CAPITULO VII – Parte V
Ante las palabras de compasión del Emperador, Karinna parpadeó varias veces y levantó la mirada. Sus ojos se encontraron con los iris dorados del Emperador, justo delante de ella.
‘Sus ojos son muy extraños.’
Eran los ojos más hermosos que jamás había visto.
Karinna se encontró con la mirada del Emperador y abrió la boca.
«La luna de miel se puede disfrutar en cualquier sitio, así que un cambio de ubicación no hace que nuestro amor sea menor». Respondió amablemente, pero con expresión de perplejidad.
Es una declaración de amor bastante agresiva.
Aunque sabía que no lo decía en serio, sentí una sensación indescriptible ante su seguridad. El Emperador giró la cabeza para encontrarse con un Basster sonriente. Se mordía el labio inferior intentando controlar las comisuras de sus labios, con los lóbulos de las orejas enrojecidos por la vergüenza.
“¿Por qué sigues mintiéndome…?”
«¿Dudas de nuestro amor… Su Majestad?”
Cuando nos vimos por primera vez, estuve nerviosa, pero después de un poco de conversación, me doy cuenta. El Emperador no me toma en serio. Es diferente cuando trata con Basster a cuando trata conmigo.
Karinna apretó y soltó la mano que tenía abierta. Estaba claro que había hecho algo que había ofendido al Emperador. Estudió la distancia entre Basster y ella. Estaban bastante cerca y tomados de la mano, lo que puede parecer un poco incómodo para otros.
Con un movimiento rápido, se aferró a Basster, eligiendo rodearlo con sus brazos en lugar de estrechar sus manos.
«¿Karinna?»
Basster la llamó asustado. Se puso rígido, como un tronco, y miró a Karinna con sorpresa.
«¿Basster?»
«… No, nada.»
Tenía una vaga idea de lo que estaba pensando. Basster miró al Emperador con ojos intensos. El Emperador se encogió de hombros, inesperadamente preocupado.
Sabía que Karinna era sensible, pero no esperaba que lo fuera tanto al comportamiento natural del Emperador.
Era vagamente consciente de que el Emperador llevaba un rato observando demasiado a fondo a Karinna, pero había fingido no darse cuenta porque no quería ofenderla si lo exponía…
Karinna volvió a mirar al Emperador, con los brazos cruzados y el cuerpo apretado contra Basster. El Emperador tragó saliva ante la carcajada que amenazaba con escapársele. Su boca volvió a abrirse en una sonrisa relajada.
«Me gustaría presentarte a mi hermana».
«¿Su hermana? ¿Se refiere a la Princesa…?»
«Sí, es un poco tímida, por lo que no tiene mucha gente a la que llamar amigos debido a mi posición».
«Ahh…»
Karinna frunció el ceño y bajó la cabeza, y el Emperador se sintió un poco avergonzado por verla dudar, en cambio ella le sonrió tímidamente. La broma no salió como pensaba.
Basster dejó escapar un pequeño suspiro, con el cuerpo pegado al de ella. Su mirada se clavó en la nuca de ella, con una leve sonrisa en el rostro.
Karinna parecía muy perpleja de qué hacer y empezó a observar atentamente a Basster. Al darse cuenta de su intención, él se inclinó ligeramente y acercó la oreja a sus labios.
Karinna pronto le preguntó algo en voz muy baja.
«Claro. No importa.»
«Mmm… No puedo evitar preguntarme sobre qué están susurrando, es tan triste, incluso si son recién casados, me siento excluido».
«No es para tanto» replicó Basster, con la voz teñida de impaciencia. Antes de que el Emperador pudiera interrogarla, Karinna hizo una pequeña reverencia.
«En primer lugar, pido disculpas. Majestad».
«No creo que necesite que me digas que lo sientes».
«No recuerdo haber hecho nunca amigos, así que me temo que no soy la persona más indicada para hablar con su alteza».
Pensó que le diría alguna condición, pero lo que recibió fue un no rotundo.
‘No es tan codiciosa como creí’.
Pensaba que sería parecida a su padre, pero resulta que hay más diferencias de las que creía.
Como era más reservada de lo que esperaba, podía darle el empujón que necesitaba para relacionarse con los muchos jóvenes que querían conocerla, así que pensé que, si las presentaba, le caería bien, aunque fingiera que no.
‘Me sorprendió un poco. Odio que me molesten…’ pensó Karinna.
