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DLHA – Cap 6 – Part5

CAPITULO VI – Parte V

«Ni siquiera tienes que inclinarte ante el emperador».

Como si percibiera sus sentimientos, Basster añadió en voz baja. Karinna se estremeció y miró a Basster, que le sonreía.

«Eso ni siquiera es una broma…»

«No estoy bromeando».

Basster puso los ojos en blanco, lleno de insatisfacción. Parecía tan arrogante, como si todos fueran sus súbditos, y al mismo tiempo tan seguro de sí mismo. Dejó a Karinna sin habla por un momento.

«Lo digo en serio, Karinna.»

«Wow, tío ¿eres así de fuerte?» interrumpió Nitens, con los ojos brillantes, como si hubiera escuchado y entendido las palabras de Basster bajo un aspecto diferente. Basster se cruzó de brazos, bajó la mirada hacia el niño y asintió levemente.

«Puedes saberlo con solo ver mis manos».

Basster le tendió una de sus palmas. El niño pareció contar los callos y notar sus venas abultadas, luego miró a Basster con más brillo en los ojos.

Nitens estudió la expresión de Basster, luego miró su espada, murmuró un poco y empezó a observar a Karinna.

«Mamá».

«¿Eh?»

«Nity tiene una misión que cumplir.»

Karinna se quedó perpleja ante las palabras de Nitens. Escudriñó al niño, como si aún no hubiera entendido del todo sus palabras, y abrió la boca para hablar.

«¿De qué estás hablando, Nity?»

«¡Nity será fuerte como tío! ¡Protegerá a mamá y derrotará al monstruo!»

El cuerpo de Karinna se puso rígido ante la mención casual del «monstruo» por parte de Nitens. Miró a Basster, pero él no pareció darle importancia.

Karinna respiró aliviada y frunció ligeramente el ceño.

«Seguro Nity, cuando crezcas un poco más…».

«¡No! ¡Nity quiere aprender a manejar la espada!»

A pesar de las palabras tranquilizadoras de Karinna, Nitens sacudió la cabeza con firmeza. Luego señaló la espada en la cintura de Basster, con los ojos entrecerrados mientras hablaba.

La expresión de Karinna se volvió ambigua. Es verdad que Nitens era pequeño para su edad, pero todavía no era lo bastante mayor para que le enseñaran a manejar la espada.

«¿Quieres aprender a usar una espada?»

«No, es demasiado pronto».

Karinna miró a Basster como si no supiera de qué hablaba y replicó por reflejo.

Basster se tragó una risa floja y sentó a Nitens en su regazo.

«¿Qué dices? ¿Quieres aprender, Nitens?»

«¡Sí!»

«Entonces aprenderás. Te daré un profesor cuando volvamos».

«¡Whoa! ¿De verdad?»

«Sí, es una promesa.»

Basster se hizo eco de las palabras de Nitens. Karinna miró a ambos con incredulidad, pero a ninguno de los dos pareció importarle demasiado su opinión.

«Basster espera, Nitens es demasiado joven».

“¡Quiero aprender!”

«Yo solía blandir una espada de madera a su edad».

“¡Quiero aprender!”

«… Pero, apenas va a cumplir tres años».

A veces apenas puede mantenerse en pie, no imaginó qué le pasaría con una espada de madera en sus manos. Basster despeinó ligeramente a Nitens.

«No te preocupes, no va a salir herido».

Basster tranquilizó a Karinna con una sonrisa burlona, aunque no parecía del todo creíble cuando lo dice de esa forma, ¿por qué demonios….

«Permiso concedido, Su Excelencia, para entrar en la capital.»

«Bien.»

Basster respondió a la voz del cochero desde fuera, golpeó la pared un momento y luego abrió la ventana. Agitó la mano y un soldado del puesto de control se acercó corriendo con un grito de sorpresa.

«¡Diga, Su Alteza!»

«Si alguien más intenta saltarse la cola y usar su identidad para entrar, debes evitarlo en mi nombre».

«Ah, sí. Ya veo.»

«Si alguno intenta pasarse de la raya, que se ponga al final de la fila, sin excepciones».

«Sí, lo tendré en cuenta, Su Excelencia».

Basster asintió.

