CAPITULO X – Parte V
«¿De verdad quieres que esté allí?»
«Sí, quiero que Nitens y tú estén a mí lado, de verdad, al menos eso creo».
Basster habló despacio. Frunció los labios durante un largo rato, luego sacudió lentamente la cabeza y suspiró. Su expresión era una curiosa mezcla de perplejidad y vergüenza.
Karinna observó cómo cambiaba su humor. Parecía tener algo que decir.
«Si me ocultas algo, dímelo ahora. Tenemos que hablar, Karinna», dijo Basster, acercando una silla cercana y sentándose frente a ella.
Karinna abrió los ojos y se sentó en la cama, sorprendida, sin poder ocultar su expresión. Su vergüenza era evidente.
«¿Qué quieres decir con ocultarte algo?»
«Cualquier cosa, cualquier cosa que no me hayas dicho, por favor dímelo. Quiero saber de ti, quiero entenderte».
«…»
Karinna miró a Basster con recelo. La mirada de saber algo. La mirada de recordar algo. De algún modo, sabía la respuesta que le estaba dando.
«… ¿Por qué dices eso?»
«Es sólo que creo que no llegaste a decir lo que querías o lo que podrías haber dicho porque era la primera vez que nos veíamos y, después de eso, puede que fuera el momento equivocado y que te contuvieras».
‘Así que te doy una oportunidad.’
Fue como si lo hubiera dicho Basster, y Karinna no dijo nada. Apretó los puños y parpadeó lentamente. Si no hablaba ahora, sabía que sería la última vez.
‘… Pero no quiero hablar de esto todavía.’
No estaba preparada para nada. Debería haber arreglado su vida y la de Nitens con un poco más de tiempo.
Si hablara ahora, todo estará perdido.
Una leve sensación de expectación se agitó en su interior. Basster guardó silencio mientras observaba la expresión de Karinna. Su expresión, a diferencia de su corazón, era de horror.
El horror en su rostro, normalmente carente de emociones, perturbó a Basster.
‘¿Tanto odias ser honesta?’
Basster reflexionó sobre su conversación con Vasily.
Había ido directamente a su habitación cuando La Sombra le dijo que Vasily había estado en su cuarto. Iba a abrir la puerta y echar a Vasily.
«Aun así, siento curiosidad, ¿por qué fingiste que no lo sabías? ¿Por qué no te sinceraste cuando lo viste y le pediste que te ayudara, para no estar así y estar en mejor situación?».
Pero esas palabras no disuadieron a Basster de abrir la puerta. Vasily siguió hablando despreocupadamente, no se diera cuenta de que estaba al otro lado de la puerta.
Como diciéndole que escuche.
En otras palabras, Basster no podía abrir la puerta.
«¿Por qué incomodar a alguien que no me ama?»
Y fue, fue un gran shock.
Asumía que estaba haciendo lo mejor que podía. Creía que Karinna se había abierto mucho a mí, yo también lo hice, porque el ambiente entre nosotros era muy bueno. No creía que siguiera pensando eso.
Me llevé bien con Karinna y Nitens.
Basster se esforzó mucho por lograrlo.
«Podría decírselo ahora, pero sería una bajeza de mi parte ponerle esa carga, no tengo el valor para echarle la culpa a él, y sigo sin tenerlo«.
¿Por qué?
Quería abrir la puerta y entrar y preguntarle por qué pensaba eso, por qué no le dijo nada, por qué me hizo esto a mí. Quería enfadarme y llorar.
¿Por qué era tan injusta? ¿Por qué era tan cobarde?
Esa noche demostró estar muy segura de sí misma. Desde la primera vez que se presentó ante mí, pensé que era una persona de espíritu libre que, aunque no pude ver claramente, era libre en su comportamiento y en su forma de hablar.
No pensé que fuera un pájaro enjaulado con las alas rotas.
Así fue. No podía compararla con ella entonces, porque en apenas tres años se había convertido en una persona completamente distinta.
Apenas tres años, y había llevado tan bajo su orgullo y valor.