Tampoco quería nada que hiciera codicioso al vizconde Tyrian. Si se familiarizaba con la princesa, podría molestarla en el futuro en busca de conexiones.
Karinna odiaba tener que socializar. No quería conocer a otras personas, a menos que Basster le dijera que debía hacerlo, pero nunca la obligaría a hacer nada que ella no quisiera. También le dijo que no importaba.
«Caramba, no pensé que me rechazarías».
«Estoy segura de que harás mejores amigas que yo, ya que hay muchas señoritas y caballeros buenos en el imperio».
Parecía estar diciéndole que mantuviera la boca cerrada.
No puedo creer lo insensible que es cuando traza la línea, y la sonrisa que ha estado luciendo todo este tiempo parece inventada, y su boca se abre sólo cuando mira a Basster.
‘… Realmente, es sólo él, su mayordomo y ahora su esposa.’
El emperador se encogió de hombros y se hizo a un lado.
«¿Qué quieres decir con que no tienes amigos?»
«Oh, sí tengo uno.»
«Entonces si hay uno. ¿Quién hace los honores?».
«Basster», dijo Karinna, mirándolo con orgullo. Una expresión de desesperación cruzó el rostro de Basster, para convertirse poco a poco en resignación.
‘Así que eso es lo que pasó.’
El Emperador decidió limpiamente dejar de mirarla.
Era fácil ver cómo la había acercado tanto a él. Y por qué no pestañeó mientras se acercaban tanto.
«Eres un tonto, Archiduque.»
«… Soy mejor que su majestad, que no ha podido lograr nada».
«…»
Recibió una respuesta igualmente sarcástica. La expresión del emperador se endureció.
«Bueno, veo que ustedes dos tienen mucho de qué hablar, voy a tomar un descanso».
«¿Adónde vas?»
«Iré por un poco de aire a la terraza».
Karinna sonrió débilmente, descorrió los brazos para hacer una suave reverencia. El Emperador asintió levemente, y ella se apartó, dirigiéndose hacia donde algunas de las damas se habían reunido antes.
Estaba claro que intentaba poner un pie en la puerta de ese círculo social. Aunque al principio se negó, aceptó a todas las damas entre baronesas o condesas que se le acercaban.
«Hubiese sido mejor que aceptaras a mi hermana, ella si tiene la cabeza bien puesta».
«No puedo manejar una personalidad como la de la Princesa».
«¿Qué demonios ves en mi Ivona?»
«Es como un caballo salvaje que no fue domesticado apropiadamente» dijo Basster con ligereza. El Emperador suspiró, incapaz de encontrar palabras para replicar. Hizo un leve gesto. Se dirigió al trono y Basster lo siguió, subiendo al estrado.
La mirada de Basster estaba clavada en Karinna, ella se ubicó entre un grupo de damas, no tan temblorosamente como él había esperado.
‘Cuántas veces debes haber practicado por tu cuenta‘.
Sólo la imaginación y la práctica le permitieron profundizar como lo hizo.
«Si continuas, vas a agujerear la espalda a la Archiduquesa con ti intensa mirada».
«No lo haré.»
El Emperador ofreció a Basster una copa de vino. Al aceptarla, Basster chasqueó la lengua.
«Préstame a tu mayordomo durante un mes.»
«No, Karinna está aquí, así que Ten tendrá que servirla» respondió Basster con ligereza, cruzándose de brazos. La expresión del Emperador se torció ligeramente.
«Una semana».
«No es posible».
«¿Quieres algo a cambio?»
«No. Por ahora, sólo quiero asegurarme de que Karinna está instalada y cómoda en la capital. Así que no te puedo prestar a Ten”.
La sonrisa del Emperador se quebró y se hundió en su trono con un leve suspiro.
«Enviaré a un mayordomo para que ocupe de ella el lugar de Ten».
«Nadie conoce la mansión tan bien como ella, Ten y Karinna necesitan tiempo para conocerse, así que lo descartaré».
«¿Qué tal si dejas de actuar así y al menos me dices que lo considerarás?».
Ante las palabras del Emperador, Basster cerró la boca en lugar de replicar. Apartó la mirada de Karinna y se plantó ante su insistente interlocutor. El Emperador no pestañeó ante la enorme sombra que se proyectaba frente a él.
«Te recomiendo que dejes ir esos sueños inútiles. Reconoce tu posición, Majestad, hay a quien puedes tocar y a quien no».
«¿No es eso solo un montón de tonterías?»
