LTDLP – 32

Capítulo 32 – Sinceridad

 

¡Un edicto imperial de color amarillo brillante cortó abruptamente todo el amor y la fascinación en el corazón de Jun Min Xin!

Jun Min Xin se convirtió en la ‘Princesa Changfeng’ del Gran Reino de Jiang y pronto, representaría a los reinos de Jing y Jiang en una alianza matrimonial con el Rey Suji, líder de la tribu Hu. A partir de entonces, jamás podría regresar a su tierra natal, y solo podrá pasar sus días en soledad en la árida región occidental.

Jun Min Xin se sentía como un pajarito al que le habían cortado las alas antes de haber aprendido a volar.

El destino ya estaba sellado y el Rey Jing fue incapaz de cambiarlo, y finalmente tras mucho esfuerzo, pidió al Emperador Jiang y al Rey Suji su consentimiento: La Princesa Changfeng, Jun Min Xin, debe casarse saliendo del Reino Jing. Los enviados del Rey Suji se retirarán a Yancheng, en la frontera entre Jing y Hu, y medio mes después, el Rey Jing entregará personalmente a su hija al Rey Suji…

El Rey Suji estaba de muy buen humor; bajo su sombrero de marta cibelina, sus profundos ojos brillaban con una luz esmeralda. Se rió a carcajadas, con la voz llena de orgullo característico de la Región Occidental, y dijo: “¡Es justo que el Rey de Jing se resista a separarse de su única hija y es natural que se case desde su hogar natal! ¡No hay problema, no hay problema, este Rey esperará a su hermosa consorte en Yancheng!”

El Emperador Jiang reflexionó un momento y luego dijo: “La Princesa Changfeng representa el honor tanto de nuestro Gran Jiang como del Reino de Jing, su estatus es noble y ¡no debe sufrir el más mínimo percance! Nombro al General Qiu Protector de la Princesa, para velar por su seguridad día y noche, ¿qué opinan?”

(N/T: Déjenme pensar mal, creo que el Emperador ya ha negociado con el Líder de la Tribu Hu para casarse con la Princesa y el destino es matarla, para eso va ese General, su misión no es protegerla, sino terminar con su vida. Ojo que estoy haciendo suposiciones…)

El hombre vestido con túnica marcial y mirada penetrante, apretó los puños y declaró: “¡Su súbdito obedece su orden!”

La mirada profunda e insondable de Jun Min Xin se volvió lentamente hacia Qiu Chuzhao, con una mueca silenciosa en su corazón: ‘Dice que es para proteger a la Princesa, pero en realidad, el Emperador lo envió para vigilarme… Qiu Chuzhao, Qiu Chuzhao, ¿acaso estoy destinada a caer en tus manos en mis dos vidas?’

El asunto de la alianza matrimonial quedó sellada, y todos los funcionarios y militares se regocijaron y la nación entera vitoreó. Jun Min Xin salió sola y desolada del salón principal, bajando paso a paso los escalones de mármol blanco y con cada paso, su corazón se enfriaba; con cada paso, se alejaba un poco más de su hermosa y próspera tierra natal…

En ese momento, quiso reír, reír a carcajadas, burlarse del mundo, ¡ridiculizar el destino! Forzó una sonrisa tirando de las comisuras de sus labios, y al sonreír, las lágrimas corrieron por su rostro.

En la profunda noche, sostuvo la pluma durante un largo rato, mil palabras y diez mil frases, pero no sabe cómo expresarlas*. ¿Cómo podría escribir sobre ese amor que pronto trascendería la vida y la muerte?

(N/T: *千言萬語 (qiān yán wàn yǔ) significa literalmente «mil palabras, diez mil lenguajes», y se usa para describir una cantidad abrumadora de cosas que decir, sentimientos muy profundos que son difíciles de expresar, o la sensación de tener tanto que contar que no se sabe por dónde empezar.)

Con la muñeca temblorosa, finalmente logró escribir una sola frase, solo esa frase, ¡la hizo estallar en lágrimas!

“Ah’Ji, me voy a casar con el Rey Suji. ¿Podemos despedirnos para siempre en la ciudad de Yancheng, en el norte?”

Medio mes después, regresó al Reino Jing. El palacio resplandecía con seda carmesí, colgaban hileras de linternas rojas, y las puertas y ventanas estaban adornadas con recortes de papel que decían ‘doble felicidad’: una escena de celebración que resultaba increíblemente irónica.

El Rey Jing quería elegir a uno de sus cortesanos más cercanos para acompañar a la Princesa al territorio de la tribu Hu. Todos sabían que entrar con la Princesa en el territorio de la tribu Hu significaba que nunca tendrían la oportunidad de regresar a las Llanuras Centrales… Todos los funcionarios y militares del palacio permanecieron en silencio y nadie se atrevió a ofrecerse.

