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EPP – 103

7 febrero, 2024

Capítulo 103 — De conformidad con las leyes

* * * *

  —¿No debería mantenerse esta noticia en secreto? Siento tanta vergüenza que no puedo mostrar mi cara en público.

La joven doncella había ido a la ciudad a hacer un recado y regresó corriendo en lágrimas. Los suspiros de quienes ya estaban enterados de la noticia la saludaron.

—No pueden imaginar cuánto me ridiculizan y se burlaron de mí los demás. Se me ha vuelto imposible mencionarle a nadie que trabajo para la finca del Gran Duque.

La criada jadeaba pesadamente mientras hablaba y cuando la última palabra se derramó, rompió a llorar una vez más. Últimamente parecía que todas las conversaciones se centraban en la Gran Duquesa, todo debido al escándalo. Se reveló que la Gran Duquesa era un miembro fraudulento de la Familia Real.

—Sé lo que quieres decir. — Dijo otro sirviente. —Ya me resulta imposible socializar con mis amigos. Incluso cuando la reputación del Príncipe estaba en su punto más bajo, nunca fue tan mala.

—De todo esto se desprende un golpe de buena suerte. — Dijo otro sirviente. —¿Qué tan conveniente es que surja la noticia del embarazo de la Gran Duquesa y que sea demandada por fraude?

—Lo siento por el Príncipe, no puede divorciarse de su esposa ahora que está embarazada. Parece como si ella fuera a terminar arrastrándolo con ella.

—¿Por qué pensar así? Se separó de la Princesa Gladys mientras ella estaba embarazada. Entonces, ¿cuál es la diferencia con la Gran Duquesa?

Con cada comentario, la tensión en la sala se hacía más profunda. Quienes apoyaron a la Gran Duquesa se quedaron sin palabras e incluso si salieron en su defensa, los comentarios sólo se volvieron más difamatorios. Era más seguro para todos si permanecían en silencio al respecto.

—El Príncipe está trabajando diligentemente, día y noche, para solucionar este lío y, sin embargo, ella parece estar usando el embarazo como excusa. Lo único que hace es comer bien y dormir bien. Ni siquiera puedo empezar a imaginar lo cómoda que debe estar, como si no tuviera ningún sentimiento de vergüenza.

Como si los constantes golpes de burla fueran suficientes para invocar su nombre, sonó el timbre de servicio de la habitación de la Gran Duquesa.

—¿Ves con qué diligencia atiendo todas sus necesidades?

Un grupo que había simpatizado con las palabras burlonas se echó a reír. Era mediodía y el sol ardía, era hora de un refrescante almuerzo.

(N/T: Ojalá todos terminen de patitas en la calle.)

 

* * * *

 

—Debería comer más, Su Alteza. — Dijo la señora Fitz, mirando los platos medio vacíos. —Debes pensar en la salud del bebé, el doctor Erickson fue muy consistente, necesita comer y descansar por el bienestar de tu hijo.

Erna la miró con ojos en blanco y asintió con la cabeza. Agarró la cuchara y se metió la comida en la boca. Lo masticó y finalmente lo tragó.

—Lo está haciendo bien, Su Alteza.

Terminando lo último de su comida, Erna se dejó caer sobre el montón de almohadas detrás de ella. La señora Fitz y Lisa retiraron los platos y cubiertos usados.

Erna miró por la ventana, hacia la abrasadora tarde de verano. Se sentía tan confinada, como los calurosos días de verano, el caso de fraude de su padre y el embarazo, que todos se sentían como los anillos de una serpiente a su alrededor. Su nombre se estaba dando vueltas más que nunca.

No fue difícil descubrir la historia completa detrás del caso de fraude, que había llevado a la abrupta expulsión de Erna. Walter Hardy, su padre, había estado constantemente plagado de problemas financieros y había recurrido a vender el nombre de su hija a cambio de sobornos. En un esfuerzo por engañar, había falsificado una carta a nombre de su hija, la Gran Duquesa, usando su sello y todo. No fue culpa de la víctima haber confundido al perpetrador con la Gran Duquesa.

