Capítulo 106 – Me gustaría conocerlo
“¡Waaaaa!”
El llanto de un bebé rugió a través del viejo castillo.
Que buena era la voz, pues cada vez que ella lloraba, el llanto sonaba fuerte en el castillo entero.
La primera persona que acudió corriendo al llanto del bebé no fue la madre, el padre o la criada del bebé, sino el abuelo del bebé, que estaba sudando profusamente.
“Oh, mocosa. Pareces más grande de lo normal. Si comes tanto, seguramente tendrás una gran evacuación intestinal.”
Tan pronto como Henrik sostuvo al bebé en sus brazos, a pesar del olor, se rió y acarició al bebé, tal vez porque había compartido el momento del nacimiento con él, y quería especialmente a su segunda hija.
«Okey. Vamos a cambiar tu pañal ahora mismo.”
«Yo lo haré. Es una niña, no puedo dejar que el abuelo la cambie.”
Ruanda, que acababa de entrar con un pañal seco, le quitó el bebé a Henrik.
(N/E: Ruanda, era la niñera de Anna)
“Nuestra pequeña come bien, duerme bien y crecerá muy rápido.” (Ruanda)
Después de colocar a Zenith en la cuna, Ruanda cambió el pañal con manos rápidas y precisas. También tenía una buena mano para limpiar con cuidado el frágil trasero del bebé con un paño suave humedecido con agua tibia.
Después de esto, se estableció el orden.
Ella (Zenith) lloraría cuando tuviera hambre después de un rato. Pero solo había pasado media hora desde que le habían dado leche.
La madre de Zenith estaba exhausta y se había quedado dormida, así que la única forma de ganar un poco más de tiempo era abrazar al bebé y dejarlo dormir.
Anna, que había estado esperando el momento adecuado, rápidamente extendió su mano.
“La pondré a dormir. Dormirá mejor sobre mi pecho.” (Anna)
“Mi Lady, necesita descansar. Yo lo haré.” (Ruanda)
Cuando Ruanda empujó a Anna fuera de la habitación, Henrik intervino rápidamente.
“Entonces solo…” (Henrik)
“¿Vas a hacerla llorar de nuevo, Henrik? …La sujetaré y la bajaré. Ustedes dos necesitan descansar un poco. ¿Crees que no sé qué has estado dando vueltas por aquí por un tiempo ahora? …Date prisa y vete.”
Inconsciente del amor de su abuelo por ella, Zenith no dormiría en los brazos de Henrik sin importar nada.
Sobre todo, porque él mantenía al bebé tan cerca de su rostro barbudo. Ellos entendían su amor por el lindo bebé, pero la barba era demasiado áspera para la frágil piel del bebé.
Cuando él apartó su rostro, miró al bebé incesantemente con la cabeza levantada.
Se cortó la barba debido a eso, pero el problema era que cuanto más miraba al bebé, más hermoso e irresistible se volvía su lloriqueo.
Era tan molesto que cuando Zenith comenzó a llorar de nuevo, entró en pánico.
Esto se repitió muchas veces.
Ruanda decidió no permitir que Henrik sostuviera al bebé para dormir, y todos estuvieron de acuerdo.
“Incluso me afeité la barba…” (Henrik)
“La nariz que moquea sigue siendo la misma, ¿no es así? …No, no puedes. Si el niño duerme, aunque sea un poco, Sarah también tendrá un buen descanso nocturno.” (Ruanda)
Henrik tuvo que observar con pesar cómo Ruanda entraba en la habitación a oscuras con el bebé en brazos.
“No puedo respirar…”
Henrik se rascó la frente y chasqueó la lengua con pesar.
Anna se tragó la risa ante la apariencia sombría de Henrik, ya que no podía apartar los ojos de la habitación con el bebé dentro. Solo había pasado una semana desde que nació el bebé. El castillo, que había estado todo oscuro y adusto, ahora estaba lleno con la presencia del bebé.
Tan pronto como nació, ‘Es tan hermoso y lindo’, dijo la vizcondesa Alpatio, llorando mientras sostenía al bebé rojo brillante en sus brazos.
Susurró las palabras ‘gracias’ docenas de veces mientras abrazaba a Anna y Ruanda, quienes habían ayudado a su hija con el parto… Las dos eran como benefactores de la familia Alpatio.
Además, Anna no era solo una noble.
Ella era una mujer noble que había servido como la criada más cercana de la Emperatriz. Y sin embargo, ella ayudó con el parto donde brotó sangre y líquido amniótico.
Fue una gran benefactora de Henrik y, de hecho, de toda la familia Alpatio.
«¿Tomamos un poco de té?»(Anna)
Y eso era algo que Anna también sabía muy bien.
* * *
Henrik estaba encantado con su sugerencia y la invitó a su oficina.
El castillo negro que había visto ese día parecía haber sido iluminado por las ventanas abiertas. El clima se estaba calentando gradualmente, como una bendición después del día en que nació Zenith. Fue una suerte.
Eso no significaba que no hiciera frío, pero era suficiente para permitirles ventilar así una o dos veces al día.
