LTDLP – 06

Capítulo 6: El joven de Cabello Rizado

 

Era pleno verano, la temporada del calor abrasador de julio. El sol en lo alto era abrasador, deslumbrante, picando los ojos hasta hacerte doler, y el incesante canto de las cigarras a los alrededores se volvía aún más ensordecedor.

El calor distorsionaba el aire, pero los soldados en el campo de entrenamiento, como si no sintieran el calor, estaban alineados en filas, sudando profusamente mientras realizaban ejercicios de entrenamiento. El sol abrasador brillaba en los brazos desnudos de los hombres, cuyos músculos relucían con diminutas gotas de sudor, haciéndolos parecer muy aceitosos desde la distancia.

Yun Huan se arremangó las mangas de su ligero vestido de verano, dejando al descubierto una pequeña parte de su antebrazo blanco como la nieve, se cubrió la frente con una mano y con la otra no dejaba de abanicarse con un pañuelo y frunciendo el ceño, dijo:

“Princesa, ¿qué hace en este campo de entrenamiento con este clima tan caluroso? ¿Por qué no descansa en el pabellón de verano del palacio, disfrutando de un tazón de sopa fresca de ciruelas? ¿No sería eso mejor?” (Yun Huan)

Los gritos de miles de soldados resonaron al unísono, ordenados y majestuosos, Jun Min Xin, sosteniendo un sencillo abanico blanco, miró hacia el interior desde la puerta del campo de entrenamiento y vio a su tío, Jun Xian, erguido entre los soldados, él vestía una camisa plateada, patrullando de un lado a otro sin cesar, corrigiendo ocasionalmente los movimientos de los soldados y destacaba entre los hombres sin camisa.

No vio a Chen Ji. Jun Min Xin miró lentamente el rostro de Yun Huan, que mostraba una evidente impaciencia, levantó su abanico redondo en su mano y lo apuntó hacia adelante, con una voz infantil clara pero muy serena. – “Estos soldados entrenan durante horas todos los días en el campo de entrenamiento, sin importar el frío extremo ni el calor abrasador, el viento, la lluvia ni los rayos y están constantemente expuestos a la amenaza de la masacre y la muerte en el campo de batalla…” – Retirando el abanico, lo agitó suavemente un par de veces antes de continuar. – “¿Y tú, que solo has caminado más de treinta metros bajo el sol, a tan solo un cuarto de hora del fresco Pabellón junto al agua, no puedes soportarlo?”

Yun Huan era una doncella de confianza elegida personalmente por la Reina Consorte Liu para servir a Jun Min Xin, por lo tanto, siempre se mostró arrogante y franca debido a su favor, por lo que al ver a Jun Min Xin decir eso, replicó de inmediato: “¡Sí, sí! Usted es una Princesa, todo lo que quiera hacer es solo cuestión de una palabra, mientras nosotros, las personas humildes, nacimos para que nos den órdenes. ¿Cómo nos atreveríamos a tener alguna a queja?”

Yun Huan siempre pensó que la pequeña Princesa era un caqui blando*, pero claramente no se daba cuenta de que Jun Min Xin ya no era la misma Jun Min Xin de antes.

(N/T: * «軟柿子» (ruǎn shìzi) es una expresión idiomática china que se traduce literalmente como «caqui blando» y se utiliza metafóricamente para referirse a una persona pusilánime, vulnerable, de carácter débil o fácil de intimidar.)

Los ojos de Jun Min Xin permanecieron cálidos. – “Como alguien de mayor rango, naturalmente debo comprender las dificultades que enfrentan los subordinados, quienes están por debajo de mí. Después de todo, la familia real debe tener la dignidad de la familia real.” – Se giró para mirar a Yun Huan, pero la curva de sus labios se tornó cada vez más sarcástica. – “Pero una sirvienta también debe comportarse como tal, ¿no es así? Sobrepasar los límites no es buena idea, ¿verdad?”

Esa fugaz mirada provocó un escalofrío en Yun Huan, un escalofrío que le recorrió por completo la espalda. Al observarla con más atención, la pequeña princesa permaneció con una expresión tranquila y serena. ¿Dónde había quedado el más mínimo atisbo de la majestuosidad que acababa de mostrar hace un momento? Esa mirada era realmente impropia de una niña pequeña… ¿Sería solo una ilusión?

“Voy a dar una vuelta por el campo de entrenamiento, tú quédate aquí y espera.” – Dijo Jun Min Xin, sin siquiera mirar a la desconcertada doncella a su lado, para cuando Yun Huan recobró el sentido, la esbelta figura de Jun Min Xin ya se había desvanecido entre el sol abrasador y la arena amarilla del campo de entrenamiento.

