LTDLP – 10

Capítulo 10: La daga tallada

 

“Es ciertamente un gran agujero.” (Rey Jing)

A la suave luz del sol que se filtraba por las ventanas, el Rey Jing cerró el libro de cuentas y dijo: “He estado ocupado reforzando el ejército estos últimos años y no he tenido tiempo de ocuparme del condado de Li. La situación de apropiación indebida de dinero y grano se ha vuelto cada vez más grave.”

Jun Xian, que estaba allí presente, rió entre dientes y dijo: “¡Qué audaz es el señor del condado de Li!”

Min Xin pensó: ‘Si mi padre sabía de esto hace mucho tiempo, ¿por qué no lo destituyó y castigó?’

“El año pasado enviamos gente a investigar, pero no encontraron ninguna prueba. Tenía pensado esperar hasta la próxima primavera para enviar a un hombre de confianza al sur a inspeccionar el condado Li, pero parece que ahora no tengo tiempo para eso.” (Rey Jing)

“¿Por qué?”

Jun Xian golpeó su abanico plegable y le dijo tranquilamente a Jun Min Xin: “Hermano, ¿has venido a verme solo por este asunto? Hoy recibí un mensaje secreto de un espía que dice que el Emperador enviará a alguien a Jing para una inspección.”

“¿Inspección?” – Jun Min Xin levantó la vista de repente, con un extraño destello de sorpresa en los ojos.

El Rey Jing asintió suavemente, frunciendo ligeramente el ceño. – “¿Cómo podría ser posible ocultar los intensos preparativos militares en Jing de los últimos dos años a los numerosos espías del Emperador? Me temo que el Emperador Jiang ya escuchó los rumores y envió a alguien a investigar la situación. Una vez que esta sea confirmada, seguramente ordenará una reducción masiva del poder de los estados vasallos, ¡sin piedad! Si la información es fiable, debería ser el General Qiu Chuzhao y un Príncipe de la Dinastía Jiang quienes lleguen juntos. En cuanto a qué Príncipe enviará el Emperador Jiang, eso aún es desconocido.”

El destino no se ha desviado demasiado de su curso; lo que estaba destinado a suceder finalmente llegó.

En cuanto esas palabras salieron de su boca, la voz decidida y tranquila de Jun Min Xin se escuchó: “Es el Noveno Príncipe Luo Chang’an.”

Ante las silenciosas preguntas del Rey Jing y Jun Xian, Jun Min Xin bajó la mirada, ocultando el pánico y la perplejidad en sus ojos y su voz se esforzó por mantenerse tranquila: “El General Qiu y el Noveno Príncipe siempre han tenido una buena relación.”

El Rey Jing asintió mostrando su acuerdo. – “Las cosas se han complicado estos últimos meses, pero en última instancia, no podemos permitir que el Emperador descuba nuestros secretos. Min’er, haz que tus sirvientes modifiquen el libro las cuentas, reduce a la mitad los gastos del Ministerio de Guerra y los gastos de ritos ancestrales, y también es necesario ocultar la mitad de las tropas del ejército real y de la guardia real, tu tío se encargará de esto. Este es un asunto confidencial y debe manejarse sin dejar rastro.”

“Esta hija entiende.”

Los tres discutían cómo engañar al enviado de la dinastía Jiang cuando un apuesto joven con túnica militar, cabello negro y rizado y ojos azul oscuro se acercó a la puerta, al verlos discutir asuntos de estado, se detuvo y se dio la vuelta para evitar sospechas.

Jun Xian lo llamó apresuradamente: “Joven discípulo, ¿ha terminado el entrenamiento?”

El alto y apuesto joven mestizo, de complexión esbelta, hizo una reverencia apretando los puños a modo de saludo y dijo respetuosamente: “Maestro, el campo de entrenamiento cierra al mediodía.”

Jun Xian entrecerró sus ojos de fénix; y sus cejas y ojos sonrientes se volvieron aún más vívidos y encantadores, le hizo un gesto a Chen Ji y dijo: “Se hace tarde, por favor, lleva a mi sobrina a la cocina a cenar, aún tengo asuntos importantes que tratar con el Rey, cuando la comida esté caliente, lleva una porción al salón.”

