando todo el día.»

Como para probarlo, el cabello plateado estaba todo despeinado. Me agarré a la barandilla, que sostuve con mis manos. Vistiendo un nuevo conjunto plateado con una chaqueta azul oscuro, se veía más distante que de costumbre.

«¿Disfrutaste tu tercera escapada con este león?»

Bestia aterradora, estaba contando con los dedos. Me di cuenta de que su forma de hablar, que al principio me parecía tan extraña, ahora parecía normal.

Lo que yo quería decirle de verdad era ‘si el tiempo que pasaste conmigo no fuera porque tenías la intención de usarme, sino porque simplemente estabas aburrido, sería mucho mejor…’

Con las manos en la barandilla, miré al suelo. Cuando vi a Ahin, pensé que sentiría ira y revuelta, ahora que lo entendía todo. No entendía mis propios sentimientos de alivio al verlo de nuevo.

«¿Por qué viniste a mí?»

Sin querer, terminé haciendo esta pregunta.

«… Sabes que iba a volver de todos modos.»

Sabía que ese era el único lugar al que tenía que regresar. Incluso en esta situación, no tenía más opción que depender de él. Los ojos rojos de Ahin se agrandaron y luego volvieron a la normalidad. Después de un momento de silencio, habló con voz suave.

“Pensé que Vivi estaría asustada. ¿Me engañe?»

«… No soy tan cobarde como para asustarme solo por estar lejos de ti por unas horas.»

«¿Está segura? Creo que eres la única que piensa eso.”

Incapaz de decir nada, apreté los labios. De hecho, me dolía la conciencia cuando llamé cobarde a Restin hace poco tiempo. Su cara de asombro pasó por mi mente.

«Vamos a volver.»

Ahin, pronunciando las mismas palabras que yo había escrito en la palma de su mano dentro del armario, estiró los brazos. De alguna manera sentí que iba a llorar y apreté los puños.

«…¿Para donde?»

«Para casa.»

Su rostro estaba manchado por la puesta de sol.

«Salta, te atraparé.»

“Ah, ¿sabes qué?”

«¿Qué?»

Si le dijera que voy a volver a mi forma de conejo a cualquier momento, podría descubrir que ya había descubierto cómo funcionaban mis feromonas y, por lo tanto, que conocía el secreto.

«…No, no es nada.»

Él no quería que me quedara en forma humana tanto como yo deseaba desesperadamente ser humana. Mientras dudaba, la sonrisa de Ahin se profundizó.

«Entonces, ¿tienes miedo de saltar?»

«¿¡Qué!?»

¿¡Quién él pensaba que era!? Resoplando, pasé una pierna por encima de la barandilla.

‘Bien…’

Era más alto de lo que había pensado. Cuando saqué ambas piernas, todo mi cuerpo comenzó a temblar. Sentí escalofríos.

“¿Vas a saltar ahora? ¿Por qué no gritas mientras tanto?”

«…¿Por qué?»

«Pensé que sería divertido.»

Prefiero bajar las escaleras que ser el objeto de la risa de esta bestia. Siempre me han gustado las escaleras. Intenté volver a meterme dentro de la barandilla, después de cambiar de opinión, pero perdí el equilibrio.

«¡Aaaack!»

En ese momento, una luz fuerte me deslumbró y el mundo se puso patas arriba. Los brazos extendidos de Ahin parecían cada vez más cerca. Y puf. De repente, estaba en la mano de Ahin, girando la cabeza. Se quitó la boina, que ahora era lo suficientemente grande como para cubrir completamente mi cuerpo de conejo, y vi la cara de Ahin.

«La próxima vez, avísame con anticipación antes de que te transformes.»

Y luego, sonriendo, me habló.

«Hola.»

<Hola.>

Estiré mi pata delantera y saludé la enorme mano.

 

***

 

Sentada en el sofá de su oficina en la mansión Grace, Valence sorbía un té negro amargo. Solo había pasado una semana, pero se sentía vacía sin una conejita caminando por la casa. Ya estaba acostumbrada a la rutina de invitarla a tomar el té todas las mañanas, mientras la peinaba hasta dejar reluciente su pelo.

Tal vez fue porque se había quedado en la mansión durante meses, pero Valence no era la única. Meimi, que solía verla todos los días, todo el día, había desarrollado el hábito de mirar fijamente un dibujo que ella misma había hecho de la coneja leyendo un libro.

“¿Dónde está Ahin? ¡Está lloviendo, va a hacer frío afuera!»

El abuelo de Ahin, Lillian, puso su taza en el platillo con enojo.

