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Capitulo 119

Tan pronto como me miré en el espejo, me tapé la boca con las patas en estado de shock.

<Dios mío…>

El capibara marrón, parado detrás de mí, estaba aturdido y tambaleándose. Parecía que se iba a quedar dormido en cualquier momento.

<…?>

Escuché un ronquido profundo de la profesora Janna, durmiendo sobre la mesa.

<¡Ah!>

Solo entonces me di cuenta de que todavía estaba liberando feromonas anestésicas sin darme cuenta, así que luché para detenerme. Inmediatamente, dejaron de fluir fácilmente.

<Russell olvidó advertirme que dejara de liberar feromonas después de transformarme…>

Necesitaba calmarme. No podía procesar este cambio repentino, así que miré mis patas traseras, lentamente.

La humanización definitiva era como un proceso por el que pasaron los hombres-bestia para controlar sus propias feromonas. A pesar de saber eso, ahora que yo misma había pasado por eso, estaba recibiendo una sorpresa tras otra.

<¿Por qué, de repente…?>

Antes no era muy buena controlando mi propia humanización. Además, mi cuerpo se sentía ligero, como si pudiera dar saltos mortales mientras comía heno sin dificultad. Mi cabeza se refrescó, después de tanto dolor…

Sentí que algo estaba fuera de lugar. Traté de lanzar feromonas concentradas para verificar, y fluyeron directamente al lugar donde apunté, sin fallas.

Que raro. Mientras trataba de desentrañar el misterio, de repente recordé algo.

[Sentí que estaba absorbiendo las feromonas curativas, no solo recibiéndolas.]

No solo le estaba dando feromonas a Ahin, era como si él las estuviera robando para siempre. Si es así, entonces tendría sentido imaginar que yo había logrado la humanización definitiva después de que Ahin absorbió la cantidad excedente de feromonas curativas que mi cuerpo no podía manejar.

Recordando el momento en que me mordieron el cuello, cerré los ojos con fuerza. Solo pensar en eso hizo que mi corazón se acelerara y comencé a sudar frío. Luchando por superar este ataque de pánico, de repente sentí que algo tocaba mi cuerpo.

<¿Qué fue eso?>

Cuando abrí los ojos, despertando del trance, vi al bebé capibara, que ahora estaba completamente despierto. Parecía estar preocupado por mí.

<Russell, mira mi apariencia…>

Toqué el espejo con mi pata delantera. La imagen que se reflejaba, en lugar de un conejo bebé del tamaño de una mano, era una liebre adulta, del tamaño de dos manos. La humanización definitiva fue real.

<Bueno, al menos he crecido un poco, creo.>

Esta Vivi finalmente era un ser humano. Feliz, comuniqué el descubrimiento saltando y apuntando con mi cuerpo al capibara.

Necesitaba decírselo a todo el mundo lo antes posible.

Quizás, al haber tenido la misma experiencia que yo, de no humanizarnos en el tiempo esperado, Russell parecía tan feliz como yo, y bailamos juntos.

<¡Russell, espera!>

Asustada por sus movimientos animados, le hice señas con mis patas delanteras para que se detuviera. Malentiendendo, echó a correr para abrazarme, dirigiéndose hacia mí a toda velocidad.

<¡Espera, Russell, demasiado rápido…!>

No había nada que hacer.

<¡Ahh!>

Fui lanzada hacia atrás después de recibir un cabezazo del capibara, que no se detuvo. Cuando abrí los ojos después de golpear la pared, él se estaba acurrucando contra mí.

Russell parecía estar pensando en mí como un ser humano, en lugar de una liebre, que pesaba menos de dos kilos. Tampoco parecía darse cuenta de que, como capibara bebé, él ahora pesaba casi tanto como en su forma humana.

<Parece que las cosas no serán más fáciles después de todo.>

Rodé majestuosamente sobre el suelo de madera y cerré los ojos. Fue mi primer desmayo después de la humanización definitiva.

 

***

 

Cuando me desperté del desmayo, ya era de noche. Había vuelto a mi forma humana naturalmente mientras estaba inconsciente.

Nunca pensé que sería una de esas mujeres-bestia que, aunque quisieran, no podrían pasar más de medio día en su forma original. Llorando de emoción, logré ponerme la ropa de abrigo y la capa plateada que la profesora Janna había amontonado a mi lado.

“¿Qué te enseñó? ¿Qué para volver a tu forma original tienes que sacudir las caderas?”

