
Capítulo 65: Me Fugo con la Princesa
Ji Zhen Tang le cantó una canción de cuna, con una voz suave y dulce, como el viento nocturno que acariciaba las viejas casas de madera flotante de la costa y mecía los helechos en el patio.
Tanto la canción como el aroma a hierba tenían un toque astringente.
En esa noche estrellada, tras el desvanecimiento de los fuegos artificiales, la luna brillante sobre el mar estaba envuelta en una bruma tropical, mientras las mareas ondulantes seguían el ritmo de la melodía, y juntos se sumergían en una noche de hermosas flores y luna llena.
Tras un largo viaje, se acomodaron al sonido de la marea.
Zhong Yu Bai escuchó en silencio hasta el final, luego lentamente levantó la vista para encontrarse con su mirada expectante.
Dijo que sonaba bien.
Luego, acariciando suavemente las puntas de su cabello, preguntó en tono caballeroso: “¿Puedo quedarme a pasar la noche, señorita casera?”
“Disculpe, señor Zhong.” – Ji Zhen Tang lo miró con una sonrisa. – “De ahora en adelante, puede quedarse todo el tiempo que quiera; no hace falta que me lo pida. ¡Mi puerta siempre está abierta para usted!”
Zhong Yu Bai sonrió felizmente: “Se limita solo a mí.”
“Por supuesto, solo a ti.”
La llave seguía en su mano. Ji Zhen Tang echó un vistazo y dijo con un suspiró: “Todavía no siento que sea real.”
Parecía un sueño.
“Estar contigo cada día es como un sueño.”
Ji Zhen Tang recordó que le había dicho que no debía despertar de su sueño. Es difícil para la gente cumplir sus promesas, sobre todo una tan grande; él las hacía con tanta facilidad y las cumplía con la misma facilidad.
“¿No es bueno soñar?” – Respondió Zhong Yu Bai con calma. – “Mientras tenga la capacidad, puedo asegurarte de que estarás a salvo en este sueño.”
“¿Qué capacidad?” – Preguntó Ji Zhen Tang, parpadeando.
Zhong Yu Bai respondió: “La capacidad de trabajar, la capacidad de amar.”
Ella levantó la llave: “¿Es este tu uno por ciento?”
“Menos de una diezmilésima parte.” – Dijo él, comprendiendo su miedo a la riqueza inesperada, y la consoló. – “Esta casa no es tan cara; es mucho más económica que una vivienda independiente, así que no hay necesidad de preocuparse demasiado.”
Ji Zhen Tang permaneció escéptica, pero después de un rato dejó escapar un suspiro de alivio.
Ella añadió: “Pero la vista es magnífica; sí que eres bueno eligiendo.”
Él respondió racionalmente: “Esa es la parte que a mí también me gusta.”
Después de decir eso, recordó algo, y Zhon Yu Bai le informó: “Mañana hay una cena; ven conmigo.”
Ji Zhen Tang se quedó atónita: “No traje ningún vestido bonito.”
Zhong Yu Bai fue realmente meticuloso y dijo: “Ya está arreglado hace tiempo; alguien lo entregará mañana.”
La persona que entregó el vestido llegó al mediodía del día siguiente.
Era un vestido de princesa color champán, y la falda dorada brillaba increíblemente bajo la luz del sol. A pesar de la discreción y humildad de Zhong Yu Bai, como ponía su corazón en ella, la hacía brillar al máximo, como si vistiera a una muñeca, con el dobladillo de la falda incrustado con pequeños diamantes que reflejaban sus expectativas.
Ji Zhen Tang se puso el vestido y se dio la vuelta; la tenue luz del sol dispersa bajo sus pies parecía un círculo de estrellas cayendo de su cuerpo.
La falda del vestido era muy larga y ocultaba perfectamente sus pies.
El hotel se llamaba Changuel, derivado de los caracteres chinos que significan ‘Gran Duque*.’ El lugar del banquete se celebró justo en el jardín de la planta baja del edificio de Ji Zhen Tang y ella se dirigió allí en el coche de Zhong Yu Bai.
(N/T: 長爵 (Zhangjue) = Gran Duque / Gran Caballero.)
Zhong Yu Bai llevaba un sencillo pero clásico traje de terciopelo negro que no podía fallar y eligió una corbata con ribetes dorados a juego con su vestido, sujeta con un impecable nudo Windsor cuadrado y suave.
El hombre se sentó tranquilamente, irradiando elegancia y grandeza, con un porte refinado y noble.
En el coche, la ayudó a atarse el cabello. Ella lo miró a través del espejo.
Zhong Yu Bai había mencionado antes que no le gustaba que otros le tocaran el cabello, así que captó la indirecta y no invitó a un estilista.
