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DCEVL – 104 (E8)

9 abril, 2025

Capítulo 104 – E8 – Vida pasada 3

 

Ning Yin se sentó junto al sofá y observó a Yu Lingxi llorar con interés durante media hora completa.

Ella era bastante sensata y sabía que siempre es correcto llorar cuando sus “última palabra» eran incorrectas.

En un instante, la alegría y el dolor de haber sobrevivido al desastre, así como la abrumadora soledad y el pánico incontrolable inundaron su corazón, superponiéndose en sus ojos rojos y húmedos, transformándose en flores de peral bajo la lluvia.

Ella no emitió ningún sonido desagradable al llorar; simplemente apretó su pequeña mandíbula y dejó que las lágrimas fluyeran de sus ojos hacia sus sienes.

Ning Yin había visto llorar a mucha gente antes de morir, pero ninguna era tan agradable a la vista como ella.

De repente, Ning Yin descubrió un poco de diversión que era algo más interesante que matar.

Esa fue la tercera vez que no mataba a Yu Lingxi.

Yu Lingxi creía que su supervivencia se debía al fracaso del desarrollo de la ‘droga venenosa.’ Solo los guardias personales del Palacio adivinaron que el Regente necesitaba una mujer que sirviera como fachada.

Porque mientras la almohada del Príncipe estuviera vacía, la gente seguirá enviando todo tipo de mujeres, y si mata demasiado, se cansará.

Y Yu Lingxi era, sin duda, una candidata adecuada.

Ning Yin era un hombre calculador, y una vez convocó deliberadamente a Yu Lingxi para que sirviera el té durante sus reuniones.

Inesperadamente, esa mujer simplemente actuó obedientemente como en segundo plano, y sus ojos se desviaron a la ventana varias veces. Prefería mirar fijamente a los gorriones grises que peleaban en las ramas y no tenía ningún interés en escuchar lo que decían…

La mirada que parecía hacer lo mejor que podía, pero en realidad era distraída, definitivamente no era falsa.

Parece que ella consideraba su trabajo ser canario. Va a trabajar cuando él la necesitaba y se aleja a un lado silenciosamente cuando no era necesaria, sin mostrar su rostro para no molestar a los demás.

En términos de apariencia y conocimiento, ella era impecable, y Ning Yin está temporalmente satisfecho con su desempeño.

Sin embargo, si era demasiado obediente, él sentía que no era muy interesante, y siempre quería obligarla a enrojecer sus ojos para quedar satisfecho.

Ning Yin tenía una enfermedad en las piernas y le tenía miedo al frío, pero su cuerpo está frío todo el año, así que solía sumergirse en un estanque de aguas termales para ahuyentar el frío.

Desde que el año pasado un eunuco aprovechó la oportunidad de entregarle la toalla para asesinarlo, su cadáver contaminó las aguas termales y ya no tenía a nadie que lo atendiera cuando se bañaba, pero esa noche, le ordenó específicamente a Yu Lingxi que lo ayudara a bañarse.

Si ella fuera una espía enviada por alguien, definitivamente no dejaría pasar una oportunidad tan dorada; entonces solo podría aplastarle el cuello con sus propias manos.

Si no fuera una espía…

Ning Yin abrió los ojos, salió de la bañera con el cuerpo empapado en vapor de agua y caminó lentamente hacia Yu Lingxi.

Sin embargo, Yu Lingxi bajó la cabeza y sostuvo la toalla en sus manos, sin ni siquiera tener el valor de mirarlo, como si su cuerpo fuera algo vergonzoso.

Con ese coraje, supuso que no había posibilidad de asesinato.

Ning Yin se sentó en una silla de ratán junto a ella, secándose el cabello mojado, observando sus pestañas temblorosas y de repente le ordenó: “Entra y lávate.”

Yu Lingxi se sobresaltó, miró el estanque de aguas termales y susurró. – “Ya me he bañado…”

“Este Príncipe dijo que entraras y te lavaras.” – Alzó ligeramente el tono.

La muchacha se estremeció de inmediato y, con las delicadas yemas de sus dedos, comenzó a aflojar su cinturilla y cordones.