“Fue a visitar la región de Qatar.”

Valence dijo, mirando por la ventana.

“Él ya envió una carta diciendo que regresará, así que a más tardar mañana por la mañana debería llegar. Mientras tanto, mi suegro vino a visitarnos sin molestarse en enviar una sola carta primero.”

“Oh, tsk. De todos modos, el niño león que encontré en el camino me saludó.”

«¿Está hablando de Rune?»

«Sí. Parece que fue ayer cuando tuvo su primera pelea a puñetazos con Ahin, pero ahora ya es un adulto. ¿Siempre fue así de alto?»

Lillian, señalando el aire sobre su propia cabeza, preguntó. Incluso después de sus ceremonias de mayoría de edad, Lillian todavía miraba a Ahin y Rune como si fueran bebés.

“Pero todavía parece un holgazán. De todos modos, viviré aquí por un tiempo.”

«Ya les hice preparar una habitación para usted, suegro.»

Desde que nació Ahin, Lillian había visitado la mansión con frecuencia. También era tiempo de vacaciones de la Academia Belhelm, por lo que Valence ya había predicho que él aparecería.

«También hice traer las manzanas de los territorios de las liebres que tanto le gustan.»

Una sonrisa apareció en el rostro fruncido de Lillian.

«Siempre me has gustado. ¿Cómo fue terminar casándose con un tipo como mi hijo? Habría sido mejor dejarlo ir.”

“Bueno, fue un buen marido. Solo fue un problema para Ahin, porque su padre fue demasiado blando con su educación.”

“No hay necesidad de cubrirlo. Solo pensar en ese vagabundo como el esposo de la líder del clan me enoja.»

Lillian siguió hablando mal de su hijo durante varios minutos. Valence, con una leve sonrisa en su rostro, se quedó en silencio. A pesar de su cabello blanco por la edad, su suegro no había cambiado ni un poco con los años.

«¿Es difícil ser el decano de la Academia?»

“Todos los días inventan algo nuevo, al punto que creo que lo hacen a propósito para matarme. Renunciaré.”

Lillian parecía nervioso, masajeandose las sienes. Después de quejarse de la Academia durante mucho tiempo, volvió a tomar té.

«¿Qué pasa con el matrimonio de mi nieto…?»

«Oh, cielos suegro, Ahin todavía no piensa en eso.»

«Vaya…»

Valence tomó un sorbo del té, que ya se había enfriado. Las largas pestañas proyectaron una sombra sobre los ojos rojos.

“Él nunca habló de eso. Está prestando atención a otros asuntos…”

“Eso también puede ser un problema. El reloj no se detiene. ¿De quién obtuvo esta personalidad relajada?”

“De hecho, muchos dicen que se parece a su abuelo.”

Lillian, cuyos ojos revolotearon, tosió para disimularlo.

“Tsk, estar relajado no significa que no tenga preocupaciones. De todos modos, quiero ver a mis bisnietos antes de morir de viejo.”

«Bueno, si hablas de cartas de propuesta de matrimonio, ya hemos recibido varias.»

“No solo es como su abuelo, también heredó su popularidad. Oh, soy un pecador~”

Ante los lamentos que siguieron, Valence sonrió huecamente.

«… ¿Todavía no has encontrado una manera de evitar los ataques de feromonas?»

«Todavía no.»

Valence respondió golpeando con el dedo el brazo de la silla. Una coneja bebé con misteriosas feromonas pasó por su cabeza. Cuando sentía sus feromonas, ella se tranquilizaba…

«Por cierto, ¿qué pasa con ese ridículo rumor?»

La pregunta abrupta de Lillian llamó la atención de Valence.

«¿De qué está hablando?»

«De que Ahin fue a un baile con un conejo como pareja.»

Suponiendo que era una invención para tratar de disminuir la influencia de la familia Grace, Lillian se echó a reír. Aunque Ahin era un poco peculiar, los chismes se habían pasado de la raya para llegar a este punto. Valence, frente a él, también sonrió.

«Todo es verdad. Hemos estado bastante ocupados últimamente. Hice trajes del tamaño de un conejo… Ah, por cierto, es hora de hacer un nuevo pedido de heno importado.»

Valence, tapándose la boca, tocó la campanilla que llamaba a los sirvientes, y procedió a discutir con el mayordomo cuál sería mejor, heno del territorio de los caballos o de los venados. Cuando la conversación giró hacia la renovación del jardín para agregar hábitats que fueran más amigables para los conejos, Lillian dejó caer su taza al suelo.

 

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