“Levanta un poco el brazo y haz una buena estocada… ¿sobrina?” – Jun Xian corrigió la postura del soldado que estaba a su lado, dio un paso adelante, levantó a Jun Min Xin, la giró en su lugar y la bajó mostrando una sonrisa con una hilera de dientes blancos en su rostro. – “¿Qué haces aquí con este calor? ¿Y si la muñeca de ginseng se quema con el sol? Vamos, vayamos bajo la sombra del árbol… ¡Que alguien me traiga una jarra de té fría!”

El viento agitó la ligera gasa verde claro de la ropa de Jun Min Xin, y ella preguntó: “Tío, ¿dónde está Ah’Ji?”

Los mechones cabello plateado, empapados de sudor, se le pegaban al cuello, Jun Xian se secó las gotas de sudor de la punta de la nariz y la llevó a sentarse en una roca bajo un árbol. Cuando se sentó cómodamente en la piedra fría, Jun Xian bromeó: “¡Sabía que vendrías a buscar a ese chico! ¡Parece que mi sobrina prefiere a ese chico guapo que a su tío!”

“¡Tío, dices eso otra vez!” – Dijo Jun Min Xin con impotencia, abanicando a Jun Xian; mientras el viento agitaba su cabello plateado, que brillaba deslumbrantemente bajo la luz del sol.

Un sirviente cercano trajo una jarra de té frío, Jun Xian le entregó un cuenco a Min Xin y él mismo se bebió otra.

“¡Es tan fresco, eh, tan cómodo!” – Jun Xian entrecerró los ojos con alegría y ladeó la cabeza para ofrecerle a Min Xin una sonrisa radiante. – “¡Ese chico, Ah’Ji, está practicando tiro con arco en la parte trasera!”

Al saber dónde estaba Chen Ji, Jun Min Xin dejó rápidamente su cuenco de té medio vacío, sonrió con los ojos curvados y dijo: “¡Gracias, tío! ¡Min’er ya se va!”

“¡Espera!” – Jun Xian llamó a Min Xin, que se dirigía apresuradamente a la parte trasera, y le entregó la mitad de la jarra de té frío que quedaba. – “¡Llévasela! Ha estado practicando casi todo el día, luego vayan a divertirse, y más tarde, cuando terminemos el entrenamiento y el sol se retire y ya no sea tan abrasador, ¡los llevaré a pasear fuera del palacio!”

Al recordar cuánto tiempo hacía que no veía las bulliciosas calles de la ciudad real, los ojos de Jun Min Xin se iluminaron y dijo con voz infantil y melodiosa: “¡Trato hecho!”, dicho eso, agarró la jarra y corrió hacia el patio trasero.

El patio trasero estaba mucho más tranquilo que el delantero, sin gritos ni polvo volando. Solo había unas veinte personas vestidas con las túnicas de guerreros azules y blancas y botas de tela negra, con las mangas atadas con una cuerda de color rojo oscuro, estaban de espaldas, de pie divididos en dos filas, practicando tiro con arco contra los blancos y otras cuarenta personas, todas de unos dieciséis o diecisiete años, estaban sentadas en bancos cercanos y de vez en cuando lanzaban gritos de ánimo. Probablemente eran soldados que estaban descansando.

Chen Ji era el más joven del grupo, más bajo que los demás por más de una cabeza, por lo que Jun Min Xin lo divisó de inmediato: el octavo en la primera fila, el joven de cabello rizado, delgado y erguido como un pino, a solo una docena de pasos de distancia de ella.

Chen Ji tensó su arco, con ojos de halcón. La cuerda del arco se tensó, como una luna llena. Desde la perspectiva de Jun Min Xin, ella podía ver su perfil ligeramente inmaduro pero perfecto… Por primera vez, Jun Min Xin sintió que Chen Ji era realmente guapo, así que simplemente encontró una roca limpia para sentarse y admirar su elegante y hábil destreza de arquería.

Con un zumbido, Chen Ji soltó su agarre, y la flecha salió disparada, dando en el blanco, entre los vítores de todos.

¡Otra flecha, otra vez dio en la diana!

Jun Min Xin observó con asombro, el sonido de la flecha al atravesar el centro de la diana y un ligero escalofrío la recorrió. Por alguna razón, de repente recordó la flecha que Luo Chang’an le había disparado al corazón en su vida anterior, ese sonido desgarrador… Cada vez que miraba hacia atrás, se consolaba a sí misma pensando que solo había sido una pesadilla, hasta que, en este momento por fin lo comprendió: ¡no era un sueño!

Jun Min Xin estaba muerta, muerta en sus recuerdos.