El exuberante vestido se amontonó capa por capa en sus pantorrillas, y el hakama envolvía sus elegantes y exquisitas curvas, como una flor que florecía con su máximo esplendor. El calor se extendió desde las puntas de sus pies mientras probaba el agua, quemándole las mejillas hasta ponerlas rojas.

Su rostro era naturalmente apto para teñirse con colores brillantes.

Ya sean los ojos rojos por el llanto de ese día o el rubor en sus mejillas en ese momento, era mucho más interesante que la insulsa y anodina indiferencia.

Ning Yin, con su largo cabello mojado sobre sus hombros, sirvió vino y lo cató mientras admiraba a la esbelta belleza cuyo cuerpo estaba bañado por las aguas termales.

No fue hasta que la piel de la belleza estaba empapado y se deslizó mareada por los escalones de piedra, gorgoteando una cadena de burbujas, que él dejó lentamente la copa de vino y se apresuró a sacarla antes de que se ahogara.

 

***

 

Después de pasar un mes sin incidentes, la familia Zhao comenzó a inquietarse.

Zhao Hui ordenó que alguien llevara un generoso regalo, y con el tono preocupado de un mayor, dijo. – “Mi sobrina se ha ganado el favor del Príncipe, ha encontrado un buen hombre y está viviendo una vida próspera, las preocupaciones de este tío por fin podrán ser aliviadas, y en el futuro cuando vaya a Jiuquan*, podré explicarles a tus padres y hermanos con dignidad. Todos somos de la misma familia, y espero que mi sobrina envíe cartas a menudo a la mansión Zhao, y este tío también puede orar para informarles a tus padres que estás a salvo… Y Hutao, ¡esa chica siempre piensa en ti!”

(N/T: * 九泉之下 = Jiuquan: subterráneo. El lugar donde son enterrados los muertos es el Hades.)

Zhao Hui rompió a llorar y suspiró, pero Yu Lingxi solo se sintió ridiculizada.

Lo que le importa a su tío no era su carta, sino una pista de que Yu Lingxi aprovechó la oportunidad de servir de cerca al Príncipe Regente para difundir la noticia y asegurarse el camino hacia su ascenso en el escalafón.

Ella no tenía más remedio que obedecer, porque Hutao seguía en manos de la familia Zhao.

Aunque era solo una sirvienta, era realmente leal y acompañó a Yu Lingxi en los momentos difíciles y era la única calidez que le quedaba.

Desafortunadamente, Yu Lingxi ya no era la chica ingenua y crédula que alguna vez fue.

Ella se dio la vuelta y le contó a Ning Yin lo que había dicho Zhao Hui, y usó eso como excusa para pedir que trajera a Hutao para servirla.

De esa manera, la familia Zhao no tendría ninguna influencia sobre ella.

“Eres buena cogiendo las ramas altas.” (Ning Yin)

Ning Yin la miró con los ojos entrecerrados mientras ella estaba sentada sobre sus rodillas sirviendo té, como si quisiera extraerle una respuesta de sus ojos. – “Solo porque has abrazado la pierna lisiada de este Príncipe, ¿no puedes esperar a echar a la familia Zhao?”

Yu Lingxi se sorprendió un poco, pero se calmó rápidamente y dijo sosteniendo la taza de té. – “Su Alteza tuvo la gracia de no matarme, pero simplemente no quiero ser controlada por otros, y pagar su bondad con traición.”

Su voz era suave y limpia, sin ninguna dulzura halagadora, y sonaba muy cómoda de escuchar.

Ning Yin estaba bastante satisfecho con su capacidad para comprender la situación actual, y cuando no estaba loco, era fácil hablar de ella.

Así que, al día siguiente, Hutao fue llevada a la residencia real por dos guardias altos y fuertes.

 

***

 

Cuando salió de caza, alguien con segundas intenciones liberó lobos salvajes que no deberían haber aparecido en los terreno del coto de caza. El sabueso que Ning Yin había criado durante dos años luchó contra la manada de lobos y resultó gravemente herido, por lo que ya no pudo sobrevivir.

