Kalia, que estaba negando con la cabeza aquel presentimiento, pensó por un segundo y se llevó aquella pequeña botella de cristal en la mano. Lejos del fresno.
«Me voy ahora. Realmente es mi hora de marcharme… Oh, bueno, si alguien viene buscándome, ¿Puedes decirles a los niños que no hablen de mí? Por si acaso».
‘¡Shhh!’
El árbol respondió, y Kalia le sonrió.
Después de despedirse, tomó distancia. A unos pasos del árbol, sintió la necesidad de subir la mirada.
Detrás de una cortina de lino ondeante, un hombre pelirrojo estaba apoyado contra una ventana larga observándola.
La mirada del hombre con el vino en la mano y la de Kalia se cruzaron y se examinaron con precisión. Luego, tomó un sorbo de la copa de vino con una gran sonrisa sin ningún signo de sorpresa. Sin apartar la mirada, como si se tratara de un simple contacto visual, de manera brillante y casual.
Al mismo tiempo, la temperatura de su mirada fija era incómoda y fría.
Kalia lo miró en silencio, ya que su rostro estaba cubierto por su disfraz, y como si no lo hubiera visto, caminó tranquilamente y se subió al carruaje que la esperaba.
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El pelirrojo la siguió con la mirada sin perder un movimiento de su silueta por detrás mientras ella subía al vagón.
Bajo las cejas oscuras, la luz de los ojos ligeramente afilados se intensificó.
‘¿Quién es esa chica?’
Llevaba un sombrero ancho, por lo que no podía verla con precisión, pero era una mujer con una silueta delgada y hermosa. No pudo apartar los ojos de ella, mientras aparentaba acariciar, mirar y hablar con el árbol como si tuviera un afecto especial por él.
Se trataba de una habitación con una vista especialmente seleccionada por el hombre.
‘Aquí es donde se puede ver mejor el árbol de la plaza, por lo que puedo observarlo sin que nada obstruya mi vista’.
Todo para asegurarse de que ese árbol sea realmente un ‘árbol de hadas’.
Demon entró después del sonido de un golpe en la puerta.
«Ven aquí»
En manos de Demon, quien tenía la piel oscura y los ojos azules, una mujer de apariencia heterogénea con cabello blanco y alas rectas fue empujada hacia adentro.
La mujer se arrastró ante los pies del hombre con ojos demasiado rojizos.
«Por favor, sálvame…».
El pelirrojo, Borf, susurró, mirándola con una sonrisa.
“Estamos tratando de ayudarte. Ahora, párate aquí y mira ese árbol»
Borf levantó el cuerpo tambaleante de la mujer para mirar el árbol.
Infelizmente, la mujer bañada en lágrimas se quedó mirando el árbol con dolor.
“… ¿Puedes ver al hada?»
La mujer que miraba el árbol con ojos nublados, se desplomó.
«No, no puedo verlo bien…”
«Oh. Estoy preocupado por ti. Si no ves a las hadas, el trabajo que te dimos es inútil. Ahora, mira con atención. Mira de cerca en el centro de sus ramas»
El hombre susurró dulcemente, pero miró a Demon, que se mantuvo a su lado. En silencio recitó el hechizo, y pronto un relámpago cayó sobre el árbol.
Fue ese momento.
Algo como un escudo opaco se envolvió alrededor del árbol e inmediatamente rebotó el rayo.
No era su intención dividir el árbol con magia, por lo que Borf miró la escena tranquilamente.
En ese momento, los ojos de la mujer se agrandaron. Debido al rayo, las hojas cayeron debajo del árbol donde fue sacudido. Murmuró lo que vio sin saberlo.
“… Bueno, ahí veo, algunos niños…»
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Sintió un extraño escalofrío.
Fue cuando salió de la plaza después de subirse al carruaje.
Con la sensación de tener una mirada detrás, clavada en su nuca, Kalia miró hacia atrás en el camino aunque ya había pasado la plaza sin saber que buscar exactamente.
