El trabajo del Duque(1)
Evelyn se apresuró a la habitación de Adrián, en caso de que su sentimiento de arrepentimiento creciera. Después de entregarle al niño en sus brazos, Miriam salió de la habitación sin preguntar por su encuentro con Fabián.
«Adrián, ¿Cómo estás?» Ella lo abrazó, sintió que cada vez pesaba más. Respiró aliviada y enterró su nariz en el peculiar olor del niño.
«¡Buuu, Buuu!»
«Espera un momento. Déjame hacer esto un segundo.» Entonces, como por arte de magia, Adrián dejó de luchar y se quedó calmado.
«Parece que entiendes todo en situaciones como estas.»
Fue abrazado más fuertemente por ella. Era increíble cómo su corazoncito latía, y sus manos y pies se tambaleaban en este pequeño cuerpo. Ella quería abrazarlo más profundamente, y sólo sentir aquella suave respiración hizo que su corazón se calentara.
«Adrián, mi Adrián».
Su pelo negro, que le recordaba a Fabián, le hacía cosquillas en la punta de la nariz. Evelyn lo amaba, como una vez amo a su marido, pero no quería que este niño creciera para ser un hombre como él. No se trataba de que Fabián fuera un mal tipo, sino porque su soledad era triste.
«Vas a crecer aquí… corriendo, cayendo, regañando, llorando, pero aún así, siendo un niño fuerte.» Recordaba su infancia cuando era más fuerte y enérgica que ahora.
«Pero si dices que quieres ser un hada, ¿Qué se supone que debo hacer?»
Creció hasta ser adulta y se convirtió en madre, y el mundo aún estaba lleno de dificultades. Incluso ahora, se sentía como una tonta por pedir prestado el calor de Adrián porque no podía calmar su triste corazón.
«No, quizás no sea un hada, ¿Qué pasa si dices que quieres ser un Emperador?»
Adrián crecía día a día. Algún día, mientras creciera, debía saber el secreto. Aunque ella no se arrepintiera de su decisión, ¿Qué haría si Adrián la odiaba? ¿Qué tendría que decir si él la culpaba? ¿A él que se suponía que era el futuro Emperador, pero ella lo crió como el Príncipe de un pequeño Reino?
«Tal vez… porque soy débil, estoy arruinando tu futuro.»
Los otros lo habían soportado. Así fue como la Emperatriz Viuda crió a Fabián. Pero Evelyn fue la única que no pudo hacerlo. Era débil y no podía ayudar. Por mucho que lo intentara, no podía proteger a su hijo de la fría Familia Imperial. Ese era su límite.
«Todavía… No sé que hacer.»
Lo mantuvo en su abrazo, haciendo contacto visual con su precioso hijo. Sus ojos azul oscuro estaban llenos de imágenes de ella misma.
«¡Abrazo!» gritó Adrián, con su pequeña boca abierta.
«Te estoy abrazando».
«¡Sí, abrazo! ¡Yo, abrazo!» dijo, pero su gesto era un poco diferente de lo habitual.
Agitó los brazos, parecía querer algo más, no refunfuñar o jugar.
«¡Abrazo!»
Su pequeña mano rodeó la cabeza de Evelyn. En ese momento, entendió lo que Adrián estaba tratando de hacer.
«Adrián»
«¡Abrazo!»
En un instante, los ojos de Evelyn se pusieron rojos. Ella podía decirlo con seguridad porque era el niño que dio a luz. Su bebé trató de alcanzarla y la abrazó.
«¡Abrazo! ¡Abrazo!»
«¿Me estás… abrazando?»
«¡Abrazo!»
Las lágrimas fluyeron. Más que eso, un profundo consuelo y felicidad se extendió por su corazón.
«Dije que era una tonta, ¿no?» Evelyn no era más fuerte que este niño. Pero estaba bien. Aunque pensara que le faltaba algo, mientras tuviera el calor de Adrián, ella no se saldría del camino.
«Estoy con mi familia… no puedo ser infeliz. Aunque me culpe a mí misma, no me arrepentiría.»
No importaba cómo cambiara el mundo, no importaba cómo creciera Adrian, no podía arrepentirse de su elección. Era el destino de Evelyn, el mismo que la existencia de Adrian.
«Adrian, no puedo ser una madre para ti, pero voy a ser esa familia que estará a tu lado hasta el fin de este mundo.»
Para ella, no era un problema no poder actuar como su madre mientras pudiera verlo crecer con una sonrisa.
«Debo ser más fuerte como tú para hacer eso, ¿verdad?»
Se secó las lágrimas y sonrió con fuerza. Como por arte de magia, la risa del niño pareció seguirle también.
«¡Buu, Buuu!»
«Sí, está bien.»
Sus estúpidas preocupaciones se desvanecieron de inmediato. Llenó sus ojos con su adorable niño.
«Has crecido mucho.»
Algún día, Adrián sería más grande que ella. Aunque esa sería otra larga historia, ella estaba esperando ese día.
«Eras tan pequeño al principio, que no podías abrir los ojos, y ni siquiera sabías tu nombre»
Adrian infló las mejillas como si hubiera escuchado lo que Evelyn había dicho. Era como si lo supiera todo ahora.
«Tú eres mi felicidad».
Lo puso en su cama y dejó su cansado cuerpo a su lado por un rato. Adrián retorció su cuerpo, y empujó su cara delante de la nariz de Evelyn antes de que ella se diera cuenta.
«¡Ah! ¡Ah!»
” Te abrazaré de nuevo más tarde.»
«¡Ah!» Adrián abrió los ojos obstinadamente. Parecía que no habría siesta para él. «Ah… Buuuu.»
Evelyn lo miró tarareando algo, luego él se levantó y se sentó.
«Eve…»
— — — —
Ambos son adorables, padre e hijo 🥺
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