Fue el primero en ignorar las normas y entrar deprisa, pero no había por qué armar jaleo por ello, sobre todo al tratarse de otros nobles que utilizan como excusa su estatus para pisotear a la gente plebeya en el suelo.

«Ve directo a la mansión».

Basster dirigió unas palabras más al cochero y cerró la ventanilla.

Nitens bostezó largo y tendido, se retorció para bajarse del regazo de Basster y se acurrucó en los brazos de Karinna. Ella lo abrazó con gusto y le acarició la espalda.

«Ahora que conseguiste lo que querías, te vas con tu madre».

“Uhmm… tío”.

«Si estás cansado, duerme. Nity.»

Basster murmuró una queja en voz baja, pero Nitens no pudo responder, estaba ocupado frotándose los ojos para no quedarse dormido. Al oír sus murmullos, Karinna le dio unas palmaditas en la espalda.

«Lo derrotaré…»

Nitens cerró lentamente los ojos cuando sintió las palmaditas en la espalda, se escuchó el sonido de una respiración pesada y pronto le sigue una sonrisa que se dibuja en las comisuras de los labios de Karinna.

«Eres, de hecho, muy devota a Nitens».

«Es la única forma de hacerlo feliz».

«Serás feliz, aunque no quieras, porque yo te obligaré. Ambos serán felices, yo me encargaré de eso».

Las palabras de Basster hicieron que Karinna soltara una pequeña carcajada. Miró a Basster un poco más y sonrió débilmente.

«Gracias.”

Basster de pronto se levanta de su asiento y se sienta junto a Karinna.

«¿Por qué no pasas a Nity allí? Estará más cómodo»

«¿Eh? No, estoy bien…»

Cuando Karinna negó con la cabeza, Basster cargó rápidamente al niño en brazos y lo colocó con cuidado en el lado que estaba ocupando hasta hace un momento. El carruaje, cubierto de terciopelo, era afelpado y suave, y apenas se balanceaba.

Nitens se dio la vuelta, de espaldas a ellos y se quedó profundamente dormido. Basster lo observó un momento y luego se acurrucó junto a Karinna.

«¿No está demasiado cerca? Si es demasiado estrecho, ¿me siento de aquel lado?».

«… No.»

Basster sacudió la cabeza nerviosamente mientras miraba el espacio abierto a su izquierda. Ahora con más frecuencia se preguntaba cómo podía cambiar la visión que ella tenía de él.

«¿Seguro que tienes suficiente espacio?»

«Mucho».

«¿Pero por qué está tan apretado? ¿Te incomoda algo o…»

«No, Karinna. Es sólo que quiero estar a tu lado».

Al oír las palabras de Basster, Karinna soltó una exclamación en voz baja y luego asintió. No pareció notar la más mínima extrañeza en su voz mientras se reía de la idea.

Karinna alargó la mano y acarició suavemente el cabello de Basster. Había avanzado mucho, pensó, ahora sabía jugarle bromas.

Al verla mantener la actitud confiada, Basster se retiró lentamente de las caricias de Karinna. Ella lo miró un momento y luego sonrió.

«¿Te pasó algo, o sólo quieres descansar un poco como Nity?»

«En realidad, quiero cobrarme una mala pasada que me hiciste sufrir».

«¿Yo?»

Basster se dio cuenta de que Karinna realmente ignoraba el aspecto sexual detrás de las palabras o simples gestos. Pensar que el bastardo que había tomado su primera vez aquella noche, tocó a Karinna mientras ella era inocente de todo, lo llenó de ira.

‘Espero que no se aprovechara de una chica desprevenida haciéndole creer que era algo normal entre desconocidos’.

No culpaba de nada a Karinna, que tomó esa decisión para evitar un destino peor, pero aun así le molestaba sobremanera ese pensamiento.

Basster exhaló lentamente y miró a Karinna. Afortunadamente, ella no retrocedió ni huyó.

«No lo odio.”

Ya le ha dicho antes que no lo odiaba, aunque no estaba segura de que lo amara, hubo momentos como este en los que todavía actuaba un poco tímida, como expectante de él, así que sin duda existía la posibilidad de que aceptara, no como deber, sino por genuino deseo.

«… Te cobrarás una mala pasada.»

«Sí, que tú me jugaste».

«¿Cuándo?»

Karinna ladeó la cabeza y Basster se quedó inmóvil con una sonrisa.

