ELDD – 37

Capítulo 37 – Rastros de una Mujer

 

Psyche se sorprendió tanto que echó la parte superior del cuerpo hacia atrás de golpe.

Casi se cae. Apenas logró mantener el equilibrio, pero en una fracción de segundo, los dos casi se tocan.

Claude, que lo observaba, se quedó boquiabierto.

Si Clint hubiera extendido la mano e intentado agarrar algo, podría haberle agarrado su cabello.

[‘No, ¿por qué hace algo que nunca ha hecho antes?’] (Alexandro)

Alexandro, que ya no aguantaba más, dio un paso al frente.

Se acercó al lado de Clint, miró a su alrededor y se encogió de hombros.

[‘No hay nada. Creo que sería mejor echar un vistazo rápido a otro lugar.’] (Alexandro)

[‘…’]

Las cejas de Clint se alzaron.

Significa que hay algo que le preocupa.

[‘Señora…’]

Murmuró para sí mismo de nuevo.

Pero poco después se rindió también.

Miró a su alrededor una vez más y se alejó de Psyche.

[‘Volvamos. Este lugar parece una casa abandonada.’]

[‘¿Verdad? Vayamos a buscar a la Señora rápido. Si vamos más al norte de aquí, seguro que veremos el castillo.’] (Alexandro)

Alexandro se aferró a Clint, que se alejaba lentamente, tratando desesperadamente de seguirle el ritmo.

Añadió que sin duda encontrarían a Psyche, mostrando una actitud optimista, sin siquiera saber que Psyche estaba frente a él.

Después de eso, miraron alrededor de la puerta un buen rato antes de continuar.

Cuando se fueron, Psyche perdió la fuerza en las piernas y se desplomó en el acto.

“¡Señora!” (Claude)

Claude se apresuró a socorrerla.

“Ja… Estoy tan sorprendida.”

Trató de detener el temblor en sus manos, juntándolas.

De hecho, estaba tan nerviosa por enfrentar a Johnny que no sabía qué hacer.

Una parte de ella quería salir con fuerza, sabiendo que él era débil ante los fuertes y fuerte ante los débiles, pero otra parte de ella contenía la inquietud en su corazón, porque esa era la primera vez que exponía su caso de esa manera.

Le preocupaba que descubriera sus pensamientos internos, así que se expresó con más fuerza.

Pero…

Clint apareció en medio de todo eso.

Se alegro de permanecer de pie y no haberse derrumbado en el acto.

“Lo ha hecho muy bien, señora.” (Claude)

Claude sonrió y dijo en voz baja.

“Te dije que estaba temblando por dentro, ¿verdad?”

“¿Qué? No exagere.” (Claude)

“¡Es verdad!”

Claude bromeó para tranquilizar a Psyche, cuyo cuerpo estaba rígido.

El cuerpo de Psyche, que aun temblaba ligeramente, lo hizo ver lo nerviosa que estaba.

“Uf…”

Un suspiro de alivio salió de repente.

Aun así, ella mantuvo obstinadamente a su posición.

Aunque estuviera en la bancarrota y sin nada en las mano.

Defendió lo que su padre le había dejado.

Psyche rompió a llorar de repente.

“Demasiado… Tenía demasiado miedo.”

Por Johnny y también por el Duque que vino a buscarla.

Fue una serie de eventos inesperados.

Por las cosas que no podría manejar ni siquiera usando su ingenio.

Se mantuvo firme ante esa miserable realidad y la soportó sola con su rabia.

Eso fue todo lo que pudo hacer.

“Eso, por sí solo, es realmente asombroso.” (Claude)

Claude dijo con sinceridad.

En respuesta, Psique parpadeó para contener las lágrimas.

Intentó consolarse pensando que todo estaba bien.

Cuando todos se habían ido, ella enderezó su corazón, que se había desplomado por sí solo a sus pies.

“…”

“Todos se han ido. Ahora, es realmente la Dueña de este castillo.” (Claude)

Dijo Claude con una sonrisa.