Él acarició los ojos del sabueso y luego, frente a Yu Lingxi, le aplastó sus vértebras cervicales con sus propias manos.

Ordenó a su gente que el sabueso se convirtiera en un espécimen y se colocara en su dormitorio. De esta manera, aunque su amado perro haya muerto, podría verlo día y noche, igual que cuando estaba vivo.

Llovió la noche en que se hizo un espécimen del sabueso, las piernas de Ning Yin no se sentían bien y su rostro estaba pálido como el papel.

Cuando estaba en la Ciudad Inmortal del Reino de la Lujuria, se filtró su paradero y cayó en manos de Ning Changrui. El cerdo usó todo tipo de métodos despreciables, recurriendo al maltrato y al veneno, y después de agotar todas su fuerza física, ordenó a sus hombres que le rompieran los huesos de la pierna izquierda, haciéndole retorcerse y arrastrarse por el suelo como un perro muerto.

El martillo de hierro tenía púas afiladas que podían arrancar la médula ósea y hacer salpicar la carne picada y sin importar cual fuese el tratamiento, dejaría secuelas incurables.

Ning Yin estaba acostumbrado a matar gente en los días de lluvia; esa era la única forma de aliviar el dolor.

La criada de Yu Lingxi entró a servir el té, pero se sorprendió al ver los ojos verdes del sabueso disecado en la pared y accidentalmente rompió la taza que solía usar.

Se escuchó un crujido seco y abrupto.

Golpeó la mesa un rato y luego de una pausa, abrió lentamente los ojos.

Al sentir la creciente intención asesina en sus ojos, Yu Lingxi, que estaba mezclando incienso a un lado, se levantó apresuradamente y se paró frente a la asustada Hutao, quien estaba arrodillado llena de miedo, y gritó. – “¿Por qué no limpias rápido?”

Ning Yin entrecerró los ojos ligeramente, y la curvatura de sus delgados y pálidos labios fueron un presagio de su ira.

Yu Lingxi sabía que quería matar a alguien, y ella era la única en la sala, además de Hutao, por lo que nadie podía escapar.

Ella se acercó, suavizando su voz en un incómodo intento de distraerlo.

En las noches lluviosas, su vieja enfermedad recrudecía, y no debía intentar apaciguar a un lunático asesino.

Ning Yin, casi inconscientemente la agarró del cuello.

Ella se quedó paralizada, sin atreverse a moverse; sus temblorosas y hermosas pupilas lo miraban fijamente.

Los vasos sanguíneos del cuello, bajo sus dedos, latían rápidamente, y el calor de la persona viva se extendía por las yemas heladas de sus dedos, tan cálido y delicado como el jade.

Ning Yin hizo una pausa y levantó la otra mano.

Yu Lingxi temblaba por el frío de sus nudillos apretando su cuello, pero no se atrevió a desobedecer. Ella sintió la frialdad y el dolor en su cuerpo y avanzó vacilante, primero sujetando la mano de Ning Yin, luego acercándose un poco más, y entró tímidamente en su territorio.

Fuera del palacio, la lluvia nocturna continuaba y las cortinas ondeantes dejaban al descubierto sus colmillos y garras.

El amanecer fue tenue y el cielo fue azul después de la lluvia.

Cuando Ning Yin abrió los ojos, por un momento sintió la necesidad de matar.

La persona en sus brazos tenía el cabello negro como un demonio, y aún había marcas de humedad en sus pestañas, haciéndola lucir frágil y seductora.

Ning Yin nunca se había acostado con nadie. Desde que escuchó el trágico llanto de la mujer cuando era niño, lo odiaba todo.

La razón le decía que debía matar a la mujer. Cualquier existencia que pudiera afectarlo debía desaparecer del mundo.

Le rodeó el cuello con la mano con disgusto, pero ella no se dio cuenta de nada porque estaba durmiendo.

Después de mirarla siniestramente por un largo tiempo, aflojó su mano y le pellizcó la nariz a Yu Lingxi.

Al cabo de un rato, ella se despertó sofocada y abrió los ojos para mirarlo con la mirada perdida.

Sus labios y ojos estaban rojos, y su mirada nublada le dio pena.

