Aplastando una hormiga (4)
«Lo diré una vez más. ¡Suéltame!».
“Cuñada, ¿Por qué eres tan obstinada? Si me sigues puedo dártelo todo. ¿Cuál es el punto de quedarse con una persona en coma?». Lu Beifan dio algunas respiraciones bruscas. «Ye Qing, cariño, ven conmigo, quédate conmigo, ¿De acuerdo? Puedo darte cualquier cosa ¡Incluso mi vida!».
Su voz susurró burlonamente al oído de Lu Beifan: «¿Incluso me darías tu vida? ¿En serio?».
Simultáneamente a estas palabras, una voz extremadamente furiosa se escuchó en la habitación, «¡Bastardo!».
Sorprendido, Lu Beifan la soltó.
Había un anciano parado en la puerta y apoyado en su bastón. Llevaba ropa tradicional china y su cabello estaba meticulosamente peinado hacia atrás. Sus ojos penetrantes parecían deseosos de matar a alguien.
Aunque tenía una edad avanzada, el Viejo Maestro Lu era alguien que había superado grandes trastornos. Cuando estaba furioso, no era alguien a quien Lu Beifan, una segunda generación hedonista, pudiera manejar. (Hedonista: doctrina filosófica donde el placer del cuerpo es el sentido de la vida).
Tan pronto como Lu Beifan lo vio, sus piernas se sintieron débiles.
«A-Abuelo, déjame explicarte. No es lo que parece. Es… ¡Cuñada, ella es la que está tratando de seducirme!».
El Viejo Maestro Lu golpeó con fuerza su bastón contra el suelo. Dijo con severidad: «¡Saquen a este bastardo!».
Dos guardaespaldas que habían estado de pie en el pasillo se adelantaron. Cada uno agarró uno de los brazos de Lu Beifan y lo arrastraron con fuerza fuera de la habitación.
La villa se abrumó con los miserables lamentos de Lu Beifan.
«¡Abuelo, yo no he hecho nada!» Ye Zhen miró al Viejo Maestro Lu. Su mirada era firme, pero se confrontó con los ojos del Viejo Maestro Lu sin ningún indicio de timidez, aunque su cuerpo temblaba involuntariamente.
Él dejó salir un profundo suspiro. Aunque había estado en el hogar ancestral durante el período anterior, le llegaron noticias sobre la conducta vil de Lu Beifan. Comprendió que aquella joven no tenía a nadie en quien confiar, incluso cuando estaba siendo humillada y agraviada, solo podía permanecer en silencio.
«No debes temer. El abuelo sabe que esto no es por tu causa. La culpa es completamente de esa criatura desvergonzada, Lu Beifan. No te preocupes. ¡El abuelo definitivamente corregirá este mal por ti!».
Ye Zhen guardó silencio durante un momento antes de finalmente asentir.
El Viejo Maestro Lu miró a Lu Beichuan, que todavía estaba inconsciente, y dejó escapar otro profundo suspiro. «Cuida bien de Beichuan. No te preocupes, la familia Lu no te maltratará».
Ye Zhen respondió en voz baja: «Esta bien».
Agarrando su bastón, el Viejo Maestro Lu se dio la vuelta y se fue.
Ye Zhen volvió a sentarse.
Si Lu Beifan la hubiera dejado tranquila, no se habría molestado en aplastarlo.
Era un idiota. Presumió el hecho de que había entrado en la familia Lu y actuó sin restricciones, pensó que estaba por encima de todos los demás solo porque Lu Shaoren lo aceptaba. Sin embargo, Lu Shaoren tenía a alguien por encima de él, un padre que estaba a cargo de todo.
Al Viejo Maestro Lu no le importaba que Lu Shaoren pensara positivamente de este hijo bastardo. Lo único importante para el Viejo Maestro Lu era tener un sucesor calificado para administrar la empresa de la familia Lu.
Además, el Viejo Maestro Lu había establecido aquellas reglas anticuadas de la familia Lu. ¿Podría una persona que se preocupaba tanto por las reglas y el decoro, permitir que existiera un asunto vergonzoso como un cuñado que deseaba a su cuñada?
Ye Zhen observó a la persona en la cama y sonrió. «Lu Beichuan, hoy me deshice de uno de tus rivales. Aunque solo fue como aplastar una hormiga, mi dedo fue el que hizo el trabajo duro».
Los párpados de Lu Beichuan se agitaron. Los globos oculares debajo de sus párpados se movieron, parecía estar a punto de abrirlos, sin embargo, sus ojos volvieron a la serenidad al momento siguiente.
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