«¡Vamos a hacer un pícnic mañana! ¡Le pedí a Tia que me trajera una lonchera!»
Raphael, que desconocía el interior de Elensia, mientras sonreía alegremente.
«Está bien, hagamos eso».
Contestó la niña, que vaciló antes de asentir.
No quería dejar de lado las expectativas de su amigo, aunque sabía que era una promesa que no podía cumplir.
Además, no quería estar triste por la despedida que aún no se acercaba. Ahora quería ser fiel al presente con Raphael, sin pensar en ello.
Así que, por favor, si el tiempo pasaba un poco más lento…
Para que pueda preparar su corazón, para que pueda guardar sus recuerdos y nunca olvidara el tiempo que pasó con Raphael.
Pensando así, no apartó sus ojos de él.
Los dos niños tuvieron un día feliz, sonriéndose el uno al otro como de costumbre.
Y a la mañana siguiente.
«¡Saben muy bien!»
Grito Raphael, que abrió los ojos temprano en la mañana con entusiasmo, picando las galletas de cacahuate en el plato, eran las únicas que comía Elensia.
«¡Son las que le gustan a Elensia!»
«Joven maestro…».
A petición del niño, Tia, que estaba empacando una bolsa de pícnic en el comedor, lo miró con una cara triste y borró sus palabras.
La Duquesa le había dicho que Elensia se marchaba con sus padres, pero él no parecía entenderlo del todo.
«¡Yo también debería tomar esto!»
Raphael puso el cristal en su mano dentro de la bolsa de pícnic, era la estrella que Elensia le dio como regalo hace un tiempo.
Emocionado por ir de pícnic, se sentó en una silla, agitó sus cortas piernas y comió galletas, mientras su pequeña boca se movía constantemente.
«Jejeje».
Parecía de muy buen humor hoy, hasta el punto en que no pudo evitar tararear.
Recientemente, Lizelle y su tío habían estado ocupados y no podían pasar tiempo juntos, pero desde hace unos días volvieron a como era antes.
Además, los días con Elensia fueron muy agradables.
Un día jugaban al escondite, tenían clases de etiqueta al otro, al siguiente construían castillos de arena, etc.
Perdió la noción del tiempo mientras se divertía.
Hoy incluso tendría un día de pícnic.
Raphael, que tenía un recuerdo de ir de pícnic con sus padres hace mucho tiempo y pasar un rato feliz riendo, estaba muy emocionado con este.
Tenía muchas ganas de compartir ese feliz recuerdo que había experimentado hace tiempo, con Elensia.
Quería recuerdos más y más brillantes.
«Tia, ¿estás lista?»
«Joven maestro, en realidad…».
La sirvienta abrió la boca y finalmente volvió a detener su discurso.
Debería decirle la verdad, pero no pudo abrir la boca fácilmente porque tenía miedo de lastimar el corazón de su joven maestro.
«Raphael, Elensia tiene que volver. Deberías despedirte».
Fue en ese momento.
Lizelle se asomó por la ventana y le anunció simplemente para irse de nuevo. El niño, que estaba masticando galletas, dejó de moverse al oír sus palabras.
Poco después, las galletas que sostenía en sus pequeñas manos, cayeron al suelo como hojas.
Entonces, viendo la galleta partida en dos que había caído al suelo con ojos temblorosos, Raphael entró en shock.
¿Despedirme…?
No había forma de que no supiera el significado de esa palabra.
Adiós fue la primera palabra que Raphael aprendió en su vida. Es por eso que…
«Joven maestro».
Tia miró apresuradamente la tez del infante con ansiedad, el cual se había vuelto pálido, al mismo tiempo que sus ojos claros se llenaron de lágrimas.
«Está bi…¡Joven maestro!»
Tia, que estaba mirando a Raphael con lástima, gritó sorprendida. Fue porque este se apresuró a levantarse de la silla con sus piernas cortas y salió corriendo.
El lugar por donde el niño corrió sin mirar atrás era la puerta principal, ya que todos la usaban para entrar y salir de la mansión.
¿A qué se refieren con decir adiós? ¿Ya no podré ver a Elensia?
No podía creerlo.
Mientras corría por el pasillo, pronto miró la puerta principal abierta de par en par.
El tío, Lizelle, Elensia y el Marqués, estaban reunidos en la puerta.
Habiendo experimentado varias despedidas, lo supo instintivamente, el ambiente de despedida de la gente parada en la puerta.
«Raphael, se van, así que puedes tomar tu tiempo.
La Duquesa, quien miró hacia atrás ante el sonido de los pequeños pasos, expresó su preocupación cuando vio al niño llegar corriendo.
Pero ahora Raphael no podía oír la voz de Lizelle, lo cual era preocupante.
A medida que se acercaba, la bolsa de equipaje en manos del marqués y Elensia era claramente visible.
«Raphael…».
La niña jadeó y miró a su amigo, que se acercaba a ella.
En el momento en que lo vio, las lágrimas que había estado conteniendo desde la mañana salieron sin su consentimiento.
«…¿Vas a hacer un picnic?»
Él preguntó y miró a Elensia con los ojos temblando sin piedad, su expresión fue incluso patética.
«…Lo siento».
La voz de Elensia tembló.
«Saldremos primero».
Los adultos, que estaban observando a los niños, ante las palabras de Lizelle asintieron y se marcharon por la puerta.
«Mentirosa, mentiste. Prometiste ir de pícnic juntos…».
Raphael se mordió los labios temblorosos con fuerza.
Las lágrimas que se habían estado balanceando en las comisuras de sus ojos, se reunieron y fluyeron. Pero él ya no quería llorar, así que presionó sus pantalones con fuerza, tratando de contenerse.
«Lo siento… vamos a hacer un pícnic la próxima vez que nos veamos, lo prometo».