Cuando lo encuentre, voy a agarrar a ese hijo de puta y hablar con él, pero con mis puños.’

Ella dice que está muerto, pero no lo puede creer.

En esta época, los nobles tienen prohibido matar plebeyos. No se les puede matar a la cara, pero sí por la espalda.

De todos modos, aunque hubiera muerto en un accidente, el momento era demasiado bueno para ser verdad. Para estar muerto, Karinna no muestra ni una sola señal de culpabilidad o arrepentimiento.

No pone la cara triste de siempre. Es una mujercita bastante frágil y tierna de corazón, así que es natural que ponga esa expresión de vez en cuando.

Desde hace un tiempo para acá, Basster ha llegado a la conclusión de que, en algún lugar, en alguna parte de este ancho imperio, el bastardo está vivo… Y que la bondadosa Karinna oculta su identidad para asegurar su supervivencia.

‘Cuando lo miro así, no parece que lo de aquella noche fuese una casualidad‘.

Tal vez sacudiría su corazón si volvía a aparecer frente a Karinna, así que no era mala idea usar esa oportunidad para ocuparse una vez más de las alimañas, sin que las ratas y los pájaros del emperador se enteraran.

Basster esboza una sonrisa malévola.

Si tan solo los informes llegaran más fácilmente’.

La sombra enviada a la capital no había regresado. Generalmente recibía informes periódicos, pero aún no recibía ninguna noticia de ningún descubrimiento, eso puso a Basster un poco preocupado.

Miró a Karinna, que había ladeado la cabeza, intentaba con todas sus fuerzas encontrar la respuesta.

«La razón por la que estoy jugando así contigo…»

«¿Sí…?»

Basster inclinó ligeramente la cabeza, acercando su rostro. Los ojos de Karinna se abrieron de par en par.

«Es porque quiero hacer esto».

Los labios entreabiertos de Basster se encontraron con los de Karinna. Sus labios se separaron y sus lenguas se acariciaron. Karinna inclinó la cabeza, para acercarse más al contacto, como había hecho antes.

«Aahm…»

Un leve gemido escapó de los labios húmedos de Karinna. La expresión de Basster se tornó inquisitiva. Sonrió satisfecho, su mirada recorrió los pequeños dientes de Karinna que se dejaban entrever, escrutándolos.

Dejó salir otro leve jadeo al sentir cómo le roza el paladar y le acaricia despreocupadamente las zonas sensibles.

Dos respiraciones calientes se entrelazaron. Karinna rodeó el cuello de Basster con los brazos, conteniendo la respiración por miedo a despertar a Nitens.

‘La forma en que me rodea con sus brazos me resulta extrañamente familiar.’

Lo invadió una oleada de desagrado desconocido. Basster palpó salvajemente el interior de su boca y luego se retiró lentamente, chupando con fuerza sus labios.

Las pupilas de Basster se dilataron un poco más por la mujer ante sus ojos. Tragó saliva al ver la tez de Karinna, enrojecida como fruta madura, respiraba profundamente, como si le faltara el oxígeno, pero mantuvo su boquita entreabierta, dispuesta a una segunda ronda.

‘No me canso de besarla. Me encanta cómo responde a cada uno de mis besos.’

«¿Lo odiaste?»

«No, solo estoy un poco sin aliento…»

Podía ver que los labios de Karinna se habían hinchado.

Su respiración es agitada, su tez afiebrada y sus labios hinchados. Cualquiera con un ojo bueno, puede ver lo que podrían haber estado haciendo en el carruaje.

‘Karinna no sabe nada de esas cosas. Soy el primero. Yo y nadie más, le enseñará correctamente a partir de ahora.’

Una falsa sensación de satisfacción lo invadió. Karinna tragó saliva y parpadeó un poco bajo la mirada calurosa de Basster. Al ver su expresión ligeramente nerviosa e insatisfecha, Basster rió un poco.

«Parece que hemos llegado, bajemos».

«Oh, sí.»

Karinna asintió con naturalidad. Basster bajó del carruaje, llevando a Nitens en brazos en lugar de Karinna, que ya se disponía a tomar al niño en brazos.

De pronto, se puso rígida por reflejo al ver a tantos sirvientes en cuanto bajó del carruaje.

‘Todavía te acobardas delante de tanta gente.’

