LTDLP – 11

Capítulo 11: La muerte de Yun Huan

 

El Rey Jing levantó sus profundos ojos violetas del escritorio, detuvo el pincel rojo que sujetaba con sus nudillos de jade blanco y le preguntó a la joven que tenía frente a él, peinada con dos moños planos en la parte superior de la cabeza: “He oído que Yun Huan ya no te es útil, ¿planeas reemplazarla?”

Jun Min Xin permaneció de pie en silencio ante el escritorio, retorciéndose las mangas y estudiando la tinta, y dijo: “Se dice que tiene una relación muy cercana con el subcomandante Wang. Yun Huan es una persona traída por la familia de madre, y se le considera una confidente de madre. Si algo sucede realmente, temo las consecuencias negativas.”

Al oír eso, el Rey Jing levantó la vista y miró directamente a Min Xin, sabiendo que ella debía haber adivinado algo. Luego sonrió con dulzura: “¿Cómo quieres que lidiar con esto?”

“Yun Huan ya no es joven y Min’er está pensando en encontrarle un esposo, por favor, padre, concierta un matrimonio para ella.”

“Hmm, enviarla fuera del palacio es sin duda la mejor opción. Min’er debe tener una idea. ¿Con quién piensas casarla?” (Rey)

Jun Min recordó el día en que Wang Shoude salió de los aposentos de su madre, como si nadie más estuviera presente y sumado al incidente de su vida anterior, cuando a los catorce años, su madre se unió a los rebeldes de Wang Shoude para rebelarse y obligar al Emperador a abdicar, una palabra escalofriante cruzó por su mente: ‘¡adulterio!’

La mano que molía la tinta se detuvo, ella guardó silencio por un momento antes de declarar con decisión: “¡Esta hija es lo suficientemente audaz como para sugerir que la Gran Doncella del Palacio, Yun Huan, sea dada en matrimonio a Lord Wang Shoude, el subcomandante Adjunto de la Guardia Imperial!”

‘¿Wang Shoude?’ (Rey)

Sorprendido. El pincel rojo del Rey Jing tembló, dejando una mancha escarlata brillante en el documento de brocado, como una herida retorcida.

 

***

 

Dentro del tranquilo y elegante Palacio Chaolu, el incienso ardía en el incensario, la auspiciosa madera de agar se derretía dentro del quemadores de incienso con forma de la bestia dorada, elaborada con el mejor ámbar gris. La Princesa Jing, Jun Min Xin, vestida con una sencilla túnica con motivos de lotos y una falda de peonías, estaba recostada en un cómodo y suave sofá de bordado Shu, pareciendo una flor de loto emergiendo del agua, acariciada por el viento: tranquila, hermosa y exquisitamente refinada.

Yun Huan, con las mangas remangadas, se arrodilló a un paso de distancia, con la cabeza gacha, mirando constantemente a la hermosa chica en el sofá, con expresión inquieta.

Jun Min Xin extendió una mano blanca y tierna como como una cebolleta, y señaló un pequeño cojín bordado a su lado, diciendo: “Siéntate.”

“¡Esta sirvienta no se atreve!” – Era la reacción esperada.

Jun Min Xin sonrió ligeramente, añadió un poco de incienso al pequeño incensario sobre la mesa y dijo con su habitual voz lenta y suave: “Yun Huan, ¿cuánto tiempo llevas a mi lado?”

Yun Huan temblaba nerviosa: “Esta sirvienta vino como doncella en la dote la Reina Consorte, entré al Palacio Jing a los siete años y comencé a servir a la Princesa en el Palacio Chaolu a los diez, ya han pasado diez años.”

“¿Diez años? ¿Cuántas décadas se puede desperdiciar en una vida?” – Jun Min Xin esbozó su tenue sonrisa habitual, como un suspiro bajo. – “Los veinte años es la edad perfecta para que una joven florezca como un melocotón en plena floración*, es una lástima para una belleza estar enterrada en lo profundo del palacio, hoy hablé de eso con padre. He oído que tú y el Subcomandante Adjunto Wang siempre han tenido una buena relación, ¿por qué no…?”

(N/T: * «桃之夭夭» (táo zhī yāo yāo) = El melocotonero es joven y tierno. Es una expresión del clásico poema chino Shijing (Libro de las Odas) y se refiere a una mujer joven con estas flores, destacando su belleza, vitalidad y juventud. Se usa para describir a una mujer joven y hermosa que está lista para casarse.)

La pausa deliberada dejó el ya ansioso corazón de Yun Huan suspendido en el aire, a la deriva sin ancla y una mala premonición invadió su mente.

