Capítulo 38 – Viejo Amigo
Una repentina conspiración provocó que Jun Min Xin, quien se había casado con alguien de la Región Occidental, perdiera a su esposo en su noche de bodas, dejándola viuda siendo aún muy joven.
Ha pasado un mes desde que ocurrió el incidente, pero Jun Min Xin no ha tenido un solo día de paz, una vez que la posición de Suji Müller se consolide por completo, probablemente ella ya no podrá usar al Reino de Jing para controlarlo. Después de todo, el agua lejana no puede apagar un fuego cercano*.
(N/T: * «遠水救不了近火» (yuǎn shuǐ jiù bu liǎo jìn huǒ) significa que una solución lejana o lenta no puede resolver una emergencia o necesidad inmediata, como agua de un lugar lejano no puede apagar un fuego cercano, ya que se necesita tiempo para transportarla. Es un proverbio chino que se usa para decir que una ayuda tardía es inútil ante una urgencia.)
Sin embargo, lo que más le quitaba el sueño a Jun Min Xin era la extraña costumbre de la Región Occidental: ‘¡Un hermano menor hereda a la esposa de su hermano mayor, un hijo hereda a la esposa de su padre!’ ¡Verse obligada a volver a casarse con la traicionera y astuta serpiente venenosa de Suji Müller, quien había asesinado a su hermano y usurpado el trono, era peor que la muerte!
Para escapar de ese ridículo destino, Jun Min Xin declaró ante todos los poderosos funcionarios y nobles que guardaría luto por su difunto esposo durante tres años, y que solo después de tres años consideraría volver a casarse con Müller. Sorprendentemente, esta propuesta recibió el apoyo de la mayoría.
Suji Müller, aparentemente indiferente, le dijo con una sonrisa burlona: “¡Me gustaría ver qué trucos puedes hacer!”
Chen Ji no soportaba ver a Jun Min Xin con el corazón apesadumbrado, como un pájaro asustado y le dijo en privado: “Min’er, deja que te lleve. Escapémonos a un lugar donde nadie pueda encontrarnos, es mejor que estés sufriendo aquí…”
Jun Min Xin simplemente sonrió: Ambos eran personas ambiciosas; ¿cómo podrían realmente abandonar los apegos y deseos del mundo terrenal*?
(N/T: La expresión 放下三千紅塵 (fàngxià sānqiān hóngchén) es una frase poética de origen budista que significa «abandonar los apegos y deseos del mundo terrenal».
A continuación se detalla el significado de sus componentes clave: 三千 (Sānqiān – Tres mil): En la cosmología budista, «tres mil» simboliza la totalidad del universo o la infinidad de mundos y reencarnaciones. / 紅塵 (Hóngchén – Polvo rojo): Metáfora que describe el mundo secular o material. Históricamente, en China, el «polvo rojo» era el que levantaban los carruajes en las bulliciosas ciudades, convirtiéndose en un símbolo de la agitación, el bullicio y las tentaciones de la vida mundana.)
No era que no lo supiera, no era que no lo entendiera, es solo que… no estaba dispuesta a aceptarlo.
Chen Ji miró al cielo nocturno, con los ojos llenos de la profunda oscuridad de la noche, y dijo con dolor: “Me siento tan inútil. No puedo hacer nada, no puedo…”
La respuesta que recibió fue una pequeña mano que silenciosamente apretó sus dedos. Chen Ji se sobresaltó por un momento, y rápidamente sujetó la mano con fuerza, entrelazando sus dedos.
Los dos permanecieron sentados en silencio un rato, intercambiando palabras casuales. Cuando la luna estuviera en lo alto del cielo, Jun Min Xin tenía que regresar a su palacio; de lo contrario, despertaría sospechas.
Chen Ji dijo rápidamente: “Te acompaño.”
Jun Min Xin vio que no estaba muy lejos de su palacio, y temiendo que pasar demasiado tiempo con Chen Ji pudiera darle a Suji Müller alguna ventaja, se negó, diciendo: “No está lejos, puedo regresar yo misma. Suji Müller es astuto y despiadado, Ah’Ji, tú también deberías tener cuidado.”
“Entiendo.” – Chen Ji asintió y luego preguntó. – “¿Son de confianza las dos doncellas que te dio el Rey Suji?”
¿Nu Yi y Ah’Ji Keke?
Cuando Müller asesinó a su hermano, oyó a las dos chicas gritar afuera, pensó que estaban muertas, pero solo sufrieron algunos rasguños. Al enterarse de la muerte del Rey Suji, lloraron en los brazos de Jun Min Xin todo el día. Incluso ahora, la sola mención de la noticia todavía las hacía llorar en secreto, demostrando su profunda lealtad y afecto. También eran diligentes en su trabajo, especialmente Ah’Ji Keke, quien de vez en cuando lograba hacer sonreír a Jun Min Xin.
