Sentada en su silla, Kalia se frotó la barbilla.
«Pero… él es papá, tengo que decirle a Simon también».
Se formó una arruga entre sus cejas agonizantes.
Simon era un hombre que no congeniaba con la vida de la aristocracia. Lo conocía mejor que nadie por haber crecido junto a él. La atmósfera general del Ducado, exceptuando a Simon, era una total pena.
Había una delgada pared de vidrio frío que lo distinguía de los demás, a él quién siempre estaba con una sonrisa amistosa.
¿Permitiría tal Duque que un hijo ilegítimo fuera su único sucesor?
¿Sería el hijo de Kalia, tratado como ella que había estado jugando en la esquina de su mansión?
‘… Decirle a Simon… Pero él tiene su propia situación… De ninguna manera, Kalia.’
El pensamiento susurró en su cabeza cuando Kalia miró hacia arriba.
«No. Nunca.»
Ella no sabía exactamente qué la hacía tan resistente a no decirle, aunque todavía tenía una sensación de fuerte rechazo a la idea en su mente.
Sus pensamientos se demoraron mientras murmuraba. Su propia familia también sería un problema si no se lo decía a Simon.
No sabía cómo sería su reacción. ¿Le gustaría el bebé?
Mientras reflexionaba, negó con la cabeza. Estaba lejos de querer un bebé. Ni siquiera le agradaban los humanos…
«¿No me diría el Gran Mago que lo borre, verdad?»
Pero seguramente ella podría obligarlo a ver la alegría de tenerlo…
Ella no quiso quedar embarazada. Un bebé debería ser una bendición.
Si esa alegría era forzada y obligada por alguien más, seguramente el bebé podría ser odiado tan pronto como naciera. Así que no quería obligarlo a tomar el puesto de padre, imponiéndole responsabilidades y obligaciones.
Había obtenido más que suficiente con las recompensas de la guerra por los últimos siete años y ahora tenía el poder necesario para protegerse. Aunque el futuro sería inestable, juraría un afecto pleno e impecable por su hijo.
Su decisión fue firme. Sí, quiso decir, que no tendría que obligar a Simon a casarse con ella y ser el padre
‘… ¡Casarse con Simon!’
Era demasiado extraño el solo hecho de pensarlo que hasta comenzó a temblar.
En el campo de batalla, los dos eran camaradas, como hermanos cuando eran pequeños y, a veces, como amigos que podían beber juntos y hablar toda la noche.
‘Eso es todo… ‘
Pero decidió que no tendría codicia y que no habría exigencias para él.
Su existencia en sí misma no podría ser agradable. Suficiente considerando su alta posición y todas las responsabilidades que pesaban sobre sus hombros.
Además, la última vez que Simon y ella se vieron, Simon habló sobre sus planes de un pronto matrimonio y se preguntó si debía interponerse. Así que tapó aquella idea de que hubiera una boda. Tenía un indicio de que había una chica en su mente desde hace mucho tiempo…
Sería aún más imposible obligarlo a casarse ahora que ella ya tenía un ser querido que siempre estaría amenazado por la violencia externa.
‘… bueno, no creo que se lo diré a Simon por ahora’
Kalia frunció el ceño con las manos en el estómago como si estuviera protegiendo a su hijo por nacer. Si le dijeran que borrara al niño de su vientre, o incluso que tomara una decisión desagradable… ¿En cuántas partes tendría que cortar a Simon?
Haciendo un plan, lo ejecutó mentalmente paso a paso…
Ella, que estaba seriamente preocupada por cómo proceder a matarlo, negó con la cabeza con ira.
El instinto de proteger al niño había superado su razón.
Solo pensó que podría verse obligada a extinguir la pequeña vida en su vientre, pero en ese caso no sabría cómo vivir.
Eso sería lo mismo para Simon, sea amigo, hermano y colega. No podía permitirlo.
Tenía que mantener al bebé a salvo y resolver el problema de manera amistosa con Simon.
Después de preocuparse lo suficiente, miró hacia arriba con un rostro decidido hasta que la luz del sol afuera de la ventana se transformó en un pálido amarillo ambar.
«Si lo dejo así, ¿todo se convertirá en un desastre?» Murmuró en voz baja mientras tocaba el uniforme rojo.
“Creo que es hora de retirarse.”
Aunque el afecto permaneció en su toque, no hubo arrepentimiento.
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En el Imperio de Rohas, Kalia Tacskate es considerada una leyenda.
Fue solo el comienzo de la historia que una niña de tan solo seis años rescatara al hijo de un Duque que había sido secuestrado por una pandilla callejera.
Pronto pasó la prueba oficial de los Templarios a la edad de 15 años con la puntuación más alta de la historia. Y con solo 17 años, se aventuró en el camino de convertirse en Maestra de la Espada.
Reconocida por sus habilidades magistrales, a los 19 años ya estaba a cargo de escoltar al Príncipe Heredero.
Dada su figura característica que le permitió ser reconocida como maestra, era una genio estratega.
Era tan genial que no estaban seguros de que pudieran encontrar otro oponente que pudiera superarla en las próximas generaciones.
Kalia, la protagonista de todos esos homenajes, dudaba sobre sí misma.
Empezó a agarrar y levantar su palma, aquella que era más difícil de ver porque tenía muchas heridas.
Ella pensó estar bien, pero en realidad parecía algo nerviosa.