Al observarlo trenzarle el cabello con delicadeza, Ji Zhen Tang quedó ligeramente hipnotizada.
Por un lado, admiraba su omnipotencia y por otro, la conmovió la suavidad de sus rasgos en ese momento.
Ese día era raro sin lluvia, y la brillante luz del sol caía sobre sus hombros, haciéndolo lucir brillante y alegre, lo que no se suponía que fuera su caso.
Sus rasgos eran atractivos y reservados, claramente la imagen de un hombre joven y prometedor, completamente ajeno con la palabra ‘viejo’, sin embargo, psicológicamente, era mucho más maduro y meticuloso que muchos hombres de treinta y tantos años.
Ji Zhen Tang se sintió inferior a él en términos de paciencia.
Después de peinarle el cabello, Zhong Yu Bai pensó que el resultado era aceptable. Tras examinarlo un momento, comentó: “La práctica hace al maestro; la próxima vez será aún más bonito.”
Ella sonrió y sacudió la cabeza para dejar que su cabello cayera con más naturalidad.
El Grand Hotel Changuel tenía invitados VIP internacionales, así que ese día celebraron un gran banquete.
Sin necesidad de usar tacones altos, Ji Zhen Tang sintió una oleada de confianza, desenvolviéndose como pez en el agua en el ambiente social de fama y fortuna de sus amigos internacionales. La primera vez se sintió fuera de lugar, la segunda se familiarizó y, a la tercera, se convirtió en un gran éxito.
En el banquete, Ji Zhen Tang conoció a Li Da, socio comercial de Zhong Yu Bai, de quien se decía que era otro importante accionista del hotel.
Li Da trajo una copa de vino y brindó con ella.
Zhong Yu Bai abrazó a su novia, presentándola y mencionando a Ji Zhen Tang que Li Da era alguien a quien conocía desde la infancia.
Aunque Li Da era un hombre de negocios, tenía un comportamiento amable y gentil, y una mirada amable y honesta, y no paraba de elogiar a Ji Zhentang, diciendo que era una niña demasiado guapa. <imreadingabook.com.pe>
Ella, rebosante de alegría, siguió diciendo gracias tío.
Después de que Li Da terminó sus amables palabras, insinuó sutilmente algo sobre Zhong Yu Bai, dando a entender que tenía algo que discutir con él.
Zhong Yu Bai respondió: “Puedes decirlo aquí.”
No le pidió a Ji Zhen Tang que se fuera.
Li Da los miró a ambos y luego sin dudarlo más, sacó un reloj de su bolsillo y dijo en voz baja: “Este es el legado de tu madre.”
Zhong Yu Bai se quedó mirando el objeto que tenía en la mano durante un largo rato, incapaz de reaccionar por un momento.
Su expresión era tranquila, pero Ji Zhen Tang percibió su tensión cuando los dedos que rodeaban su cintura se apretaron ligeramente.
“Por fin lo encontré.” – Tras una pausa, Zhong Yu Bai miró a Li Da y tomó el reloj.
Li Da dijo: “Lo tenía uno de los hombres de Ting Song Hall que vivía escondido en Penang con otro nombre, me llevó mucho tiempo encontrarlo. Esto es lo que tu madre le dio antes de morir; contiene sus últimas palabras. Creí que era necesario que lo vieras.”
Zhong Yu Bai abrió el reloj de bolsillo y un pañuelo de satén casi se cayó del interior, no lo desdobló de inmediato, temiendo que se cayera al suelo, en cambio, lo guardó rápidamente con los dedos y lo cerró.
Él sonrió con calma y dijo: “Mi gratitud contigo es tan profunda como una montaña*.”
(N/T: *恩重如山» (ēn zhòng rú shān) significa «la gratitud es tan profunda como una montaña». Es una expresión china que describe la profundidad y la magnitud de la gratitud, comparable al peso y la altura de una montaña. Se utiliza para expresar la profunda gratitud que uno siente hacia alguien que ha hecho mucho por él, como los padres.)
Li Da, con una mezcla de sentimientos encontrados, suspiró: “Tenía una profunda amistad con ella y no quería que se fuera sin claridad. Siempre sentí que había dejado algo atrás, ya fuera injusticia o esperanza. De lo contrario, la vida se siente como un viaje vacío. Aunque tu madre pudo haber parecido débil, en el fondo tenía un corazón muy fuerte.”
“En este punto, no tengo más remedio que aceptar que este es el final.” (Li Da)
Mientras hablaba, su mirada se posó en el reloj oxidado en la palma de Zhong Yu Bai, lleno de emoción.
“Sin embargo, creo que ella será feliz en su próxima vida.” (Li Da)
Zhong Yu Bai también bajó la mirada hacia el objeto; una leve sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios, como si estuviera aliviado, y dijo en voz baja: ‘Quizás.’