Después de escuchar toda mi historia, la profesora Janna se agarró el estómago y se echó a reír. El método de Russell parecía original, ya que bastaba con controlar las feromonas, sin necesidad de mover el cuerpo. Ella dijo que siempre se preguntó por qué Russell bailaba cuando iba a cambiar de forma.

‘Yo debería haber adivinado…’

De hecho, pensé que había algo extraño. Mientras estaba sentada frente a la chimenea, mirando el fuego, Russell apareció detrás de mi capa. También en forma humana, me pregunté si tenía la intención de saltar sobre mí de nuevo, para prepararme.

«Russell, yo…»

Quería explicarle por qué no le había escrito ninguna carta durante ese tiempo. Pero realmente no había una explicación, aparte del hecho de que era difícil escribir con el cuerpo de un conejo.

«Pájaro malvado.»

Entonces Russell corrió hacia la ventana. Al mismo tiempo, la profesora Janna, saltando de su silla, apretó mi hombro.

«Señorita Vivi, un segundo.»

Cerró la cortina y se asomó por la rendija. Incluso sin verlo, me di cuenta de que era Quinn, dado el apodo que usaba Russell. La profesora Janna lo había bloqueado debido a mi fobia a los depredadores.

Russell, observándolo todo, parecía enojado al leer mis emociones ansiosas.

«Voy a salir a pelear con él.»

“¡Russell, no!”

«Este águila tiene una personalidad horrible.»

Russell, de cara a las cortinas, me abrazó, envolviendo sus brazos por debajo de mi cintura, donde podía alcanzar.

«Ese pájaro tiene una mirada malvada.»

Susurró, lo que me puso aún más nerviosa. Al evaluar la situación, la profesora Janna habló con voz cautelosa.

“Señorita Vivi, Quinn quiere hablar con usted directamente. ¿Será posible?»

Inmediatamente pensé que sí. Después de todo, era el mismo Quinn que veía todo el tiempo. Sin embargo, cuando abrí la boca para responder, las palabras no salieron. Mis dedos temblaban y sentí escalofríos.

Cuando me limpié las manos sudorosas con el costado de la capa, Russell me agarró la mano con fuerza. Al recibir el calor de esa pequeña mano, después de dudar mucho tiempo, respondí que sí, lo vería.

«Salgamos afuera, Russell, para darles privacidad.»

«Profesora Janna, me quedaré adentro.»

«…Tu madre se siente tan sola.»

5 minutos después, salió la profesora Janna, llevando a Russell en sus brazos. Sola, abrí un poco la cortina para mirar y vi que Quinn estaba en su forma humana. Ignorando su susurro de «coneja maldita», lo vi inclinarse hacia la rendija abierta en la ventana.

«Vine a traer esta carta.»

Pensando que, como me había informado la profesora Janna, estábamos en el lejano territorio de los cerdos, Quinn debió haber volado un largo camino para llegar aquí. Aún así, había sido cortés al tomar en cuenta mi miedo a los depredadores…

“Gracias… ¡Aahh!”

Antes de que pudiera dar las gracias, la carta se deslizó por la rendija y aterrizó justo en mi cara.

‘¿Cómo pude pensar que era amable?’

Gruñendo por dentro, abrí la carta. El remitente era la Señora Valence.

[Cariño, quería verte en persona y hablar cara a cara, pero desafortunadamente, la única forma en que podemos hablar en este momento es a través de cartas.]

[Primero, perdóname por enviarte lejos así. Todo lo que podía pensar era en lo que sucedería si vieras a otro depredador y tu herida empeorara, así que tuve que descartar esa posibilidad primero.]

[Escuché de Quinn que tu humanización definitiva ocurrió mientras estabas en territorio de los cerdos. Debe haber sido aterrador pasar por esto tan lejos de casa. Pero quiero ser la primera en felicitarte.]

La parte del medio de la carta no decía nada muy importante, pero pude ver que había dudado y dejado de escribir varias veces por los trazos.

En medio de las páginas, había una flor violeta prensada. Por eso el sobre se sentía tan pesado… Según lo que ella había escrito, en el territorio de las panteras negras era costumbre dar flores para felicitar a los hombres-bestia recién humanizados.

[Te debo una deuda que no podré pagar por el resto de mi vida. Todo lo que puedo ofrecerte es una elección y tu libertad.]

Pasé mucho tiempo leyendo la larga carta sin decir una palabra.

