Su extraña razón(2)
«O… ¿Aún hay algún error que no conozco?»
En realidad, en esta segunda oportunidad de vida, su espalda fría seguía siendo la misma. Pero no le había ocurrido nada desgarrador a causa del hombre que estaba delante de ella. Esta vez no perdió a su hijo, y él no la había abandonado.
«El mayor error que he cometido es dejar que tu mano se vaya fácilmente.»
Como para probar sus palabras, sostuvo las manos de Evelyn con más fuerza. La temperatura de su cuerpo estaba caliente.
«Ahora no quiero repetir ese error.»
La mente de ella estaba agitada. Se aseguró de no volver a preocuparse por este hombre. Pero en su imaginación, Fabián nunca sería así.
«No te pediré que vuelvas enseguida. Todo lo que quiero es una oportunidad para compensar mi falta».
El Fabián actual no era un hombre frío y sin corazón. Quizá porque no perdió a su precioso hijo, no tenía el mismo resentimiento que tenía antes de su regreso.
«Quiero hacer lo que lamenté no poder hacerte. Al menos, quiero borrar el arrepentimiento de no haber podido hacer nada en absoluto.» Su garganta se ahogó, pero no le evitó expresarse. «Entonces, puedes decidir después de eso. Incluso si me rechazas de nuevo en ese momento… no será demasiado tarde.»
Había desesperación en sus ojos oscuros. ¿Por qué razón un hombre podría haber cambiado tanto? Hubiese sido mejor quedarse hasta el final como una mala persona, y ella lo despreciaba, porque otra vez conmovía su corazón así.
«O… Todavía me odias…» Su voz baja y tranquila sonaba extraña.
«Ya no siento nada por Su Majestad».
Él tenía una leve sonrisa, «Pero hay odio en tus ojos cuando me ves».
«Creo que por sólo por eso eres afortunado.»
La noche que ella se despidió, no había emoción en sus ojos. Eso lo hizo más increíble.
«Aunque seas odioso, es un alivio que aún sientas algo por mí». Ella dijo, temía ver esos ojos desesperados de nuevo.
«Me alegro de que eso sea una prueba de que todavía tengo algo para hacer».
«No.» No quería darle falsas esperanzas.
Este hombre una vez le produjo mucho dolor. Fuera intencional o no, el único que debería haberla protegido había abandonado la responsabilidad. Lo odiaba y le apretó la mano. Fabián no la sostuvo más tiempo, deslizó sus manos con una mirada gentil.
«Pero no cambiará. Nuestro matrimonio no podría ser feliz.»
«Esa es una conclusión apresurada, y también muy extremo».
Si hubiera visto por lo que ella había pasado, no habría podido decir esto. En realidad la gente no cambia. Su juramento no podía durar para siempre, y los votos no eran más que vanos.
«Como no cambia el hecho de que yo soy yo, también sucede con su Majestad.»
«Me gustas porque eres Evelyn Felice. ¿Acaso me odias porque soy yo?»
A Evelyn también le gustó una vez aquel hombre llamado Fabián. No un Emperador, sino un hombre con serenos y oscuros ojos que la miraban con calma.
«… Porque es Su Majestad…»
Las sombras estaban cambiando. Bajo el roble, ella caminó y se sentó en un pequeño banco. él la siguió en silencio y se sentó a su lado.
«Porque soy el Emperador… Porque soy el Emperador del Imperio», se quedó mirándola. «¿Es por eso?»
«Sí».
Fabián se rio en vano. «Eso es… es algo difícil de aceptar.»
«Ya lo sé. Estuve casada con el Emperador, así que es una razón extraña.»
Ella lo hizo. Conoció, amó y se casó con Fabián, el Emperador desde el principio. Fue una excusa egoísta, pero no sabía cuánto significaba serlo en ese momento.
«Sí, es extraño. Es una razón extraña.» Repitió las palabras de Evelyn: «Pero quiero saber por qué pensaste así».
Sus profundos ojos la miraron. El hecho de que Fabián fuera Emperador no podía cambiarse. Incluso él estaba en el Reino por necesidad, y no podía evitarlo. Así que necesitaba una respuesta clara.
Para él, era cruel vivir sin saber por qué. Y ahora mismo, no podía ser tan dura ante un hombre con ojos desesperados.
«No sé la respuesta exacta. ¿Puedo simplemente… hablar contigo un poco?»
Al menos, ahora, tenía el derecho de saber. El hombre que estaba delante de ella seguía siendo Fabián antes de que la empujara al dolor.
Asintió lentamente. Era el hombre más ocupado de este continente, pero ahora esperaba pacientemente por ella más que nadie.
«Hablaba en serio cuando dije que no conocía a Su Majestad…» Abrió sus labios entre el viento suave. «Creía que conocía a Su Majestad mejor que nadie».
Cuando él ni siquiera recordaba su cumpleaños, ella señaló sus hábitos triviales. Sentía que era una prueba de que lo conocía bien. Incluso Evelyn se jactaba de que Fabián no la conocía y que sólo ella lo conocía a él.
«Lo que sé es su aspecto exterior. Cosas que todo el mundo puede saber con un poco de observación.»
No era porque ella fuera especial. Cualquiera que estuviera en la Corte Imperial sabía mucho sobre el Emperador. Proteger su trono era uno de sus deberes como Emperatriz, y ese era uno de ellos.
«Ya sabía que éramos personas muy diferentes.»
Las cejas de Fabián se fruncieron un poco.
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Desde que inició la novela nunca habían conversado tanto @_@ hasta parece irreal
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