“Aunque no son precisamente de confianza total, sin duda son personas sencillas y leales. Las personas que el Rey Suji eligió para mí no pueden ser espías, así que, Ah’Ji, puedes estar tranquilo.” – Jun Min Xin se retorció un mechón de cabello largo que le caía sobre el pecho y le dedicó una sonrisa tranquilizadora. – “Además, tengo dos criadas, Mu Jin y Xiao Jiu, que me sirven de cerca y ambas son perfectamente capaces.”
Ambos jóvenes se encontraban ocasionalmente, aparentemente con un sinfín de cosas que decir y pensamientos no expresados. Después de charlar un rato más, se dieron cuenta de que ya era tarde y que realmente no podían demorarse más, así que se despidieron a regañadientes y regresaron a sus respectivos alojamientos.
Desde que se casó con un residente de la Región Occidental, Jun Min Xin se sentía constantemente en un estado pasivo, ante la llegada incesante de desgracias y crisis, solo podía lidiar con ellas con agotamiento, incapaz de cambiar o controlar su propio destino.
Quería ser más fuerte, convertir la pasividad en iniciativa, ser lo suficientemente fuerte como para cambiar su destino y controlar su propia vida…
Absorta en sus pensamientos, Jun Min Xin dobló una esquina en un largo pasillo, completamente ajena de lo que la rodeaba… De repente, una figura oscura surgió de la oscuridad tras la esquina, con un largo brazo extendiéndose para taparle la boca con fuerza, arrastrándola hacia las sombras.
Tras un breve instante de vacío mental, Jun Min Xin comenzó a forcejear, gimiendo. La mano de la figura oscura detrás de ella se tensó, y una voz profunda y familiar llegó:
“No grites, soy yo.”
‘¿Luo Chang’an? ¡¿Qué hace aquí otra vez?!’
Los forcejeos de Jun Min Xin cesaron de repente y al ver que ella ya no emitía ningún sonido, Luo Chang’an soltó lentamente la mano que cubría sus labios. Jun Min Xin se limpió los labios con la manga y se giró para mirar a Luo Chang’an con recelo.
En la oscuridad, su rostro era borroso; solo un par de ojos blancos y negros brillaban con una luz desconocida. Al ver a Jun Min Xin escrutándolo tan abiertamente, Luo Chang’an sintió una ligera inquietud y apartó la mirada, incapaz de sostener su mirada.
A Jun Min Xin le pareció divertido: Luo Chang’an tenía miedo. El arrogante y rebelde Noveno Príncipe, que se creía el rey del mundo, en realidad tenía miedo de verla. ¿Se sentía culpable?
Ambos guardaron silencio, y la confusión de Jun Min Xin se acentuó. Ese hombre la había seguido hasta la región Occidental, se había infiltrado en el palacio en plena noche para capturarla, pero seguía sin decir una palabra. ¿Qué pretendía?
Finalmente, Jun Min Xin fue quien habló primero: “¿Por qué se arriesgó el Noveno Príncipe a venir aquí?”
Los ojos de Luo Chang’an brillaron, y con determinación dijo: “Estás rodeada de peligros, no puedes quedarte más tiempo en la Región Occidental, ven conmigo.”
‘¡Otra vez esa frase!’
Jun Min sonrió fríamente, hizo girar las perlas de su vestido de mangas estrechas con los dedos y dijo con indiferencia: “¿No es todo lo que está bajo el cielo, propiedad imperial? ¿Adónde me llevará el Noveno Príncipe?”
Luo Chang’an se apoyó en la pared, guardó silencio un momento y dijo: “Sígueme y yo me haré cargo de ti.”
Jun Min Xin se quedó atónita por un momento, y luego, como si hubiera oído la cosa más graciosa del mundo, se abrazó el vientre y se encogió de risa, hasta que las comisuras de sus ojos se llenaron de lágrimas, solo entonces se las secó sin dejar rastro, apoyándose en la pared, se enderezó lentamente y miró a Luo Chang’an burlonamente.
“Noveno Príncipe, ¿de dónde viene tanta confianza? ¿Qué te hace pensar que iré contigo? ¿Qué? ¿Para reunir fuerzas suficientes para desafiar a tu hermano, el emperador, ni siquiera vas a perdonar a esta humilde viuda?”
Luo Chang’an se puso rígido, aparentemente sin esperar que la normalmente amable Jun Min Xin pronunciara palabras tan duras y sarcásticas, la luz de sus ojos se atenuó al instante. Ese hombre arrogante y dominante ahora parecía tan patético y miserable. Sus delgados labios, como espadas, se abrieron y cerraron varias veces, y dijo con dificultad:
“No es así, Min Xin, ya no… Solo quiero una oportunidad de redención.”
¿Redención?
“Luo Chang’an, has cambiado.” – Dijo Jun Min Xin de repente tras un momento de reflexión.
Había oído que había sido alcanzado por una flecha y caído del caballo en el campo de batalla, casi perdiendo la vida. ¿Cómo podía haberse convertido en una persona completamente diferente tras recuperarse? Tanto en su comportamiento como en su forma de hablar había perdido la arrogancia y la agudeza de un joven noble, reemplazadas por el aire maduro y sereno de alguien que ha pasado por muchas dificultades… Aún más aterradora era la mirada ambigua y compleja en sus ojos que le dirigió cuando la había visitado las dos últimas veces.
