MNM – Episodio 83
El aroma de los cosméticos de las damas nobles impregnaba el barco, eso significaba que damas nobles del sur iban y venían constantemente. La supervivencia de Rosaline de Touleah las había impresionado profundamente, pero el hecho de que la persona más noble estuviera ayudando a personas al borde de la muerte en la línea de fuego también las conmovía.
Y entonces poco a poco, comenzaron a correr rumores de que la Gran Duquesa de Benito había abierto una clínica gratuita.
“¿La Santa de Benito?”
Irenea reprimió una sonrisa fría. Eso debía de ser una invención de Rasmus para reemplazar a Irenea; no era difícil adivinar la situación.
Y seguramente planea comerse las sobras del pastel de arroz* de Irenea, o bien, planea eliminarla.
(N/T: *La frase coreana «떡고물을 얻어먹을 생각이겠지» se traduce literalmente como «estar pensando en comerse las migas/sobras del pastel de arroz», pero su significado figurado es: «Seguro que solo quieres sacar provecho/beneficio de esto» o «Debes estar buscando ganancias secundarias».)
“Sí, Su Alteza la Gran Duquesa. ¿No es una vergüenza mancillar la reputación de la Santa? Benoit vende la cura a cambio de dinero, pero ellos descaradamente dicen que lo distribuyen gratis. ¡Y encima roban la receta del medicamento que trajimos para fabricarlo!” (Emma)
Solo estaba realmente asombrada de la rapidez con la que Benito había podido urdir semejante plan.
Sin embargo, Irenea nunca había vendido el medicamento en el Sur, porque no eran productos terminados, y ella no era lo suficientemente corrupta para hacer negocios vendiéndoselos.
Pero se aferran a la cuestión de que, a pesar de llamarse gratuito, en la capital Imperial venden el medicamento y cobran por ella.
Irene sonrió.
“No te preocupes demasiado, Emma. Parece que Benito está invirtiendo mucho dinero en este lío, pero todo tiene un límite.”
Irenea sonrió alegremente.
“Y cuando liberemos el medicamento perfecto, ellos jamás podrán replicarlo. Estarán dispuestos a comprarnos la medicina, incluso si tiene que pagar por ella.”
“¿No va a revelar la receta de la medicina perfecta?” (Emma)
“Ahora no. Lo haremos cuando ya no podamos controlarlo.”
“Así que ya tenían todo planeado…” (Emma)
“No deberías meterte en una pelea así sin tener ninguna ventaja.”
Emma asintió con la cabeza con expresión devota, para ella todo lo que decía Irenea era correcto.
“¿Pero esa Santa es real?” (Emma)
La posibilidad de que existiera una Santa más no se podía descartar por completo. Si la persona que Benito había traído también era una Santa, sería de gran utilidad en ese asunto.
“Eso no lo sé. No hay ninguna historia de alguien que alguien se haya curado de la epidemia con solo tocar a la Santa ni nada parecido.”
“¿Tocar?” (Emma)
“¡Sí! Corre el rumor de que no puede oír, hablar ni ver.”
“¿En serio?” (Emma)
Irenea soltó una carcajada.
Eso era algo que Rasmus haría. Rasmus era una persona que no dudaría en cometer cualquier crueldad para su propio beneficio. Rasmus le había impedido a la Santa hacer nada. ¡Ni siquiera pensar!
Como no tiene acceso a información, la supuesta Santa probablemente ni siquiera sepa dónde estaba ahora. Por lo tanto, no dudaría en absoluto en tocar a las víctimas de la epidemia.
Irenea decidió donde y a quién realizaría un milagro a continuación.
“Tendré que retrasar un poco mi partida.”
¿Para qué dudar si la lucha por encontrar a la verdadera Santa podía terminar fácilmente?
“¿Eh?” (Emma)
Los ojos de Emma se abrieron de par en par.