El Rey Jing añadió: “Las artes marciales son importantes, sin duda, pero la literatura tampoco debe descuidarse, recuerda venir a mi estudio a la hora wei*, para perfeccionar tu carácter a través de la literatura.”

(N/T: *未時 (wèi shí) es un término del sistema tradicional chino de cronometraje que se refiere al período de tiempo de 1 p.m. a 3 p.m.)

Chen Ji dijo “Sí” y se llevó a Jun Min Xin.

En cuanto se marcharon los dos jóvenes, Jun Xian agitó su abanico de papel y dijo con indiferencia: “¿Está bien que mi sobrina se encargue de una tarea tan seria como la falsificación de cuentas? Al fin y al cabo, solo es una niña.”

El Rey Jing negó con la cabeza, dejando que su cabello suelto le rozara suavemente los hombros y dijo con una sonrisa amarga: “¡Aunque la personalidad de Min’er puede ser un poco suave, pero es bastante astuta y no hay que subestimarla!”

Jun Xian sostenía un abanico plegable en una mano, con los ojos entrecerrados como un zorro y una media sonrisa en el rostro. – “¡Sí, sí, la familia de mi hermano son todos formidables! Justo ahora, mi cuñada estuvo vigilando mi puerta toda la mañana. ¡Esa mirada… tsk tsk! ¡Era tan penetrante como si hubiera visto a un zorro intentando seducir a su marido!”

El que habla no tiene intención, pero quien escucha se lo toma en serio*.

(N/T: *La expresión china «言者無心,聽者有意» (yán zhě wú xīn, tīng zhě yǒu yì) significa que quien habla no tiene intención (de ofender o de dar un mensaje oculto), pero quien escucha le da un significado o se lo toma a pecho. En otras palabras, la frase se utiliza para describir una situación en la que un comentario casual o inofensivo por parte del emisor es malinterpretado, sobredimensionado o tomado como algo personal por el receptor, quien le atribuye intenciones o significados que nunca existieron en la mente del hablante.)

El Rey Jing se sobresaltó y después de un rato murmuró: “Esa persona, esa persona…” Suspiró con amargura, pero no dijo nada más.

 

***

 

La cocina de la Mansión Jun era pequeña, sencilla pero limpia, desordenada pero no caótica y una hilera de tocino ahumado colgaba de la pared ennegrecida. Chen Ji encendió rápidamente el fuego con destreza, lavó el arroz, lo puso en la olla y comenzó a preparar la cocinar.

Jun Min Xin estaba de pie junto a la desgastada puerta de madera, mirando todo lo que tenía delante con asombro y desconcierto. “¿Por qué estás cocinando tú mismo? ¿Dónde está el cocinero de la mansión?

Chen Ji sonrió. – “La tía Liu se resfrió y no se encuentra bien, se tomó unos días libres y fue a casa para recuperarse, la mansión no puede encontrar cocinero temporal por el momento, pero por suerte puedo encargarme de ello.” – Dicho esto, sopló varias veces en la estufa con una cerbatana de bambú y una columna de humo azul se elevó y el fuego comenzó a arder con fuerza. El olor a humo era tan opresivo, que levantó la cabeza apresuradamente.

“Min’er, aléjate un poco más, no te vayas a atragantar.”

Entre la columna de humo que se arremolinaba, el joven se secó el sudor de la frente, sacó un paquete envuelto en papel de aceite y lo abrió, dentro había un pollo asado, gordo, tierno y dorado; debió haberlo comprado en el mercado de camino a casa.

Mientras se ocupaba de sus asuntos, Chen Ji preguntó: “Por cierto, ¿han cumplido con su deber los trece guardias de la sombra elegidos por el Maestro?”

“Tal como la sombra sigue al cuerpo, han sido leales y devotos, estoy muy satisfecha.”

Chen Ji sonrió con alegría, el gran y reluciente cuchillo de cocina con un hermoso diseño giró en un elegante movimiento y comenzó a picar trozos de pollo asado.