«No soy digna de él en primer lugar, no cuando todo lo que ha hecho es pasar el rato conmigo en lugar de darme la espalda por mi comportamiento inmaduro».
Por eso siempre le daba las gracias por todo. Decía cosas como que lo lamentaba. Se disculpaba constantemente, inclinando la cabeza y apartando la mirada, aunque ese no era el tipo de comportamiento que tendría con su pareja.
Se sorprendió de lo diferente que se había vuelto en tres años.
«Estoy segura de que se va a enfadar, pero todo es mi culpa, así que me disculpare todas las veces que sean necesarias y haré lo que él quiera.«
¿Cómo?
«¿Y si te dice que regreses junto al vizconde Tyrian?»
«Entonces volveré, mientras Nitens esté a salvo, no puedo pedir nada más. Nitens fue la razón por la que quise salir de ahí en primer lugar».
Al final, ¿lo veía como ese tipo de persona?
Finalmente, se dio cuenta de que ella nunca confío él. Basster se rió de sí mismo. Era una risa seca. Nunca había tenido una visión tan desnuda de la podredumbre de lo que conocía.
‘… Tyrian.’
El Vizconde Tyrian.
Esa codiciosa garrapata asquerosa la arruinó por completo. La arrastró al fondo de la depresión, convirtiéndola en alguien que ni siquiera conoce su propio valor. La redujo a algo que se podía comprar y vender por dinero.
«El único amor de Karinna es Nitens, y el Archiduque no parece ser tu razón de vivir«.
Apareció el mismo miedo que sentí cuando la vi por primera vez. Esa aprensión que tuve cuando nos encontramos por primera vez, cuando parecía desmotivada por todo y por nada. Cuando le aterraba que muriera por razones tan banales.
Basster miró a Karinna, que aún no había abierto la boca, recordando la situación anterior. Esto era lo mejor que podía hacer para controlar sus emociones y mantener el rostro inexpresivo.
«Dime, ¿había algo que querías decirme aquel día que nos conocimos?»
Basster suavizó su voz todo lo que pudo.
Karinna miró fijamente a Basster durante un momento y luego sacudió la cabeza, derrotada.
No sabemos qué sabe ni cómo lo sabe, pero está claro que sabe algo. Teniendo en cuenta que acaba de decir que Vasily fue a reunirse con Basster, podría haber estado parloteando de nuevo.
«Basster… Vasily, ¿él te dijo algo?»
«…»
Basster no respondió. Sólo silencio. Esperaba que ella se abriera por su propia voluntad. Era irónico, se dio cuenta, que la estaba presionando.
«…»
«…»
Se hizo un largo silencio.
Basster esperó en silencio a que hablara, y Karinna dudando movía la cabeza. Pasaron diez minutos, luego media hora, sin que Karinna abriera la boca.
‘… No me lo vas a decir’.
Basster se dio la vuelta y empezó a levantarse de su asiento. Si necesitaba un poco más de tiempo para pensarlo, iba a decirle que podrían hablar de ello por la noche.
«Ka…»
«Ni siquiera sé por dónde empezar».
Karinna habló por primera vez en mucho tiempo. Basster se arrellanó en la silla y miró a Karinna, que sacudió la cabeza como si fuera una pecadora y se negó a levantarla.
«Lo siento.»
Las palabras fueron seguidas de otro silencio y luego de una disculpa. Eso no era lo que Basster quería oír, y cabe suponer que tenía sus razones.
Así que no era algo por lo que disculparse. Es sólo que no pudo soportar el shock. No pudo soportarlo. Basster apretó y aflojó lentamente los puños, esperando pacientemente a que ella hablara.
No está bien enfadarse. Si me dejo llevar por la irritación y le grito, volveré a hacerle daño. Apenas había abierto la boca cuando volvió a cerrarla de golpe.
Guardó silencio y esperó sus siguientes palabras.
«En realidad, no es la primera vez que nos vemos».
«… Sí.»
