Capítulo 4:
Esas palabras me hicieron acordar de cuando mi niña apenas balbuceaba. Desde que Judith nació siempre dormíamos juntas, pero una noche de tormenta, mientras ella dormía, Callisto y yo fuimos a dar un paseo. Ella debió levantarse y asustarse al verse sola, ya que en cuanto se desveló lanzó un hechizo que provoco un gran fuego. Por suerte Callisto pudo sacarla de allí a tiempo de evitar cualquier desastre.
Al recordar ese momento se me escapó una risita.
«Pensé que te quemarías la cabeza.»
Callisto chasqueó su lengua y se rio.
«Mi pelo es el único orgullo del Imperio, no me serviría de nada ser calvo.» (nefe: yo estoy con el)
Afortunadamente, el fuego fue extinguido rápidamente por mí, el problema real fue la gente comentando que nuestra niña, que no llegaba al año, había realizado un poderoso hechizo, ese tipo de situación no tenía precedentes para la Familia Imperial.
Pero yo sabía que eso no había sido magia, cuando mi hija nació me pareció ver un ala dorada del tamaño de una palma en su espalda. Y eso no era lo único raro, cuando estaba en mi estómago siempre tuve la sensación de tener un huevo en mi interior, aunque eso era imposible, había leído mil documentos y, salvo por el fundador del Imperio, no habían habido más casos de un niño nacido con alas.
Las alas doradas eran el símbolo del Dragón Dorado. Los que presenciaron el fuego esparcieron el rumor de que mi niña era tan poderosa como ningún miembro de la Familia Real, y decían que era la segunda venida del Dragón Dorado. Con esos rumores llegaron los que decían que la única Princesa del Imperio se asemejaba a un dragón y escupía fuego por la boca.
No sabía si era bueno o malo que mi niña naciera con elementos especiales los cuales eran diferentes a los demás.
De repente una mano cálida me tocó la mejilla.
«Tu rostro aún está pálido.»
Mientras le prestaba atención a mi hija, Callisto se había acercado silenciosamente y de forma tranquilizadora intento borrar la tristeza de mi rostro.
«No es la primera, ni la segunda vez que esto sucede, ¿por qué estás tan preocupada?»
«… Nunca se sabe… ¿Y si alguien intenta lastimar a Judith?»
Callisto se echó a reír ante mi murmullo.
«¿Quién querría hacer algo así? Al contrario, todos temblarían si estuvieran a merced de Judith, aunque pensándolo bien, eso podría ser bueno para ella, así practicaría.»
«Eso es cierto, pero…»
«No te preocupe demasiado. El marqués Berdandi parece estar enseñándole bien, ahora ya sabe cómo ocultar sus alas frente a nosotros.»
El maestro de la niña era, por supuesto, el Mago Supremo del Imperio, Vinter. Pero él me confesó que los poderes de ella iban más allá de los suyos.
«No estoy segura de lo que está pensando Judith.»
Al oír mi murmullo, Callisto asintió frunciendo el ceño.
«Estoy igual que tú.»
Como pareja de novatos todavía éramos inmaduros y torpes. Debería acostumbrarme, pero cada vez que mi niña tenía un accidente mi corazón se escapaba de mi pecho.
«… Cada día es como una guerra, pero en nada será mas madura. Lleva unos días que no puede parar de hablar hasta que cae rendida.»
Tras mis palabras Callisto negó con la cabeza y tocó la nariz de la niña con las yemas de los dedos.
«¿Cuándo vas a crecer y reflexionar sobre todos los problemas que nos das? ¿Eh?»
No sé si fue su subconsciente o si tal vez la estábamos regañando en un sueño, pero de repente su boca empezó a hacer pucheros como si estuviera llorando. Esa expresión asustó a Callisto, ya que al verla se apresuró a dar golpecitos en el pecho de Judith, tranquilizándola. Ese acto me hizo estallar en carcajadas.
«Pero hizo algo admirable.»
«¿Qué hazaña hizo?»
«Ese maldito espejo que yo no pude romper porque me detuviste, ella lo hizo añicos.»
«No me digas… ¿El Espejo de la Verdad?»
Si no hubiera sido por el accidente que Judith cometió hoy, lo habría olvidado para siempre.
«Ella no tocó nada más, ¿verdad? Quizás el cuerpo del Dragón… Quizás ella sepa que eso es un monstruo que sigue a su madre.»