La entrada a la plaza ya estaba distante, pero detrás de las casas bajas, podía ver temblar las hojas verdes del árbol gigante.
Abrió ampliamente sus ojos entrecerrados y miró fijamente la sacudida antinatural.
«¿Qué ocurre? ¿Dejaste algo atrás?”
“… No, no es nada».
Se encontraba extrañamente afligida. Ni siquiera sabía que pasaba con el hombre que la miró a los ojos fijamente.
‘… ¿Por qué está aquí el Príncipe del Reino de Acán?’
Él no la reconoció, pero ella si a él.
Ese Reino era un país neutral unido a la alianza de Rohas.
Originalmente, era parte del Imperio de Rohas, pero a medida que su poder crecía, se independizó hace unos 160 años y se desligó totalmente para establecer un sistema de Reino independiente.
En ese momento, Iga, quien salió y fundó su Reino, era el Gran Duque Mahtani, medio hermano del Emperador Carl III en ese momento.
Al considerarlo, Rohas y Acán estaban conectados por la misma sangre Imperial.
‘Aunque eso no significa que tengamos una buena relación’.
Acán generalmente jugaba bajo las cuerdas usando el nombre de un ‘país neutral’.
No estaba interesado en las guerras de los Imperios y rara vez interfería en los acontecimientos de otros países. Y sin embargo, tampoco hubo intercambio económico. Por no hablar de Rohas, tenían muy poco que ver con ningún otro país de sus alrededores.
No había posibilidad de verlos a menos que los nobles del Reino de Acán salieran al exterior.
A pesar de tal falta de intercambio, Kalia lo reconoció porque fue al Palacio de Acán al final de la guerra para recibir suministros médicos militares. Eran muy famosos por sus productos médicos.
Los tónicos, los agentes curativos y el ‘gangrim’, que cura las heridas, resultaron ser sorprendentemente eficaces y muy populares.
Kalia, que pasaba por allí, participó en una licitación de suministros médicos en Acán, y fue el Príncipe quien salió en ese momento.
El Príncipe Borf Adio.
Su pelo rojo vivo y con ojos rojos como el rubí daba una impresión que no podría olvidar fácilmente. La capa colgaba casualmente de sus hombros, la camisa que parecía informal y apretada, con pantalones ajustados casuales.
Era un hombre muy agresivo y libre que incluso pretendía demostrar serlo.
Sin mencionar que a pesar de que fue él quien salió a entregar la mercadería por el déficit Imperial de insumos, la ropa no estaba escogida adecuadamente, y también resultó de mala educación tratar a los generales de los países vecinos como grandes camaradas del pasado.
«Oye, ¿Tú eres la famosa General Kalia?»
Se acercó a ella con la mirada llena de deseo y trató de quitarle la gorra sin permiso.
«Si no se detiene allí, le cortaré la muñeca».
La mano del hombre se tensó en el aire al escuchar un tono tan frío que su nuca de pronto estuvo erguida. En ese momento, ella acababa de cortar la cabeza del General del campo contrario. Dicho esto, su sangre aún no se había calmado.
No había pasado mucho tiempo desde de que terminó la batalla, y el olor a sangre aún permanecía en la punta de su nariz.
«… Mi sed de asesinato aún no ha desaparecido».
El hombre, que se enfrentó a los ojos de Kalia brillando misteriosamente en la sombra profunda debajo de su gorra, no pudo poner ni una punta de sus dedos sobre ella.
“Vaya, eres más sangrienta que en los rumores”.
Él se rio y dio un paso atrás. Mientras sus hombres entregaban la mercancía, y mientras los lugartenientes de Kalia la revisaban, los dos se miraron sin decir nada.
En ese momento, ella escondió la mitad de su cara debajo de su abrigo suelto, pero no Borf.