Este castillo fue entregado a Henrik como regalo del actual Duque de Gertium hace unos diez años. Hace diez años fue antes de que el actual Duque Gertium se hubiera hecho cargo del título. Lo que hizo justo después de su primer logro fue darle a Henrik el castillo como regalo…
“Esta es la ciudad natal de mi madre. Tiene muchos recuerdos de mi infancia.” (Henrik)
Henrik abrió la gran ventana de su oficina. La vista del lago a lo lejos era espectacular.
“No he estado aquí mucho desde que recibí este castillo… Pero ahora Sarah ha dado a luz aquí.” – Henrik rió amablemente y se hundió en el viejo y mullido sofá.
Él ordenó con anticipación de camino a la oficina, por lo que el sirviente trajo el té caliente de inmediato. Cuando la taza estuvo llena, el vapor blanco se elevó en un chorro brillante.
No era un té de alta calidad, sino un fragante aroma que emanaba del té producido en esta región… Era un té con un aroma reconfortante.
“Estuve tan preocupado durante ese tiempo que ni siquiera pude agradecerte adecuadamente.” (Henrik)
Anna levantó la cabeza y vio el cabello castaño oscuro torcido de Henrik enredado intrincadamente, frente a ella.
Henrik se peinó bruscamente y miró a Anna con una sonrisa amable.
“Tu esposa y Sarah me agradecen cada vez que se cruzan conmigo, tanto que ya las evito.”
«¿Ah, de verdad? Jajajaja.” (Henrik)
Henrik se frotó la barbilla y se rió, como si cortarse la barba que le había estado saliendo durante diez años lo incomodara.
“Pero Anna, creo que hay una razón por la que viniste hasta aquí. ¿Me dirás por qué?” (Henrik)
Detrás de la sonrisa afable, se podían ver los ojos penetrantes y sabios de Henrik.
Anna trató de no entrar en pánico y sonrió con determinación. No había necesidad de entrar en pánico. Cuanto más perpleja estuviera, más tranquila debería estar.
‘No dejes que tu oponente vea tu agitación.’
‘Haz un buen uso de quien tienes delante.’
Sin que él lo supiera, Anna recordó lo que Roselyn le había enseñado y sopló en la taza de té que la haría sentir aliviada y fresca.
Después de tomar un sorbo de té tibio, finalmente dijo lo que quería decir.
“Es tal como dijiste, tío. Estoy aquí por un recado, y depende completamente de ti si me escuchas o no.”
“Estoy seguro de que será difícil para mí rechazar cualquier cosa que me pidas. Sólo dilo.” – Henrik respondió con franqueza y suavidad.
Anna no se demoró, sino que sacó a relucir el tema.
“Me gustaría conocer al Duque Perso Gertium.”
“…¿Qué?” (Henrik)
Henrik se puso inusualmente nervioso cuando Anna dijo un nombre que no esperaba en absoluto. ¿Cómo podía Anna, entre todas las personas, pedirle conocer a Perso Gertium? ¿No eran dos personas que no tenían conexión alguna?”
«¿Puedo preguntar por qué quieres conocerlo?» (Henrik)
«Eso es…»
Era difícil explicar el porqué, pero era preocupante pedir un favor sin explicación. Anna vaciló por un momento, luego finalmente respondió:
“Es difícil decírtelo porque es un asunto personal. Te lo diré después de conocerlo.”
“Ah, claro. Ya veo.” (Henrik)
Henrik se frotó la barbilla, que se había suavizado por costumbre. Estuvo preocupado por un momento y luego asintió, riéndose de nuevo. Anna era su…, o más bien la benefactora de Alpatio de todos modos. Quería darle una respuesta positiva.
“¡Bien! Voy a averiguar. Por cierto, ¿quieres que esté allí contigo?” (Henrik)
Anna respondió con una risa.
“Escuché que ese hombre da mucho miedo. Creo que estaría menos asustada si mi tío estuviera allí conmigo.”
“Oh sí. Ja, ja.” – Henrik se rió, como si las palabras de Anna lo hubieran convencido.
“Escuché que hay rumores en la capital de que Gertium come animales vivos. ¿Es eso cierto?”
«¡Jajaja! …Eso es realmente un rumor ridículo, en la batalla tienes que ajustarte a la condición bastante mejor. Si comes así, me temo que morirás primero por intoxicación alimentaria antes de encontrarte con el enemigo, ¿no crees?” (Henrik)
“Supongo que estas en lo correcto.”
Después de algunas pequeñas charlas, Anna salió de la oficina de Henrik.
Henrik se sirvió otra taza de té sin levantarse.
Unos momentos después, a través del gran tapiz que ocupaba una esquina de la oficina de Henrik, una puerta se abrió con un traqueteo. Apareció un hombre enorme de cabello rojo, inclinando el pesado tapiz con árboles de invierno.
Era el mismo hombre de ojos penetrantes que había dejado entrar a Anna en el castillo.
Henrik se rió, le ofreció al hombre una taza de té y dijo.
“¿Qué piensas, Duque Perso?”
(N/E: Se imaginaron que el pelirrojo que abrió la puerta ¿podría haber sido el Duque?… a mí ni siquiera se me paso por la mente.)
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