[Ya que has vivido hasta ahora como un conejo bebé, esto es necesario. Cuando viajaba en un carruaje, tú siempre mirabas por la ventana y siempre mostrabas un gran deseo de querer aprender cosas nuevas.]

Todo lo que podía escuchar era el sonido de mis lágrimas cayendo y el viento entrando por la rendija de la ventana.

[Finalmente, quiero decir que la llegada de una conejita bebé fue una bendición y un regalo para toda la familia Grace. Respetaré tu decisión, sea la que sea, y te estaré esperando por siempre. Con amor, Valence.]

Tuk. Tuk. Las lágrimas cayeron y empaparon mi capa. Limpiándome los ojos con ella, comencé a leerlo todo de nuevo, desde el principio.

La señora Valence había escrito de forma muy sutil. Ella me había enviado allí debido al hecho de que mi fobia era algo que no podría curar en un instante, sino que se estabilizará en un lugar donde no me sentiría amenazada.

También había dicho que yo tenía la libertad de elegir si regresar o no, y que me apoyaría absolutamente, cualquiera que fuera mi decisión.

Desconcentrada, me quedé mirando el fuego de la chimenea. Necesitaba elegir. Pero…

‘No sé…’

Extraño a Ahin y mi corazón quiere volver a la mansión Grace ahora mismo. Quiero despertarme con el sonido de las discusiones de Ahin y Evelyn, y ser arreglada por el toque suave de Meimi. Quiero tomar el té en el jardín con la Señora Valence, luego caminar por el jardín con Ash y Barra. Entonces, tendría una clase difícil con el abuelo y, como me cansaría, volvería a mi habitación para patear a Ahin con la pata trasera mientras duermo.

Extraño la mansión Grace y mi vida cotidiana. Sin embargo, cuando cerraba los ojos, en lugar de ver estos días de paz, lo que me aparecía era un gran pánico acechando en la oscuridad, e incluso después de abrir los ojos, el sentimiento permanecía.

El miedo a morir que sentí cuando me mordieron en la garganta. La forma en que rogué vivir. Los caninos que podrían matarme en cualquier momento. Y los ojos de Ahin…

Si volviera allí en ese estado, el resultado sería obvio. Terminaría mostrando a todos una expresión de miedo y repugnancia.

[Los hombres-bestia herbívoros y depredadores no son tan diferentes. Pero es cierto que nos sentimos más cómodos con alguien de nuestro mismo tipo.]

Por lo que había dicho la profesora Janna, mi miedo a los depredadores era mucho mayor que el del hombre-bestia promedio. Probablemente fue porque había estado en forma de conejo bebé toda mi vida, sin haber aprendido cosas en el tiempo normal.

“Ahin Grace…”

Mientras todavía estaba perdida en mis pensamientos, escuché la voz ronca de Quinn que venía desde afuera de la ventana.

“Está curado de los ataques de feromonas. El médico está convencido de que no volverán a sucederle. Se podría decir que pasó de estar al borde de la muerte a tener una recuperación completa.”

“…”

“Así que no te preocupes por cosas inútiles y cuídate. El próximo líder del clan tiene demasiadas preocupaciones para lidiar con una coneja maldita inestable.”

Esta era la noticia que más quería escuchar, pero ¿por qué tenía que terminar así? Incluso había llamado a Ahin por su nombre, sin honoríficos. Además, Quinn no había perdido la oportunidad de agregar otro ‘coneja maldita’.

‘Pájaro malvado.’

Mientras lo miraba fijamente, otra hoja de papel se deslizó por la rendija y aterrizó en mi cabeza.

«¿Eso…?»

“La líder del clan de las panteras negras también pidió que le entregara esto. Escuché que era una carta que Ahin Grace te había enviado cuando estabas en territorio de las liebres.”

Cuando estaba en el territorio de las liebres…. Ahin no sabía que lo había seguido hasta allí, así que envió esta carta a la mansión Grace. Ahora que lo pienso, antes de irse, me había pedido que escribiera.

No tenía muchas expectativas, pero abrí la hoja, que estaba doblada por la mitad.

[Estaré a tu lado pronto.]

¿Qué es eso? Me emocioné tanto que me mordí el labio para evitar que las lágrimas fluyeran. Cerré los ojos con fuerza, pero el llanto salió como una cascada, mojando mi ropa.

Al final, no pude contener las lágrimas y lloré como una niña. Era el comienzo de un invierno difícil y solitario.

 

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