Elensia alargó cautelosamente su meñique hacia Raphael y, antes de que se diera cuenta, sus ojos también estaban húmedos.
«… Yo no juego con mentirosas».
El niño, que se secó las lágrimas con rudeza, alejó tranquilamente la mano que le tendió la otra.
La odiaba, estaba decepcionado y molesto. No quería hacer promesas que no volverían a cumplir.
Como siempre, lo dejarían solo.
«Raphael…».
Elensia derramó lágrimas y agarró la mano del susodicho.
Prometió no llorar, pero en el momento en que vio al contrario a la cara, todo se hizo añicos.
Cuando los adultos estaban ocupados con sus propias circunstancias, los dos se consolaban mutuamente.
Reconocieron su soledad, se quedaron juntos y pasaron el tiempo. Ella disfrutó mucho de eso.
Era cálido, brillante y alegre.
Incluso si estaba separada de sus queridos padres, deseaba continuar con Raphael.
«Elensia, tenemos que irnos pronto».
Ante la voz de su padre a sus espaldas, la menor sacó algo de su bolsillo.
«Recibí un regalo tuyo ayer, así que también te daré uno. Toma esto».
Elensia estaba decepcionada con su amigo por haber rechazado su propuesta, pero por otro lado, entendió su mente.
Así que presentó el obsequio que había preparado sin decir nada más.
En su palma blanca había un cristal con una luna, el cual Raphael reconoció al instante. Antes, la menor le regaló un cristal en forma de estrella similar a ese.
Lo llevaba en su bolso para llevarlo con él durante el pícnic.
«No lo permitiré».
Diciendo eso, volvió la cabeza.
Estaba lleno de tristeza que estaba a punto de soltar lágrimas de nuevo.
«Sólo tómalo».
Elensia no pudo ocultar su desilusión y sosteniendo la mano de Raphael con el rostro lloroso, forzó el cristal que sostenía.
El contrario trató de alejarse, pero las acciones de la niña fueron más rápidas.
«Me voy… cuídate».
Despidiéndose, se apartó completamente mirando de reojo a Raphael mientras se alejaba.
Ella miró hacia atrás varias veces, sin embargo, su amigo todavía no le prestaba atención.
«Elensia, cuídate. Ven a jugar de nuevo cuando quieras.
Lizelle sonrió y despidió a Elensia, mientras esta miraba hacia afuera.
«Sí, muchas gracias. Lizelle, Duque».
Como siempre, la menor juntó las manos, las puso sobre su estómago y se inclinó para saludarlos.
«Ahora, debería irme».
«Claro, ten cuidado».
Por otro lado, Ellioth y Chester reemplazaron el saludo por un apretón de manos. Y los sirvientes movieron rápidamente el equipaje de la familia Heneron y lo cargaron en el vagón.
«Los despediremos».
Lizelle le hizo una seña a Raphael, que estaba de pie como una estatua de piedra frente a la puerta, sin salir.
Sus ojos estaban enrojecidos y sus mejillas se hinchaban de ira.
«Hace frío, así que entraré ahora».
«Está bien, observemos como se van y entremos».
«Bueno».
Elensia, que estaba subiendo lentamente al carro junto con el marqués, no pudo abandonar su pesar y miró hacia atrás nuevamente.
Sin embargo, Raphael siguió dándole la espalda.
Finalmente, cuando se rindió y se subió al carro, el sirviente cerró la puerta.
«Raphael, eres tan maduro, ni siquiera lloraste…».
La Duquesa, que se acercó al menor porque estaba preocupada, no tuvo más remedio que dejar de hablar.
«…Urgh, uh…»
El niño sollozaba con la boca cubierta.
«Está bien, podrán encontrarse de nuevo en cualquier momento».
Las lágrimas fluyeron constantemente por los ojos de Raphael a pesar del amistoso consuelo de ella.
Y, después de un rato, el carro comenzó a moverse con un sonido de traqueteo. Solo entonces él que levantó la cabeza
Percatándose de lo que sucedía, no podía dejar que su amiga fuera así, por lo que salió corriendo de su asiento.
«¡Elensia!»
Derramando lágrimas, el niño se impulsó hacia el carro que había arrancado.
«¿Raphael?»
Mientras estaba sentada junto a sus padres en el carruaje, la niña rápidamente abrió la ventana y sacó la cabeza al escuchar la voz de su amigo desde afuera.
Continuaba siendo un niño infantil e impulsivo, pero eso no me importaba en este momento.
No pasó mucho tiempo antes de que viera a Raphael corriendo para alcanzarlos.
«¡No corras, tonto! ¡Te caerás!»
«¡Ugh! ¡Me detendré si tú lo haces! ¡No te vayas!»
Cuando lo vio correr con lágrimas en los ojos, ella eventualmente también comenzó a llorar. Sin embargo, no quería mostrarse triste ante su amigo, por lo que se secó las lágrimas con las mangas de su vestido, sonrió vigorosamente y agitó las manos.
«¡Raphael! ¡Cuídate! ¡Vamos a vernos de nuevo! »
«¡Waaah! ¡Prométemelo! ¡Nos veremos de nuevo!»
«¡Lo prometo!»
Él, que recibió la promesa de Elensia, se detuvo allí y luego, como ella, agitó la mano de un lado a otro.
«¡Adiós…!»
Mirando el carruaje distante, gritó con fuerza.
Si hay algo a lo que no te acostumbras incluso si lo atraviesas millones de veces, sería una despedida.
Raphael, que aprendió demasiado rápido, sostuvo a Elensia entre sus brazos y no la soltó.
Pero eso fue hace mucho tiempo.
Pues tras despertar sus habilidades, Elensia se educó en el templo durante varios años.
por fin crecerán??
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