Basster respondió muy despacio. Intentaba desesperadamente no mostrar sus emociones. No quería hacerle daño. Tenía que reprimir sus sentimientos.
Cuando le respondí con toda la emoción que fui capaz de reprimir, agachó aún más la cabeza. Era casi como si fuera a enterrar la cara en el suelo.
Empecé a pensar en qué decirle para que levantara la vista, pero cuando vi que su mirada estaba clavada en mis manos, me mordí el interior de la boca y tragué saliva. No es bueno perder los nervios.
Ya era consciente de lo temperamental y malhumorado que era. En varias ocasiones, fue aconsejado por su mayordomo, Vincent a mantener la calma ante Karinna.
«Nos conocimos hace unos tres años, ya casi han pasado cuatro desde esa noche…»
Respiró hondo. Le había costado tanto sacar las palabras. Karinna se pasó la lengua por los labios resecos.
«… en los callejones del mercado de la capital».
Las palabras salieron de su boca como un suspiro. Tenía los labios azules y las yemas de los dedos blancas mientras lo decía.
«… Sí.»
Basster asintió lentamente, ni enfadado ni irritado. La calma de su tono hizo que a Karinna se le encogiera el corazón. Ya tenía la corazonada de que él lo sabía todo.
Los hombros de Karinna se hundieron, su rostro se puso blanco. Saberlo todo no debería ser tan aterrador. Basster bajó la mirada y la observó.
«En aquel entonces, la mujer que se acostó contigo una noche. Fui yo, en realidad.»
No esperaba que las palabras le dolieran tanto como lo hicieron. Basster tragó saliva, le dolía oír una vez más lo que ya sabía.
«… Sí, Karinna.»
Basster respondió, apenas por encima de un susurro, sentía estrangulada la garganta.
«Fuiste tú.»
No esperaba encontrar a quien había estado buscando tanto tiempo, hasta la extenuación, justo delante de él, y sentirse tan miserable. Pensó que se sentiría bien al encontrarla, pero fue lo contrario.
‘Que ironía’.
«No me extraña que no pudiera encontrarte, estabas encerrada a tanta profundidad» dijo Basster, con la voz teñida de una risa seca.
Me pregunto si habría sido diferente si la hubiera encontrado antes, antes de que estuviera tan rota, tal vez hubiera podido encontrar su corazón más intacto de lo que estaba ahora.
«Lo siento.»
Karinna volvió a disculparse.
«¿Lo sientes?»
La voz de Basster destila una pizca de sarcasmo. Karinna se ríe, apretando y soltando los puños. Estaba acostumbrada a esta sensación. Era mejor que estuviera enfadado. Merecía ser despreciada.
En lugar de una mirada perdida llena de dolor y anhelo.
«Si, siento haberte engañado».
Karinna volvió a inclinar la cabeza. Basster apretó los dientes. No pudo salvarla porque estaba encerrada. Y tampoco le había dicho nada porque la había asustado cuando se conocieron.
A decir verdad, Karinna no tenía la culpa. Era más extraño oír a la mujer que había acudido a él, muerta de miedo, pensando que iba a morir bajo sus manos, decirle que aquel niño era en realidad suyo, cuando él mismo había sido tan estúpido como para intentar ignorar su existencia desde el primer encuentro.
Si fuera tan inteligente como creyó serlo, no habría actuado tan estúpido y brusco con ella.
Esa es la verdad.
Si hubiera sido un hombre sensato, no habría ignorado su mirada perdida y se habría enfrentado al vizconde Tyrian.
Ella apenas tuvo la oportunidad, logró escabullirse sin hacer ruido. Aunque ofendió al vizconde Tyrian con su atrevimiento. No estuvo dispuesta a dejarse vencer por él en lo más mínimo. Se mantuvo firme, y por eso mismo se vio obligada a romperse antes de ceder.
Así que si alguien debía disculparse, debía ser él, y sin embargo Karinna inclinó pesadamente la cabeza, como si fuera una pecadora.
¿Por qué?