La expresión de Luo Chang’an cambió ligeramente, respiró hondo y dijo: “¿Crees que la usurpación del trono de Suji Müller en tu noche de bodas fue solo una coincidencia? Fue idea de mi hermano mayor.”
(N/T: ¡Cuando no esa rata de alcantarilla!)
Jun Min Xin, que estaba a punto de darse la vuelta e irse, se detuvo bruscamente al oír eso.
Luo Chang’an continuó: “Suji Müller llevaba mucho tiempo conspirando con mi hermano mayor, el Emperador, usando el pretexto de la alianza matrimonial para retrasar al Rey Suji y así ganar tiempo para que Müller planeara su usurpación. La condición era que Müller debía eliminarte, eso no solo suprimiría al Rey Jing, sino que también sembraría la discordia entre los reinos de Jing y Hu, permitiendo que el Emperador cosechara los beneficios… No sé qué método usaste para que Müeller te perdone la vida temporalmente, pero al final no es una solución a largo plazo.”
“Lo sé.”
Jun Min Xin suspiró, volviéndose la cabeza y dijo con frialdad. – “Noveno Príncipe, no vuelva a buscarme en el futuro, no iré con usted. Jun Min Xin ya está muerta… Ya sea una conspiración o una crisis, viviré para demostrarles a quienes me desprecian y desean mi muerte, que yo, la Princesa Changfeng, ¡aún puedo prosperar en la Región Occidental!”
Sus palabras, rotundas y poderosas, cayeron como perlas.
Dicho eso, Jun Min Xin se dio la vuelta con decisión y se marchó, saliendo de las sombras y adentrándose en el espacio desolado y tenuemente iluminado.
Luo Chang’an, inconscientemente, extendió una mano, como si quisiera aferrarse a aquella esbelta figura, pero al final, fue en vano. Su garganta se contrajo varias veces, pero ya no tuvo el valor de pronunciar una sola palabra de súplica.
‘¿Quién me dijo que le hiciera daño en mi vida pasada…?’
“¡Ja, todo, es culpa mía!” – Su voz ronca resonó en la oscuridad, como el canto de un cuco que llora sangre*, cada palabra llena de tristeza.
(N/T: * La expresión «有如子規啼血» (yǒu rú zǐ guī tí xuè) se traduce literalmente como «como el cuclillo que llora sangre». Es una alusión literaria china que se utiliza para describir una tristeza extrema, una pena inconsolable o un lamento profundamente doloroso)
Al día siguiente, Jun Min Xin conoció a la Princesa Jina del Reino de Suji, la hermosa mujer venerada como el ‘Sol de la Región Occidental.’
Jun Min Xin llevaba un vestido largo carmesí con la cintura ajustado, y su larga cabellera negra estaba trenzada en dos trenzas que le caían sobre el pecho. Botones de perla adornaban el escote, y bajo las estrechas mangas bordadas con patrones oscuros, asomaba una sección de su muñeca blanca como la nieve. El dobladillo de su vestido, que le llegaba hasta las pantorrillas, florecía como un loto rojo, y calzaba botas de piel de ciervo. Su rostro era hermoso y exudaba una dulce fragancia juvenil.
En los días soleados, ella paseaba por el palacio con sus doncellas personales, entre ellas Mu Jin, Xiao Jiu, Nu Yi y Keke; esa era la única libertad que Müller le había dado.
Al llegar a una pared de ladrillos de adobe, vio de repente a Müller discutiendo algo con una mujer alta. Al ver que alguien se acercaba, Müller guardó silencio, su mirada recorrió a la mujer y luego a Jun Min Xin y su séquito, mientras una sonrisa críptica se extendía gradualmente por sus labios.
La mujer también giró la cabeza. El rostro de la mujer no era excepcionalmente hermoso, pero irradiaba un brillo deslumbrante por todo su cuerpo, su larga, suave y dorada cabellera, como la luz del sol, estaba recogida en una coleta alta, un adorno de cuentas de coral adornaba su frente, su figura era elegante y madura, con curvas pronunciadas, pero vestía como un hombre, con pantalones de cintura estrecha, botas de montar y un cinturón de tela alrededor de la cintura. Al ver a Jun Min Xin, destello de sorpresa brilló en sus ojos color verde esmeralda y murmuró algo en un idioma incomprensible.
La sirvienta Nu Yi a su espalda tradujo en voz baja al oído de Jun Min Xin: “Esa es la Princesa Jina, la hermana menor del Rey Suji. Acaba de preguntarte si usted es la Princesa de las Llanuras Centrales con la que se casó su hermano mayor.”
Jun Min Xin levantó ligeramente su falda e hizo una reverencia a Jina, siguiendo la etiqueta de la Región Occidental. Jina sonrió con complicidad, se presionó el pecho izquierdo en un gesto de respeto y luego se giró para reprender en voz alta a Müller, quien ahora era el Rey.