Frente al espejo, se vistió lentamente con su uniforme, ese que le daba una apariencia elegante pero extrañamente hermosa.
Unos años atrás, su uniforme lo confeccionó el querido mago del Imperio Simon.
Kalia cerró los botones de su ropa de su nuevo look, miró los botones en la punta de sus dedos.
Estaban hechos de oro real, en lugar de un color artificial dorado. ¿Por qué los hizo inútilmente de oro?
¿Cuántas veces le dijo que el oro puro era más fácil para almacenar la magia?
“Kalia, ¿desde cuándo tu cerebro se volvió simplemente una masa de músculo? ¿Por qué no puedes recordarlo cuando te lo he dicho 30 veces?”
“¡Ah! ¿No me estás tomando el pelo?»
‘…Sí, fui tratada como una idiota’.
La voz de Simon se elevó en sus recuerdos de manera descarada, Kalia se rió solitariamente.
¿Cómo podía haber pasado la noche con un tipo así? Era un misterio. Incluso llevaba el hijo de ese chico en su vientre. Se rió intensamente y escudriñó su ropa en el espejo.
Ella apretó fuertemente su cintura, vistiendo su hermosa capa roja y pantalones de cuero negro que se le adherían a las piernas. No hubo ninguna interrupción en su proceso.
Todo se mantuvo en silencio.
Kalia desempolvó la capa y miró el cielo azul fuera de su ventana. Era el final de la tarde y el cielo estaba tan claro y pacífico que la palabra perfecta la alcanzó.
‘Pacífico.’
Sí, tal vez después de siete años de guerra y ahora que todo estaba en paz, ya era un buen momento para que desapareciera el nombre de ‘Heroína de Guerra’.
Kalia salió de la habitación con una sonrisa feliz.
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Entonces, se escucharon los pasos que venían desde el nivel de arriba, pronto se dio cuenta de quién eran, saltando rápidamente.
Entonces Hemming vio cómo la dueña de la mansión y también su maestra, Kalia, descendía por las escaleras.
Bajando un paso a la vez la volvía tan sensual como un animal salvaje. Mientras observaban fijamente los ojos verdes de la chica que tarareaba, los sirvientes exclamaron llenos de sorpresa.
«¡Oh Dios mío! ¿Salió de uniforme?”
¡La conquista de la General Caballero León Rojo!
Ya ha transcurrido un año desde que terminó la guerra.
Una vez se proclamó el final de la guerra, ella rara vez salía usando su uniforme. Sin embargo, al menos lo había hecho una vez en los últimos siete meses en que Hemming se convirtió en su escudera.
Como tal, Hemming no puedo evitar mirar a Kalia, a ella que vestía un uniforme y descendía lentamente por la escalera circular.
Un rubor se apoderó de sus mejillas como si estuvieran llenas de leche materna.
‘Podría estar loca, pero este mundo no es tan bueno como para mecerla’.
Sus largas extremidades se estiraron elegantemente, y sus piernas, que parecían delgadas, estaban firmemente alineadas y mostraban un gran encanto sin importar la ropa que ella usara.
Era una sirena y al mismo tiempo una bruja del mar, cuyo rostro era una combinación armoniosa de fino cabello color limón, piel blanca pura y labios rojos.
¿Quién podría no presumir de la sólida presencia de esta soldado? Al mismo tiempo, había una atmósfera deleitable a su alrededor que embriagaba de hambre a la gente que la rodeaba…
Sin embargo, el momento más genial era cuando sostenía su espada, ya que la atmósfera cambiaba repentinamente.
En ese preciso instante ella era una guerrera.
Sin un solo giro falso, la trayectoria de su espada era limpia y perfecta, el movimiento rápido y preciso, incluso que con los ojos era difícil de seguir.
Una diosa de la batalla, un hermoso monstruo creado por Dios.
‘Si pudiera lucir tan impresionante en mis dibujos, no tendría ningún otro deseo’.
Curiosamente, su uniforme que había sido diseñado por Simon Terloan, el Gran Mago y maravilloso Duque, era lo que la hacía lucir mucho más hermosa que con cualquier vestido.
Fue hecho para destacar.
Era como hecho por un hombre que conocía los encantos y fortalezas de Kalia, uno a uno pensaron que aquella ropa le sentaba mejor para cualquier momento.
La perspicaz Hemming ya había notado los sentimientos de Simon hacia Kalia, pero la persona en cuestión no sabía nada.
Bueno, su encanto era no tener tacto.
Hemming, en una forma de favoritismo extremo hacia Kalia, se retorció interiormente.
Para ser honesta, nadie tuvo el coraje de intervenir en la relación entre el Gran mago y la heroína de guerra.
Cuando Kalia llegó al primer piso, Hemming corrió rápidamente y parloteó.
“General, ¿va a salir ahora? Lo prepararé todo para ti. Me alistaré para salir contigo de inmediato».
Ella pensó que su escudera era como un gorrión.
‘Pio, pio, pio’
Ligeramente ruidosa pero discreta.
Más bien, era bueno escucharla mientras ella pudiera.
Kalia miró a Hemming y dijo, al tiempo que una ligera brisa acariciaba su cabello:
“Quiero salir sola, así que tú quédate aquí.»
‘¡Su sonrisa letal!’
En ese momento la cara de Hemming se puso roja en un instante.
Hemming, incapaz de ayudar con su rostro enrojecido, bajó la cabeza en una reverencia.
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