No podía creerlo.

Era la primera vez que lograba algo por sí misma…

Psyche pronto se sintió invadida por un extraño estado de ánimo.

Estaba contenta, pero también agridulce.

Había perdido tanto hasta ahora.

No volvería a perder nada, se prometió a sí misma.

 

***

 

Pasaron cuatro años.

Psyche se convirtió en el honorable Señor de Alistair con pleno derecho, y Claude se convirtió en su fiel ayudante.

Schild también había crecido y se había convertido en una niña adorable.

Ella había decidido adoptar el apellido de la línea colateral por si el Duque volvía a buscarla.

En el proceso tuvo que llevar a su prima y a algunos otros miembros de la familia colateral al Castillo de Alistair, pero el resultado no fue tan malo.

No fue una mala decisión mientras pudiera mantener a Johnny bajo control.

Se cambió el nombre y vivió una nueva vida.

Sentía que por fin había vuelto a una vida un poco más normal.

No podía vivir la vida abundante y lujosa de un noble, pero su corazón estaba más tranquilo que antes.

Claro que, cuando estaba sola, de repente se angustiaba pensando en Clint o en el bebé que había perdido y era doloroso, pero decidió no pensar más en ello.

Decidió no obsesionarse con los lazos que ya había roto.

Porque pensar en el bebé que ya la había abandonado no iba a traerlo de vuelta.

Pensó que todo lo que tenía que hacer era adaptarse a la realidad actual.

“Se…, no. Mi Lord. ¿Qué hacemos con esto? ¿Lo pongo aquí?” (Claude)

Claude, acostumbrado a llamarla señora, se rascó la nuca con torpeza y preguntó.

“No me preguntes a mí, pregúntale a Schild.”

“¿Ah, es así?” (Claude)

Claude se detuvo al entrar con una gran caja de regalo.

“Sí. Es el cumpleaños de Schild. Los deseos del protagonista son lo más importante.”

Mientras Psyche hablaba, revisaba los documentos en la oficina, Claude dejó el regalo en un rincón y se acercó a ella.

Luego le arrebató rápidamente la pluma que ella tenía.

“¿Qué crees que estás haciendo?”

Psyche parecía molesta y preguntó, subiéndose las gafas que se le habían caído por el puente de la nariz mientras miraba a Claude.

“A Schild le encantaría que la Señora, o mejor dicho, el Lord, jugara con ella…” (Claude)

Ella hizo una mueca de desaprobación.

“Sabes que estoy ocupada.”

“Estoy seguro de que no es así. Debe estar diciendo eso porque teme encariñarse con Schild y lo pone como excusas para evitar desmoronarse de nuevo si tiene que separarse cuando encuentre a sus padres más tarde.” (Claude)

“…”

Psyche evitó ligeramente la mirada de Claude ante esas palabras.

Era cierto.

En el fondo de su corazón, Psyche quería mucho a Schild, pero siempre le preocupaba que un día sus padres aparecieran y le pidieran que se la devolviera.

Por supuesto, cuando pensaba que la niña debía volver con sus padres, no podía evitar que un rincón de su corazón se agitara.

Además, a medida que Schild crecía, más se preocupaba por Psyche, cuidándola como si ella fuera su madre.

Sin embargo, cuanto más lo hacía, más quería ella distanciarse de Schild.

Claude, que era un hombre perspicaz, no podía ignorar su comportamiento.

“No tiene que hacer eso. No la lastime sin motivo y simplemente ámela lo suficiente.” (Claude)

Dijo Claude, sonando implorante.

“…”

Psyche también quería hacer eso. Sin embargo, ella tenía otra razón.

Cuanto más la siguiera Schild como una madre, más pensaba ella en su hijo perdido y no podía soportarlo.

Claude no sabía que había perdido a su hijo. No pensó en ello tan profundamente.

Psyche asintió a regañadientes.