«¿De qué estás hablando?»
«Le daré un cumplido cuando se despierte. Ella derrotó valientemente a ese monstruo.»
Quedé estupefacta por las palabras de Callisto, viendo como estaba alegre de que nuestra niña rompiera aquello que me provocó demasiado dolor de cabeza durante mucho tiempo.
«Bueno, ya debo irme, aún no he terminado el trabajo.»
Me levanté al unísono y lo seguí hacia la puerta, preguntándole ansiosamente.
“Es casi el anochecer… ¿Todavía tienes que trabajar?”
Al ver mi rostro endurecido, Callisto frunció el ceño.
«No me regañes demasiado. Ahora soy padre, esto es lo que me toca.»
No puedo creer que haya llegado el día en que el Príncipe inmaduro se refiera a sí mismo de esta forma. Me lo quedé mirando fijamente, ya que me parecía un poco extraño y espeluznante.
«Esa palabra de ahora era muy…»
«¿Es muy qué?»
«Es muy cursi.»
«¿Por qué no hacemos algo más cursi mientras la niña duerme? ¿Eh?»
Los ojos rojos del Emperador brillaron mientras extendía su mano y abrazaba mi cintura mientras me besaba en la cara.
«Oh no, no lo hagas. ¿Qué vas a hacer si ella se despierta?»
Golpeé su hombro y susurré, logrando que él me apretara más fuertemente.
«Si te quedas callada podemos tener un segundo hijo de inmediato.»
«¿Estás loco? ¿Quieres que te vuelva a quemar el pelo?»
Ante mi comentario amenazador, finalmente detuvo su ataque de besos con una suave risa.
«Oh, no. Eso no sería bueno, pero…»
Me abrazó con más fuerza y enterró su rostro en mi cuello.
«No me quiero ir.»
Después de expresar su desafortunado corazón con voz cansada, gruñó y de mala gana agarró el pomo de la puerta.
«Vuelvo enseguida. Tú también deberías volver y descansar.»
«Me lavaré y te esperaré en el dormitorio.»
Le susurré mi despedida en su oído, logrando que chasqueara la lengua y me agarrara suavemente de las mejillas.
«Tu belleza me está matando.»
Después de un beso bastante largo, Callisto finalmente abandonó el palacio de la princesa. Tras su marcha cerré la puerta lentamente y me encaminé a la cama de mi pequeña, la cual, al escuchar mis pasos, me llamó con voz entrecortada.
«Mamá…»
«Judith, ¿te despertaste con el sonido de nuestra conversación? Lo siento, mi niña, duerme un poco más.»
Debió sentirse aliviada, ya que abrió sus pequeños ojos llorosos y dejó escapar un leve suspiro mientras se acurrucaba en mis brazos.
«Mamá, no te vayas.»
«No iré hasta que te duermas, así que no te preocupes.»
«No, no, no te vayas. No vayas a ningún lado.»
«Está bien, Princesa. ¿Quieres dormir con tu mamá esta noche?»
«¡Sí!»
Debía haber tenido un sueño realmente aterrador, ya que se estaba comportando de forma extremadamente infantil, pero eso me resultaba extremadamente encantador. Besé su frente con delicadeza y pasé mi mano por su cabello.
Judith, con su manita apretó el dobladillo de mi ropa y murmuró.
«No puedes dejar a Judith.»
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Millones de disculpas, sé que no hay excusa, pero llevo una temporadita de mierda y no he podido cumplir mi palabra de subir cuando tocaba. Tengo curro nuevo, estoy feliz, pero cansada. Ahora tendré unos días de fiesta, así que esto ya se acaba.
Espero que os hayáis enamorado, como yo. De hecho, mientras escribía el capítulo me han entrado unas ganas locas de volver a leer la parte de la caza donde están ambos en el bosque. Nefe, cuando acabe los caps que me quedan voy a releer la historia, jajajaja. Cada vez me gustan más estos dos, sobretodo a papi Callisto.
¡Gracias por los comentarios! Ánimo a todos con las tareas y a ver si ahora, siendo fiesta, podéis relajaros un pelín y engancharos a las novelitas que tenemos por aquí, jijijiji. 😉
¡Feliz Navidad atrasada y disfrutad de la lectura!
Miri
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