“¿Hay algo más que deba hacer aquí? ¡Me opongo!” (Emma)
“De todas formas, es algo que hay que hacer, Emma. Esa es nuestra única oportunidad de acabar con esta larga disputa de una vez por todas. ¿Te gustan las peleas largas, Emma?”
“No, realmente no, pero…” (Emma)
Emma suspiró profundamente y miró el rostro demacrado de Irenea, desde cualquier punto de vista, parecía que podría desmayarse en cualquier momento.
César seguramente se enfadaría al ver a Irenea tan delgada y podrían despedir a todos los sirvientes por no haberla atendido adecuadamente.
Aunque eso sucediera, no había nada que pudiera decir.
“…Su rostro no luce muy bien, Su Alteza la Gran Duquesa.” (Emma)
“Se sentirá mejor después de descansar lo suficiente. Trate de tomar su medicina y comer bien.” (Emma)
Irenea asintió con la cabeza.
Los ojos de Emma se iluminaron al observar a Irenea.
La mirada penetrante de Emma se dirigió al mar. El océano rebosaba de todo tipo de alimentos saludables. Aunque la pesca estaba prohibida debido a la epidemia actual, el Conde de Touleah probablemente podría poner un barco a disposición de Irenea.
Y, por supuesto, también habrá quienes pesquen todo tipo de alimentos nutritivos para Irenea.
Así pues, con Emma al mando, se organizó una expedición para recolectar alimentos nutritivos.
* * *
El Vizconde Kerton miró por la ventana.
La campaña de distribución de medicina gratuita parecía haber funcionado, pues llegaban personas de los señoríos vecinos. En realidad, el suministro de medicamentos proporcionado por Benoit era limitado. El hecho de que llegaran más personas de las que podía atender inevitablemente atrajo multitudes a Benito.
Además, Nika también estaba cumpliendo su papel bastante bien. Como no había información disponible, no había temor. La imagen de Nika acunando a un niño con la enfermedad infecciosa se extendió boca en boca rápidamente. El rumor de que existían dos santas se había propagado con éxito.
Ahora solo faltaba derrocar a la Santa de Benoit.
El Vizconde Kerton se rascó la mejilla.
Planeaba resolver ese asunto con éxito para ganarse el favor de Rasmus y luego darle una lección al Conde de Touleah, quien lo había ignorado.
“Todo se reduce a una batalla de opinión pública, ¿no?”
Dado que la gente había visto que la Archiduquesa Benoit podía usar poder sagrado, no había forma de revertir eso. Pero ¿y si se extendía el rumor de que descuidaba a los pobres? Se podía difundir el rumor de que solo curaba a mujeres nobles.
De hecho, dado que la única demostración de su poder sagrado fue cuando el sacerdote Fidelis y la Condesa Rosaline estuvieron involucrados, tal rumor podría tener algún efecto.
Mientras reflexionaba sobre ese tipo de preocupaciones…
Parecía que Benoit había decidido declarar una guerra total.
El carruaje de la Gran Familia Ducal de Benoit se acercaba.
“¡Ha llegado un in-invitado!” (Sirviente)
El sirviente que trabajaba en la mansión donde se hospedaban llegó corriendo, presa del pánico.
El Vizconde Kerton frunció el ceño, ni siquiera había pensado en qué plan idearía, ¿y ya lo habían descubierto?
“Llévenla arriba.”
Quien visitó al Vizconde Kerton fue Emma, la doncella de la Gran familia Ducal de Benoit, ella anunció que Irenea tenía previsto visitarlo pasado mañana por la tarde. No era algo que pudiera considerarse unilateral; ya que dijo que quería examinar personalmente la receta del medicamento que Benito estaba desarrollando. No había motivo para rechazarla.
¡Al fin y al cabo, habían robado la receta!
* * *
Emma y las doncellas de Irenea cumplieron con sus deberes a la perfección.