Excepto el Gran Secretario, Dong An. Con aire de un erudito, Dong An sostuvo una tablilla de marfil, dio un paso al frente e hizo una reverencia, diciendo: “¡Su súbdito, Dong An, se ofrece como voluntario para servir como enviado para la alianza matrimonial y acompañar a la Princesa al territorio de los bárbaros Hu!”

Al escuchar estas palabras, toda la corte dio un suspiro de alivio colectivo. El Rey Jing se frotó las sienes doloridas con los dedos, cerró los ojos y dijo: “Entonces, será el Gran Secretario Dong An.”

* * *

 

Dentro del Palacio Chaolu, Jun Min Xin miraba con la mirada perdida la campanilla de camello de bronce en el alero, recordando el perfil del chico de cabello rizado reflejado en la ventana de papel de la habitación contigua hace mucho tiempo, aquella hermosa silueta… Después de un rato, ordenó en voz baja:

“¡Mu Jin, busca a alguien que baje esa campanilla de camello del alero! Ese es mi último deseo…”

“¡Princesa!” – Jin Lan, llorando desconsoladamente detrás de ella, sollozó y suplicó: “¡Princesa, por favor, lléveme con usted! Sin esta sirvienta para atenderla, ¿qué hará si adelgaza? ¿Y si se cansa? ¿Y si se enferma? Con solo Mu Jin a su lado, ¿cómo podría estar atendida como es debido…?”

“¡Tonta!” – Jun Min Xin bajó la mirada, ayudó a Jin Lan, que estaba arrodillada en el suelo, a ponerse de pie y le secó las lágrimas con la manga, sonriendo con amargura. – “¿Crees que la Región Occidental es un lugar de disfrute? Mu Jin es tranquila, competente y no se asusta ante las situaciones; es inteligente y decidida, por eso la mantengo a mi lado para que me atienda personalmente. Pero tú tienes una constitución frágil; difícilmente soportarías las adversidades del viento y las heladas, las espadas y los desiertos interminables. Si te ocurriera algo en el camino, ¿cómo podría encontrar la paz?”

“Su Alteza trata a esta sirvienta como a una hermana, pero ahora que se casa en un país lejano, siento como si me hubieran cortado el brazo izquierdo y el derecho.” – Las lágrimas volvieron a brotar, empapando el bonito y redondo rostro de Jin Lan, ella se aferró a la manga de Min Xin con fuerza, sollozando. – “¡Solo lamento no poder sustituir a la Princesa y casarme en su lugar!”

Jun Min Xin hizo una pausa y su mirada se suavizó poco a poco.

En ese momento, Mu Jin ya había enviado a alguien a retirar la campanilla de bronce del alero. Jun Min Xin tomó la campanilla de camello de bronce, del tamaño de la palma de su mano, con un diseño antiguo, y una lenta sonrisa se dibujó en su rostro:

“¿Sabes por qué el Emperador envió a Qiu Chuzhao para escoltarme? ¡Fue precisamente para evitar que montáramos una farsa sustituyendo el melocotón por la ciruela*! Yo, Jun Min Xin, no soy de las que se asustan. ¡Como no puedo cambiar la situación, la afrontaré de frente! ¡Deseo traer una vida de prosperidad y paz al Gran Reino Jing, y no seré indigna del título de ‘Princesa Changfeng’!”

(N/T: *出以桃代李的好戲啊» es una expresión que se refiere al dicho o idioma chino (语, chéngyǔ) «以桃代李» (yǐ táo dài lǐ), que significa «sustituir el melocotón por la ciruela». El significado principal es: Engañar o desviar la atención: Se utiliza cuando alguien sustituye secretamente una cosa por otra, generalmente de menor valor o importancia, para lograr un objetivo o evitar una consecuencia.)

Al día siguiente, Shen Liangge fue a verla, y Jun Min Xin le dijo: “Liangge, dejo el futuro del Reino Jing en tus manos.”

Shen Liangge, vestida con una túnica oficial bermellón, hizo que su sonrisa fuera aún más radiante y cautivadora. Se arrodilló, levantándose la túnica y dijo: “¡Este súbdito hará todo lo posible por ayudar a Su Alteza, para que el Gran Reino Jing tenga la fuerza suficiente para recibir a Su Alteza la Princesa de vuelta en su hogar!”