Fue un error mutuo. Aun así, Karinna asumía las culpas de todo. Actuaba como una pecadora delante de mí. Como si yo no hubiera cometido errores al no salvarla. Como si fuera la única responsable de tener un niño.
Cómo es que cuando nos conocimos, no lo vi venir…
«Nitens, él es…»
Karinna se esforzó por abrir la boca, pero fue lo único que pudo decir.
Fue duro y doloroso decir esas palabras, a pesar de que todo lo que tenía que hacer era decirlas. Tenía la garganta oprimida y me dolía mucho. No podía pensar en ningún desprecio que lo calmara, en ninguna expiación suficiente por haberlo engañado.
La cabeza me daba vueltas. No se me ocurrían palabras, así que volví a devanarme los sesos durante un rato. ¿Qué podía decirle para que no se sintiera asqueado de ella?
«Lo siento…»
En lugar de una retahíla de palabras, la boca de Karinna formó por fin una sola frase. Era lo único que había estado en sus labios desde el principio.
Basster sacudió la cabeza con incredulidad. Es la peor sensación que existe. Todo lo que estaba haciendo era chantajearla, intentando que limpiara lo que él había ocasionado.
Se sintió ridículo por haberle hablado en ese tono, por haberle dicho que esperaría en primer lugar. Ahora estaba aterrorizada porque estaba en una posición de desventaja.
Siempre había sido así. La razón por la que creía estar tan cerca de ella era su consideración hacía él. Se mantuvo firme a mi lado, soportando sus propios miedos bajo mi insistencia de ser mejor persona.
Fue yo quien no vio nada y la obligó a ocultarme esta gran verdad. Basster aspiró y cerró los ojos lentamente.
«No es así».
Basster sacudió lentamente la cabeza. Con toda la calma que fue capaz de reunir, habló con toda la dulzura que pudo.
«Lo siento no es lo que quiero oír, Karinna.»
Lo único que quiere saber es sobre ella. Lo que pensó, lo que sufrió, lo que vivió. Basster parpadeó lentamente y permaneció en silencio.
«Quiero oír los hechos, Karinna».
Volví a hablar y ella guardó silencio durante otro largo instante. ¿Qué pasaba por su cabecita? Basster se odió por tener que esperar a que ella hablara.
Aun así, lo único que podía hacer era esperar. Basster esperó, deseando que ella volviera a hablar. Afortunadamente, después de mucho tiempo, lo hizo.
«Nitens él es, de hecho, tu hijo biológico» respondió Karinna, carraspeando a duras penas. El corazón le latía deprisa. Sus venas parecían a punto de estallar. Por un momento, se sintió abrumada por el miedo.
Basster cerró los ojos con fuerza. Karinna se concentró en inspirar y espirar, sin levantar la vista.
Sabía que lo ha hecho mal. Sabe que ha cometido un pecado. Y sin embargo, por miedo a alejarlo más de su lado, no habla.
«Lo siento, Basster.»
Karinna sacudió lentamente la cabeza y se disculpó una vez más. Fue una disculpa dolorosa. Una disculpa desgarradora y llena de miedo. Inclinó lentamente la cabeza cada vez más.
Estaba prácticamente postrada en la cama, enterrando la cara en su regazo. Basster cerró los ojos de dolor al ver su frágil espalda encorvada.
«Lo siento, fue una coincidencia que te conociera ese día…»
Karinna rebuscó lentamente y en voz baja en su memoria aquel día. Aunque hacía mucho tiempo de eso, no lo había olvidado. El color se había desvanecido, pero nunca lo olvidó del todo y, si lo buscaba a tientas, no tardaría en resurgir.
«Yo… salí de la mansión con la intención de quedarme embarazada, es cierto, en ese momento mi compromiso con el conde Bufo estaba en marcha y yo… lo odiaba terriblemente».
Sólo de pensarlo se le revolvía el estómago y le provocaba nauseas. Decir que lo odiaba era poco. A pesar de repetirse a sí misma docenas de veces que era una decisión estúpida, Karinna no podía volver atrás en el tiempo.