Jun Min Xin miró con la mirada perdida al joven de la túnica blanca de guerrero, que se movía con diligencia blandiendo el cuchillo de cocina, mientras ella, que había vivido en la opulencia, no podía ofrecerle ninguna ayuda. Quizás el humo le picaba los ojos, pero en ese momento, Jun Min se sintió tan desconsolada que casi lloró…

Chen Ji dividió el pollo asado crujiente y picado uniformemente en dos platos, los roció con salsa de soja y aceite de sésamo, y espolvoreó un poco de cilantro verde. Al ver a Jun Min Xin de pie en silencio fuera de la puerta, buscó un tema de conversación desenfadado:

“El Maestro dijo ayer que me transferiría a la corte como jefe de la guardia, y acepté.” (Chen Ji)

El jefe de la guardia no era más que un comandante de poca monta con unas pocas docenas de hombres a su mando, un puesto relativamente insignificante, pero se espera que vaya de un lado a otro sin cesar, llueva o truene, sin un momento de descanso y es responsable de cualquier incidente menor que suceda dentro del palacio, es realmente un trabajo ingrato y agotador. Jun Min no pudo evitar sentirse un poco preocupada. – “¿En serio? Ese trabajo es demasiado agotador, un desperdicio de talento…”

Chen Ji, que estaba cocinando bollos humeantes sobre el arroz casi cocido, se sorprendió al oír eso y se giró y preguntó: “¿Cómo es posible? Proteger a la Princesa y al Rey en el palacio es algo que me encantaría hacer, ¿cómo podría resultarme agotador?”

Jun Min Xin lo miró fijamente y dijo con pesar: “Ah´Ji debería llevar ropa blanca y armadura plateada, empuñando el talismán del tigre y el sello de comandante, liderando un ejército de un millón de soldados, o al menos estar a la cabeza de los cien mil guardias reales, protegiendo el palacio real y su paz, en lugar de estar así, sin destacar entre la multitud.”

Al oír esto, las orejas de Chen Ji se sonrojaron ligeramente, pero no pudo evitar soltar una carcajada. – “El Jefe de la guardia real solo puede ser alguien de confianza y cercano, de lo contrario, si la guardia real se vuelve contra nosotros, ¡la capital real estará en peligro! ¿Por qué la Princesa confía tanto en Chen Ji?”

Un dolor inexplicable invadió el corazón de Jun Min Xin, que ansiaba desesperadamente decirle: ‘Ah’Ji, lo demostraste todo con tu vida pasada, así que confiaré en ti incondicionalmente en esta vida y te compensaré…’

Pero estas palabras nunca podrían ser dichas, así que solo pudo masticarlas y tragárselas.

 

***

 

Esa noche, Jun Min Xin tuvo una pesadilla, soñó con la conspiración de abdicación de su vida pasada, con su madre su madre gritando desgarradoramente con un puñal en la mano: “¡No quería hacer esto! ¡Fuiste tú quien me falló! ¡Son ustedes, la familia Jun, quienes me obligaron a hacer esto!”

Entonces, una daga voló, atravesándole el pecho. Su hermoso rostro se desvaneció al instante, la Reina Consorte abrió sus ojos negros tan oscuros como la noche, mientras lágrimas y sangre se esparcían por el suelo…

En su sueño, el pasado que había olvidado deliberadamente se fue aclarando poco a poco, y quedó a su alcance.

Se despertó sobresaltada en mitad de la noche y permaneció despierta hasta el amanecer.

Al día siguiente, Jun Min Xin fue a los aposentos de la Reina Consorte.

Los vastos aposentos estaban desiertos y el magnífico silencio se impregnaba de un frío penetrante. Jun Min Xin despidió a sus doncellas, Jin Lan y Mu Jin, y entró sola en el salón principal y de repente, otra persona emergió del interior del salón: un hombre barbudo con armadura.

Jun Min Xin pasó rozando al hombre de unos treinta años y lo reconoció de inmediato, el hombre que emergió no era otro que Wang Shoude, el subcomandante de la guardia real y, por definición, primo lejano de la Reina Consorte. Jun Min Xin se sorprendió, pensando para sí misma: ‘¡Qué audacia tiene este tipo! Incluso entra y sale libremente de los aposentos de la Reina Consorte. ¡Qué escándalo si eso se supiera!’

