«¿No me quitarán esto?»
Les gritó Billie hacia los caballeros.
Sin embargo, sus palabras, que no contenían magia, no funcionaron y, en su lugar, fue detenido.
«¡¿Cómo se atreven a hacer esto?!»
El joven continuó protestando mientras tenía su cabeza en el suelo, pero nadie se preocupó por él, debido a que todos sabían que no podría usar magia a menos que le quitaran el dispositivo.
«¡Lohan! ¿Estás bien?»
Lizelle corrió hacia el secretario, preocupada.
«Estoy bien. Funcionó, ¿verdad?»
El hombre sintió dolor en la zona donde fue pateado, aun así, le era gratificante ver a Billy siendo atrapado por los caballeros. Cómo llegó justo a tiempo pudo superar la crisis.
«Seguro, muchas gracias… gracias a Lohan».
«Gracias solo por decir eso. Estoy bien, así que por favor mire al maestro, o de lo contrario va a llorar».
Lohan sonrió mientras miraba a Chaser que estaba detrás, pero cuando la mujer se dio la vuelta apresuradamente, él miró desde la cabeza hasta los pies con rostro inquieto, porque temía que la magia podría haberla lastimado.
«¿De verdad? Esposa…».
El Duque levantó la mano para acariciarle la cara y el cuerpo con un suave toque, asegurándose de que no hubiera ni siquiera una pequeña herida, fue cauteloso y cariñoso.
«Estoy bien».
Lizelle levantó la mano para ver al contrario, que parecía a punto de llorar, y luego acarició su fría mejilla.
«Gracias a Dios».
Chester se mordió los labios a la vez que sostenía la mano de Lizelle, tocando su mejilla. Él sintió como si su cuerpo se derritiera de tensión bajo las cálidas manos de la chica.
Su toque amistoso fue un consuelo para él, porque, al no poder hacer nada en un momento tan peligroso, por un instante le costó respirar.
«Mi estupidez casi les hace daño a ti ya Raphael».
Pero esta vez, sus palabras no parecieron aliviar la carga sobre ella. Sus ojos, erosionados por la angustia, estaban tan distorsionados que no podían alcanzar a Lizelle y solo pudo mirar al suelo como un pecador.
El hecho de que su familia estuviera en peligro debido a sus acciones a medias, no había cambiado.
¿Qué hubiera pasado si Lohan no hubiera llegado a tiempo? Era terrible imaginarlo.
«Cheser».
Después de leer su mente, Lizelle lo llamó en voz baja, pero los ojos del hombre seguían mirando hacia abajo, por lo que se vio obligada a sujetar sus manos.
Fue desgarrador que sus manos, que temblaban ligeramente, parecieran representar su mente ahora.
«Siento lo mismo que tú cuando quieres protegernos. También pensé que me gustaría poder hacer algo por ti y por Raphael».
Mientras continuaba la cálida y acogedora voz de la chica, Chester levantó lentamente los ojos y, entonces, pudo observar unos ojos verdes claros mirándole.
«Hiciste todo lo posible para protegernos tanto como pudiste, de modo que, no es tu falta de habilidad o tu culpa».
«Pero…tengo la obligación de protegerte a ti y a Raphael. Si no cumpliera con mis obligaciones…».
«¿Quién te dio esa obligación? ¿Tú, por tu cuenta?»
Chester no pudo decir nada, por qué era verdad.
«Dijiste que éramos una familia, entonces tenemos que compartir todo de manera justa. ¿Por qué una persona debería tener todos los problemas y ellos deberes?»
«Lizelle eso es…»
«No estoy a tu lado para estar protegida».
Los ojos de Lizelle, que miraban a Chester, eran tan claros como un cielo sin nubes, de modo que se dio cuenta de muchas cosas con solo verlos.
Ella no era tan frágil como para ser llevada con el viento, se había vuelto la cabeza de familia y un árbol fuerte e inquebrantable.
«Te lo dije antes, ¿verdad? Ya no estás solo».
Las palabras de su esposa le recordaron repentinamente a Chester el día en el que Raphael se desmayó, cuando se tragó las lágrimas de su corazón por la culpa. Ella se acercó a él, lloró y lo abrazó.
«Estoy aquí para que hagas todo esto conmigo, así que no intentes cargar con todo por tu cuenta».
«…..».
«Es porque me gustas que quiero que compartas tu alegría, tristeza, felicidad y soledad conmigo».
«…..».
«Recuérdalo. No olvides que queremos protegerte tanto como tú lo haces con nosotros».
«…..».
Chester sonrió levemente y asintió, porque no lo soportaba.
Fue tal como dijo Lizelle.
Pensó que era un privilegio proteger y cuidar a su familia, pero no estaba consciente de la obsesión que estaba construyendo en su corazón. Quizás por eso trató de esconder su sufrimiento aún más desesperadamente, pensando que era la única forma en que podría mantenerlos a su lado.
Sin embargo, fue solo arrogancia y vanidad, tal como su esposa le estaba diciendo.
Incluso si no lo intenta, es suficiente, porque desde el inicio no era algo que pudiera hacer por si mismo, así que debían seguir trabajando juntos, y ya había llegado el momento de que Chester calmara su oscura mente.
«¡Lizelle! ¡Tío!»
Raphael, fuera de los brazos del Marqués, corrió hacia los dos mayores, agitando las manos.
«Vamos».
Como siempre, la mujer lideró la mano del Duque y los dos se acercaron al niño, mientras este corría diligentemente con sus piernas cortas.
«¡Raphael! ¿Estás bien?»
