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EPP – 50

4 enero, 2024

Capítulo 50 – Responsabilidades del esposo

 

Erna sacó una nueva hoja de papel y reemplazó la que había estado escribiendo. El emblema del lobo dorado del Archiduque brillaba en la parte superior de la página. Siguió cometiendo errores debido a la presión a la que se sometió para escribir esta carta correctamente.

Tomó aliento, enderezó su pluma y comenzó a rascar la tinta en el papel fresco.

«A Pavel.» — Empezó la carta. La pulcra letra impresa en el papel fue satisfactoria y Erna escribió línea por línea.

La señora Fitz le había dicho que era costumbre que la novia escribiera una carta de agradecimiento a todos los que habían asistido a la boda y después de tantas, dirigida a personas que nunca conoció, le dolía la muñeca. Pero gracias a la señora Fitz, todos habían sido escritos sin un solo error.

Solo después de cumplir con sus deberes como Gran Duquesa, pudo escribir cartas a su familia, a su abuela y a la gente de la Casa Baden y a Pavel.

Erna detestaba escribir algo a la familia Hardy. La señora Fitz insistió en que debería escribir una carta de todos modos, pero Erna se negó a doblegar su voluntad en este asunto, incluso después de que la señora Fitz le dio una dura amonestación.

Una vez que terminó la carta, Lisa se movió con la cera caliente y derramó unas gotas en el pliegue del sobre. Erna luego presionó el sello firmemente sobre la cera que se enfriaba rápidamente y dejó un sello de cera de aspecto bastante audaz, con la cabeza de lobo grabada en su interior.

Lisa aplaudió.

—Realmente parece una Gran Duquesa. — Dijo mientras recogía la carta y la examinaba.

Erna esbozó una sonrisa tímida y se sonrojó un poco por la vergüenza, como si fuera un solo sello. Ordenó el escritorio, sin dejar una sola pieza fuera de lugar. Volviendo a poner las plumas en su soporte y cerrando los tinteros, colocándolos en su pequeña alcoba. Era su escritorio, pero todavía no se sentía así.

Todo lo que se le había dado a Erna, ella sentía que solo lo estaba tomando prestado y cuidó al máximo que todo se mantuviera limpio y ordenado, para cuando viniera a devolver los artículos prestados. Perpleja por esto, fue muy cautelosa sobre cómo manejaba las cosas.

—¿No es este el caballero que se suponía que iba a ver? — Preguntó Lisa mientras revisaba el nombre y la dirección de la carta.

—Sí, Pavel Lore. — La respuesta de Erna fue tan espontánea que tomó a Lisa con la guardia baja.

Los ojos de Lisa se entrecerraron mientras preparaba la carta. Pavel Lore, el respetable pintor de la Real Academia de Arte. Ojalá tuviera algún tipo de título para poder asociarse con su amigo de la infancia. A pesar de que su relación fue larga y simple, era demasiado simple.

Lisa quería desaconsejar que le escribiera una carta a Pavel, pero, de nuevo, no quería meterse con Erna interfiriendo, tal vez solo escribió para agradecerle al joven, como lo había hecho con todos.

—Oh, casi lo olvido, los productos han llegado. — Dijo Lisa, recordando por qué vino al estudio de su Ama en primer lugar.

—¿Los productos? — Erna cuestionó.

—Sí, las cosas para llevar a vuestra luna de miel, los productos que la harán lucir tan bonita, vaya, eche un vistazo. — Lisa sonrió, tomando la mano de Erna.

Incapaz de dominar el repentino entusiasmo de Lisa, Erna se puso de pie y permitió que su doncella la llevara a ver los productos.

La señora Fitz había sido la encargada de organizar la luna de miel y no sabía que la anciana niñera le había encargado a Erna algunas cosas nuevas para llevar con ella. Ya tenía suficiente y no sabía que necesitaba aún más.

—Mire ¿no son bonitas? — Preguntó Lisa.

Erna había permitido que Lisa la llevara al dormitorio, donde, apiladas en el suelo, había cajas bellamente envueltas. Contenían sombreros, zapatos, vestidos y abrigos. Para colmo, había un hermoso baúl nuevo para guardarlos todos. Erna se sintió avergonzada de que la adoraran tan generosamente.