«Así que te utilicé, en realidad habría utilizado a cualquiera, no a ti, porque así era de inmadura… en ese entonces».
Karinna cerró los ojos con dolor. Confesar la verdad le costó al principio, pero una vez fuera, se le escurría de la boca. Karinna habló despacio y con desesperación.
«Sí, lo hice, y pretendía aprovecharme de ti, por eso lo hice… No te lo dije, y me siento muy mal por ello».
«Fue algo que permití que ocurriera».
Basster no aguantó más e interrumpió a Karinna. Los ojos de Karinna se abrieron de par en par y levantó lentamente la cabeza. Los ojos rubíes de Basster, que hacía tiempo que no veía, estaban llenos de furia.
Vio cómo en sus ojos se encendió la ira, la furia roja centelleaba en sus iris. Karinna podía verlo. Parecía como si lava hirviente fuera a desbordarse en cualquier momento.
Karinna miró a Basster a los ojos y quedó hipnotizada.
«Te di permiso. Soy un adulto, e hice un juicio de valor, y decidí ayudarte… ¡Tenías mi permiso, Karinna! Permití que te acercaras a mí y también me aproveché de eso, la semilla que planté en ti también me pertenece. Lo ocurrió esa noche fue cosa de los dos».
Basster gruñó y dio un paso hacia Karinna. Cuando ella se sobresaltó e intentó retroceder, él volvió a hablar. Su mirada penetrante la hizo apretar los puños.
«Después de todo, ambos tenemos la culpa. ¿Por qué dices que es tu culpa? Karinna.»
¿Basster es demasiado dulce o muy estúpido? Karinna se lo pensó un momento. En realidad, fuera cual fuera la respuesta, quizá no importara mucho ahora que estaban casados.
Si Karinna y Basster no se hubieran casado y Karinna lo hubiera conocido bajo otro tipo de situación, nunca se lo habría dicho. Ni siquiera si eso le causaba la muerte. Jamás.
Pero tal y como sucedieron las cosas, sabía que era un tema del que tendría que hablar en algún momento, aunque no sabía que sería hoy mismo.
«Si te hubiera dicho que esa era mi intención, ¿igual hubieras accedido?» preguntó Karinna, con aire de desprecio. Basster la miró sin palabras y dejó de respirar. Ella seguía pensando que era culpa suya. Su propia culpa, su propio pecado.
«No… Basster. No hace falta que lo expliques, te he utilizado para mi propia codicia».
«Karinna».
«En realidad quería a cualquiera menos a ti. Es mi pecado. Yo soy la que se aprovechó de ti con el pretexto de ayudarte».
Las palabras de Karinna cada vez contenían más fuerza. Era como si le exigiera que se enfadara con ella, que la culpara y castigara por eso.
Este pensamiento dejó a Basster sin habla.
No la culpaba. Claro, pensó que podría estar un poco molesto porque ella no había sido honesta, pero no tenía ninguna intención de hacerla pagar o sufrir por eso.
‘¿Por qué se muerde los labios hasta sangrar, como si estuviera acorralada, llena de tanta culpabilidad?’
«Estuve mal, Basster. No debería haberlo hecho. No debería haber dicho que sólo lo hacía por mi propio bien. No debí haberte empujado a esto…»
A Karinna se le llenaron los ojos de lágrimas. Basster inclinó la cabeza en un silencio atónito mientras las lágrimas de Karinna caían sin control al suelo, dejando marcas oscuras en la alfombra.
Enterró la cara entre las manos y exhaló dolorosamente. Había caído sobre su regazo e inclinado la cabeza en un instante como si su vida dependiera de ello.
«Hice algo que no debería haber hecho. A Nitens…»
Causó que Nitens creciera así. Había hecho todo lo posible por protegerlo, pero lo tuvo en un entorno en el que no podía reírse a gusto. Karinna siguió hablando galimatías con una expresión de dolor y angustia nunca antes vista
Como cumpliendo penitencia, enterró la cara entre las manos y lloró desconsolada. Basster la miraba incrédulo, sin atreverse a tenderle la mano. Quería decirle que estaba bien, pero no le salían las palabras.
