MNM – 29

MNM – Episodio 29

 

Y entonces, abriéndose paso entre la oscuridad, enormes carruajes entraron en fila en el puerto, eran carruajes blasonados con el escudo de armas de Benoit. Como siempre, habían llegado para prepararse para partir al amanecer de la última noche del festival. Los caballeros y sirvientes de Benoit desembarcaron de los carruajes.

El repentino aumento de la multitud elevó el nivel de alerta de los mercenarios; aunque verse envueltos en un lío con la familia Archiducal de Benoit no era nada bueno, era posible que hubiera buscadores mezclados entre ellos, además, parecía que esta vez las doncellas abordarían el barco que partía con rumbo a la casa del Gran Duque de Benoit.

“Tsk. Así es…” (Mercenario)

Los mercenarios chasquearon la lengua y se mezclaron con la multitud.

Y Humtail, que los había estado observando desde lo alto, juntó los dedos y silbó, un caballero que escuchó el sonido se escabulló entre las sombras.

“¿Su Alteza la Archiduquesa?” (Humtail)

“Parece que aún no ha desembarcado del carruaje.”

“No debemos causar ninguna fricción. Recuerden, nunca debemos dejarles saber de la presencia de Su Alteza la Gran Duquesa.” (Humtail)

“Sí, Sir Humtail.”

“Suelten el cebo al oeste y al este como estaba previsto y dividan su atención lo máximo posible.” (Humtail)

“¡Sí!”

Una atmósfera extraña y pesada se cernía sobre el puerto.

César juzgó que sería mejor que Irenea se moviera esa noche, mezclada con el equipaje, en lugar de al amanecer. Aunque los mercenarios no se atreverían a registrar el carruaje de Benoit, estaban preparados para cualquier imprevisto.

Irenea viajaba en el cuarto de los siete carruajes que acababan de entrar en el puerto. Humtail observó la zona y alrededores con agudeza.

El catalejo que llevaba en la mano brillaba incluso en la oscuridad. Los sirvientes que llevaban el equipaje de Benoit eran todos caballeros disfrazados y escondían espadas afiladas bajo sus camisas holgadas.

Una tensión única se cernía alrededor de los carruajes y los barcos, se podía ver a los mercenarios merodeando alrededor de los carruajes de Benoit.

Humtail silbó dos veces y los caballeros disfrazados que llevaban el equipaje se llevaron las manos al pecho.

 

* * *

 

César le contó a Irenea con franqueza los movimientos de la casa Aaron y que también habían descubierto rastros de Irenea en el Puerto, por lo que temían que hubiera fricciones con Benoit antes de zarpar.

A Irenea le gustó la franqueza de César.

En lugar de ser arrastrada sin saber nada, a Irenea se le dio una opción. Irenea aceptó pasar la noche en el barco, como César había sugerido.

Acordaron que la noche estaría menos vigilada que el amanecer. Los que viajaban en el carruaje con Irenea observaban el exterior con la respiración contenida, entre los caballeros del Norte, algunas mujeres caballero que parecían cómodas con atuendos de doncella viajaban en el carruaje con Irenea.

Escondidas bajo sus faldas se escondían dagas afiladas y estrellas arrojadizas.

“¡Qué impertinentes! Vienen por aquí. ¡Todas las unidades, esperen!” (Caballero)

Irenea se acurrucó, conteniendo la respiración, se sentía mal por causarle tantos problemas, habría sido más fácil si hubiera usado sus poderes sagrados, ya que incluso le era posible cambiar la apariencia de su rostro.

Pero Irenea estaba decidida a mantener en secreto el hecho de que podía usar sus poderes sagrados el mayor tiempo posible, si ese hecho se descubría, Benito y Aaron se preocuparían aún más.

Y cuanta menos gente lo supiera, más tiempo se guardaría el secreto.

Irenea apretó los dientes.

‘Si tan solo hubiera sido más cuidadosa.’

‘Si tan solo no la hubieran visto en el puerto esa madrugada, eso podría no haber sucedido, pero no había vuelta atrás.’ – Irenea casi había olvidado cómo respirar.

“Este es el carruaje de la familia Archiducal de Benoit, ¡quién se atreve a husmear dentro!” (Caballero)

Afortunadamente, alguien más llegó primero y se interpuso para bloquear el carruaje.

“Ah. ¿Así que este es el famoso carruaje de Benoit? No, solo tenía curiosidad porque vi a la gente yendo y viniendo. ¡Solo estábamos echando un vistazo!”

“¿De dónde eres?” (Caballero)

“¿No se nota por la forma en que voy vestido? Solo soy un trabajador de por aquí.”

“Retírate. Si vuelves a husmear por aquí otra vez, no te dejaré ir amablemente.” (Caballero)

“Solo estaba mirando, ¿no es demasiado? ¿Eh? ¡Como si estuvieras ocultando algo!”

Un alboroto estalló afuera.

Cuando el extraño se negó a retroceder, la atención se centró en él.

“La puerta del carruaje no se abre, ¿no estará estropeado? Soy un experto arreglando cosas así.”

“Te doy una última advertencia. Retrocede. Este es el carruaje de Benoit.” (Caballero)

La voz del caballero atravesó la multitud con un tono severo, sin embargo, las palabras no eran rival para alguien que ya los había puesto en la mira desde el principio. En cambio, comenzó a actuar como un simple trabajador y a hablar con condescendencia.

