Frente al Emperador(1)
Fabián, que permaneció en silencio, estaba contando todos los casos. Pero todos los pensamientos que entraban y salían de su cabeza eran inútiles. Su mente estaba preparada en el momento en que encontró una ligera posibilidad.
No había nada que él no pudiera hacer si el sueño que deseaba y anhelaba pero no podía ser alcanzado, ahora se había hecho realidad.
«Su Majestad, no arruine su salud».
Serus, que solía estar callado, dijo tal verdad. Desde que conoció la posibilidad de tener un hijo, estaba perdido en sus pensamientos, y su salud se había deteriorado un poco. La salud de Fabián, el actual Emperador, era más importante que la posibilidad de un sucesor.
«¿Qué pasa con la comadrona?»
«Sigue delirando, le he pedido al Canciller que se ocupe de ella.»
«… Está bien.»
Lo más irritante fue que la comadrona, un testigo importante, estaba loca por su vejez. Fue difícil conseguir su respuesta porque estaba fuera de sí, aunque él preguntó insistentemente.
«Pero Logan dijo que escuchó claramente que Evelyn dio a luz a un Príncipe.»
«Sí, no es un hombre que diga una mentira», dijo Serus.
«Lo sé».
De hecho, no le importó que la partera ocultara la verdad. Sin embargo, no podía entender los pensamientos más íntimos de Evelyn. Después de todo, ella había escondido al descendiente de la Familia Imperial, y no podía justificarse. Sus acciones ya eran una traición a la Familia Imperial.
«El pequeño Príncipe…, ¿Cómo se ve?» Fabián abrió su pesada boca.
Serus no sabía el significado de su pregunta y lo miró. Sus ojos negros brillaban con una luz que nunca antes se había visto.
«¿Se parece a mí?»
Era una voz franca, pero curiosamente, las mejillas de Fabián se pusieron rojas. Aún así, su mirada apuntaba a un lugar distante, sintiéndose nervioso y ansioso.
«El Príncipe tenía el pelo negro y los ojos negros como Su Majestad.»
Serus sólo dijo la verdad. Aunque no tomó el apellido de Fabián.
«Tú fuiste quien me dijo que el pelo negro y los ojos negros son posibles fuera del Imperio.»
Fabián no era estúpido. Por supuesto, cuando lo vio, tuvo la sensación de que Adrián era su hijo.
En el Imperio, el pelo negro y un iris negro se consideraban la firma exclusiva de la Familia Imperial. Pero en el sur del continente, como dijo Serus, el pelo negro y los ojos negros eran algo común.
«Porque nunca vi al Príncipe en detalle…» Serus evitó la difícil respuesta. Necesitaba una gran concentración sólo para acompañar a Fabián, ¿Cómo podría prestar atención a un niño?
«Yo tengo… Incluso lo he abrazado…»
«Oh, en ese entonces. ¿No se atrevió ese niño a pegarle a su Majestad?» preguntó Serus al recordar la embarazosa charla de Fabián.
Era la primera vez, para él, que alguien le golpeaba con el puño. Recordó que Serus, que había oído la historia, se sorprendió porque era algo imposible.
«Ahora que lo pienso… fue mi error.» Dijo con cara de descuido: «Ese chico se acercó primero a mí».
No. Obviamente, Serus oyó que fue el pequeño Príncipe quien le dio un puñetazo. Pero ahora no parecía ser un asunto importante para Fabián.
«Abrázame…»
Ni siquiera eso. Fabián, que tenía una mirada aturdida en su cara, dijo que el Principito se atrevió a ordenarle «¡Abrazo!». Pero Serus no estaba de humor para discutir eso.
«¡Ja!… Oh Dios mío.» Fabian se golpeó la rodilla.
«¿Por qué, qué?»
«El príncipe es un joven y pronto cumplirá dos años.»
«Sí».
Eso fue algo normal, sin embargo.
«¿No es demasiado inteligente? Se acercó a mí y me pidió que lo abrazara. ¿Cómo puede un niño tener tanto entusiasmo e inteligencia?»
Serus sólo parpadeó los ojos, porque no sabía cómo reaccionar. Pero Fabián ya parecía haber caído en su propio mundo.
«Como… Sí, es como yo cuando era un niño.» Fabián asintió con una mirada ilusionada que no volvería a ocurrir.
«¿Verdad?»
«¿Sí?»
«¿No es cierto?» Había intimidación en sus ojos oscuros cuando le preguntó a Serus.
«… Sí, sí, creo que sí.» Se vio obligado a responder. Entonces una sonrisa feliz floreció en la cara de Fabián, que él nunca había visto antes.
A pesar de que Serus era una persona insensible, era consciente de que la situación era muy seria.
«Ya lo he decidido». Fabián se levantó de su asiento.
«Ese niño es definitivamente mi hijo. El hijo de Evelyn y yo.»
Había un tifón rugiendo en sus ojos.
«Pero, Su Majestad. Aún no hay pruebas físicas… Además, ya es un Príncipe del Reino Felice.»
Escuchando los consejos realistas de Serus, Fabian no levantó ni una sola ceja.
«¿Y qué?»
Lo único que le importaba era si el niño que Evelyn había dado a luz era suyo o no. Para ser precisos, si esa posibilidad existía. Le era suficiente, aunque fuera sólo una posibilidad.
«Sigue siendo mi hijo». (te amooooo)
Fabián lo dijo, pero el verdadero problema era muy complicado.
Una ex Emperatriz que se divorció y regresó a su tierra natal dio a luz en secreto al hijo del Emperador y se convirtió en Príncipe en otro país. Nada como esto había sucedido en la historia del Imperio.
«Su Majestad, ¿será capaz de sacarlo de la Familia Real de Felice sin ningún problema?»
Viendo la fría actitud de Evelyn, Serus se preocupó por el inmenso entusiasmo de Fabián.
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Ugh! Fabi va por lo suyo y Eve está más atrincherada que nunca… esto no pinta nada bien.
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