 

* * *

 

El día de su boda, el Rey Jing y Jun Xian acompañaron personalmente a Jun Min Xin a Yancheng. El Palacio Jing resonaba con el interminable sonido de las trompetas y el implacable redoble de los tambores, cada golpe traspasando su corazón. Aunque la escena era de un esplendor festivo y un rojo cegador, una profunda tristeza que penetraba hasta los huesos impregnaba el aire…

La capital estaba desierta; con miles de personas reunidas frente a las puertas del palacio, despidiendo con lágrimas a la imponente comitiva de la boda que se alejaba lentamente de la ciudad, dejando atrás su tierra natal.

A las puertas del Palacio, los funcionarios se arrodillaron al unísono. La doncella principal del palacio, Jin Lan, vestida solemnemente con atuendo formal, se postró durante un largo rato, y después de golpearse la cabeza tres veces y rendir nueve reverencias, gritó con voz ronca: “¡Esta sierva, Jin Lan, jura desde este día afeitarse la cabeza y entrar en la vida monástica! ¡De ahora en adelante, a la luz de las lámparas antiguas me consagraré al antiguo Buda, y rezaré por el bienestar de nuestra Gran Princesa de Jing, día y noche! ¡Esta sierva no volverá a la vida secular hasta que la Princesa regrese a casa!”

Dicho eso, dejó caer su larga y hermosa cabellera, sacó unas tijeras de su manga y, con unos pocos tijeretazos, Jin Lan cortó resueltamente toda su cabellera ante la mirada de decenas de miles. Mechones de su cabello negro cayeron uno tras otro, cubriendo el suelo de tristeza… Ese momento de firme determinación y lealtad conmovió a innumerables personas, provocando suspiros de arrepentimiento.

Jun Min Xin, con su pipa en brazos, miró hacia atrás por la ventanilla del carruaje y vio a Jin Lan cortándose el cabello, arrodillada en el suelo, llorando mientras la despedía. No pudo evitar que las lágrimas brotaron de sus ojos y murmuró:

“¡Esa niña tonta, esa niña tonta! Ese cabello tan hermoso, ¿y aun así se atrevió a cortárselo…?”

“Princesa, debemos vivir bien para no traicionar el corazón sincero de Jin Lan…” – A su lado, incluso la habitualmente estoica Mu Jin se ahogaba en sollozos, incapaz de hablar.

Cuando el carruaje nupcial pasó cerca del Valle de Luoxia, Jun Xian espoleó repentinamente su caballo y se inclinó junto a la ventana del carruaje de Jun Min Xin, diciendo: “Sobrina, hay alguien en la ladera de la colina detrás de nosotros que lleva más de una hora siguiendo a nuestro grupo. No parece ser un asesino ni un bandido. ¿Lo reconoces?”

Dicho esto, señaló hacia atrás con su fusta.

Jun Min Xin asomó la cabeza y miró en la dirección que él señalaba: en la ladera baja de la montaña, pudo ver vagamente una sombra oscura montando a caballo, cuyos cascos levantaban una fina capa de arena amarilla en la ladera, como una leve tristeza. No se acercó demasiado, ni se quedó atrás, sino que mantuvo una distancia misteriosa, ni muy cerca ni muy lejos, siguiéndola y observándola…

Al principio, Jun Min Xin pensó que era Chen Ji, pero pronto se dio cuenta de que no era él. La figura con la túnica negra era muy diferente a Chen Ji. Jun Min Xin reflexionó un buen rato, luego negó con la cabeza suavemente y dijo: “No lo conozco.”

A la mañana siguiente, Jun Min Xin notó que la figura oscura que seguía la procesión nupcial había desaparecido. Por razones que no podía comprender, sintió una repentina sensación de alivio.

Cuatro días después, la procesión nupcial finalmente llegó a las cercanías de Yancheng, lo que significaba que Jun Min Xin pronto se separaría definitivamente de sus seres queridos.

La campanilla de camello tintineó. Jun Min Xin apretó con fuerza la mano de su padre, incapaz de calmar su corazón por mucho que intentara persuadirse. Solo podía rezar para que la procesión fuera un poco más despacio, más despacio aún, incluso deseando que ese momento se detuviera, que el tiempo no avanzara.

Justo cuando estaba absorta en esos desordenados pensamientos, Jun Xian llegó a caballo, exclamando con alegría: “¡Hermano, sobrina pequeña! ¡Miren quién llegó!”

El Rey Jing hizo una señal para que el carruaje se detuviera, levantó la cortina para revelar una figura que galopaba a toda velocidad hacia ellos a la distancia, levantando una nube de polvo. Antes de que el caballo negro se detuviera por completo, un joven con una túnica blanca de guerrero desmontó, avanzó unos pasos, se arrodilló en el suelo y juntó las manos a modo de saludo, diciendo: “¡Chen Ji presenta sus respetos a Su Alteza el Rey y a la Princesa! ¡Presenta sus respetos al General!”