“Soy el Emperador, ¿quién se atrevería a decirme que está bien y que no?”
Basster se cruzó de brazos y ladeó la cabeza ante la arrogancia de sus ojos. Su posición como Archiduque y su posición como Emperador eran diferentes.
«Si naces emperador, vive como tal».
«Eres mi amigo, pero no te importa decirme cosas crueles».
«Te lo digo porque somos amigos».
El Emperador se bebió de un trago la copa que tenía en la mano. Basster se quedó quieto y lo vio fruncir profundamente el ceño. El rostro del Emperador se contorsionó de forma inusual, como si el vino le hubiera sabido amargo, dejó salir un profundo suspiro.
Suspiró una segunda vez, y se podía oler el alcohol. Ha bebido más de una copa o dos.
‘Sabía que era un amor no correspondido, pero…’
“Lo sé, lo sé, es un poco duro. Aun así, es mi banquete de cumpleaños”.
“Disfruta entonces, sin desesperar a otros con actitudes tan inútiles”.
«¿Soy tan desesperante?»
«¿No lo sabes ya? Basta con ver su actitud hacia ti. Es mejor que te comprometas con alguien a tu altura».
«¿Para qué necesito a otra cuando la tengo a ella…?, Seré bueno y tú serás mi apoyo, ¿no?».
Las palabras del Emperador hicieron sonreír a Basster, que disimuló su profunda incomodidad por este asunto. Miró a Karinna, que sonreía ligeramente mientras charlaban.
‘… Eso es genial.’
Aun así, inconscientemente la tensión en su cuerpo comenzó a aliviarse.
Como todo lo nuevo, parece enorme y da miedo hasta que aprendes y te acostumbras. Pero ella lo estaba sobrellevando espectacularmente. Estaba muy orgulloso de ella y se sentía bien de verla enfrentar sus miedos tan valientemente.
«Te chorrea la miel por los ojos, Terry. Eres un feliz recién casado, pero no tienes reparos en decirme que me busque otra mujer, uhhh».
Basster suspiró por la burla en su voz.
No sabía cómo se podía llamar a esto recién casados, nunca miró hacia atrás por lo que fue hasta ahora que se arrepentía de su actitud distante con Karinna.
Tenía la boca amarga. Basster vació su vaso rápidamente.
«No estoy particularmente interesado en entrometerme en tu vida amorosa, así que puedes ir y hacer lo que quieras».
«Si la convenzo, ¿la pedirás de vuelta?»
«No lo sé, depende de lo que Ten quiera».
El Emperador se encogió de hombros ante las palabras de Basster. Dejó su copa y abrió la boca.
«He oído que tienes un hijo».
«Sí.»
«Ahora que lo pienso, nunca he visto al hijo de la Archiduquesa, que técnicamente es ilegítima para ti, aún no ha sido registrado en el libro de la familia, ¿verdad?».
«Si tanto te interesa, ten una charla con él».
Técnicamente, sólo fue idea mía casarme con ella y luego usar al niño como heredero. Sólo necesitaba a alguien que no me molestara, así que elegí a Karinna.
Si tuviera un hijo sería aún más beneficioso, para que no me molestara con ese asunto en el futuro, de ese modo lo convertiría en mi sucesor después de poner otros asuntos en orden.
Habría sido el fin de las molestias relacionadas con ese tema.
No estaba especialmente obsesionado con el linaje, y habría cedido su sucesión al hijo de un pariente lejano cuyo nombre desconocía, siempre que fuera capaz.
Por desgracia, esto no fue posible para la familia Kayenne, ya que no disponían de otros parientes directos con los que contar.
«Soy un gran fan de los niños. Me encantaría verlo, pero ¿dónde está?».
«Está en la sala de juegos, fuera del salón de baile».
Basster respondió en silencio. Incluso mientras respondía, su mirada permanecía fija en Karinna. El Emperador se preguntó con quién demonios estaba hablando.
Por mucho que se preocupe por ella, se preguntó si no tendrían problemas para hablar entre ellos, debido a sus personalidades tan diferentes.
«Bueno, nada de esto es algo propio de ti.»
El emperador sonrió irónicamente.
Basster ladeó la cabeza y frunció el ceño. El Emperador se encogió de hombros ante su mirada interrogante.
“¿Qué quieres decir?”
«Estás mirando tan calurosamente a una joven que apenas conoces. No creo que alguien como ella sea tu tipo, ¿cuándo cambiaron tanto tus gustos?»