“Debería romperle la pierna a Lingxi también, o romperle una mano.” (Ning Yin)

Él simplemente renunció a matarla y sonrió suavemente. – “De esta manera, serás digna de este Príncipe.”

Yu Lingxi sabía que no estaba hablando por hablar.

Ese lunático realmente planeaba convertirla en un ‘espíritu afín’ y mantenerla a su lado durante mucho tiempo.

“Con una pierna rota, no podré bailar para el Príncipe.”

Yu Lingxi lo miró y respondió con voz ronca. – “Con una mano rota, no podré masajear ni prepararle té al Príncipe.”

“Entonces un veneno que te haga muda.” (Ning Yin)

Ning Yin se burló y apretó los labios, presionándolos hasta que quedaron pálidos, y luego dijo con una sonrisa que no era sonrisa. – “No quiero que esa boca elocuente moleste a este Príncipe.”

Yu Lingxi estaba tan asustada que contuvo la respiración.

Sin embargo, Ning Yin no pudo soportarlo. Después de todo, en algún momento de la noche anterior, su voz sonó tan agradable y delicada que no quería destrozarla.

Desde entonces, algo parecía haber cambiado entre ellos dos, pero tampoco parecía haber cambiado nada.

Lo que cambió fue el horario en que Yu Lingxi le servía, que se extendían desde el día hasta alguna que otra noche lluviosa. Lo que no cambió fue que el Príncipe Regente seguía siendo frío y despiadado, y solo se aprovechaba de ella cuando su antigua enfermedad recrudecía.

Además de esa molestia, la calidad de la ropa, la comida, el alojamiento y el transporte de Yu Lingxi mejoró constantemente, y era casi la misma que la de una concubina del Palacio.

Hubo una vez en la que Ning Yin estaba de buen humor y le preguntó qué quería.

Yu Lingxi probablemente todavía tenía miedo del incidente de la ‘droga venenosa’, no fuera que cuanto mayores fueran sus esperanzas, más la destruiría por diversión. Tras reflexionar sobre ello durante un buen rato, solo pudo decir. – “Quiero ver las linternas en el Festival de los Faroles.”

‘¿Qué tipo de solicitud es esa?’ – Ning Yin se burló.

Sin embargo, lo que le esperaba en el banquete del Palacio del Festival de los Faroles era el banquete Hongmen*.

(N/T: Ver episodio 76 si quieren recordar los acontecimiento del banquete Hongmen.)

El mecanismo del arma oculta casi atravesó el corazón de Yu Lingxi.

Ning Yin había matado a mucha gente, pero nunca había matado a tanta gente con sus propias manos como en ese día. El Palacio era un caos, con cadáveres esparcidos por todo el suelo y la sangre fluyendo como un río, y las escaleras imperiales frente al Palacio estaban teñidas de un rojo brillante y maloliente.

Yu Lingxi podría haber escapado en medio del caos, pero no lo hizo.

“¿Por qué huir?”

Yu Lingxi estaba asustada por su apariencia empapada en sangre, similar a la de un Shura, pero aun así intentó calmarse. – “Su Alteza el Príncipe controla el mundo, no hay respaldo más noble que Su Alteza, y no hay lugar más cómodo al que regresar que la Mansión del Príncipe. No tengo ninguna razón para desertar.”

Ning Yin rió, y su sonrisa manchada de sangre parecía aún más desquiciada.

Cuando Yu Lingxi dijo eso, había un miedo evidente en sus ojos.

Pero Ning Yin estaba muy satisfecho; incluso si lo que decía era una mentira, era la mentira más hermosa.

Cuando Ning Yin fue al palacio para escapar del calor del verano, llevó a Yu Lingxi con él.

Pasaron un verano sin derramamiento de sangre, y él adoptó el seudónimo superficial de ‘Wei Qi’ y la dejó acompañarlo a viajar por las montañas y los ríos.

Sin embargo, con la túnica real y las manos manchadas de sangre, se convertía en el Regente al que ella no se atrevía a mirar directamente.

Yu Lingxi también era como un canario en una casa ajena, aprendiendo a hacer algunos bordados y labores de aguja para complacerlo. Después de todo, ella no tenía nada, ni siquiera su propia vida, así que esa era la única sinceridad que podía mostrar.