Karinna apretó los puños y bajó la cabeza al verse a sí misma actuando nuevamente de esta forma. Lo odiaba. Odiaba ese patético reflejo de sí misma.

Apretó los puños deliberadamente, forzando la vista, y cuando levantó la vista, Basster alargó la mano y entrelazó sus dedos entre las manos apretadas de ella. La gran mano de Basster extendió suavemente la mano temblorosa de ella y la estrechó.

«Es bueno intentarlo, pero no hay que forzarse».

«… Gracias.»

«Karinna, sé que te esfuerzas al máximo, no quiero que te presiones para hacer más que eso».

Tragó saliva ante las palabras de Basster.

No era especialmente consciente de presionarse, pero sabía que no debía actuar forzada y que necesitaba tranquilizarse.

Justo delante de ella estará no solo el Vizconde Tyrian. El Conde Buffo también estará allí. Todo lo que puede hacer es mantener la cabeza rígida frente a él.

Por ahora, solo debe aprender a aguantar.

Para Karinna, Basster es su salvación. Su ayuda la ha traído hasta aquí, así que quiere hacer lo que él quiera, al menos en la medida en que no se avergüence.

«Sí, pero…»

«Estoy aquí para ti, y puedes contar conmigo».

Karinna asintió lentamente a su afirmación.

‘Dijo que está bien mi forma de actuar, y cuando dice que está bien, realmente me hace sentir bien. Es un tanto extraño, no suelo ser tan cambiante’.

«Vamos adentro.»

«Bienvenido, mi señor.»

«Perfecto, ¿y la habitación?»

«Lo tenemos todo listo. Enseguida lo guiaré a sus aposentos».

El mayordomo se inclinó ante las palabras de Basster. Era un mayordomo bastante joven e, inusualmente, era mujer.

Karinna pareció un poco sorprendida, pues era la primera vez que veía a una mujer como mayordomo principal, aunque enseguida se dio cuenta de su descortesía y borró la expresión de su rostro.

Pero el mayordomo parecía haber visto ya la mirada, aunque la sonrisa de su rostro era suave.

«Ah, es un placer conocerla, mi señora. Soy Ten, el mayordomo a cargo de la mansión Kayenne en la capital».

«Sí, gracias por recibirnos, Mayordomo Ten».

No estaba segura de si debía usar un tono honorífico o condescendiente, así que habló despacio, pero Ten se rió sin ofenderse.

«Sí, nos ocuparemos de usted, Su Excelencia».

Pudo ver que llevaba su llamativo cabello pelirrojo recogido en un moño, cuando se inclinó ligeramente por la cintura para devolver el saludo a Karinna. Ten miró a Nitens en brazos de Basster y sonrió.

«Veo que el joven amo está dormido.»

«Sí, es lógico que esté cansado, ha viajado mucho sin quejarse ni una vez».

Basster palmeó a Nitens en señal de elogio.

De hecho, así fue. Normalmente, un niño de su edad lloraría o se quejaría, pero Nitens no hizo ni un solo ruido. Al principio lo intrigó, luego lo impresionó y ahora lo entristece un poco.

«¿Todo bien?»

«Sí, nada que informar».

«Ya veo.»

Basster asintió levemente y se dirigió al segundo piso.

Karinna lo siguió. Era una villa de campo, pero la casa era grande, aunque no tanto como la mansión principal. Sin duda, debía de haber una docena de habitaciones.

Parecía tener jardín y dependencias, lo que francamente la sorprendió. ¿Cuánto dinero tiene que tener alguien para tener una casa así?

La habitación a la que siguió a Basster también era muy espaciosa. Había una cama grande en lo que parecía el dormitorio de una pareja, pero era tan grande y ancha que en ella podían dormir fácilmente tres personas.

Basster metió en la cama a Nitens y lo tapó con las sábanas.

«Tomaré el informe en este momento, ¿se presentó la sombra?»

«Lo llamaré».

«Bien.»

Basster miró detrás de él a Karinna, que permaneció en silencio mientras hablaba con Ten en voz baja, resultó que miraba con entusiasmo todo su alrededor. Una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.

‘… El maestro está sonriendo‘.

Había oído hablar del matrimonio.

Me dijeron que el matrimonio era un simple papeleo, sin ceremonia. Dada la naturaleza de su amo, el Archiduque Basster, no esperaba una gran boda, pero en muchos sentidos fue una noticia inesperada.