Al instante siguiente, los hermosos ojos oscuros de Jun Min Xin se posaron en la Gran Doncella de palacio arrodillada en el suelo. – “¿Qué tal si te comprometemos con él y dejamos que Jin Lan y Mu Jin asuman el cargo de Gran Doncella de palacio? ¿Qué te parece?”

Como si un trueno estallara sobre su cabeza, Yun Huan levantó la cabeza bruscamente, su rostro palideciendo por completo al instante, dejándola pálida como el papel.

“¡Su Alteza, esta sierva se niega a casarse!” – El rostro de Yun Huan era una mezcla de asombro y terror, y casi gritó.

Jun Min Xin fingió sorpresa y dijo: “Dicen que tú y el Subcomandante Adjunto Wang están enamorados, que han intercambiado palabras dulces ante las flores y bajo la luz de la luna en muchas ocasiones. Creí que ustedes dos estaban enamorados y tenía la intención de facilitar esa unión, así que ¿por qué te resistes tanto? ¿Acaso hay algo más en eso?”

Al oír eso, el rostro originalmente pálido de Yun Huan palideció aún más, e incluso sus labios perdieron color. Temblando, se inclinó profundamente y defendió con urgencia: “¡Su Alteza! ¡Su Alteza la Princesa! Durante los últimos diez años, esta sirvienta ha querido a su ‘ama’ como a su propia hermana y la ha visto crecer ante sus ojos. ¡He trabajado duro, aunque no sea por mérito, por el esfuerzo! ¡Le ruego, por el bien de nuestra relación de antaño, que no me obligue casarme! ¡Se lo suplico!”

‘También una vez te consideré como a una propia hermana, pero ¿y tú? ¿Alguna vez me ha considerado como tu señora?’

“¿Ama? ¡Yun Huan, me temo que tu ama no soy yo, sino mi madre, que reside en el Palacio Laiyi!” – Jun Min hizo una pausa antes de que una enigmática sonrisa se dibujara en su rostro y su voz suave y melodiosa se alzó de repente.

“No puedes ocultarme nada, Yun Huan. ¡No crea que no sé lo que tramas con Wang Shoude!”

Yun Huan hizo una visible pausa en su reverencia y la cabeza, con el moño despeinado, permaneció baja durante un largo instante sobre el frío suelo, incluso su cabello temblaba ligeramente… Cuando levantó la cabeza de nuevo, lágrimas corrían por su pálido rostro, empapando su maquillaje.

“Esta sierva sabe que se equivocó, Su Alteza, realmente sabe que se equivocó… ¡Si Su Alteza revocara la orden, esta sirvienta se afeitará la cabeza y se convertirá en monja, para vivir en adelante a la luz de la lámpara de aceite verde y Buda antiguo*, arrepintiéndose y expiando sus pecados!”

(N/T: *»青燈古佛» significa literalmente una «lámpara de aceite verde y Buda antiguo», y se utiliza para referirse a una vida solitaria y monótona en el mundo budista. Se refiere a la imagen de una monja que vive en un templo con una lámpara de aceite que siempre está encendida (simbolizada por el color «verde» o brillante) y un Buda antiguo y venerado, representando una vida ascética y retirada.)

En ese instante, solo los sollozos desesperados de Yun Huan resonaron en la solitaria habitación, suaves y sutiles, como humo azul que se dispersa con un soplo*.

(N/T: * «吹即散的青煙» (chuī jí sàn de qīng yān) se traduce literalmente como «humo azul/grisáceo que se dispersa tan pronto como se sopla».Su significado metafórico o figurado se refiere a algo extremadamente frágil, efímero o ilusorio. Es una metáfora que describe cosas, situaciones, esperanzas o relaciones que desaparecen instantánea o fácilmente, sin dejar rastro, de la misma manera que una bocanada de aire dispersa el humo ligero.)

“Al menos no obligue a esta sierva a casarse con él, al menos… no me obligue a casarme con él…” (Yun Huan)

En ese momento, el corazón de Jun Min Xin se ablandó y le dolió. Aunque Yun Huan la había descuidado, menospreciado e incluso vigilaba cada uno de sus movimientos por su madre, cuyo temperamento había cambiado drásticamente, seguía siendo la doncella principal que la había cuidado día y noche durante diez años, la hermana que la había sostenido cuando aprendió a caminar desde pequeña y el primer familiar que vió después de su renacimiento…

Y por su madre, para evitar que conspirara con Wang Shoude para rebelarse, Jun Min Xin no tuvo más remedio y tuvo que tomar la dura decisión de sacrificar a Yun Huan: sin Yun Huan, la Reina Consorte perdería su vínculo para contactar con Wang Shoude. Y si, como sospechaba, la Reina Consorte y Wang Shoude tenían una aventura, después de que Wang Shoude se casara con Yun Huan, la Reina Consorte ya no confiaría en ellos y probablemente se rendiría.