Erna dejó escapar un profundo suspiro mientras se masajeaba las manos, todavía estaban frías incluso en un día tan caluroso. Le habían informado que un oficial la visitaría más tarde esa misma tarde para hacerle algunas preguntas.

Björn le había dado la noticia la otra noche, en un tono de profundo cansancio. Ella era consciente de lo incansable que había estado trabajando para aclarar este desastre. Ella no podía mirarlo a los ojos y solo asintió con la cabeza.

Había estado vigilando su cama durante algún tiempo y se había marchado sin decir una palabra más. El sonido de la puerta del dormitorio abriéndose y cerrándose se prolongó durante bastante tiempo.

—Dijeron que estabas embarazada. — Había dicho. Podría haber sido un truco de su imaginación, pero sintió que el tono era más indiferente de lo habitual, como si preguntara algo completamente trivial. Erna sólo pudo asentir levemente. Ella se había quedado sorprendida por su falta de reacción.

—Descansa, Erna. —Luego se fue.

Erna no pudo evitar preguntarse si Björn no estaba contento con su embarazo, considerando que ella era solo una esposa trofeo. Alternativamente, todavía podría haber estado amargado por su altercado con Pavel.

Erna esperó ansiosamente su regreso, pero él nunca regresó. Esa noche, él rompió su promesa de compartir su cama. Al principio, ella estaba triste y enojada, pero cuando se enteró del motivo de su ausencia, sintió pena por él.

La avaricia imprudente de su padre no sólo había destruido la reputación de la Gran Duquesa, sino que también había resultado en un incidente que había provocado que Björn y el resto de la Familia Real se convirtieran en el hazmerreír de la noche a la mañana. El nivel de críticas y burlas dirigidas hacia ellos aumentaba cada día que pasaba.

Aunque la investigación había exonerado a Erna de los tratos de su padre, no puso fin a la terrible experiencia. Después de todo, la nuera de la Familia Real ahora fue tildada de criminal y estafadora. ¿Quién podría tolerar algo así? Incluso a Erna le resultó difícil aceptarlo.

Estaba avergonzada, a falta de una palabra mejor.

Se sentía profundamente avergonzada de su propia inmadurez e ingenuidad. Como niña que anhelaba el amor de Björn y había soñado con una vida de felicidad, se dio cuenta de que nunca entendió realmente lo que eso habría implicado. La situación había expuesto cuán descuidada había sido.

Los dedos de Erna temblaron mientras se secaba las lágrimas calientes que se derramaban por sus mejillas. Logró recuperar algo de control de sus emociones justo cuando alguien llamó con fuerza a la puerta. Era Lisa, su expresión era sombría.

—Su Alteza, hay invitados.

Erna comprobó la hora y asintió, saliendo de la cama y preparándose para el oficial que llegaría en breve.

 

* * * *

 

Bayle siguió a Björn, moviendo sus piernas frenéticamente para seguir el ritmo de las largas y deliberadas zancadas de Björn. Lo llevaron al vestíbulo de entrada de la residencia del Gran Duque. Fue una exageración para un caso de mera estafa, para el cual simplemente buscaba tomar declaración al acusado.

El Príncipe Björn había elegido personalmente a Bayle entre una multitud de abogados y había formado un formidable equipo de defensa para la Gran Duquesa. Bayle dio asesoramiento legal que sugería que podía eximir a la Gran Duquesa sin recurrir a medidas extremas, pero Björn parecía haberlo ignorado por completo y siguió adelante con su propio enfoque.

¿Fue eso lo único que Björn ignoró?

La ira del público por el escándalo obligó a la Gran Duquesa a presentarse personalmente en la comisaría y afrontar directamente las consecuencias. Incluso los republicanos, que se oponían a la Familia Real, se unieron, lanzando ataques diarios e insistiendo en que ella no merecía la cortesía de la Realeza.

Fue un esfuerzo coordinado para presionar a la Familia Real y provocar el fin de la caída de la Gran Duquesa. Incluso el jefe de policía, un leal monárquico, pareció vacilar ante tan intensa indignación pública, pero el Príncipe Björn permaneció imperturbable.

