Capítulo 5:
Unas intensas pupilas rojas me miraron fijamente, como queriendo indicarme que veía difícil que pudieramos irnos a dormir.
Asentí un poco deprimida, ya que parecía que Judith se había despertado por completo.
«Eres mi mamá, tienes que estar conmigo.»
La niña empezó a frotar su cara contra mis brazos, mostrándome ese lado súper tierno que dejaba salir en muy pocas ocasiones. Sin embargo, no me dejé llevar por ese ataque de ternura e intenté imponerme un poco.
«Sí, cariño, yo estoy contigo, pero cuando vas a algún lado debes decírselo a mamá o papá. La última vez que estabas jugando secretamente al escondite con las criadas, también te regañé. Si desapareces así de nuevo, voy a imponer una prohibición mágica.»
La niña era inteligente, por lo que rápidamente entendió lo que estaba diciendo y me miró fijamente.
«¿Vas a escribir una?»
Mi corazón se debilitó ante su tono de voz y esos ojitos de cordero.
«No estoy enojada, simplemente preocupada.»
Finalmente suspiré y abracé a Judith con fuerza.
«¿Sabes lo asustada que estaba al pensar en que alguien te había secuestrado?»
«Pero… Pero no hubo tiempo.»
«¿Qué? ¿De qué hablas?»
«Uhhh, estabais muy ocupados, no os quería molestar.»
«No importa qué tan ocupados estemos, debes decírnoslo. De lo contrario, mamá y papá estarán llorando y buscándote.»
«Tú… ¿Tú me buscaste?»
«¡Por supuesto! ¿Quieres que mamá y papá lloren todos los días?»
«¡No, no!»
Gritó Judith llorando y no pude evitar abrazarla.
«Ah, por cierto, ¿por qué rompiste las reliquias del sótano? No puedes hacer eso, las reliquias son cosas que se tienen que cuidar.»
«Pero…»
Judith de repente puso su rostro en mis brazos mientras murmuraba algo.
«¿Qué?»
Le pregunté porque no podía escuchar lo que decía. Ante mi pregunta, levantó la cabeza y gritó.
«¡Soy la única que va a hacer ruido!»
«Judith, ¿qué significa eso?”
Pero Judith volvió a hundir la cara en mis brazos sin responder, yo la había dado a luz, era su madre, pero a veces no podía seguir el ritmo de sus pensamientos en absoluto.
Judith, que había estado batiendo sus alas durante un tiempo mientras jugaba con las puntas de mi cabello, pronto se durmió nuevamente. La coloqué suavemente en la cama y la cubrí con una manta. Debe haber estado realmente cansada ya que siempre se la pasa corriendo por el espacio subterráneo secreto.
Justo cuando me fuí a dar la vuelta, Judith se revolvió inconscientemente y de su bolsillo cayó un objeto el cual reconocí al instante. Un pedazo del Espejo de la Verdad.
Nada mas verlo, las palabras de Callisto me había dicho resonaron en mis oídos.
‘Ese maldito espejo que no pude romper porque me detuviste. Ella lo hizo añicos.’
Aunque era una reliquia antigua, ya hace mucho tiempo que dejó de funcionar, por lo que no estaba para nada enojada con que estuviera roto de nuevo tras mi reparación, lo que realmente me extrañaba era porqué mi niña guardaba un pedazo en su falda.
Desde que era niña tenía muchos comportamientos peculiares, por lo que no me acababa de sorprender que jugara con artefactos rotos, sin embargo, debe haber querido ocultarlo, ya que no le dijo nada a nadie.
‘Bueno, ¿quién sabe qué está pasando por su cabeza?’
Mientras miraba hacia otro lado sonreí brevemente y puse la pieza en su mesita de noche. Luego abrí con cuidado la mano de la niña que dormía con el puño cerrado, ya que las piezas del espejo se habían corroído y estaban raídas, por lo que me preocupaba que se hubiera cortado.
Afortunadamente, sus suaves palmas estaban intactas.
La paz que reflejaba en su rostro me parecía tan perfecta que no quise llamar a las doncellas y me dediqué a ser yo la que le pusiera el pijama. Empecé desvistiendola y, con mi pañuelo mojado, le limpie el rostro, las manos y los pues, para luego proceder a ponerle su pijama preferido, el violeta.