Kalia recordaba su rostro con mucha claridad. En particular, los ojos rojos intensos que emitían un deseo de pecado, aún eran vívidos en su memoria.
Después de la entrega de todos los productos, justo antes de dar una despedida ritual, Borf dijo con regusto.
«Es usted alguien que estimula a la curiosidad, General Kalia».
«…»
«Algún día quiero quitártelo con mis manos».
«…»
«Oh, por supuesto, ese sombrero».
En ese momento, Kalia no estaba muy interesada en él, pero sus lugartenientes estaban desesperados por sacar la espada en su defensa.
Por supuesto, no sucedió que lograran sacarlas. No fue porque ella los detuvo, en algún lugar del cielo de repente rugió un rayo.
Una magia incolora, inodora y sin rastro que fue arrojada y se decía que provino del Príncipe Borf.
Sin embargo fue Simon, el mago, quien lo hizo posible.
“¿Kalia? ¿Qué estás pensando?»
“Ah, lo sé. En nada»
Siguió tratando de aliviar la desagradable premonición que incomodaba cada rincón de su corazón.
Habiendo llegado al lugar de teletransportación, sacó una herramienta de comunicación con la que pensó que no tendría nada que ver.
Un Príncipe de otro país llegó a su país, pero se preguntó si la Familia Imperial lo sabía.
El Príncipe se veía con intereses oscuros, así que estaba un poco ansiosa por notificarlo.
‘Solo tengo que decirle a Brick que el Príncipe del Reino de Acán está aquí… Que lo transmita en secreto a Su Majestad’.
Sacó un puerto de comunicación y lo conectó a Brick.
No fue hasta que la señal estableció luego de mucho tiempo que Brick apenas apareció.
«¿Quién habla?»
Era la herramienta de comunicación personal de Brick. Preguntó con voz alerta al ver que la comunicación provenía de un número desconocido.
«Soy yo, Brick».
«¿Kalia? ¡Kalia! ¿Dónde estás ahora? ¡A-ahora Simon ha destrozado tu mansión, Kalia!»
«¡Kalia-sama, ahora él está muy molesto! Se acercó a mí y le preguntó dónde estabas, ¡Pero pensé que realmente estaba por morir!»
‘Ah’.
La noticia de Simon le llegó en un momento inesperado y ahora ella sudaba profusamente.
‘Es un lugar que está a más de 500 carreteras de la capital, pero me puse ansiosa porque Simon me perseguiría de inmediato.’
«Supongo que ya ha llegado Simon».
«Ayer se reunió con Su Majestad el Príncipe Heredero e inmediatamente voló a tu mansión, Kalia.»
«¡Gracias por eso! ¡Ha sido todo muy frenético, desde entonces hasta ahora! ¡Nadie tiene acceso a su paradero! ¡Ni siquiera entró en su torre anoche, y ya estaba en ruinas tu mansión!»
‘Uh, ruinas… En ruinas… Ugh… Simon, por favor no destruyas todo. Esa era mi querida mansión.’
No importaba lo enojado que estuviera Simon, pensar que destrozaría su mansión…
‘Tal vez debería contactar a Jacob en secreto y pedirle que la recupere.’
En primer lugar, Kalia se enfrentó a la terrible situación sobre su mansión, pero inmediatamente trajo de vuelta el problema principal.
«Más que eso, hay algo que debes investigar por mi».
«¿Sí? ¿Esa es la razón de tu llamada?»
«Sí, se trata del reino de Acán».
Después de explicar brevemente la situación, Kalia pidió que se lo informara a Luismond.
‘No me olvidaré de dar las instrucciones correctas para estar segura de conocer de que tratan las últimas intenciones del Reino de Acán’.
«No es necesario recordarte que no deberías decir que has estado en contacto conmigo, ¿Verdad?»
«Ja, pero si Simon usa en mi la magia de tipo mental…»
«No te preocupes, no está tan loco».
«Sí, sí… Quizás, definitivamente es probable que lo haga».
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