La expresión de Jun Min Xin permaneció inalterada, pero en su interior estaba muy sorprendida: no esperaba que esa Princesa tuviera un estatus tan alto como para atreverse a reprender incluso al nuevo Rey, además, Müller simplemente había soportado su insatisfacción sin enojarse ni tomar represalias, lo que indicaba claramente su profundo respeto hacia ella.
Si pudiera ganarse a la Princesa Jina y obtener su confianza y apoyo, probablemente ya no tendría que vivir con el corazón en un puño, ¿verdad?
Pensando en esto, Jun Min Xin giró la cabeza y le preguntó en voz baja a Nu Yi: “¿Qué están discutiendo la Princesa Jina y el Rey Müller?”
Nu Yi escuchó atentamente por un momento y luego respondió con cautela: “Es por el asesinato de su hermano mayor por parte del Rey Müller… La Princesa cree que el Rey Müller usó métodos despreciables para apoderarse del trono; un acto vil, un comportamiento impropio de un héroe.”
Jun Min Xin asintió: el Rey Suji era el hermano mayor de Jina, y Jina era valiente y hábil en la batalla. ¿Acaso ahora albergaba odio hacia Müller y quería vengar a su hermano? De ser así, Jina sin duda podría convertirse en su aliada… Ese asunto requería una cuidadosa consideración a largo plazo; debía discutirlo con Ah’Ji lo antes posible y tomar una decisión.
Justo cuando pensaba eso, levantó la vista y vio a Chen Ji con varios viejos artesanos que habían llegado como parte de su dote desde las Llanuras Centrales, de pie sobre un muro de adobe, señalando algo.
“¡Ah’Ji!” – Jun Min Xin lo saludó con la mano; la figura del joven era excepcionalmente deslumbrante bajo la cálida luz del desierto y el sol.
Chen Ji se volvió para verla, saltó con ligereza del muro con un ligero impulso de sus pies, se secó el sudor de la cara y abrió la boca para decir algo, pero entonces escuchó un grito de sorpresa de la mujer rubia que estaba delante:
“¡Ayena!” (Jina)
Un nombre casi olvidado por el mundo hizo que Chen Ji levantara la vista con asombro, mirando aturdido a la mujer, con una expresión teñida de vacilación. La Princesa Jina, con la mano en la espada curva que llevaba en la cintura, corrió rápidamente, exclamando sorprendida:
“¡Ojos azul oscuro como el cielo nocturno, hermosa cabellera negra y rizada… ¡Ayena, realmente eres tú!” (Jina)
Ahora, Jun Min Xin también estaba atónita, casi lo olvida: Chen Ji originalmente tenía un nombre Hu, era Ayena.
Nota del autor: ¡La rival de la Princesa no es Shen Liangge ni Xiao Jiu, es la Princesa Jina quien persigue a Chen Ji!
[Capítulo Extra 1] – La Caída de Chang’an
El día 28 del duodécimo mes del sexto año de Rende, cayó una fuerte nevada. Alguien le dijo al Emperador que el Noveno Príncipe Jiang estaba formando facciones, actuaba en beneficio propio, y albergaba malas intenciones. El Emperador, temiéndole, ordenó al general Qiu Chuzhao que lo escoltara de regreso a la capital. El Noveno Príncipe se rebeló con sus tropas, pero, superado en número, sufrió una gran derrota y se retiró al Valle de Luoxia. El Rey Jing, Jun Xuelou, resentido por el asesinato de su propia hija a manos del Príncipe Jiang años atrás, ordenó al General Jun Xian que irrumpiera en el valle. Los ejércitos de Jing y Jiang atacaron por ambos flancos, dejando al Noveno Príncipe asediado por ambos lados, nueve de cada diez soldados bajo su mando perecieron.
El Príncipe luchó como una bestia acorralada, pero la situación estaba perdida, todos sus confidentes cayeron, él luchó hasta el borde de un acantilado, mirando al cielo, rió a carcajadas varias veces y luego cayó por el acantilado y murió, a la temprana edad de veinticuatro años. En sus brazos, solo sostenía una pipa carmesí, ¡roja como la sangre! ¡Ay! — De la: «Historia de Jiang: La Rebelión del Noveno Príncipe*»
La pipa que sostenía en sus brazos tenía un color impactantemente. Igual que su vestido de novia, empapado en sangre, tres años atrás…
Dije que me encantaba escucharla tocar la pipa; su música era hermosa, y ella era aún más hermosa. Siempre mantenía la cabeza gacha, sin atreverse a mirarme a los ojos. Al oírme decir eso, ella instintivamente levantó la mano para cubrirse la cara, como si intentara alejar esa fina capa de rubor que se extendió por su rostro, y sus ojos negros como la tinta se iluminaron con una luz suave y brillante.
“¿Cómo?” – Ella reunió el valor para mostrarme su pipa más preciada, desviando la mirada y solo de vez en cuando mirando de reojo mi reacción.