Aunque estaba sentada a la sombra, la luz del sol era cegadora y el calor la mareaba. Los vítores y aplausos a su alrededor se volvían cada vez más ruidosos. Ella sudaba profusamente, tenía la vista borrosa y se sentía casi mareada…

En ese momento, el carcaj de Chen Ji estaba vacío; las veinte flechas habían dado en el blanco. Salió del campo para descansar y, al levantar la vista, vio una pequeña figura familiar sentada sola en una roca junto al árbol de baniano, inmóvil y como sin vida.

Hizo una pausa, preparándose para acercarse a ella.

Inesperadamente, Jun Min Xin se levantó sola, tropezando un poco, y luego le dedicó una débil sonrisa. – “Ah’Ji, te traje un poco de té.”

Varios jóvenes de oídos agudos que estaban cerca oyeron eso y enseguida empezaron a burlarse y a hacer ruido: “Oye, ¿de quién es esta linda hermana, Chen Ji?”

“¡La nueva doncella del palacio de este año es tan considerada!”

“¡Chen Ji, qué suerte tienes muchacho! ¡Solo llevas aquí unos meses y ya tienes una hermana que te echa el ojo!”

Chen Ji había crecido un poco más desde la primera vez que se vieron, tenía el cabello más largo y ya no estaba tan delgado, su piel clara se había bronceado hasta un saludable tono trigo claro y estaba salpicada de brillantes gotas de sudor. Jun Min Xin sonrió al pasarle el té frío, lo que provocó otra ronda de silbidos y bromas. Chen Ji bajó la cabeza para aceptar el té y como se esperaba, un ligero rubor le inundó su rostro.

“Gracias, Princesa.” (Chen Ji)

Él susurró, todavía sintiéndose un poco incómodo estando a solas con Min Xin. Al ver el rostro pálido de Jun Min Xin, quiso preguntarle si había sufrido un golpe de calor, pero las palabras se le quedaron atascadas en los labios y finalmente no pudo decirlas.

Probablemente acostumbrado a ser un esclavo, Chen Ji no pudo cambiar de inmediato y tenía una clara distinción entre amo y sirviente, incluso unos meses atrás, se arrodillaba cada vez que veía a la Princesa. Jun Min Xin sonrió, por fin había logrado romper con el hábito de Chen Ji de arrodillarse y ahora, aunque su tono seguía siendo respetuoso, al menos no era tan distante como antes.

El entorno pareció quedar en silencio por un largo instante antes de que los jóvenes soldados, que hacían mucho ruido, miraran a Jun Min Xin con la boca abierta, balbuceando algunas palabras:

“¡Pr… Pr… Princesa!”

Se hizo otro silencio inquietante, y entonces las docenas de jóvenes se arrodillaron y gritaron al unísono: “¡Saludamos a Su Alteza la Princesa!”

Las voces eran como una campana resonante, casi ensordecedoras. Jun Min Xin suspiró y esbozó una sonrisa forzada e impotente…

Cuando el sol se ponía tras las colinas, Jun Min Xin ya esperaba en el cómodo carruaje. Jun Xian había retirado a sus tropas, se había puesto una túnica blanca y ligera y llegó como había prometido, su cabello gris plateado estaba recogido con una cinta en la parte posterior de la cabeza, lo que le daba un toque mayor de hermosura.

Siguiéndolo de cerca, llegó Chen Ji, vestido con una túnica marcial blanca e impecable, con el cabello oscuro y rizado recogido en un moño alto, y un mechón de seda negra y ondulada cayéndole en cascada sobre la frente, irradiando un aire enérgico y marcial y tras subir al carruaje, apretó los puños hacia Jun Xian y dijo respetuosamente:

“Este discípulo llega tarde, pido disculpas por haber hecho esperar al Maestro y a la Princesa.” (Chen Ji)

Jun Xian agitó la mano con indiferencia, apartando la cortina y dijo: “¡Vamos! Debemos regresar antes de que cierren las puertas del Palacio a la hora Xu*, no debemos dejar que el Príncipe, mi hermano mayor, nos descubra.”

(N/T: 戌時 (xū shí) significa la «hora del perro» en el sistema tradicional chino de medición del tiempo, que corresponde a las 19:00 a 21:00 en el ciclo de 24 horas. En este sistema, el día se divide en doce «dobles horas» o «horas de la Tierra», y戌時 es una de ellas.)

Jun Min Xin miró al joven y maduro Chen Ji, luego a su tío, que se inclinaba hacia adelante agitando un abanico de papel, y no pudo evitar sonreír.

Una sensación de felicidad la invadió: ¡Todos habían regresado, las personas a quienes más quería!

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