Juguemos al escondite (2)
«¿Qué estás haciendo ahí?»
Dijo el Duque Cassius mirando hacia el árbol. Como si Ain estuviera escuchando.
‘¡Ah! ¿En el árbol…?’
No podía creer que Ain esté… Aunque no quería hacerlo, la mirada de Roselia siguió a Cassius hasta la copa del árbol. La figura de Ain se podía ver a través de las hojas revoloteando y balanceándose.
«¿A-Ain…?»
Los ojos de Roselia se agrandaron. ¿Sabe cómo trepar a un árbol? No pensó en eso en absoluto.
Como no lo sabía, siguió vagando por el suelo buscando a Ain, por lo que no pudo encontrarlo. Ain, quien hizo contacto visual con ella, estaba a punto de bajar del árbol.
«¡Oh… Espera. Es peligroso…!»
Pensar que el árbol es grande y Ain está en un lugar tan alto, tanto que le es imposible saber cómo lo trepó. Si caía desde esta altura, sentía que se lastimaría en alguna parte.
Roselia estaba preocupada e intentó evitar que bajara, pero Ain aterrizó en el suelo en un instante, y lo hizo con excesiva suavidad.
«Ain… ¿Estás bien…?»
Ni siquiera obtuvo un leve rasguño en la cara. Pero estaba atónita porque no podía creer que él pudiera saltar tan suavemente incluso al verlo con sus propios ojos.
«¿Que estaban haciendo?»
Dijo el Duque Cassius a Roselia y Ain. Ella tenía la cara cansada y parecía estaba a punto de desmoronarse en cualquier momento, y Ain estaba en la copa de un árbol en silencio, así que es digno de una pregunta.
«Es el escondite».
En contestación a la respuesta de Roselia, el Duque Cassius solo se limitó a mirarla suavemente.
De hecho, Cassius sabe que los dos llevan horas aquí en el jardín.
Los observó, pero después de mucho tiempo, parecía que Roselia todavía no podía encontrar a Ain, así que vino directamente en su ayuda.
«Si no pueden encontrarte, simplemente sal».
Esta vez, el Duque Cassius le habló a Ain. A la vez que trata de preguntarte por qué estuvo tanto tiempo en el árbol.
“¡…!»
Sin embargo, Ain, quien por lo general no se inmutaba sin importar lo que dijera Cassius, mostró una mirada desconcertada. Era extraño ver como sus ojos parpadeaban procesando la información.
«Pero hacer eso… ¿Está bien?»
Parecía como si no lo hubiera considerado en absoluto. El escondite que él conoce es aquel donde se permanece oculto hasta que el que atrapa te encuentra. No sabía qué hacer en caso de no pudieran encontrarlo.
Por supuesto, no es que no pensara en bajar cuando Roselia no parecía dar con su escondite, pero… Esa idea pronto le pareció arruinar el juego que ella sugirió.
Seguí esperando en el árbol, no fuera que ella se decepcionara o que nunca volviera a jugar al escondite conmigo.
“…»
¿Ainsphanner siempre fue tan ingenuo? El Duque Cassius incluso duda de que el hijo que cree conocer, sea el mismo que está actuando tontamente frente a él ahora.
«Yo… ¿Salí demasiado tarde?»
Ain parpadea con sus ojos redondos hacia Roselia y pregunta con timidez.
Tal vez había un límite de tiempo para el juego de las escondidas que él no sabía, pero las reglas detalladas le eran desconocidas porque solo lo había visto unas pocas veces mientras pasaba de largo, evitando a los otros niños.
«¿Cómo puede ser posible? El escondite es un juego en el que te escondes con fuerza para que el que atrapa no te encuentre. Ain hizo un gran trabajo».
«¿De verdad…?»
«¡Por supuesto! No pude encontrarte, así que ganaste».
Ain sonrió regocijadamente ante las palabras de Roselia.
«Definitivamente te encontraré la próxima vez, así que espera y verás».
Roselia sonrió alegremente con los ojos como medias lunas.
«Tengo que esconderme con más fuerza para que mi madre no se entere».
A pesar de que era solo un juego, Ain estaba más orgulloso que cualquier otra cosa que hubiera hecho. Roselia y Ain se miraron y sonrieron continuamente.
Sin embargo, solo el rostro del Duque Cassius que estaba mirando a estas dos personas estaba contrariado. A pesar de que también compartía este espacio, Roselia y Ain parecía que estaban solos como si él no existiera.
‘Te ves tan feliz.’
El Duque Cassius no se da cuenta, pero está celoso.
Roselia continuó sonriéndole y se dio cuenta internamente de algo. Ain no es bueno jugando.
Hasta ahora, nunca había hecho nada llamado «jugar», así que era natural no saber cómo desenvolverse. Pero a partir de ahora, a medida que pases tiempo conmigo, lo sabrás por ti mismo.
Roselia esperaba que Ain cambiara para mejor poco a poco durante ese tiempo.
«A menudo pasemos más tiempo así en el futuro».
«Sí. ¡Bien!»
Los dos hicieron una agradable promesa. Después de eso, Roselia visitaría a Ain cada vez que tuviera tiempo libre y jugaría con él. Después de jugar al escondite una y otra vez, ha llegado a encontrarlo fácilmente.
Se dio cuenta de que el rango que Ain podía usar para ocultarse era más amplio de lo esperado. ‘Espero que esté en este lugar’. Si busca un lugar que desea o presiente, siempre está Ain esperando. Cuando comenzó a encontrarlo por sí misma, Ain también comenzó poco a poco a disfrutar jugando al escondite.
Sin embargo, Roselia decidió que había llegado el momento de jugar a otros juegos. Para hacer eso, tuvo que buscar otra variedad de juegos.
‘¿Hay otros juegos para jugar con Ain?’
Los juegos que recolectó después de mucha deliberación en realidad no eran tan geniales. Juntaron mucha arena y construyeron castillos o jugaron e intercambiaron pelotas como niños comunes.
Cuando jugaba un juego nuevo, Ain parecía incómodo al principio. Sin embargo, una vez que se acostumbraba, era capaz de adaptarse rápidamente como si fuera cosa innata suya.
Roselia estaba orgullosa porque la presencia de Ain parecía hacerse más brillante cuanto más jugaba.
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La relación de Roselia y Ain se está acercando día a día, pero eso es todo. La distancia entre Cassius y su esposa seguía siendo la misma.
No, incluso siente que están separándose aún más lentamente. Además, Roselia no parecía usar el vestido que más le gustó de los que le compró en la boutique aquella última vez.
Cassius siguió preocupándose por eso. Así que cada vez que la veía, miraba su vestido.
‘¿Por qué no lo usas?’
Cassius se humedeció los labios. No era consciente de que cada vez que la veía, miraba su vestido y permanecía largo rato con la frente arrugada.
Por eso, ni siquiera se dio cuenta de que Roselia estaba evitando su mirada.
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