“Por cierto, Schild cumplirá tres años pronto. ¿No es ya hora de que hable? Es lenta, salvo para balbucear. Por favor, préstenle atención.” (Claude)

“…Vale, vale, deja de molestarme.”

Psyche frunció el ceño.

<¡Pum!>

Al mismo tiempo, la puerta de la oficina se abrió de golpe.

La niña que entró con las mejillas sonrojadas era Schild y tan pronto como vio a Psyche, agitó los brazos como si estuviera muy contenta y corrió directamente hacia Psyche.

“Oh, Schild, entra en silencio. El Lord tiene mucho que hacer.” (Helen)

Quien seguía a Schild era nada menos que la prima de Psyche, Helen.

“No, está bien. Estaba a punto de tomarme un descanso. ¡Schild!”

Psyche extendió el brazo, y Schild, como si lo hubiera estado esperando, la abrazó de inmediato.

Helen, que había llegado cargando con un montón de documentos, los dejó sobre la mesa con dificultad y se sacudió el polvo de las manos.

“Oh, Claude también estás aquí.” (Helen)

“Sí, estaba a punto de salir. Cuéntale tus historias.” (Claude)

Claude observó con satisfacción cómo Schild abrazaba a Psyche y salió del despacho.

Helen, que lo observó con desagrado, volvió a mirar a Psyche y a Schild.

“¡My, Myaaa!” (Schild)

Las mejillas regordetas de Schild estaban sonrojadas y no dejaba de balbucear mientras jugueteaba con el cabello de Psyche, como si le gustara.

Helen, que parecía disgustada con eso, se acercó a ellas y murmuró débilmente.

“Tú no eres su hija…” (Helen)

“¡Tsk! ¡Te dije que no dijeras esas cosas!”

Pero Psyche la interrumpió con una furia ardiente.

“Entiendo, entiendo.” (Helen)

Helen levantó ambas manos en señal de rendición.

“No. Pero… Hermana mayor, necesitas ir buscando un verdadero sucesor.” (Helen)

“¿Sucesor?”

“Sí. Debería volver a casarse, y transmitir el señorío. ¿Verdad? Hermana mayor, cuan difícil fue conseguir este asiento. ¿Verdad?” (Helen)

Ella le preguntó dos veces ‘¿Verdad?’, mirando a Schild con desaprobación.

“No me digas que vas a heredarle este asiento a una hija que ni siquiera tiene parentesco de sangre contigo, ¿verdad?” (Helen)

“¡Helen!”

“Ah, ya entiendo.” (Helen)

Cuando Psyche gritó furiosa, Helen volvió a hacer pucheros y añadió:

“Pero, aun así, hermana mayor. Lo digo en serio.” (Helen)

“Gyaa, myaa.” (Schild)

Schild seguía sentada en el regazo de Psyche, jugando con sus dedos.

“Sé a qué te refieres.”

Probablemente le estaba diciendo que tuviera un hijo que herede el señorío por el que tanto se había esforzado y que consiguió con tanta dificultad.

Psyche suspiró profundamente. Sus palabras tenían sentido, pero no se atrevía a casarse de nuevo.

“¡Ah! Por cierto, ¿fue justo ayer? ¿Escuche que un noble descendió del Capital Imperial? Dicen que es un noble de muy alto rango, entonces ¿por qué no lo atrapas y te casas de nuevo?” (Helen)

“¿Qué?”

Psyche se levantó sin darse cuenta al oír esas palabras.

“¡Buahh, buau, buau!” (Schild)

Schild cayó de rodillas de repente y rompió a llorar por la sorpresa.

“¡Hermana mayor! ¡Está llorando!” (Helen)

“Ay, lo siento. Schild, ven aquí. ¿Estás bien? Te daré un abrazo.”

“Eh… hum.” (Schild)

Mientras Psyche intentaba consolar a Schild, se detuvo en seco.

Al observar la escena, Helen volvió a abrir la boca.

“¿Buscaba a alguien? Bueno, creo que así era.” (Helen)

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