El Conde de Touleah ofreció el mejor barco disponible en ese momento cuando supo que Irenea necesitaba provisiones. Y ante la afirmación de que Irenea necesita ser cuidada, varios marineros de semblante adusto se acercaron y ofrecieron ayuda.
Ellos también habían visto a Irenea desplomarse ante sus ojos, también vieron cómo su poder sagrado estallaba y el rostro de Irenea palidecía. Y dieron un paso al frente, explicado que, dado que se había puesto así intentado salvarlos, era natural que actuaran en consecuencia.
Así pues, Emma y las doncellas pudieron completar la dieta reconstituyente y nutritiva para Irenea.
El mar era un tesoro de ingredientes alimenticios.
Preciosos peces y tortugas fueron presentados en la mesa, el chef del barco incluso bailó al ver esos nuevos ingredientes.
La única persona que estaba descontenta con la situación era Irenea.
“¿De qué está hecho esto?”
“Está hecho de las patas delanteras de una tortuga.” (Emma)
“¿Y esto…?
“Es un marisco llamado pepino de mar.” (Emma)
“Ah…”
Era un festín de platos que nunca había oído mencionar. Incluso había algunos que nunca había probado, así que le costaba comerlos. Emma animó suavemente a Irenea a seguir.
“Seguro que lo está disfrutando… Esta comida es fruto del arduo trabajo de mucha gente…” (Emma)
Irenea parpadeó con sus grandes ojos y abrió la boca.
Era natural que los rostros de las doncellas se iluminaran al ver a Irenea comer la nutritiva comida.
* * *
A César le llegó la noticia de que el regreso de Irenea probablemente se retrasaría un poco. La noticia de que Irene regresaría lo había emocionado, pero esa noticia fue suficiente para hundirlo en el fondo del mar.
“Hmm. Volverá pronto…” (Bigtail)
“Por supuesto. ¿Habría sido más rápido que fuera yo mismo?”
“Mejor vaya y regrese.” (Bigtail)
Bigtail habló con solemnidad.
En lugar de seguir torturando a la gente de esa manera, parecía mucho mejor enviar a César directamente al sur para que se quedara con Irenea. Bigtail suspiró profundamente. ¿Quién iba a imaginar que César quedaría tan cautivado por Irenea?
Además, parecía que han estado muy ocupados últimamente por allá, porque no han llegado cartas.
“Bien. Entonces iré a buscarla yo mismo.”
César, como si hubiera estado esperando el permiso de Bigtail, se levantó de un salto.
“…Ya que irá allá, por favor traiga también al Padre Fidelis con usted. Yo prepararé lo que se necesite para el viaje.” (Bigtail)
Bigtail chasqueó la lengua, observando la espalda de César, que parecía emocionado. Era hora de que Fidelis regresara a la capital. La presencia de Fidelis no era necesaria para determinar la causa de la enfermedad o la vía de infección.
Sin embargo, Fidelis era necesario allí en la capital Imperial.
Él tenía que estar allí en persona, pararse en el púlpito y ser testigo del poder divino de Irenea. Había oído que el dedo, que se había necrosado y caído, no se había regenerado. Eso sería prueba de la epidemia, y la curación completa sería prueba del poder sagrado de Irenea.
La reputación de Irenea ya estaba creciendo dentro del imperio. Las numerosas invitaciones que le llegaban eran prueba de ello y la invitación más importante, por supuesto, era la de la Emperatriz. Bigtail la colocó en primer lugar.
Bigtail tardó tres horas en empacar las pertenencias de César para su viaje al sur. Al ver tres carretas alineadas, César preguntó con expresión seria:
“¿Me voy al sur ahora?”
“No habrá ropa, ni zapatos adecuados, y la comida también será escasa y sin embargo enviar a Su Alteza la Gran Duquesa a un lugar así…”
Bigtail se secó las lágrimas de sus ojos con un pañuelo.
César chasqueó la lengua. Bigtail no estaba en posición de hablar de nadie más.
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