“De un rojo impactante, precioso” – Eché un vistazo casualmente y dije con indiferencia, con expresión altiva.
Pareció percibir la frialdad en mi tono, y su voz, ya de por sí muy fina, se debilitó aún más, como si se fuera a romper con solo un pellizco*. Ella se sonrojó y dijo con torpeza: “Sí, este color carmesí, como los cucos que lloran sangre** de finales de primavera.”
(N/T: * La expresión «仿佛一掐即断» (fǎngfú yī qiā jí duàn) se traduce literalmente como «como si se fuera a romper con solo un pellizco/apretón». Es una metáfora común para enfatizar la vulnerabilidad o la belleza tierna de un objeto o persona.)
(N/T: * La expresión «那啼血的杜鵑» (El cuco que llora sangre) es una metáfora literaria china que simboliza una tristeza profunda, dolor extremo o una nostalgia desgarradora. Se utiliza para describir a alguien que sufre tanto que sus lamentos son comparables a los del ave que llora hasta escupir sangre.
El Origen de la Leyenda: Esta frase proviene de la leyenda de Du Yu (望帝, Wang Di), un antiguo monarca del estado de Shu (actual Sichuan): Tras perder su reino y morir, el espíritu de Du Yu se transformó en un cuco (o cuckoo). El ave volaba día y noche gritando con amargura, hasta que sus lágrimas se agotaron y comenzó a llorar sangre. Según el mito, las gotas de su sangre cayeron sobre las flores del monte, tiñéndolas de un rojo intenso; de ahí que las flores se llamen azaleas (dujuanhua, 杜鵑花) en chino.)
Cuco… sí, aquel año, cuando cayó bajo mi flecha, también era un día de primavera en el que los cucos lloraban sangre. ‘déjame ir a casa, déjame ir a casa’, su voz sonaba como un lamento de sangre, cada centímetro de mi corazón rompiéndose y convirtiéndose en una herida en mi corazón que nunca sanará.
En el momento en que la flecha le atravesó el pecho, la vi desplomarse indefensa con los ojos desmesuradamente abiertos y su sangre tiñó las azaleas de un carmesí intenso, un carmesí más intenso y hermoso que su pipa… Mi cuerpo tembló violentamente, y mi alma pareció abandonarme en ese instante. Sentí esa flecha como si me hubiera golpeado el pecho, un dolor punzante, un dolor tan intenso que me costaba respirar, un dolor que me dejó entumecido.
Lo lamenté.
Cuando mi padre estuvo gravemente enfermo, me habló con voz ronca y débil: “Chang’an, sé que me guardas rencor, eres mi hijo más querido, pero le cedí el trono a tu segundo hermano. Sé que no estás conforme.”
Me arrodillé ante él, cabizbajo, sin pronunciar palabra. Mi padre suspiró y dijo: “¡Pero es precisamente porque te amo tanto que no deseo que asciendas al trono! En mis más de treinta años en el trono, ¿acaso he tenido un solo día de paz…? Además, eres directo y altivo y a diferencia de tu segundo hermano, que es más diplomático y astuto. Sentarte en este trono solo te traería dificultades.”
Dicho eso, mi padre el Emperador tosió violentamente. Le di palmaditas en la espalda para calmarlo, reprimiendo con fuerza la envidia y el resentimiento en mi corazón, y dije: “Padre, quédese tranquilo, este hijo lo entiende.”
“No, no lo entiendes.” – La mirada penetrante de mi padre ya había visto a través de todos mis pensamientos. Me miró largo rato antes de decir finalmente. – “Si realmente te gusta la Pequeña Princesa de la familia Jun, arreglaré tu matrimonio con ella antes de morir.”
En ese momento, me negué.
Quizás fue la terquedad de la juventud, me negué obstinadamente a admitirlo. Pensé que me desagradaban ese tipo de mujeres humildes y débiles, pensé que mi matrimonio con ella era solo para ganarme el apoyo del Rey Jing, una figura poderosa… Solo hasta el momento de su muerte, cuando ya no quedaba esperanza, finalmente me di cuenta de mi error.
“Dicen que la familia Jun es famosa por producir bellezas y al verla hoy, ¡es tal como dicen los rumores!” – Resulta que realmente sí hubo un flechazo.
“Me encanta escucharte tocar la pipa; tu música es hermosa, y tú eres aún más hermosa.” – Resulta que no había escapatoria.
“Min Xin, ¿quieres casarte con este Príncipe?” – Resulta que, incluso en los años de afecto fingido durante nuestra separación, había un toque de sentimiento genuino…
Cuando llegué al valle de Luoxia al enterarme de la noticia, no me recibió su hermoso rostro. Vi cadáveres esparcidos por todas partes del suelo, un mar carmesí por doquier. El pánico comenzó a apoderarse de mí, finalmente comprendí por qué mi hermano había arreglado mi matrimonio con tanta facilidad. ¡Ya lo entiendo, ya lo entiendo!