«Inicialmente, nos casamos por conveniencia mutua».
«Ya veo, ¿entonces a partir de cuándo te enamoraste de ella?»
El Emperador sonrió maliciosamente, y esta vez Basster giró lentamente la cabeza para mirarlo, como si no comprendiera.
«¿A quién te refieres?»
«A la Archiduquesa».
Ante las palabras del Emperador, Basster frunció el ceño con leve incomprensión.
«¿Cuándo empezaste a amarla?”.
A Basster se le escapó una pequeña carcajada ante la inesperada palabra. ¿Se estaba poniendo sentimental el emperador, o es que estaba tan enamorado que veía el mundo de color de rosa?
«No es que no me guste, pero… es un poco diferente a eso. Estoy nervioso porque es su primera vez en este tipo de eventos, así que es más una preocupación que amor, aunque ciertamente me gustaría ser más cercano de lo que soy ahora.»
Qué afirmación tan estúpida y patética. El rostro del emperador se iluminó de risa.
Sacudió la cabeza, sin molestarse en seguir discutiendo.
«Ah, claro. No puedo poner mis propios asuntos en orden, así que no estoy en posición de preocuparme por la vida privada de otros. Vamos a buscar a tu hijo de todos modos».
«No quiero hacerlo. Karinna lo odiaría».
La frente del emperador se arrugó profundamente. Para todo sacaba a relucir el nombre de su esposa, y aun así asegura que los sentimientos que tiene son diferentes al amor…
Después de sufrir 10 años de amor no correspondido, le pareció divertidísimo el dilema constante de Basster. No estaba en condiciones de reír, pero lo hizo de todos modos. El Emperador abrió la boca, sus labios se movieron lentamente.
«Si vas a inscribir a ese niño en el registro familiar de todos modos tendré que conocerlo, para que esté aquí, significa que pronto tendrá la edad suficiente para asistir a actos sociales».
«A ella tampoco le gustó la idea de traerlo, así que le preguntaré de nuevo más tarde».
A estas alturas, empezó a preguntarse si lo que su amigo padece es una enfermedad crónica. No puede creer que se niegue a todo como si no caminara si ella le dijera que no lo hiciera.
Se calló, sin palabras, porque no podía evitar sentirse como un tonto en su presencia.
«Pase lo que pase, salir y afrontarla no sería una mala opción».
«No gracias, no estoy interesado en desarrollar ese tipo de relación».
«Es diferente de su padre».
«Me habría sentido más cómodo si hubiera estado motivado por el dinero».
Él le daría lo que quisiera y tomaría lo que quisiera. Era un principio simple, pero Karinna no quería nada. Incluso estar aquí, ahora mismo, era un sueño para Basster.
«Su Majestad.»
«¿Qué?»
«¿Cómo te diste cuenta de que estabas enamorado?»
El Emperador estalló en carcajadas ante la pregunta de Basster. Se rió tan fuerte que sonó por todo el salón de baile.
Karinna giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Basster, que la miraba fijamente. Los ojos de Karinna se abrieron de sorpresa y sus mejillas se sonrojaron.
Su rubor era visible desde la distancia. El enrojecimiento resaltaba sobre su piel pálida.
«¿Estás loco?» soltó Basster mientras su risa se apagaba lentamente. Los ojos de todos los nobles se clavaron en el Emperador. El Emperador sacudió la cabeza, soltando la última carcajada de sus pulmones.
«Sólo», el Emperador respondió con un chasquido, una sacudida. La mirada ceñuda de Basster se volvió hacia él.
«Es solo que acabo de darme cuenta. Tu cabeza está toda llena sobre ella, incluso haces todo tipo de cosas estúpidas para echar un vistazo a su cara, y sin embargo, eres demasiado estúpido para darte cuenta de lo que estás sintiendo.»
La boca del emperador se suavizó al hablar. Era muy inusual en él, que siempre llevaba su máscara de noble con tanta facilidad.
«¿Necesitas ayuda con el trabajo?»
«Eso es…»
Los ojos del Emperador se entrecerraron cuando, por reflejo, trató de responder a la pregunta de Basster.
«Sí, estoy ocupado, sumamente ocupado. Mis sirvientes también están todos ocupados con otras cosas, así que no tengo ayudantes de calidad».
«Creo que ella podrá ayudarte por unos tres días».
«Ya que estamos en eso, ¿por qué no me la prestas un poco más?».