Ese era un plan que mataba dos pájaros de un tiro, aunque un poco cruel.

Esa noche, Jun Min Xin no pudo dormir.

La imagen de Yun Huan, con el cabello despeinado, la voz quebrada, llorando desconsoladamente y el rostro triste y desesperanzado seguía rondándole en la mente, sus súplicas lastimeras y desesperadas resonaban incesantemente en sus oídos, perturbando su paz. Impotente, se levantó, se vistió y tocó la pipa toda la noche.

Tras unos momentos de notas tintineantes, una melodía de flauta débil y triste emergió de la espesa oscuridad de la noche. La punta del dedo de Jun Min Xin hizo una pausa y luego ella sonrió feliz, sabiendo que esa noche Chen Ji estaba de guardia.

Al terminar la melodía, el sonido del eco persistió, y ambos se detuvieron al unísono y no volvieron a tocar de nuevo, en un entendimiento tácito. Separados por los gruesos muros del palacio, dos almas insomnes contemplaban la brillante luna en el cielo y se quedaron absortos toda la noche.

Afortunadamente, en los últimos días, ocupados en falsificar las cuentas para hacer frente a los próximos enviados del emperador, Jun Min Xin y Gu Qinshu se quedaron en casa, trabajando hasta altas horas de la noche durante varios días y lograron crear un libro de cuentas falsas impecable. El nuevo libro de cuentas redujo a la mitad los ingresos y gastos de Reino de Jing durante los últimos diez años, omitiendo los gastos militares que reforzaban su fuerza y riqueza, mientras que exageraban ligeramente la gravedad de los desastres, cada ingreso y gasto estaba claramente registrado y detallado, de forma lo suficientemente convincente como para que pareciera auténtica.

Cada entrada en ese grueso libro de cuentas mostraba que Reino de Jing era un pequeño estado vasallo con insuficiente fuerza militar y apenas suficiente para subsistir, y por lo tanto no representaba una amenaza.

Jun Min Xin se estiró perezosamente, recogió el libro de cuentas y salió. Solo faltaba que alguien envejeciera el libro de cuentas, dándole una apariencia de antigüedad, de lo contrario, esas páginas nuevas y tinta fresca definitivamente despertarían las sospechas de ese viejo zorro de Qiu Chuzhao, y también de Luo Chang’an…

Jun Min Xin se sumió en sus pensamientos por un momento, luego suspiró: ‘¡No hay que subestimar a ese hombre!’

Absorta en sus propios pensamientos, Jun Min Xin casi choca de frente con alguien, sorprendida, dejó caer el libro de cuentas, que se abrió con un susurro cuando el viento frío, que arrastraba hojas arremolinadas, sopló entre sus páginas

Jun Min Xin recuperó la compostura y reconoció a la persona que se había acercado apresuradamente: cabello negro y rizado, ojos azul oscuro, una espada corta con vaina negra, botas negras de combate y un uniforme de guardia ajustado y elegante que acentuaba su esbelta figura y presencia heroica. Era nada menos que Chen Ji, el Capitán de la Guardia.

Ella suspiró aliviada, se agachó y recogió el libro de cuentas y dijo, medio sonriendo, medio con reproche: “Hermano, me asustaste.” Tras decir eso, incluso ella misma quedó ligeramente sorprendida por esas palabras. Desde su renacimiento, rara vez había llamado a Chen Ji ‘hermano’, y ahora, de repente, usó ese apodo cariñoso que hacía tiempo que no usaba, por lo que realmente se sintió un poco incómoda.

Chen Ji, por otro lado, no prestó atención a ese pequeño detalle, su rostro era inusualmente sombrío, y tras un momento de vacilación, dijo con voz grave:

“Min’er, Yun Huan se ha quitado la vida.”

Como si hubiera sido alcanzada por un rayo, Jun Min Xin Se quedó paralizada en su posición semi-acuclillada. Su mente se quedó en blanco y la sonrisa en sus labios se desvaneció gradualmente, y después de mucho tiempo recuperó la voz, con un ligero temblor:

“¿Qué dijiste?”

El brazo de Chen Ji se movió imperceptiblemente, como si quisiera extender la mano para ayudar a la frágil joven que tenía delante, tan frágil como una porcelana fina, pero al final, solo abrió la boca y dijo: “Anoche se lanzó al lago y su cadáver acaba de emerger.”