La mesa se sumió en un breve silencio, Zhong Yu Bai no volvió a sacar el pañuelo, que posiblemente tenía algo escrito, tal vez porque no se atrevía o porque no le importaba.
Ji Zhen Tang sintió que no le importaría.
Sin querer pensar más, ella desvió la vista hacia el arcoíris afuera, tomó un sorbo de jugo de coco y, con la vista periférica, captó el alto e ilusorio puente.
“¡Mira afuera!”
Zhong Yu Bai levantó la mirada en respuesta y tras ver caer una breve lluvia vespertina, el cielo se tiñó de colores, pero, por desgracia, los altos edificios le permitían ver solo una parte del arcoíris.
Ji Zhen Tang se puso un poco ansiosa; ella realmente quería salir y mirar el arcoíris cinco veces por minuto. Golpeó el suelo con el pie y sus ojos decían: ¿Por qué no han terminado todavía?
“¿Quieres salir y echar un vistazo?” (Zhong Yu Bai)
Zhong Yu Bai la miró y, tras pensarlo un momento, cogió su chaqueta y dijo: “Vamos.”
Ella estaba extasiada: “¡Eso es genial!”
Tras obtener la aprobación del líder, Ji Zhen Tang recogió la falda de su vestido y se levantó. – “¡Dense prisa; tomemos el MRT*! ¡La vista es mejor allí! ¡Rápido, o desaparecerá pronto!”
(N/T: *En transporte, MRT significa «Tránsito Rápido Masivo» (Mass Rapid Transit), un sistema de transporte ferroviario urbano.)
Zhong Yu Bai rió entre dientes, queriendo sugerir que podía pedir un coche, pero Ji Zhen Tang ya había salido corriendo con impaciencia.
No tuvo más remedio que salir con ella.
Mientras cruzaban la concurrida avenida a toda velocidad, ella se transformó en una luz color champán, corriendo hacia delante con la falda del vestido levantada y su velocidad era muy rápida gracias al par de zapatillas que llevaba ese día.
Zhong Yu Bai llamó a Li Da para despedirse rápidamente, y cuando volvió a levantar la vista, ella ya se había abierto paso entre la multitud, casi desapareciendo de su vista.
Por largas que fueran las piernas de Zhong Yu Bai, no podía igualar su velocidad, por lo que no tuvo más opción que correr junto a ella hacia la estación.
Ambos iban elegantemente vestidos, pero no llamaban mucho la atención; había demasiados hombres y mujeres coloridos alrededor, y no eran los únicos que perseguían el arcoíris.
“¡Apresúrate…!” – Ji Zhen Tang exclamó, mirando la hora y volvió a mirarlo, agitando el brazo hacia adelante. – “¡Tenemos cinco minutos para alcanzar el siguiente, todavía hay tiempo! ¡Vamos! ¡Alcancemos el arcoíris!”
Entre los imponentes edificios y bajo el vibrante puente de arcoíris, en el tráfico congestionado, en las calles cercanas al mar donde la multitud era densa, tenía que esquivarlos constantemente y controlar su paso todo el tiempo.
Acostumbrado a una vida en la que lo recogían y lo dejaban en coche, Zhong Yu Bai experimentó una sensación surrealista en ese momento como si estuviera en un sueño.; le costaba volver a experimentar momentos tan imprudentes en su vida.
Desde atrás, el cálido resplandor del crepúsculo caía sobre sus hombros. Bajo el cielo despejado tras la lluvia, era casi de noche y la noche azul estaba a punto de desplegarse, pero por todas partes estaba lleno de una vitalidad fresca y libre.
El alma reservada y contenida, como un trozo de papel arrugado que había estado enrollado durante miles de años, finalmente se estiró lentamente en esa calle donde la gente podía correr libremente sin miedo a ser observado, ganando espacio para respirar.
Ella señaló al cielo y lo miró con una sonrisa.
Zhong Yu Bai no pudo oír con claridad lo que decía, pero captó las señales de felicidad en sus ojos, y una pizca de calidez floreció en la comisura de sus labios.
Sus zapatos eran cómodos, pero lo malo era que su falda era demasiado esponjosa, y Ji Zhen Tang corrió sin cuidar los bordes.
El dobladillo de su falda chocó con el bolso de una mujer que estaba en la parada del autobús.
Con un golpe sordo, el bolso de cuero cayó al suelo.
Ella no se dio cuenta en absoluto y ni siquiera giró la cabeza.
Pronto, la bolsa fue recogida por Zhong Yu Bai.
