Regresemos(2)
“¿Su Majestad me perdonará por eso? No, poco a poco él me quitará todo y me hará morir de dolor».
No fue difícil de imaginar. Fabián no dudaría, al igual de como lo hizo cuando ella murió en su vida anterior, con su mirada indiferente.
«Pero hasta cuándo, ¿Qué tan lejos podría huir…?»
Las lágrimas continuaron fluyendo.
Después de volver a los veinte, era una tonta que creía que se había escapado de un destino cruel cuando pidió el divorcio.
“Sería una pecadora para la familia Felice y Su Majestad. Pero, ¿y Adrián? ¿Ese niño tiene que vivir como un fugitivo de por vida?»
Lo que ella más deseaba era la felicidad de Adrián.
Era mejor dejarlo crecer en la Familia Imperial que obligarlo a vivir en peligro y con miedo todos los días sin poder hacer nada.
“Más que nada, muchas personas serán sacrificadas por mis elecciones egoístas”.
Cuando llegaron las amenazas a la Familia Real, era casi seguro que las personas que no tenían nada que ver perderían sus hogares. Lo mismo le pasaría también al Duque de Akshire, que una vez ayudó a al Reino Felice.
«¿Está bien transmitir tal pecado a un niño que aún no sabe nada?»
Adrián era inocente. Pero, ¿qué le diría Evelyn cuando creciera y supiera que su existencia en este mundo le había causado tantas desgracias?»
«No puedo soportarlo. Adrián no debería sacrificarse así».
Evelyn tenía razón.
«Porque eres su madre, puedes hacer eso. Pero ¿y yo? Miriam tomó sus manos con fuerza. “Nosotros también amamos a Adrián. Pero antes de eso, mi hija eres tú. Soy tu madre y no quiero ver que te conviertas en una pecadora».
Fue un comentario desgarrador. Evelyn ahora también era madre, así que le dolía aún más porque entendía el corazón de su madre.
«Te lo ruego… Cualquiera que sea la elección que hagas… tienes que ponerte en primer lugar». Miriam le suplicó: “Prométemelo. Te pondrás a ti misma primero, por encima de todo».
Había tristeza en los ojos de Evelyn, «Sabes que no puedo prometer eso».
Por su hija, Miriam se había olvidado de sí misma. No era diferente para Evelyn. Por lo que Miriam sabía que no podía detenerla.
«Lo siento.» Evelyn se secó las lágrimas de las mejillas. «Debo encontrarme con Su Majestad…»
«¿Que piensas hacer?»
«No lo sé. Pero todavía tenemos que encontrarnos».
Al ver sus ojos decididos, Miriam asintió de mala gana y no dijo nada. La única persona que podía resolver este problema era Evelyn, la parte involucrada.
Incluso si se llevaban a Adrián así, Evelyn tenía que defenderlo ella misma.
“A mi padre, por favor dile que no intente nada. Deberías detenerlo».
Arturo era un guerrero, lo suficientemente valiente como para ser llamado el león dorado en el campo de batalla cuando era joven. Aunque ahora era viejo, las llamas en su corazón nunca habían muerto. En el peor de los casos, la guerra sucedería en el Reino.
«No quiero borrar la luz de la vida inocente de Adrián», dijo Evelyn, ‘nadie debería morir en nombre de Adrian. Un niño que no sabía nada no puede ser llamado pecador.’
“Lo mismo ocurre con Akshire. No quiero sacrificios imprudentes».
«Me estás haciendo una solicitud muy difícil».
«Lo siento. yo siempre les estoy causando problemas».
Miriam enjugó las lágrimas de Evelyn, “Todos los niños son así. No importa la edad que tengas, eres nuestra hija. Así que no tienes que arrepentirte».
“Lo único que los padres no pueden perdonar es que sus hijos se equivoquen primero. Cualquier otra cosa está bien. No importa lo que hagas… Pero, nunca podré perdonarme por arrastrarte ha esto».
Evelyn no pudo responder.
Sintió que se le rompería el corazón si hacía una promesa que no podía cumplir.
Entonces, al final no pudo prometer nada.
* * *
Fabián la saludó con calma, como si esperara su llegada. Esperaba que ella llegara en un momento como este.
«¿Has cambiado de opinión?»
Evelyn no respondió.
Él no pudo evitar sentirse culpable por un momento mientras la miraba a los ojos, «Ja… no quiero ponerte triste». Le hizo una declaración honesta.
«Lo que yo quiero hacer es todo lo contrario».
Fabián caminaba lentamente, se colocó de pie frente a ella. No había una atmósfera fría y sombría como antes. En cambio lo albergaba una sensación de calidez en sus ojos oscuros.
«Cualquiera que sea la excusa que hagas, la aceptaré». Él continuó hablando con ella, quien mantuvo la boca cerrada.
“Vine aquí con esa determinación desde el principio. No te preguntaré por qué y cómo lo escondiste. No pediré nada de eso hasta el día de mi muerte».
¿Cómo se sentiría un esposo cuando su esposa lo dejó con su hijo en brazos? Pero Fabián le dijo que estaba dispuesto a cubrir todo.
«Solo tienes que volver conmigo».
Después de esa noche, era el único deseo que tenía, en todo este tiempo desde que ella se despidió.
«Regresemos.»
Fabián tomó suavemente su mano, «No debes tener miedo de nada. Ahora puedo llevarte a ti y al niño de regreso y vivir la vida que deberíamos haber vivido».
Evelyn miró en silencio la mano que sostenía la suya.
«No dejaré que nadie diga tonterías sobre ti y tu hijo. No, si alguien lo menciona, me detendré y los callaré». Fabián dijo con voz desesperada.
«Entonces, todo lo que tienes que hacer es volver a tu casa…».
Su voz baja sonó en la noche.
«Si tienes algún resentimiento que aún permanece desde que me dejaste, llevémoslo contigo también. Y puedes liberar ese odio a mi lado hasta que estés satisfecha… y se acabe».
Había muchas cosas que Fabián quería decirle.
Acerca de lo solo que se sintió después de su desaparición, y ¿por qué ahora el olor del árbol de madera dorada le era tan doloroso?
¿Por qué se odió a sí mismo? ¿Y cómo podía deshacerse de toda esa tristeza?
«Evelyn… Regresemos».
Le tocó la mejilla, mirándola profundamente a los ojos.
«No ha terminado todavía… Todavía tenemos mucho tiempo para estar juntos”.
Solo existía el reflejo de Evelyn en sus ojos oscuros.
No la existencia de un sucesor, ni su hijo.
Fue el único compañero que más amó en su vida.
… y todavía lo amaba hasta ahora.
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Me duele ver a mi bebé ponerse tan chiquito por ella, buscando su amor y su atención, sin pedir su perdón, solo su compañía… Pensar que recoger a Adrián es solo una excusa U_U
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