Jun Min Xin no pudo oír lo que Chen Ji dijo a continuación, cuando recobró el sentido, prácticamente corrió sin parar hasta la orilla del pequeño lago Qinxin en el patio trasero, sentía las piernas débiles, pero no podía dejar de correr. No había palabras para describir su estado de ánimo en ese momento, solo incredulidad e incapacidad para creerlo.

El agua del lago Qinxin era de color verde esmeralda como el jade, salpicada de algunas hojas de loto marchitas. El lago era pequeño, pero profundo. Una gran mancha húmeda marcaba el camino de piedra junto a la orilla, donde yacían apilados una red de pesca hecha jirones y una pequeña barca de madera, probablemente utilizada para recuperar el cuerpo. Delante, un grupo de personas señalaban y comentaban, entre ellos había guardias de palacio, eunucos y doncellas que se cubrían la cara con pánico…

A través de los huecos entre la escasa multitud, Jun Min Xin vio un cadáver empapado tendido en el suelo, con la blusa verde y la falda con estampado de hojas de sauce que se pegaban a su piel pálida y húmeda, el cabello, mojado y suelto, enredado en su cuerpo como largas serpientes negras y veteado del verde inquietante y sombrío de las algas, ocultando a medias el rostro pálido con los ojos fuertemente cerrados.

Aquel rostro, antes lleno de vida, que fruncía el ceño, que se hacía la dura, que actuaba con arrogancia y mostraba desdén y que hacía apenas unos días, había estado llorando y rogándole que no la obligara a casarse con ese hombre, que estaba dispuesta a raparse el cabello y hacerse monja, como una forma de expiar sus pecados a diario ante la luz de la lámpara de aceite verde y Buda antiguo… Pero que ahora yacía en un silencio húmedo y sepulcral.

Estaba muerta, Yun Huan estaba muerta. Tres días después de la boda, en una gélida noche de invierno, eligió suicidarse arrojándose al lago.

El aire era tan tenue en ese momento que Jun Min Xin se quedó mirando con los ojos abiertos de par en par, ¡casi sin poder respirar!

En algún momento, llegó la Reina Consorte Liu, a quien no había visto en mucho tiempo. Llevaba su habitual vestido púrpura, su pálido rostro enmarcado por una túnica bordada con oscuros nenúfares en plena floración. Ni siquiera había tenido tiempo de recogerse el cabello en un moño, lo que sugería que había salido corriendo apresuradamente, en estado de shock, su larga cabellera negra se arrastraba tras ella, como si la noche infinita y solitaria se hubiera extendido.

Como una marioneta a la que le cortaron los hilos, se detuvo abruptamente. Contempló con indiferencia el cadáver frío y empapado de Yun Huan durante un largo instante, sin moverse ni un ápice. Entonces, sonrió, una sonrisa como los pétalos de una peonía marchitándose.

“¡Muerta, muerta es mejor!” (Reina Consorte)

Se rió entre dientes, con una risita fría y hueca que se hizo más fuerte y desenfrenada. Luego, señalando su propio pecho, con la mirada fija en la pálida Jun Min Xin a su lado y dijo en voz baja: “Primero, obligas a Yun Huan a morir, luego me empujarás a la muerte a mí. ¡Es mejor morir, es mejor morir!”

Mientras hablaba, lágrimas de desesperación rodaban por las comisuras de sus ojos, desapareciendo en un instante.

Incapaz de defenderse, Jun Min Xin no se atrevió a mirar a su madre a los ojos y esa risa fría le atravesó el corazón como un cuchillo afilado Un dolor punzante le recorrió el pecho y sintió oleadas de agitación que parecía que los mares y ríos se desbordan*.

(N/T: 翻江倒海» (fān jiāng dǎo hǎi) es un modismo chino que significa que el oleaje es violento y el poder o la influencia de algo es enorme. Originalmente describía la gran intensidad de la lluvia, pero ahora se usa para describir una fuerza o un impulso tremendo.)

Incapaz de aguantar más, se desplomó hacia atrás con los ojos abiertos de par en par… Cayendo en un cálido abrazo.

Los ojos azul oscuro del joven estaban llenos de preocupación y ansiedad, e incluso sus músculos estaban tensos. Jun Min Xin lo miró fijamente, murmurando para sí misma: “Ah´Ji, fui yo quien la lastimó… Hermano, fui yo quien la obligó a morir…”

Otra oleada de dolor insoportable la invadió, como si una conexión neuronal en su cerebro se hubiera roto abruptamente, dejando su mente en blanco. Se desmayó.

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