Al fin y al cabo, no iba a dejarme escapar. La quería muerta ante mis ojos, de una manera extremadamente humillante, para extinguir mi esperanza y asestarme un golpe más terrible…
Qiu Chuzhao me había tendido una emboscada en el Valle de Luoxia con un ejército enorme. ¿Cómo podría yo, solo, luchar contra ellos? Tenía los ojos inyectados en sangre, me temblaban los dientes de rabia, y solo escuchaba sus desdichados y desgarradores gritos.
Ella gritó: “¡Chang’an! ¡Chang’an, sálvame! ¡Soy Min’er! ¡Soy tu novia…!”
En ese momento, ¡odié tanto a mi hermano mayor! ¡Odié tanto este cruel destino! Pero lo que odiaba aún más era mi propia impotencia.
¡Qué humillante! Ver a la mujer que debería haberse casado conmigo forcejeando bajo otro hombre, una oleada de rabia y desesperación abrumadoras ahogaron por completo mi razón y de repente, tensé mi arco, deseando solo liberarla, ¡liberarla de esa inmundicia, limpia e inocente!
En el momento en que apunté la flecha a su pecho, ya no podía respirar del dolor.
En lugar de dejarla sufrir tal humillación antes de morir, pensé que sería mejor que dejara este mundo limpia… Eso es lo que pensé.
Mucho tiempo después, a veces me preguntaba: si en lugar de haberla matado ese día, hubiera luchado para protegerla con todas mis fuerzas y muerto con ella en el Valle de Luoxia… ¿no habría sido mi vida, y la siguiente, mucho más fácil?
Pero, en ese momento, fui un cobarde. Pensé en la gloria aún no alcanzada, en el poder supremo, y no quise morir, no quise que todos mis esfuerzos fueran en vano… Así que no morí y tampoco pude salvarla.
Soy un hombre tan egoísta, y tres años después, pagué un alto precio por mis pecados.
Valle de Luoxia.
Las fuerzas de Qiu Chuzhao ya me habían llevado al límite, y sin saberlo yo, el Rey Jing también envió tropas para atacarme, jurando venganza por la muerte de su hija. Para empeorar las cosas, el día de nuestra derrota, la nieve caía a cántaros. Subí por el acantilado paso a paso, pisando los cadáveres de mis soldados y los del enemigo.
La pipa en mis brazos, con sus cuerdas congeladas, manchada de sangre, emitía una luz lúgubre y deslumbrante.
El destino siempre es justo: hace tres años, la maté aquí con mis propias manos y su cuerpo fue arrojado por el acantilado; y ahora, yo también encontraré mi fin aquí, y mi cadáver seguirá al suyo cayendo también por el acantilado. Es como una maldición ineludible…
Pensando así, solté una risa fría, una risa cada vez más fuerte hasta que me dolió como si me estuvieran desgarrando el corazón con un cuchillo, hasta que las lágrimas brotaron de las comisuras de mis ojos… Hundí mi espada sin filo en la nieve, aferré su recuerdo, la pipa roja como la sangre, y salté resueltamente por el acantilado.
“Esta vida, te la devuelvo…” – Murmuré al caer.
El viento feroz y la nieve me azotaron la cara, trayendo un dolor gélido, como el de un cuchillo. Abrí ligeramente los ojos y ante mí había una tenue luz blanca. Pensé que detrás de esa luz se encontraba el infierno.
Dicen que, en el instante previo a la muerte, el pasado de una persona brilla ante sus ojos como un caleidoscopio; y resulta que es verdad. En esa luz blanca, vi cada sonrisa y gesto de ella, y la delicada música de sus finos dedos resonó en mis oídos. Me pregunté por qué, en ese breve instante antes de caer al fondo del acantilado, tuve tantos pensamientos y recuerdos; el tiempo parecía extenderse infinitamente.
Justo cuando pensé que flotaría para siempre en ese vacío, oí un golpe sordo y, tras él, un intenso dolor físico en mi cuerpo y perdí el conocimiento.
Creo que estoy muerto, pero podía sentir el dolor tan vívidamente.
¡Duele muchísimo! Incluso respirar me produce un dolor abrasador, como si todo mi cuerpo estuviera en llamas, como si todo mi cuerpo se estuviera desmoronando…
“Su Alteza, ¿está despierto? Esa flecha le atravesó el pecho y el pulmón; necesita cuidarse bien para evitar daños permanentes.”
‘¿Una flecha? ¿Cómo es posible que me haya alcanzado una flecha? ¿Acaso no salté del acantilado…?’
“¡Su Alteza el Príncipe, no se levante! La herida se ha vuelto a abrir; ¡rápido, vendémosla de nuevo!”
Mi visión se nubló y me dolía la cabeza como si fuera a estallar. Me esforcé por abrir los ojos y sentí la garganta tan seca que parecía que iba a exhalar humo al hablar: “¿Qué… pasó?”
El hombre de mediana edad vestido de médico imperial dijo: “Su Alteza, ¿no lo recuerda? Hace quince días, usted lideró tropas en una batalla contra el pueblo Hu y, accidentalmente, fue alcanzado por una flecha y cayó del caballo. Estuvo inconsciente durante varios días antes de despertar.”