¿Le gustaría que le dijera eso? ¿Me escucharía? No, sólo buscaba a alguien a quien culpar. Alguien que le dijera que lo que hizo fue lo peor y arruinó la vida de todos los que estaban a su alrededor.
Así que él no sería de ninguna ayuda. No había nada que pudiera decirle mientras buscaba en su cerebro cien razones por las que estaba bien.
Aun petrificado, Basster la miró sin decir palabra. La sostuvo en sus ojos. Quería rodearle los hombros temblorosos con un brazo, decirle que lo sentía, pero temía lastimarla aún más.
«Lo siento, Karinna. No quise causar esto» tartamudeó Basster.
Quise hacer algo para consolarla mientras sollozaba como si su mundo se hubiera derrumbado, y me quedé sin habla al ver cómo sus lágrimas hacían marcas cada vez más grandes en la alfombra y su regazo.
«No quería hacer esto, sólo quería escuchar tu historia, lo que pensabas, por qué lo hiciste, por qué tuviste que ocultármelo…»
Eso fue todo. Basster hablaba con el corazón.
Karinna siempre se mostraba impasible, indiferente e inexpresiva. No solía mostrar sus verdaderos sentimientos. Incluso cuando decía que lo sentía y le daba las gracias, era siempre con poca emoción, así que él no podía creer que llorara tanto.
«Es que… Es solo que… no estaba pensando en qué hacer contigo o cómo hacerte pagar, yo solo, sólo quería escuchar tu historia… Karinna».
Karinna seguía sin levantar la vista. Seguía llorando. Lágrimas de dolor. Ya había sufrido bastante. Ni siquiera escuchaba.
Basster presintió que lo que ella estaba esperando escuchar era su desprecio. Estaba esperando el momento de ser castigada. Parecía que quería que la culpara.
«Mírame, por favor. No era esto lo que deseaba».
«Yo solo… no quería echarte la culpa de nada, Basster» dijo Karinna al cabo de un largo rato. Su rostro se contorsionó lentamente y sus ojos se cerraron de dolor. Basster levantó la mano para levantarle la cara, que aún huía de él.
«Dame un respiro, Karinna.»
«Basster, yo soy la culpable…»
Karinna volvió a abrir la boca sin levantar la vista. No quería mostrar su cara descompuesta, y no se atrevía a mirar a Basster cuando hablaba así.
«Siento que todo esto es por mi culpa. Si lo hubiera soportado, nada habría pasado. Nitens no habría sido infeliz, y yo no habría tenido que engañarte como lo hice».
Quizá sea mejor que esté, aunque sea un poco descontento con ella.
De hecho, casi todas las mujeres eran criadas así. Somos el ganado de la aristocracia. Criadas bien, hermosamente y con las mejores cualidades, para luego ser vendidas por una generosa suma de dinero a un buen prospecto.
Algunos tendrán buenas relaciones con sus familias. Algunas serán respetadas y tendrán opciones de crecimiento. Algunas serán mayordomos, otras caballeros y otras tendrán la suerte de abrirse camino por sí mismas.
Pero ella no lo hizo. Creyó tener más oportunidades que las únicas que se le mostraban. Su mayor arrepentimiento fue no conformarse a vivir como las demás.
Si me hubiera conformado, no habría pasado nada malo, o eso pensaba a menudo. Si hubiera permanecido sola, nada de esto habría ocurrido.
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Divagaciones de la traductora: ¡¡SÍ!! ¡Lo sabe! Ahora Karinna si podrá sanar completamente y Basster la amará aún más, ahora que sabe que ella es la persona que tanto buscó en el pasado… Ay mis niños, ya se están volviendo una verdadera pareja… ¡Tú puedes Basster! No te rindas nunca con Karinna y Nitens (っ ͡> ▿ ͡<)っ🎔
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