«En este momento se siente orgullosa de retomar su trabajo, y no puedo ni quiero privarla de ello durante demasiado tiempo».
Basster sacudió rápidamente la cabeza. El Emperador frunció el ceño, como si no supiera qué decir.
Frunció los labios, insatisfecho, y después de un largo rato asintió. Insatisfecho, sí, pero no se equivocaba.
Aunque fuera Emperador, no podía quitarle lo que ella quería; si hubiera querido, hace tiempo que la habría tomado por la fuerza.
«La persuasión no es el mayor don de Su Majestad».
Los ojos del Emperador se entrecerraron ante el comentario añadido de Basster.
Como tercer príncipe heredero, pudo ascender a príncipe heredero y, finalmente, al trono por varias razones, entre ellas su capacidad para negociar.
Como tercer príncipe, que no contaba con partidarios, alcanzó repentinamente notoriedad y acabaron ganando un gran número de partidarios.
Envió a sus hermanos al exilio y tomó el trono. Esto coincidió con la muerte del emperador. Siempre sonreía como si no tuviera nada en la cabeza y parecía tranquilo, pero la verdad era otra.
El impuro no puede ser emperador. Ni el cobarde ni el desprevenido podrían alcanzar el puesto más alto.
El que puede llegar hasta el final es el que lo quiere, el que lo desea, el que ha luchado por ello. Aunque no se vea en la superficie y otros lo menosprecien tomándolo como un golpe de suerte.
La creencia generalizada es que la muerte del Emperador fue un accidente, y pocos saben cuál es la verdad.
«Pudiste convencerme de ser tu amigo durante 10 años, lograste sentarte en la silla más alta, pero no has avanzado ni un paso con tu amor correspondido».
El emperador soltó una carcajada avergonzada, que parecía muy tímida y fuera de lugar en su asiento.
Pero Basster sabía, con esa cara tímida, sobre cuántas cabezas y sangre se había parado. Sobre todo, Ten lo sabría mejor que nadie.
«Te lo advierto de antemano, pero no quiero que le pongas la mano encima a Karinna».
«¿Qué quieres decir?»
«Tampoco me gustaba la idea de que te la analices demasiado; es mi persona, está en mi territorio».
Era una clara provocación. Los ojos del emperador se endurecieron y abrió lentamente la boca, con expresión nerviosa.
«No te das cuenta de que estás cruzando una línea».
«Es usted quien se está extralimitando, Majestad. No tiene derecho a juzgar mi elección de personas».
Trazó una línea en la arena.
«Umm, ya veo.»
El emperador asintió obedientemente. En ese momento, las puertas de la sala de banquetes se abrieron de golpe. Una Ten claramente nerviosa entró y se acercó a Karinna.
Susurró algo al oído de Karinna. La cara de ella se puso cada vez más pálida y luego asintió lentamente.
Ella siguió rápidamente a Ten sin mirar atrás. El rostro de Basster se endureció al ver la vista trasera de Karinna en retirada.
«Supongo que tú y yo somos incapaces de ayudar».
Basster apretó los puños en respuesta al desagradable recordatorio del Emperador.
Intercambió unas palabras con las damas con las que charlaba y luego se alejó sin mirar atrás, en realidad, sin vacilar. Hasta el momento de abandonar el salón, Karinna no volvió a mirar a Basster.
Esta revelación fue un shock, y Basster tuvo que permanecer congelado en su sitio durante bastante tiempo.
El Emperador tocó a Basster en el hombro.
«… ¿Qué pasa?»
«¿No vas a ir? De todos modos, estaba pensando en ir».
Basster bajó lentamente las escaleras, con los ojos vidriosos al oír la voz del Emperador, sin darse cuenta que este curvó ligeramente sus labios mientras descendía del trono a su lado.
<Continúa en el volumen 3>
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Divagaciones de la traductora: Parece mentira, pero ya pasamos al volumen tres (parece poco pero si contamos cada parte desde el inicio, ¡son casi 50 capítulos!) si mantengo este horario es posible que a finales de agosto terminemos exitosamente esta serie. ¡Ánimo! Dato importante, ¿recuerdan que se mencionó que Basster incluso rechazó a la «Emperatriz»? Bueno, fue un error, al principo de este cap entendemos que se trata de la Princesa, pues el Emperador está soltero y tiene 10 años de amor no correspondido (que cute) por lo que desde ahora lo corregiré a «princesa» para evitar confusiones futuras.
¡Bye, bye, nos leemos el próximo fin! ヅ
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