“¡Miren aquí! A menos que el carruaje de la familia ducal de Benoit esconda algo, ¿cómo podrían no permitirnos verlo? ¿Verdad? ¡Al menos echemos un vistazo y veamos qué increíble tesoro esconde!”

Fue un espectáculo que atrajo la atención de todos, entre la multitud que se agolpaba, se acercaron al carruaje personas distintas a la gente común, eran claramente los mercenarios contratados por la familia Aaron. Irenea sintió que la cuerda se apretaba cada vez más a su alrededor.

<“No puedes escapar de nosotros. ¿No podrías vivir simplemente un poco más tranquila?”>

<“¿No sería mejor que cooperaras obedientemente con las tareas que tienes que hacer?”>

<“El Archiduque Rasmus te ha acogido, así que eres su familia.”>

Las palabras que habían escuchado repetidamente volvieron a su mente sin cesar. Irenea se encogió de hombros, sintió como si una mano fuera a agarrarla por la nuca en cualquier momento, se imaginó a alguien que, con manos en forma de garfio, la arrastraba hacia los fogones.

<“¡Este es tu lugar!”>

Irenea parpadeó, los recuerdos del pasado inundaron el aire, llenando el solitario carruaje.

Pero no era momento para dejarse llevar por tanto sentimentalismo.

“Su Alteza, la puerta del carruaje se abrirá pronto, la protegeremos, así que no se preocupe y solo síganos.” (Caballero F.)

“… No se preocupen por mí.”

Irenea se ajustó la capucha.

Los caballeros de afuera desenvainaron sus espadas, y los mercenarios que se habían reunido extendieron sus manos como garras hacia el carruaje y antes de que pudieran abrirlo, los que estaban adentro empujaron la puerta del carruaje para abrirla.

“¿Qué sucede?” (Caballero F.)

Preguntó un caballero disfrazado, con una daga escondida en la mano.

Todos miraban hacia adentro con la respiración contenida.

 

* * *

 

César también había oído la noticia de la partida de Irenea, deseó haberla acompañado, pero eso habría significado que sería pasada la medianoche, así que no había lugar para demoras. El mayordomo había preparado el caballo para la llegada de César.

“Bigtail, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que Irenea se fue?”

“Han pasado más de tres horas, así que a estas alturas ya debería estar en el puerto.” (Bigtail)

“Vamos a toda velocidad. ¿Puedes seguirme el ritmo?”

“Sí, puede ir sin preocuparse por mí.” (Bigtail)

El mayordomo principal, que había permanecido en la mansión hasta el final, también montó a caballo.

El último grupo de Benoit también partió.

César había aprendido mucho en ese viaje al sur. Los secretos entre el Emperador y la Emperatriz, Irenea, y los secretos del trono. La mirada de César se profundizó.

Quizás la próxima vez, podría venir como una persona diferente.

César sintió una vez más, dolorosamente, que no podía escapar del pantano que lo arrastraba hacia abajo. Incluso si la Emperatriz hubiera elegido a César, si Irenea hubiera tomado la mano de Rasmus, César no habría podido derrotarlo.

La voluntad de Dios estaba por encima del legado del difunto Emperador y de los derechos de la Emperatriz.

Pero Irenea también tomó su mano.

El viento que soplaba del cielo empujaba la espalda de César.

 

* * *

 

“¡Oh, me preguntaba si había algo dentro…! ¡Pensé que habían escondido un tesoro!”

Los mercenarios, olvidando la cortesía, invadieron el carruaje y asomaron la cara, como para inspeccionar los rostros de quienes aún estaban dentro. El olor a pescado y a humedad, impregnaron el carruaje, como si hubieran estado acechando en el puerto durante días sin lavarse.

“¡Cof!

Un caballero agarró al mercenario por la nuca mientras este irrumpía en el carruaje y lo arrojó al suelo, los caballeros de Benoit desenvainaron sus espadas. La brillante luz azul de sus espadas, dirigida a los mercenarios, brilló vívidamente en la oscuridad. Como correspondía a los caballeros del Norte, eran más grandes que los mercenarios, lo que los hacía aún más amenazantes.

“¡Pagarás por codiciar el interior del carruaje de Benoit!” (Caballero)

Los mercenarios, después de mirarse unos a otros, se reunieron lentamente alrededor y desenvainaron sus espadas. No pudieron ver bien qué había dentro, pero presentían algo.

“¡Solo intentábamos ver dentro, pero son demasiado crueles!”

“¡Ya que el Gran Duque Benoit lo permitió, castiguémoslos y restauremos el prestigio de la familia de la Gran Casa Ducal!” (Caballero)

Al instante, el puerto se llenó del sonido metálico de espadas chocando, los mercenarios apretaron los dientes y cargaron contra los caballeros que habían recibido entrenamiento formal y aunque claramente eran pocos, los mercenarios armados con espadas continuaron avanzando y llegando sin cesar.

En medio del enfrentamiento entre mercenarios y caballeros, Irenea y los caballeros camuflados descendieron del carruaje.

“Nosotros cubriremos la retaguardia para que pueda moverse con rapidez.” (Caballero F.)

Delante de Irenea había un caballero y dos detrás de ella. Irenea apretó las manos con tensión, asintió y cruzó el centro de la pelea. Las manos que se extendían hacia ellos fueron rechazadas por los demás caballeros.

Los caballeros disfrazados estaban protegiéndola hasta el final.

Irenea respiró hondo y exhaló.

El número de mercenarios no disminuía, sino que aumentaba.

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