«¡Estoy bien!»
El niño habló con mucha valentía, por lo que fue envuelto en los brazos de las dos personas que bajaron a su altura.
Con solo mirar los rostros de Lizelle y su tío, se notaba lo preocupados que estaban por él y lo mismo le ocurría. Si solo los dos miembros de su familia estuvieran siempre a salvo, eso sería suficiente.
«Es un alivio».
Chester le dio unas palmaditas a su sobrino en la cabeza. Aunque todavía no se había resuelto todo el trabajo de Billy, su expresión era relajada, porque ninguno de ellos fue herido.
«Chester, trata tus heridas antes de preocuparte por alguien más».
Antes de darse cuenta, el Marqués Heneron frunció el ceño mientras miraba los hombros de su amigo, no era el momento de preocuparse por los demás.
«¡¿Qué haces sin tratarte ahora mismo?! ¡Vamos, mire su hombro!»
Solo entonces Lizelle, que desvió la mirada hacia el hombro de su esposo, llamó apresuradamente al médico, asustada, pero aliviada de que estuviera vivo a pesar de la mansión derrumbada, pues antes no pudo comprobar su estado.
«Lo siento, debería haber…»
Ella tembló y se preocupó, observando de cerca la herida desgarrada y la sangre que fluía de ella.
«No luzcas así, mejorará después del tratamiento».
Chester no supo qué hacer cuando la chica lo miró desconsolada, y se sintió pesado al pensar que se había lastimado el hombro sin ninguna razón y la había hecho preocuparse. Si lo hubiera evitado antes no se habría lastimado; ahora incluso se culpaba a sí mismo.
«Vamos a ver».
Después de un tiempo, cuando el médico llegó enojado, un caballero se acercó y preguntó mientras miraba el hombro de su maestro.
«¿Qué hará, Duque?»
Ante la pregunta, Chester miró a Billy, quien todavía se encontraba luchando con incredulidad.
«En primer lugar, hice los primeros auxilios. Si lo deja como está puede empeorar, así que debería ir a la mansión y recibir un tratamiento adecuado».
El hombre asintió levemente ante las palabras del doctor y se puso de pie, mirando a Lizelle.
«Iré con Billy por un momento.
«… ¿Estarás bien?»
Cuando se enteró de que acompañaría al joven preso, ella se preocupó.
«Estaré bien».
«Bueno, pero ten cuidado».
Quería detenerlo, pero Lizelle asintió de mala gana, sabiendo que no rompería fácilmente su terquedad. De esa manera, Chester se dirigió hacia Billy acompañado de un caballero con una expresión descontrolada por la ira, la cual iba aumentando durante todo el camino.
Quiso arrancarle el cuello inmediatamente cuando creyó que su familia casi pasaron por la vida y la muerte nuevamente por su culpa.
«¡Esto no se quedará así! ¡Te haré morir lentamente con un dolor que nunca antes has sentido!»
Billy vio al Duque, que se acercaba, y soltó maldiciones hasta que su rostro se sonrojó, pero cuando el mayor lo vio bajó sí, sin dudarlo le pisoteó el cuello.
«…¡Agh! ¡Me quitaré esto!»
Los ojos de Billie estaban rojos e inyectados en sangre, mientras se asfixiaba. Chester solo miró yacía en el suelo, moviendo la boca con un tic de rabia.
«No te mato ahora porque quiero hacerte pagar un precio justo por tus pecados».
Amenazó, continuando presionando el cuello del otro lo suficientemente fuerte como para aplastarlo, y luego quitó el pie.
«¡Cof cof!»
«El Duque ha vuelto».
Shane estaba mirando a Billy con ojos fríos a la vez que este tosía con lágrimas en los ojos cuando escuchó el anuncio, posteriormente se volvió hacia la voz.
«Shane».
«He cumplido las órdenes del Duque».
Shane estaba avergonzado de ver la mansión que había sido arruinada a cada segundo, pero pronto, no olvidó su deber como caballero y tuvo cortesía.
Junto a él estaba un hombre con el pelo gris en señal de vejez.
«Veo al Duque».
Él era Víctor, el ex mayordomo, aunque retirado durante mucho tiempo, saludó a su eterno amo con mucha cortesía, como si le fuera familiar.
«Víctor, ¿conoces a este tipo?»
En lugar de explicar la situación, Chester dio un paso a un lado y señaló a Billy, que estaba escondido detrás de él.
«E, esto es…».
La cara del hombre se puso blanca.
No había oído nada de Shane, de manera que estaba muy sorprendido por la inesperada situación. Frente a él, un hombre que se parece a su antiguo señor lo miraba.
Miró rápidamente a Shane y le preguntó con los ojos ¿Es este el niño de hace 10 años?
«Así es».
Shane respondió a la pregunta silenciosa de Víctor con los ojos bajos y, ante la respuesta, el contrario miró a Billy con asombro. Cabello negro y ojos rojos, por donde sea que lo vieran se notaba que era un símbolo de la familia Halos, que aparecía solo cuando la sangre se heredaba inmediatamente.
Un rostro muy parecido al del ex Duque. El niño que aparentemente había caído al acantilado estaba vivo…
«¿Es este el hijo de mi hermano, a quien te ordenaron matar hace 10 años?»
Chester le preguntó a Víctor con voz seria.
Como ya no podía ocultar la verdad, pues no se puede ocultar el sol con las manos, respondió cerrando los ojos, con un rostro resignado a la verdad.
«… Sí, es cierto».
Atrás | Novelas | Menú | Siguiente |