El hombre ni siquiera se molestó en arrodillarse e inclinarse ante Jun Min Xin, simplemente hizo una breve y apresurada reverencia con los puños cerrados y se alejó a grandes pasos con una expresión de absoluta arrogancia. Jun Min Xin sintió un vuelco en el corazón y una vaga comprensión se formó en ella, pero no se atrevió a pensar demasiado.

Mientras reflexionaba sobre eso, la voz de la Reina Consorte, indiferente y sin un ápice de emoción, atravesó las pesadas cortinas: “Mi hija es verdaderamente diligente, a pesar de sus ajetreos por los asuntos de estado, todavía recuerda venir a presentar sus respetos a diario, a diferencia del Rey, que no ha pisado este lugar en casi seis meses.”

A través de las múltiples capas de gasa, se podía ver a la Reina Consorte Liu, vestida con un vestido de palacio púrpura y dorado, sentada en un suave diván tejido con hilos de oro y plata, no llevaba maquillaje, pero sus labios estaban rojos como la sangre y su rostro pálido como el papel, lo que, a la luz fresca, la hacía ver especialmente solitaria y trágica.

Jun Min Xin se acercó al diván de su madre y se arrodilló frente a ella, sujetó las frías yemas de los dedos y forzó su habitual sonrisa perfecta. – “Su hija ha venido a presentar sus respetos a su madre. ¿Se encuentra bien, madre?”

“¡Bien, bien!” – La Reina Consorte rió suavemente y dijo con sarcasmo. – “Por la gracia de esa persona, aún no he muerto.”

Jun Min Xin se quedó helada ante el repentino cambio de actitud de la Reina Consorte, su sonrisa se desvaneció gradualmente y preguntó con cautela. – “Madre, ¿estás cansada de papá y de mí?”

La expresión de la Reina Consorte se suavizó, sus fríos y radiantes ojos se llenaron momentáneamente de amargura y confusión, y permaneció en silencio un largo instante.

Jun Min Xin agarró la manga de la Reina Consorte y dijo con seriedad: “No importa lo que haya hecho mal, por favor, perdone a papá, ¿se acuerdo? Pase lo que pase en el futuro, siempre seré su hija y la amaré y la protegeré siempre. Así que…”

“…No busques venganza.” – Al instante siguiente, Jun Min Xin sacó la daga que la Princesa había escondido de su manga y la contempló en silencio: el mango de marfil con incrustaciones de zafiros, la vaina adornada con filigranas de oro y la hermosa pero afilada daga reflejaba una luz gélida. ¡El rostro de la Reina Consorte cambió drásticamente al verla!

Fue a partir de ese pequeño y hermoso objeto que su madre descendió gradualmente al abismo del odio, y ese cálido hogar se volvió frío y triste…

Tras una larga pausa, la Princesa le sonrió: “Esta daga es muy hermosa, esta hija la acepta.”

En ese momento, la ternura y la vacilación que la Reina Consorte Liu había cultivado con tanto esmero en sus ojos se desvanecieron repentinamente, convirtiéndose en humo, y sus hermosos rasgos se distorsionaron. Sus labios temblaron mientras arrojaba al suelo todo lo que podía agarrar y emitiendo un sonido de desesperación, gritó con voz ronca:

“¡Fuera! ¡Fuera! ¡Todos vienen a pelear conmigo! ¡No hay nadie bueno en la familia Jun!”

Jun Min Xin se sobresaltó al ver la frialdad y el odio en los ojos de su madre, ¡tan afilados como una espada! Nunca imaginó que la daga era el emblema de la familia Liu, la dote más preciada de su madre.

Pero Jun Min Xin se la había arrebatado…


Nameless: No entiendo, pienso como Min’er, que tiene de malo que el Rey pase tiempo con el tío, pareciera que la Reina tiene celos de la relación de los hermanos… ¡Extraño!

Nos quedamos aquí, nos vemos la próxima semana.

Anterior Novelas Menú Siguiente

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!
Scroll al inicio