Le quitó el polvo y se lo devolvió a la mujer, diciendo solemnemente y con tono de disculpa ante su mirada atónita: “Sorry, the princess and I are eloping”
(N/T: Lo siento, la princesa y yo nos estamos fugando… Hablan en Ingles.)
La mujer sonrió sorprendida, sus ojos se iluminaron y se encogió de hombros: “That’s ok, congratulations!”
(N/T: ¡No pasa nada, felicidades!)
Él sonrió y respondió: “Thank you.”
Al anochecer, cuando la puesta de sol era infinitamente hermosa, Ji Zhen Tang entró en el MTR justo cuando las puertas estaban a punto de cerrarse. En el vagón abarrotado, la persecución finalmente se detuvo.
Zhong Yu Bai estaba detrás de ella, protegiéndola.
Las puertas se cerraron lentamente.
No quedaban asientos disponible, Ji Zhen Tang, jadeando y con las manos en las caderas, lo miró y dijo con una sonrisa: “¿Nunca has tomado el MTR? Es casi igual a esto, lleno de gente.”
Sin embargo, el vagón del MRT solo tenía tres compartimentos, elevados sobre rieles para transportar pasajeros que hacían turismo.
Zhong Yu Bai sonrió amablemente, apoyando la palma de la mano en el cristal, se inclinó ligeramente para mirar el cielo. – “No es una mala experiencia.”
Ya sea que fuera realmente buena o que solo intentara complacerla, Ji Zhen Tang rió con ganas y levantó la mano para ayudarlo a enderezar su la corbata ligeramente torcida.
Mientras el tren se alejaba lentamente, ella se inclinó cerca de la ventana, contemplando el paisaje exterior mientras caía la noche.
Zhong Yu Bai estaba de pie detrás de ella, puso su palma sobre el dorso de su mano y entrelazó suavemente sus dedos con los de ella.
Fue solo un toque superficial, sin un agarre firme.
En ese sutil momento, de pie en su abrazo, sintió una sensación de felicidad, como si estuviera rodeada de amor.
En la visión periférica de Ji Zhen Tang, mucha personas estaban tomando fotografías del arcoíris con sus teléfonos móviles.
Nadie los reconoció, y nadie se acercó a saludar cortésmente al ‘Jefe Zhong.’
Nadie los miraba con recelo, pensando que no eran dignos el uno del otro.
En ese momento, no eran un gran jefe y una artista; eran solo dos personas comunes profundamente enamorados entre la bulliciosa multitud, buscando el fugaz momento de felicidad que se extendía por el cielo.
Los colores del arcoíris se desvanecieron lentamente en la profunda noche azul.
El vagón estaba iluminado, y Ji Zhen Tang vio el reflejo de sus ojos en la ventana.
Ella ya no miraba el cielo nocturno que descendía, sino que observaba en secreto su expresión.
El tren pasó entre un grupo de cocoteros.
Zhong Yu Bai contempló el arcoíris con una leve sonrisa, con cada recuerdo de ese lugar vívido en su mente.
“¿Recuerdas este lugar? De pequeña, venías aquí; mi tío abrió una sucursal de helados aquí y hacía una marca de helado que te encantaba.” (Zhong Yu Bai)
“Este lugar solía ser un parque de diversiones; montábamos en el carrusel cuando tenías solo dos años. Ahora está todo abandonado.” (Zhong Yu Bai)
“Más adelante está la playa donde las llevé a ti y a tu madre a dar un paseo en yate.” – Dijo, mirando a la aturdida Ji Zhen Tang. – “¿Lo has olvidado todo?”
De repente, ella volvió en sí: “Ah, ahora que lo mencionas, ahora lo recuerdo.”
Zhong Yu Bai sonrió levemente y no la expuso.
Ji Zhen Tang no le prestó mucha atención; simplemente se sintió feliz por su expresión en ese momento.
Este tipo de emoción rara vez aparecía en los ojos de Zhong Yu Bai.
No era una alegría nacida de su felicidad, sino un sentimiento que brotaba naturalmente de su corazón.
En el compartimento lleno de gente, se acurrucaron el uno junto al otro. Mientras el tren se sacudía y se balanceaba, se encontraron en ese mundo desconocido pero familiar.
Ji Zhen Tang lo escuchó relatar algunos eventos del pasados mientras ella observaba el cristal húmedo, intentando recordar.
Independientemente de si podía recordarlos o no, eran sus recuerdos.
En ese momento, el tren atravesó los cocotales y las olas del mar, no viajando de un extremo al otro del arcoíris, sino retrocediendo brevemente a su infancia y juventud que nunca regresaría.
Después de atravesar los recuerdos descoloridos y amarillentos de tiempos pasados, finalmente llegaron a un hermoso sueño donde los años fluyeron como un arroyo.
Él era un tejedor de sueños y también un soñador.
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