Jun Min Xin se enderezó bruscamente, y ondas se extendieron por sus oscuros ojos mientras su corazón parecía saltarse un latido, alterando su ritmo.

El Rey Jing preguntó sorprendido: “¿Por qué no estás en el ejército? ¿Qué haces en Yancheng?”

El joven, con su cabello rizado como algas marinas, había perdido su brillo, y su túnica de guerrero estaba manchada de polvo y el olor al viento y las heladas, lo que indicaba que había viajado día y noche. Se arrodilló con la cabeza gacha, hizo una pausa y dijo: “A principios de mes, nuestro ejército obtuvo una gran victoria, y el enemigo se retiró de la frontera, sin atreverse a atacar de nuevo, por lo que la región fronteriza está temporalmente en paz. Chen Ji se enteró que la Princesa iba a casarse con un hombre de una tierra lejana para una alianza política, así que abandonó en secreto el campamento militar… ¡Por favor, castígueme, Su Alteza!”

Al pronunciar esas últimas frases, la voz de Chen Ji se volvió sorprendentemente áspera. El Rey Jing suspiró, con un tono teñido de un cansancio poco habitual:

“Tu ofensa supera tus méritos, está bien, está bien. Tú y Min’er crecieron juntos desde pequeños, es justo que vengas a despedirla.”

Dicho esto, se levantó y bajó del carruaje, instruyendo a Jun Xian: “Que la comitiva se detenga, descansaremos un cuarto de hora.”

Dentro del carruaje, su doncella personal, Mu Jin, también bajó e hizo una reverencia a Chen Ji, diciendo: “Joven Maestro Chen, por favor, suba y descanse, iré a traerle un poco de té.”

Después de que todos se hicieran a un lado, las miradas de Jun Min Xin dentro del carruaje, y Chen Ji afuera del carruaje se entrelazaron, y como si sus miradas se cruzaran a través de mil años. Una fina cortina de gasa colgaba entre ellos, como un vasto abismo, separando sus corazones.

La ropa de Chen Ji estaba manchada de polvo, sus labios ligeramente resecos y agrietados, y su rostro juvenil tenía un aire de vicisitud; sus ojos azul oscuro eran profundos e insondables. Jun Min Xin, por otro lado, vestía un traje de novia con estampado de fénix carmesí y acunaba en sus brazos su pipa rojo sangre. Su cabello negro estaba recogido en un moño alto, coronado con un tocado adornado con peonías, del que sobresalía una horquilla de jade blanco con forma de fénix, con horquillas ornamentadas que caían en cascada por sus sienes, de los lóbulos de las esbeltas orejas colgaban unos aretes en forma de luna, mientras que una falda plisada con cien flores y zapatos bordados con motivos de loto completaban su radiante y cautivadora belleza, ¡una verdadera visión de gracia y esplendor!

Al contemplar a la joven con su magnífico atuendo, sintió una extraña mezcla de desconocimiento y profunda amargura, en medio de su confusión, el mundo dio vueltas y se quedó sin palabras, incapaz de encontrar su propia voz.

Después de un tiempo indeterminado, la voz de Jun Min Xin se escuchó primero. Ella sonrió lentamente y dijo en voz baja:

“El viento y la arena son fuertes afuera, Ah’Ji, siéntate a mi lado.”

La mirada de Chen Ji no se apartó nunca de ella. Asintió con la cabeza, subió al carruaje mecánicamente y se sentó rígido junto a la chica que anhelaba día y noche.

“Ah’Ji ha crecido de nuevo y también se ha vuelto más delgado…” – Dijo Jun Min Xin con una leve sonrisa.

Al oír eso, Chen Ji se estremeció por completo. Se secó la mano por la cara descuidadamente, enterró el rostro entre las manos por un momento y luego, con los ojos enrojecidos, recuperó la voz y dijo con voz ronca:

“Lo lamento mucho, te anhelaba día y noche en el campamento militar, pero cuando recibí la noticia de tu matrimonio… Lamenté mucho ese día en la mazmorra, cuando no me atreví a admitir lo que sentía, pero ahora es demasiado tarde…”

Él hablaba incoherentemente, una lágrima brillante escapó del rabillo del ojo, que secó rápidamente. Por primera vez, Jun Min Xin vio llorar a Chen Ji.

Ese joven fuerte, inquebrantable ante el viento y las olas, lloraba por ella…

Chen Ji dijo con voz entrecortada: “Min’er, ¿me guardas rencor?”

Anterior Novelas Menú Siguiente

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!
Scroll al inicio