Capítulo 24:
El rostro de Callisto mostró una sensación de desconcierto enorme.
“Usted no tiene que arrodillarse con ambas rodillas, entiendo que tiene un prestigio como el futuro emperador, así que no voy a pedirle más de una rodilla.»
El desconcierto dio paso a la sorpresa.
“Nunca me han dicho un insulto tan grande en toda mi vida. Ni siquiera he recibido este tipo de trato de un saldado enemigo en el campo de batalla.»
“Si no lo haces, no me importa…”
“¡¿Cómo que no te importa?!”
Solo quería darle una oportunidad, así que me di la vuelta como si fuera a salir de la sala del incinerador y automáticamente sentí su mano agarrando fuertemente mi brazo. Chasqueó la lengua y apretó su agarre antes de soltarme y dejarse caer lentamente al suelo.
«Penélope Eckart…»
El futuro emperador del imperio alzó la vista hacia Penélope, desde el sucio suelo y sobre ambas rodillas.
«… Estaba equivocado.»
Sonreí sin ser consciente, completamente satisfecha al verlo de rodillas ante mí.
«No volveré a actuar de la forma en la que lo he estado haciendo… Pero, por favor, no mires a otro ni te vayas… Porqué…»
«…»
«… Solo te tengo a ti.»
Callisto exhalo como si estuviera soltando al fin toda la ansiedad que había estado soportando.
«Por favor, perdóname, y déjame amarte.»
Era una disculpa completa, y desde arriba pude contemplar su hermoso y despeinado pelo bailar con el suave viento que entraba en la sala.ç
“… Muy bien, te perdono esta vez, su alteza.”
Levantó la cabeza, que había enterrado en el dorso de sus manos, mirándome incrédulamente.
«¿De verdad?»
Me reí y le sonreí con alegría.
“Sí, pero debes ser consciente de que esas palabras no me hacen sentir mejor.”
«¿Entonces…?»
«Quiero que me seas más sincero con tus sentimientos… Y que no me vengas con las manos vacías.»
Como comprendiendo la situación se puso a reír y me miró mostrando un brillo de curiosidad en sus ojos.
«¿Quieres dinero?»
«Bueno… No necesariamente dinero. Originalmente, una pedida viene acompañado de algo obvio…»
«¿Por qué no vas directamente al grano? ¿Qué más necesitas?»
Un gran suspiro escapó de entre mis labios, este hombre es único.
«¿Por qué suspiras? Sólo dime lo que quieres y te lo traigo en un segundo.»
¿Cómo podía ser tan sensible? No pude evitar mandar mis condolencias a mi yo del futuro, necesitaría mucha paciencia para aguantarlo en el futuro.
«¿Crees que el dinero siempre es la solución?»
«…»
El príncipe parecía aturdido, como si hubiera sido golpeado por algo en la parte posterior de la cabeza, se me quedó mirando fijamente y de repente un brillo de comprensión se mostró en sus ojos, siendo seguido por un rápido movimiento de sus brazos.
«¿Estás hablando de esto…?»
Un anillo con una perla de color turquesa, la cual parecía contener el mar, apareció en sus manos. Me quedé contemplando el anillo, no tenía decoraciones, simple y llanamente era esa gruesa piedra brillando por si misma.
Menos mal que Callisto llevaba el anillo encima, sino muy posiblemente me habría tenido encima suyo volviéndole a tirar del pelo. Como veía que él no realizaba ninguna acción, tomé el anillo yo misma y lo coloqué en mi dedo, dejando que sus hermosos reflejos iluminaran la sala al estar en contacto con la luz solar.
Solté una suave risa, levantando la cabeza con orgullo y bajándola inmediatamente para cruzar la mirada con mi emperador, el cual aún se hallaba de rodillas, aunque esta vez sus ojos temblaron con entendimiento.
«Penélope Eckart, tengo el poder para barrer todas las joyas existentes en este mundo y puedo construirte tantos palacios como quieras.»
Sus primeras palabras estuvieron llenadas de orgullo y jactancia.
«También tengo el poder de tomar todas las minas de los nobles y dártelas.»
«…»
“Quédate conmigo en el trono y puedo exterminar el palacio imperial con mis propias manos. Si estamos hartos de este lugar, incluyendo a los Eckart, seremos capaces de levantar un ejército y destruirlo todo.»
Poco a poco su voz se hizo más tranquila, y antes de que me diera cuenta, su rostro estaba distorsionado con urgencia y nerviosismo.
«… Te quiero.»
Finalmente llegó a la cima de la propuesta y lo vomitó rápidamente.
“Así que, por favor, cásate conmigo.”
Me quedé en silencio, mirando fijamente a Callisto.
«Yo…»
“¿No sabes qué responderme?”
«Bueno…»
Giré mi cabeza, evitando aquellos ojos que me miraban como si no pudieran entenderme.
«… ¿Es en serio?»
«… Sí.»
Su rostro se lleno de desconfianza.
«… Yo… Uhh… ¡Maldita sea!»
Me miro fijamente, como si fuera a ponerse a llorar allí en medio, por lo que mi corazón se rompió y me apresuré a darle mi correcta respuesta.
«Ahora no, pero en unos años no me importaría.»
«¡¿Qué?!»