Un joven vestido de asistente cercano se adelantó y dijo: “Por cierto, Su Majestad el difunto Emperador falleció hace tres días, abdicando el trono en favor del Príncipe Heredero y otorgándole a Su Alteza el título de Príncipe An*. El nuevo Emperador, considerando las graves heridas de Su Alteza, lo ha eximido de asistir a los ritos funerarios y de rendir homenaje al nuevo Emperador.”
(N/T: * El término An Qinwang (安親王) se refiere a un título de nobleza de alto rango utilizado durante la dinastía Qing en China (1644–1912). En resumen, An Qinwang significa literalmente «Príncipe de la Paz de Primer Rango» y es el nombre histórico de un influyente linaje nobiliario de la era imperial china.)
‘¿Falleció el difunto Emperador? ¿Mi segundo hermano ascendió al trono?’
Confundido, pregunté: “¿Qué fecha es hoy?”
“Su Alteza, es el 23 del séptimo mes del primer año de Rende. Ha estado inconsciente durante seis días, así que es normal que tenga la memoria un poco desordenada, estará bien en uno o dos días.”
No, ¡no estuve en la inconsciencia solo seis días! ¡Sino que el tiempo ha retrocedido seis años!
‘¡Yo, Luo Chang’an, he renacido!’
¿Es para expiar mis pecados? ¿Acaso el Cielo me ha dado la oportunidad de volver a verla, de expiar mis pecados con esta vida? ¿Puedo cambiar aquello que me ha atormentado día y noche, que me ha llenado de arrepentimiento durante seis años?
¡Un alboroto afuera me devolvió a la realidad! Tragué saliva con dificultad, luchando por aclarar el nudo en mi garganta, esforzándome porque mi voz volviera a la normalidad, pregunté: “¿Qué es todo este alboroto afuera?”
“Respondiendo a Su Alteza Real, el líder de la tribu Hu, el Rey Suji, ha venido a proponer matrimonio. El Emperador ha otorgado el título de ‘Princesa Changfeng’ a una noble del Clan Imperial, la Princesa del reino Jing, quien representará a la Gran Dinastía Jiang en la alianza matrimonial con el Rey Suji, restaurando así nuestra antigua amistad. Por lo tanto, la corte está llena de júbilo…”
¿Qué dijo? No pude oír lo que dijo después. Tras un momento de silencio atónito, pregunté con incredulidad, con la voz temblorosa: “¿Quién? ¿A qué Princesa te refieres… a la que van a enviar como ofrenda de paz?”
El hombre me miró, algo sorprendido, y dijo: “A la única hija del Rey Jing, su nombre de pila es Min Xin.”
‘Min Xin… ¡Jun Min Xin!’
* * *
Cabalgué detrás de la procesión nupcial durante todo el día, sin atreverme a acercarme demasiado. La herida en mi pecho aún latía débilmente, ¡pero no era ni una diezmilésima parte del dolor en mi corazón! Pensé que mi renacimiento era una segunda oportunidad que el cielo me daba para empezar de nuevo. Pero quién iba a imaginar que la primera noticia que escucharía al despertar sería que ella estaba a punto de casarse con un país lejano para una alianza política.
¡Fue realmente un golpe inesperado! Estaba completamente desconcertado, ¿no sabía dónde se había equivocado la historia? ¿Por qué todos los eventos de mi vida pasada eran tan diferentes de mis recuerdos después de mi renacimiento?
Justo cuando estaba perdido en mis pensamientos, la procesión nupcial se detuvo de repente. El gran general del Reino Jing se arrodilló junto al carruaje nupcial y dijo algo, entonces ella extendió una mano delgada y blanca para levantar la cortina y mirar en mi dirección… En ese instante, mi corazón se encogió inexplicablemente, como si una mano invisible lo estrujara, lleno de inquietud, como si estuviera esperando el juicio del fin del mundo.
Me invadió la anticipación por verla, pero tenía miedo a ser reconocido, mi cuerpo se tensó y mis manos aferraron las riendas con fuerza. ¡Dios sabe lo complejo que estaba mi corazón en ese momento!
Sin embargo, ella simplemente me miró una vez, negó con la cabeza y volvió a bajar la cortina, impidiéndome la vista. Sentí un dolor sordo en el pecho; ¿se ha reabierto la herida? Me agarré el pecho izquierdo dolorido, me desplomé sobre mi caballo y ya no tuve el valor de dar un paso más…
Después, contacté con varios de mis lugartenientes de confianza y juntos cabalgamos a toda velocidad hacia el Reino de Suji. Quería llevármela antes de que se casara con el Rey Suji.
Sin embargo, ella se negó.