—No importa a dónde vaya, será la más hermosa, me aseguraré de ello. He estado aprendiendo mucho con la señora Fitz. — Dijo Lisa.

Parecía una tarea tan pesada encomendar a una sirvienta novata, pero Erna no permitiría que nadie más, ni siquiera la señora Fitz, la atendiera durante la luna de miel, lo que significaba que Lisa iría con ella y si Erna podía evitarlo, Lisa estaría a su lado sin importar dónde se encontrara.

Todos los artículos que la señora Fitz había elegido le quedaban muy bien a Erna y Erna disfrutó de estas cosas delicadamente hermosas. Sobre todo, porque estaba acostumbrada a las cosas vulgares con las que el vizconde Hardy siempre parecía desfilar.

—¿No está feliz, su Alteza?

Se dio cuenta de que Erna no mostraba el mismo nivel de emoción que ella, sino que se quedó mirando fijamente la exhibición de vestidos elegantes y delicados zapatos. Tal vez los volantes eran demasiado para su gusto.

—No, no es eso. — Dijo Erna.

El corazón de Erna se puso pesado cuando pensó que todos estos regalos ante ella podrían haber venido de Björn. Toda la deuda que la familia Hardy ya tenía y las cosas parecen seguir acumulándose. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que Erna se quede más tiempo que su bienvenida, lleve la deuda demasiado lejos, cuánto más va a soportar Björn que la familia Hardy le quite?

—Creo que la entiendo, después de todo, el primer destino de la luna de miel es Lars. — Dijo Lisa, malinterpretando el largo silencio. — Debe estar molesta, yo también lo estaría, Su Alteza.

—Estoy bien, Lisa. — Contestó Erna, tratando de sonreír.

Debía haber una razón por la que iban al país de origen de Gladys. El Gran Duque y la Duquesa no estaban simplemente en una lujosa luna de miel como las parejas normales de recién casados.

—No se preocupe, no dejaré que nadie la compare con la Princesa Gladys, será la más linda del mundo. — Lisa continuó, tomando la mano de Erna y reafirmando su espíritu de lucha.

La señora Fitz entró en la habitación con una mirada seria que hizo que el corazón de Erna se hundiera. Le dio a Lisa una mirada que hizo que la criada se encogiera, antes de fijar sus ojos en Erna.

—Los invitados han llegado, Su Alteza. — Dijo la anciana.

—¿Un invitado? Ah, sí. — Respondió Erna.

De repente recordó el itinerario del día sobre el que la señora Fitz le había informado esa mañana. Lo único importante era que un tutor real vendría a enseñarle a Erna algo que ella aún no sabía.

—Lisa, ¿podrías ordenar la ropa mientras estoy fuera? — Sin esperar, Erna se volvió hacia la señora Fitz. —Vamos.

 

* * * *

 

La reunión se prolongó mucho más de lo previsto y una vez concluida, el estudio cayó en un profundo silencio. Agotado por la batalla con el director del banco, Björn bebió su té frío en silencio y encendió un cigarro.

La fatiga del horario repetitivamente ocupado le recordó sus deberes cuando era el Príncipe heredero. Era una marcha forzada que lo cansaba constantemente.

—Depositaré todos mis ahorros en el banco. —Algo que Björn se vio obligado a aceptar gracias a la condición poco convencional de su padre.

Su padre era muy hábil, tenía admiración por su padre, quien lo había provocado con algo que nunca podría rechazar. Lo hizo reír levemente.

Le habían ofrecido una cantidad considerable y el simbolismo de administrar la fortuna del rey provocó que los bancos prácticamente entraran en guerra entre sí. Esto en una época en la que los bancos controlaban el mercado de capitales, quienes de alguna manera podían cuidar la fortuna de los reyes, también obtendrían el favor real. Parecía que Björn estaba mordiendo más que solo el anzuelo.

El primer destino de la luna de miel real era Lars, que era el destino político más importante. También era una visita muy importante para su banco, ya que iba a engullir uno de los bancos comerciales insolventes de Lars.

—Deberíamos comenzar la fusión entonces. — Björn había concluido la reunión, apagando su cigarro a medio fumar.

Los directores, que se habían acomodado para un largo debate, se levantaron de sus asientos con rostros sonrientes llenos de alegría. Salieron apresuradamente del estudio, dejando a Björn medio tirado en su silla. Björn estaba ansioso por poner esto en marcha, sobre todo porque significaba que podía relajarse en el barco durante la travesía.