Él estaba completamente rígido y su rostro estaba congelado, tras un largo período de intensa agonía y lucha conmigo misma proseguí.
«Quiero estudiar y vagar libremente antes de atarme a un lugar concreto.»
«Tú…»
«Y también quiero tener una relación contigo.»
Agregué rápidamente, cortando de golpe su replica y logrando que respirar hondo tratando de calmar sus emociones.
«¿Pero por qué no podemos casarnos?»
«Porqué entonces me van a tratar como a la emperatriz…»
Su rostro se volvió feroz al escuchar mi respuesta rápidamente volvió a iniciar con sus tonterías y como parecía que el ímpetu de proponer matrimonio se había ido, el príncipe se puso en pie.
«¿Cómo puede una persona vivir con todo lo que desee? ¡Tenemos que hacer concesiones, comprometernos y casarnos! ¿Cómo puedes querer ignorar nuestros sentimientos?»
Me encogí de hombros mientras le respondía calmadamente.
«Su majestad, no creo que esta sea la manera…»
«…»
«Si eres incapaz de hacer esto por tu única amante, ¿qué puedo esperar del futuro emperador?»
«…»
Apretó los dientes fuertemente, como si quisiera decir algo pero no pudiera. Y fue en ese entonces cuando pude observar las manchas de tierra, las cuales resaltaban sobre el blanco traje.
«Pero no te he dicho que solo quiera tener citas contigo, para nada, quiero tener un compromiso formal y podríamos tener una reunión sobre la premisa del matrimonio.»
«… ¿Qué?»
«Dijiste que querías difundir la noticia por todo el mundo.»
«¡Espera, ¿tú…?!»
«Puedo usar un anillo este anillo siempre, sin ningún inconveniente.»
Me puse el anillo y de inmediato las cuentas de color turquesa temblaron frente a mis ojos, haciendo que el rostro de Callisto se oscureciera y me agarrara la mano en un rápido movimiento, murmurando con voz nerviosa.
«Su uso no es tan simple como el de un accesorio normal…»
«Estabas mintiendo acerca de que está maldito y no se puede quitar, ¿no es así?»
«… ¿Cómo lo supiste?»
«¿Crees que soy estúpida? Todos los miembros de la realeza importantes ya han muerto, por lo que no hay forma de romper la maldición.»
Con una concesión bastante fría, asintió y aceptó, como si no tuviera otra opción.
«No se resolvió exactamente, pero logramos modificarla.»
«¿Encontraste una variante?»
«Puede ser usado con la sangre de una sirena.»
Lo miré como si estuviera loco, riéndome al ver la seriedad en sus ojos.
«Puedes usarlo libremente, pero si yo soy el dueño del resto del anillo entonces no puedes escapar de la maldición.»
Mientras decía estas palabras saco un anillo similar al mío, solo que era un poco más grande. Era su pareja.
«Por eso quería darte el anillo el día de la boda, no quería imponerte la maldición antes de tiempo…»
Al finalizar esas palabras lo guardo otra vez dentro de su chaqueta, sumiéndome en una gran confusión.
«¿Por qué no te lo pones?»
«Porqué perdí…»
«¿Qué…?»
«Ya que has decidido lo que quieres hacer, no hay otra, lo guardaré. Lo pondré en la caja fuerte hasta que hayas terminado lo que quieres hacer y estés lista para casarte.»
«… ¿Por qué?»
Realmente pensé que no dudaría un segundo en ponerse el anillo y atarme definitivamente a él.
«Porqué no quiero tener la mínima posibilidad de morir antes de habernos casado.»
Básicamente me estaba diciendo que me esperaría, sin importar el qué. Esa declaración logró que mi corazón latiera con mucha fuerza.
«¿Qué pasa si me canso de su majestad, tiro mi anillo y muero?»
Frunció el ceño delicadamente.
«Sería un poco injusto, pero si es lo que quieres, simplemente moriré.»
«… Su majestad.»
«Cuando estuviste a punto de morir envenenada me dije que si morías yo te seguiría, con maldición o sin ella pienso actuar igual.»
Callisto miró mi rostro endurecido y levantó su mano, acariciando con ella mi mejilla.
«¿Por qué te ves así?»
Sólo entonces dejé salir toda la respiración que estaba conteniendo, él no bromeaba en lo absoluto.
«… De verdad, eres el tipo más loco que conozco.»
«Y tú eres realmente la verdadera perra rabiosa de los Eckart, ya que eres capaz de amar a este loco.»
El príncipe se rio y parloteó juguetonamente.
«… Sí.»
Y en ese preciso momento no pude negarlo más.
«Te quiero, Callisto.»
Esos hermosos ojos rojos se abrieron de par en par, llenándose gradualmente de una inmensa alegría.
Bajo el sol de la tarde, ese reluciente cabello dorado brillaba como nunca.
Mi amor por él me golpeó por todos lados, dando inicio a un nuevo futuro.
Un futuro a su lado.
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Bien, ya podemos gritar como locas. ¡¡Al fin se propone de forma correcta!! La verdad es que Callisto puede tener muchas cosas complicadillas, pero tiene una cantidad inmensa de paciencia con Penny… ¿Os esperabais el último acto de no querer ponerse el anillo para darle ese espacio a Penny? Nuestro niño madura muy rápidamente, jajaja.
Miri
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