El Príncipe Björn se mantuvo firme en su creencia de que la Gran Duquesa no debería ser sometida a las demandas del público, especialmente teniendo en cuenta su delicada condición recién descubierta. Así se lo expresó al jefe de policía, manifestándole que la salud de su esposa era de suma importancia y que cualquier estrés indebido podría causar daño tanto a Erna como al bebé. Retó al jefe de policía a asumir la responsabilidad si Erna sufría algún daño y afirmó que tenía plena confianza en el equipo defensivo.

No importaba lo que dijeran, el Príncipe sólo repetía el constante reclamo. Las críticas que enfrentó por su accionar fueron abundantes y claras, acusándolo de ser un padre desalmado hacia el hijo que tuvo con la Princesa Gladys, pero ahora atesora al niño en el vientre de una criminal. El Príncipe se mantuvo terco y se negó a escuchar nada de eso.

Al final, el lobo loco ganó.

No importa cuán miserable se sintiera la Gran Duquesa, el niño que llevaba dentro era el bebé del Príncipe y el Nieto del Rey, por lo que nadie se atrevía a hacerle daño.

La voluntad inquebrantable del Príncipe Björn persistió a pesar de la desaprobación y la ira, no sólo del público, sino también de la Familia Real y funcionarios de alto rango. Rozaba la locura en sí misma.

Björn había ordenado a Bayle que resolviera todas las cuestiones pendientes. Era una orden que tenía tanta importancia que provocó un escalofrío en la espalda del abogado. Björn quería anticiparse a futuros interrogatorios y enfrentamientos que involucraran a su esposa.

Bayle se dirigió al salón, donde esperaba la Gran Duquesa. No pudo evitar dejar escapar un suspiro silencioso y subconsciente. Defenderla era una tarea sencilla, tratar con el Príncipe no lo era.

Un simple examen de la letra de la Gran Duquesa bastaría para revelar que la Gran Duquesa no había enviado las cartas que habían engañado a la víctima. También resultó que no era el sello de la Gran Duquesa el que había utilizado Walter Hardy.

El enigma era que absolver a la Gran Duquesa sólo implicaría a su padre, Walter Hardy, como un criminal.

La naturaleza del delito era tan flagrante y atroz que incluso el abogado más consumado se vería en apuros para defenderlo. En el escenario del caso, el cuñado del rey sería encarcelado, acusado de fraude, insulto a la familia real y reprensión moral por intentar vender a su propia hija.

Björn escuchó atentamente los argumentos de su equipo legal y dio una respuesta como si el suelo se hubiera derrumbado bajo sus pies. Nadie se atrevió a romper el incómodo silencio y se limitó a observar al Príncipe fumar su cigarro.

    <—No se fijen en Walter Hardy, no debe ser tenido en cuenta. — Les había dicho Björn. —En lugar de eso, simplemente concéntrense en defender a mi esposa.>

Björn se comportó como un hombre que daría su vida por defender a la Gran Duquesa, entonces, ¿qué opción tenía Bayle?

No cabía duda de que no tenía intención de divorciarse de la Gran Duquesa, y distanciarse del lío, ¿cómo habría manejado la situación para abandonar a la pobre muchacha de todos modos? Bayle no pudo encontrar una respuesta suficientemente decente para esa pregunta.

Dadas las circunstancias, era muy poco probable que la Familia Real y el público permitieran alguna vez que la hija de un delincuente legítimo conservara su título y posición. Dada la reputación del Príncipe de ser obstinado e impredecible, era posible que tuviera sus propios motivos y tal vez sería más fácil aceptarlo.

Bayle respiró hondo mientras se acercaban a la puerta del salón. Se abrió y reveló a la Gran Duquesa, por quien estaba trabajado tan duro para defender. Al mirarla, Bayle recordó una vez más el núcleo de su defensa.

Su único objetivo era defender y salvar a esta pequeña niña ante él y Walter Hardy no era una consideración.

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