Ning Yin nunca se los ponía, los tiraba sobre la marcha. Es ridículo llevar encima esas cosas de mala calidad.

A Yu Lingxi tampoco le importaba, siempre hacía nuevos regalos para complacerlo y llenar el vacío.

Sin embargo, cuando un sirviente sacó una bolsita con puntadas torcidas de debajo del sofá, Ning Yin la tomó como si estuviera poseído, le quitó el polvo y la guardó en el armario bajo junto al sofá con una mirada de disgusto.

Más de un año después, solo le quedaba esa bolsita perfumada olvidada en un rincón y las cómodas botas de cuero con estampado de nubes.

Ning Yin nunca sintió que Yu Lingxi fuera algo especial.

Era como criar a un gatito o un cachorro bien educado, llamándolo cuando quiere que venga para cuidarlo y enviándolo lejos con indiferencia cuando quieres que se vaya. Tenía una vieja lesión en la pierna y no podía arrodillarse, incluso cuando dormían en el mismo sofá en las noches lluviosas, era Yu Lingxi quien tomaba la iniciativa de servirle.

Nació con sangre fría, no tenía idea de lo que significaba el amor y no se permitía tener ninguna debilidad.

No le gustaba ninguna mujer, ni siquiera Yu Lingxi.

Ning Yin disfrutaba de todo, pero no le preocupaba que Yu Lingxi se fuera.

Porque ella estaba sola y no tenía adónde ir excepto a la jaula dorada que él mismo había construido con sus propias manos.

No fue hasta la primavera de ese año, que una nota secreta de la residencia de Zhao rompió la paz.

Ning Yin se puso las botas de cuero con dibujos de nubes y, al subir al carruaje rumbo a la residencia Zhao, aún conservaba una cálida sonrisa en su rostro. Sin embargo, al ver con sus propios ojos a Yu Lingxi y Xue Cen conversando bajo las begonias silvestres, toda esa calidez se transformó en una loca intención asesina que creció salvajemente.

Ella lo llamó ‘Hermano Cen’, un apuesto caballero y un hombre pintoresco, como si hubieran nacido para estar juntos.

Frunció el ceño ligeramente, lleno de ansiedad, una emoción que nunca había experimentado antes.

Cuando ella estaba en el Palacio, todas sus lágrimas, timidez y sonrisas eran forzadas por él.

Con rostro sombrío, Ning Yin habló lentamente, interrumpiendo la armoniosa imagen bajo los árboles floridos.

Yu Lingxi se arrodilló ante Xue Cen con el rostro pálido, igual que aquella noche de otoño de hace dos años, cuando Xue Cen se arrodilló ante ella toda la noche bajo la intensa lluvia.

Ning Yin observó la comprensión tácita como novios de la infancia y observó a Xue Cen protegerla de manera familiar y la ira en sus ojos casi se desbordó.

¿Quién era Xue Cen?

¿Es digno de eso?

Ning Yin ignoró la mirada suplicante de Yu Lingxi y llevó a Xue Cen a la Prisión del Templo de Da Lisi para interrogarlo en persona.

‘¿Qué le pasa a Lingxi? Lo único que estaba mal era la persona que la sedujo.’

Torturo a Xue Cen y usó su sangre para calmar su depresión.

No fue hasta mucho tiempo después que comprendió que la oscuridad y la tristeza que crecía salvajemente en su corazón se llamaban ‘celos.’

Ning Yin salió de la prisión del Templo de Da Lisi y se detuvo mientras se apoyaba en su bastón.

Bajó la mirada y sus ojos se posaron en las botas de cuero que Yu Lingxi le cosió.

La parte superior oscura de la bota estaba manchada con la sangre de Xue Cen.

Ning Yin estaba un poco disgustado.

Sin embargo, después de pensarlo, se dio cuenta de que podía pedirle a Yu Lingxi que le cosiera un nuevo par; él tenía algo que Xue Cen jamás tendría.

Ning Yin se sintió aliviado y regresó a la casa con una sonrisa en su rostro.

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