Mientras hacía el cambio, Judith durmió tranquilamente sin una sola sacudida pero, cuando acabé y me tumbé a su lado, ella se acurrucó entre mis brazos. Extendí la mano y palmeé sus alas suavemente.
«Cada día es un espectáculo.»
Cuando esas cinco palabras salieron de mi boca rememoré viejos tiempos, mis sueños, mis viajes, mis peleas con los monstruos. Desde que me casé todo eso quedo atrás y ya no había vuelto a estar al frente, pero no me preocupaba, durante esos años que estuve fuera hice todo lo que pude y gocé cada momento.
También es cierto que, comparado con todas las emperatrices, mi rutina diaria era bastante libre, aunque mi trabajo principal era la crianza de Judith, había veces que me iba si me llegaba un informe interesante de alguna excavación.
Pero cualquier excavación no tenía comparación con los problemas que me daba Judith, ya que desde que dió sus primeros pasos movilizó a todo el palacio, incluso logrando que los soldados fueran en su búsqueda en más ocasiones de las que podía recordar.
«Uhhg, mamá.»
Murmuró despacio mientras se apretaba contra mí, por lo que le besé la mejilla mientras alejaba las preocupaciones de mi corazón.
«Mientras te diviertas, aguantaré lo que sea.»
No quería hacerla vivir en un estado de represión, sin poder hacer lo que ella desee, tal como Callisto y yo habíamos vivido nuestra infancia. Quiero que pueda ver el mundo lo más ancho que pueda, y que un día pueda volar con esas alas del tamaño de la palma de su mano bien abiertas. Quiero ser alguien que la apoye para que pueda escalar incluso tras una caída.
Quiero verla crecer junto al hombre que elegí, para siempre.
Sin darme cuenta, en algún momento, mientras esperaba a que Callisto me viniera a buscar, acabé cayendo en los brazos de Morfeo. Y una extraña y brillante luz atravesó mis ojos, despertándome de golpe y preguntándome por Callisto volvía tan de golpe.
Abriendo los ojos lentamente, mientras trataba de adaptarme a la luz, me fijé en que estaba en un lugar extraño.
«¿Qué… ?»
No, no era un lugar tan extraño. Delante de mí, rodeado de una inmensa oscuridad, se encontraba un espejo gigante. No, no era un espejo cualquiera, era el Espejo de la Verdad.
«No… Parece que todavía no te has ido.»
Ese espejo brillaba con una fuerza imposible, resaltando todas y cada una de las grietas que tenías, verlo de esta forma me creó un sentimiento de malestar, causando que quisiera evitar enfrentarlo. Era todo muy espeluznante, era como si el espejo supiera que mi hija lo había roto.
«¿Por qué de nuevo? ¿Qué está pasando? ¿Qué quieres que haga con lo que ella hizo?»
Ahora este espejo me hacía temblar, por lo que me enfrenté a él, realizándole todas las preguntas que tenía con una gran insatisfacción. Ante mis palabras, el agrietado espejo se agitó y pequeñas imágenes empezaron a llegar a mi mente. ¿Tal vez me estaba mostrando la nueva reencarnación de Yvonne?
Aunque… ¿Qué tipo de reencarnación es tan rápida? De acuerdo con las novelas y películas que ví en mi época escolar, normalmente toma varias décadas. ¿Qué hace que este mundo sea diferente?
Tras mis palabras, el espejo empezó a iluminarse mostrandome una escena que me hizo estremecer. Se veía claramente que la ubicación era la habitación de un hospital de mi tiempo, donde se podía observar a una persona extremadamente delgada tumbada en la cama y conectada a un sin fin de dispositivos médicos. Dado que el espejo estaba un poco roto me costó identificar quién era esa mujer, pero cuando el contraste luminoso fue el correcto, dejé de respirar.
«¡Mierda!»
Esa chica era yo.
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He aquí un nuevo capítulo, ¡cómo me estoy tardando últimamente, leñes! Perdonadme.
¡Bienvenida Rose! Pedazo maratón que te has metido, jajajaja.
Y al resto, ¡me encanta leer vuestros comentarios!
Miri
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