Así que ésta era la primera vez que Ten veía a Karinna. Había oído hablar de ella, pero nunca esperó conocerla así.

He oído que tiene un hijo, pero…’

El niño era más grande de lo que esperaba, y sin embargo, pudo ver un extraño parecido con Basster. La frente, y otros rasgos distintivos en su pequeño rostro.

‘¿Estás segura de que no es una mala idea?’

Se preguntó si su cabeza intentaba relacionar deliberadamente al niño con Basster. Basster se acerca un poco al ver que Karinna mira absorta la habitación de arriba abajo.

«Tengo que recibir un informe, por lo que debo irme, así que tómate un descanso aquí mientras tanto».

«Oh, cómo puedes hacer eso, ¿no estás cansado?»

«¿Estás preocupada por mí?»

A pesar de la sonrisa irónica de Basster, Karinna asintió sin pensar. Demasiado despreocupadamente, de hecho.

«Por supuesto, hemos hecho un largo viaje juntos».

«… Tranquila, estoy bien.»

Karinna colocaba habitualmente la mano sobre la frente de Basster. El gesto febril era probablemente un hábito que había adquirido mientras cuidaba de Nitens. La expresión de Basster se suavizó.

‘Se comporta como si fuese… Otra persona.’ Ten pensó.

Si conocieras al hombre llamado Basster Kayenne, probablemente pensarías lo mismo. Un jefe malhumorado e impaciente, con una personalidad dura e insensible. Si tiene algo que decir, lo dirá, pero con espada en mano.

Eso no significa que fuera poco razonable o poco amable, pero no era en absoluto un buen tipo.

Ten sabe por experiencia que sonríe muy pocas veces y que, cuando lo hace, es mejor creer que está en riesgo tu vida. En cualquier caso, era una apariencia nueva para Ten.

«Volveré enseguida luego del informe, para descansar también un poco con ustedes».

«Bueno, no te esfuerces demasiado».

Basster se echó a reír. Siguió a Ten fuera de la habitación, muy satisfecho de sí mismo.

Ten chasqueó la lengua ante la cálida sonrisa que desapareció en cuanto salió al pasillo. Recuperó la actitud que conocía de antes.

«Nunca la había visto antes, pero parece una mujer agradable.»

«Sí que lo es», Basster asintió con orgullo.

Suspiró mientras caminaba por el pasillo. No venía a menudo a la capital, pero cuando lo hacía siempre tenía mucho de lo que ocuparse.

«Este es un mensaje de Su Majestad el Emperador.»

«Apenas estoy llegando, ¿cómo sabe que estoy aquí?»

«Probablemente ha sido informado de antemano, los ojos y oídos de Su Majestad están en todas partes.»

Las palabras de Ten impresionaron a Basster. Lo irrita de muchas maneras, pero no puede discutir el comportamiento del Emperador. Incluso lo puede maldecir cuando están solos.

«Y, ¿cuál es el mensaje?»

«Pidió que antes de que comenzara el banquete, se presentara con la dama en palacio”.

«Denegado».

Basster continuó caminando, como si no tuviera nada más que decir.

Ten sonrió expectante, intentando ocultar su cara de desconcierto; si decía que no, nadie podía obligarlo a presentarse, pero como Archiduque también estaba bajo mucha presión, así que no podía sugerirlo una vez y simplemente echarse atrás.

«Dijo que, de presentarse, te dará lo que desees».

«No lo necesito».

«Dice que, si no se presenta, arrestarán a Su Excelencia bajo el cardo de traición».

«Si quiere ir a la guerra, dile que lo haga».

Basster replicó con una serie de refutaciones que Ten escuchó atentamente. Sus refutaciones fueron tan claras y rápidas que ella fue incapaz de continuar el debate. Esto ocurría con frecuencia, tras debates similares cada vez que Basster visitaba la capital.

«¿Es este el final del mensaje que Su Majestad ha preparado para mi?»

«Lo es…”

«Entonces escribe mi respuesta y envíala».

Ten se frotó la frente con cansancio ante las palabras de Basster.