Ahora que lo pensaba, su esposa, Erna, la Gran Duquesa, ya debía haber terminado de prepararse para irse.

En ese momento, cuando Björn recordó el rostro radiante y pálido de su bella esposa, escuchó a los directores del banco exclamar en la puerta. — “Ah, su alteza”. — Parecía que se encontraron con Erna al salir.

Björn se masajeó el cuello mientras se giraba hacia la puerta y vio a Erna entrar en el estudio. Dio un paso adelante con un significado urgente en su paso.

—Björn, ¿podemos hablar un segundo? — Preguntó. Su tono era más agitado que de costumbre.

Björn se incorporó y asintió, mientras que Erna cruzó la habitación y se sentó en la silla frente a él.

—¿Qué pasa, Erna? — Dijo Björn lentamente, estaba estudiando el cabello de Erna y la forma elaborada de la trenza del moño. Su doncella estaba mejorando bastante bien.

—Escuché que fuiste tú quien le pidió a la señora Fitz que me enseñara eso. — Erna finalmente dijo, después de un par de comienzos en falso.

—Ah, eso. — Björn asintió con calma. Se inclinó hacia adelante y tomó el vaso de agua sobre la mesa. Erna miró hacia un lado, la vergüenza enrojeciendo sus mejillas. Les dio un pequeño masaje antes de volverse hacia Björn de nuevo. Parecía que no había aprendido muy bien.

—¿No los enviaste porque soy demasiado torpe o porque soy ignorante? — Preguntó Erna.

—¿Qué, yo no…? —Aunque confundido por la pregunta, Björn se mantuvo plano y frío.

—Nunca viniste a mi habitación, no desde ese día. — Dijo Erna.

Sus delicadas manitas retorcieron el dobladillo de su vestido mientras hablaba con voz temblorosa. La sonrisa consciente se derritió lentamente del rostro de Björn cuando se volvió más consciente de Erna.

—Bueno, si sabes eso, entonces ¿no deberías estar haciendo tu parte, no aquí? — Björn dejó escapar un suspiro.

La verdadera razón por la que no había regresado a Erna desde esa noche era que simplemente estaba ocupado. Tuvo que quedarse en la capital y no pudo volver a palacio cuando quisiera. Por supuesto, no podía decirle eso a Erna, tenía que dejarla creyendo lo que ella creía.

(N/T: Sabía en que me metía cuando empecé a traducir esta novela, les cuento que no he leído el manhwa, pero si varios spoilers… Pero siento que es peor que los spoilers… Siento que lo odio… Con todas mis fuerzas…)

El placer del cuerpo de su esposa era grande, pero no quería tener que pasar por la molestia de lidiar con su ignorancia nuevamente. Él vendría a ella de nuevo, cuando ella estuviera lista para ser una esposa adecuada. Erna lo esperaría.

—Tengo mucho… Sé que me falta, en ese sentido. Me doy cuenta de que me casé sin saber las cosas que debo saber, como esposa. — Dijo Erna. Ella había estado mirando hacia abajo a sus pies mientras hablaba. — Lo siento mucho.

La señora Peg, de quien se decía que había enseñado a todas las damas reales el trabajo de la alcoba, era una persona gentil y amable. Erna la siguió fácilmente, mientras explicaba lo que se esperaba de ella, paso a paso.

Tan pronto como la señora Peg mencionó algo sexual, Erna perdió el conocimiento y cayó en un coma ausente. Erna no pudo soportarlo y, al final, salió disparada del salón de clases, rociando disculpas a la señora Peg al salir.

—Aprenderé. — Erna le dijo a Björn. — Sé que es parte de mi papel, no eludiré mis responsabilidades, pero… — Erna hizo una pausa para recuperar el aliento. — Pero no quiero que nadie más me enseñe, si es posible… Björn, quiero que me enseñes tú.

—¿Qué? — Dijo Björn después de tomarse un momento para luchar contra la neblina de la borrachera que confundía sus pensamientos frente a las demandas de su esposa, y aunque acababa de regañarla por saltarse sus deberes, ella lo estaba regañando por saltarse los suyos.

—Tú eres mi esposo, así que enséñame. — Dijo Erna, con firmeza.

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