Había calculado todas las posibilidades, pero nunca imaginé que nuestro reencuentro sería una escena tan embarazosa. Ella había cambiado muchísimo y en cuanto me miró directamente a los ojos, sus pupilas oscuras brillaron con una profundidad insondable, una mirada resuelta e inquebrantable que me dejó sin palabras. Una sonrisa burlona se dibujó en la comisura de sus labios, y tuve una extraña sensación de que parecía recordar su vida pasada, recordaba la flecha que yo personalmente le había clavado en el pecho. Parecía… que me detestaba.
Poco después, me enteré de que el Rey Suji había sido asesinado, estaba desesperado, preguntándome si ella estaría a salvo. Juré que la compensaría bien en esta vida, que no permitiría que volviera a correr peligro… Así que planeé concienzudamente, pasando tres días y tres noches infiltrándome en el palacio del Rey Suji.
Ella me rechazó una vez más.
“Noveno Príncipe, no vuelva a buscarme en el futuro, no iré con usted. Jun Min Xin ya está muerta… Ya sea una conspiración o una crisis, viviré para demostrarles a quienes me desprecian y desean mi muerte, que yo, la Princesa Changfeng, ¡aún puedo prosperar en la Región Occidental!”
Su voz era más fría que la nieve acumulada durante diez mil años, resonante y con una firme confianza que contradecía su apariencia. Parecía recordar de verdad su vida anterior.
Me marché avergonzado. Un año después, cada vez más confundido, fui al Valle de Luoxia, con ganas de demostrar algo…
Cuando vi una pequeña tumba de piedra, mis dedos tocaron la línea de pequeños caracteres tallados en la tablilla de piedra. No pude contenerme más, retiré la mano, me cubrí la cara y sollocé desconsoladamente.
Tumba de un Viejo Amigo, tumba de un Viejo Amigo… ¡Ella recuerda! ¡Ella realmente recuerda lo que pasó en su vida pasada!
En ese momento, finalmente comprendí por qué los acontecimientos de esta vida son distintos a los recuerdos de mi vida pasada, por qué ella me miraba con ojos tan fríos e indiferentes… ¡Ella renació antes que yo, y se esforzó por cambiarlo todo! ¡Ella me odia!
Resulta que el Cielo me permitió renacer de nuevo, no para expiar mis pecados, no para recuperarla, ¡sino para arrepentirme!
Lo sé, sé que la he perdido para siempre… ¡Por los pecados de mi vida pasada, pasaría toda la vida arrepintiéndome ante ella!
Todas las lágrimas de mi vida parecieron que iban a agotarse hoy. Solo cuando el crepúsculo dio paso al anochecer, solo cuando la luna se elevó en lo alto del cielo, me levanté lenta y laboriosamente, con lágrimas corriendo por mi rostro y construí otra tumba junto a la primera. Dos tumbas se alzaban una al lado de la otra, desoladas y tristes.
[Posdata]: Algunas cosas, una vez perdidas, se van para siempre; algunas personas que se dan la vuelta, en un abrir y cerrar de ojos, se van para toda la vida. No todas las imprudencias juveniles se pueden redimir, y no todos los renacimientos traen una segunda oportunidad… En realidad, el destino intenta desesperadamente volver a su curso original y quizás un nuevo comienzo no se desarrolle como nosotros queremos, sino como un ciclo de causa y efecto.
¿Crees en el destino? Yo sí.
Nota del autor: Aquí está el artículo extra sobre Chang’an~~~ Mmm, la verdad es que mientras lo escribía, mi corazón se llenó de mil oleadas de emoción, pero al plasmarla, no pude expresar ni una diezmilésima parte de lo que sentía… Desafortunadamente, lo intenté lo mejor que pude, aunque no es del todo satisfactorio.
Este artículo extra está escrito en primera persona. Una sola historia paralela no puede capturar completamente los pensamientos de Luo Chang’an, así que solo he mencionado brevemente las historias ya tratadas en el texto principal… Para ser honesto, y con bastante objetividad y calma, no he ofrecido demasiadas evaluaciones sobre el propio Luo Chang’an; creo que los lectores inteligentes ya se han formado sus propias opiniones.
Como dije antes: el destino se esfuerza al máximo por volver a su curso original, y quizás un nuevo comienzo no pueda desarrollarse como nosotros queremos.
¿Crees en el destino? Yo, por mi parte, sí.
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Nameless: Dios, estos capítulos han revelado mucha información… Ya suponía que Luo Chang’an no era tan rastrero como pensaba, recuerden que cuando el General conversa con el noveno Príncipe, Min’er no puede escuchar la conversación, siempre me pregunte ¿por qué? Siempre sentí que el General estaba como amenazando al Noveno Príncipe y ¡era correcto!
El Noveno Príncipe no está exento de culpa, pero el verdadero villano es el Nuevo Emperador, siempre ha sido él quien lo ha planeado todo y en esta oportunidad también, ahora uso al Rey Suji para casarse con Min’er y a Müller para que la asesinara, pero en esta oportunidad ella pudo de alguna forma retrasar su muerte, persuadiendo a Müller…
Nos vemos el próximo año, me doy un descanso largo de las traducciones… Pasen una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo y sobre todo les deseo mucha, mucha salud.
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