Aunque se trataba de un comportamiento inaceptable para un mayordomo, Ten se convirtió en la encargada de aplacar constantemente al emperador, que estaba francamente frustrado por la actitud de Basster. Una vez que el emperador se apoderaba de Ten, no la soltaría hasta que terminara su discurso de quejas y lamentos.

Ya exhausta, Ten exhaló lentamente y entrecerró los ojos.

«¿Puedes por favor dejarme fuera de la pelea de ustedes dos?»

«No. Por eso eres mi mayordomo».

«… No recuerdo haberme hecho mayordomo para servir a Su Majestad el Emperador».

Basster se tragó una carcajada al oír el enfado de Ten.

«Probablemente a él le gustaría más así. Tampoco creo que le interese verdaderamente mi respuesta».

«¿Qué?»

«Nada.»

Basster tragó saliva.

Y, aun así, su fiel mayordomo aparentaba no estar al tanto por qué el Emperador dijo esas palabras, sabiendo muy bien la respuesta que él le daría. Basster miró a Ten, que caminaba a su lado, y abrió la boca.

«Espero que seas mi mayordomo durante mucho tiempo, Ten».

«¿Soy un buen escudo, mi señor?»

«Algo así».

Ten frunció el ceño ante las palabras de Basster y luego suspiró pesadamente. Ten se frotó la nuca y abrió la boca para hablar.

«He recibido dos informes de la Sombra, uno que no ha averiguado nada sobre tu padre, y otro que… la ha encontrado».

«¿Qué?»

Basster frunció el ceño y dejó de caminar. Al girar ligeramente la cabeza, vio que Ten asentía con un gesto ligeramente avergonzado.

«Sí, la dama que su Excelencia me dijo que buscara hace tres años».

Los ojos de Basster se abrieron de par en par. Frunció el ceño un momento, como perplejo, y luego apretó los labios. Asintió y se dirigió enérgicamente a su despacho.

«¿Y las sombras?»

«Le tengo a la espera en el Despacho Oval».

«Iré a hablar con él».

«Sí.»

Basster se paseaba, sintiendo una mezcla de emociones. No sabía por qué se sentía tan extraño, llevaba demasiado tiempo buscándola.

‘¿Es porque llevo demasiado tiempo buscando?’

Sin embargo, lo impresionó lo suficiente como para querer ponerle nombre, quería agradecerle su ayuda y que no se había filtrado su maldición.

Por supuesto, también se trataba de explorar y espiar el entorno en el que se ella creció y sus verdaderos motivos de tomar tal acción.

«¿Por casualidad, irá a verla?»

«Sí, tendré que echar un vistazo. ¿Por qué?»

Ten frunció el ceño ante las palabras de Basster.

Pasara lo que pasara en el pasado, ¿está bien que vea a otra mujer ahora que tiene una esposa a su lado? Ten, con cara de preocupación, dudó antes de hablar.

«Solo no creo que mi señora esté contenta con esa noticia».

Las palabras de Ten provocaron una sonrisa de autodesprecio en los labios de Basster. Se odió un poco por desear que fuera de ese modo.

«Ella no está interesada en mí.»

Incluso le dijo que estaría encantada de hacerse a un lado en cualquier momento.

Si pudiera permitirse actuar malo, esperaría que esto la pusiera al menos un poco celosa.

«¿Eh?»

«Hablé con ella de eso la primera vez que nos reunimos, antes de ir a verla, voy a hablar con mi esposa de eso otra vez. La busco sólo para asegurarme de qué tipo de persona es, y atraparla por si está haciendo algo que no debería con la información secreta que tiene sobre mí».

La maldición de la Casa Kayenne era conocida por muy pocos. Era desconocida para la mayoría de sus sirvientes, y sólo aquellos con profundas conexiones con la familia sabían de ella.

«Los secretos sólo tienen sentido si se mantienen en secreto».

Entró en el Despacho Oval.

Una figura sombría vestida de negro se acercó, con las comisuras de los labios levantadas mientras se cerraba lentamente la puerta.

«Dame tu informe».

En un instante, el aire se volvió pesado.

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Divagaciones de la traductora: Este cap me tomó muchísimo traducirlo (cada vez se hacen más largos) peeero, lo mejor de todo es que se están empezando a dar besitos ღ Me da cosita con Basster, merece saber que ella es la mujer de hace tres años… Ojalá Karinna se decida y le diga pronto ( ╥︠ ︹ ︡╥)

 

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