Capítulo 49 – Porque es bonita
Durante algún tiempo, la señora Fitz se quedó perpleja. Finalmente recuperó la compostura. Una cama desordenada, pijamas por todo el suelo, copas de vino con restos y una Gran Duquesa que desaparecía. La señora Fitz vio el dobladillo de las sábanas clavado en la puerta del baño.
—Todos regresen y esperen. — Dijo la señora Fitz a las criadas que husmeaban en la puerta del dormitorio. — Dense prisa, vamos, salgan.
Aunque la señora Fritz no usó palabras severas para ahuyentar a las criadas, se dispersaron en buen orden. Incluso Lisa, que no pudo evitar sentir que debería quedarse, tuvo que alejarse por el pasillo.
Después de confirmar que nadie andaba a escondidas, la señora Fitz cerró la puerta del dormitorio y se acercó al baño.
—Su Alteza, estamos solas ahora, puede salir.
Hubo una breve pausa.
—…Sí, lo siento, señora Fitz. —Una voz delgada y temblorosa vino del otro lado de la puerta.
—Está bien, ¿cómo se siente?
—Estoy bien, es solo…
Erna se quedó sin habla, pero la señora Fitz fue paciente y esperó a que Erna saliera a su debido tiempo. Se ocupó de limpiar el desorden del dormitorio.
En cambio, Björn se despertó por la mañana y se dedicó a sus abluciones como si nada hubiera pasado. Se lavó, vistió y desayunó, todo sin mencionar ni una sola vez a su esposa. Era como si se hubiera olvidado por completo de que ella existía.
La señora Fitz tuvo un mal presentimiento. No se atrevió a adivinar lo que estaba pasando entre la pareja, pero sabía que esta no era una escena normal para una nueva novia. Lo mismo ocurría con el novio, que solo parecía fiel a su forma de vida habitual en su primer día de casados.
—Si se siente incómoda bañándose, le diré a la criada que no venga. — La señora Fitz llamó hacia el baño. — Pero voy a necesitar esa sábana.
No es que la señora Fitz no pudiera adivinar qué había estado haciendo la pareja en medio de la noche, pero era educado no mencionarlo directamente, de cualquier manera, habría que tirar la sábana, no podía dejarse como estaba.
La puerta se abrió lentamente y la señora Fritz retrocedió un poco, dándole a Erna todo el espacio que necesitaba. Hubo un momento de silencio y la señora Fritz tragó saliva cuando finalmente vio a Erna en el umbral.
La Gran Duquesa cubrió descuidadamente su cuerpo desnudo con la sábana, se quedó allí mirando el suelo a sus pies. Parecía tan demacrada que era difícil creer que pertenecía a la nobleza. Ojos inyectados en sangre e hinchados, cabello despeinado y marcas rojas en el cuello y el pecho.
—Gracias, Su Alteza. —Dijo la señora Fitz y se estiró para tomar la sábana.
Retrocedió en el momento en que la tuvo y no miró directamente a Erna.
«Príncipe, si tan solo lo hiciera». – El pensamiento enojado envió calor a través de la vieja niñera. Si Björn se hubiera parado frente a ella en este momento, le habría dado más de un regaño en la oreja.
Si Björn se había casado con esta mujer por amor, ¿por qué no estaba aquí? Si amara a Erna, se habría quedado a su lado, habría estado con ella toda la noche y no se habría levantado hasta que sus propios fines estuvieran satisfechos.
Con un suspiro, la señora Fitz se llevó la ropa sucia. La sábana estaba cuidadosamente envuelta para que no se vieran rastros de sangre. Menuda mañana para el primer día de ser Gran Duquesa. Estaba más que preocupada por su futuro.
—Gracias, señora Fitz. — Erna repitió un número desconocido de veces.
—De nada. — Respondió la señora Fitz. — Este es un medicamento que le ayudará a calmar los nervios, comer y descansar un poco.
Al principio, parecía que la señora Fitz estaba siendo severa, como una matrona de escuela, pero su expresión era suave y cálida.
—Pero iba a darme un recorrido por la mansión. —Erna protestó.
—Está bien, podemos posponerlo por un día. El Príncipe lo ha pedido. — Mintió la señora Fitz.
Erna se perdió en sus pensamientos por un momento. Realmente no estaba dispuesta a caminar por el gran palacio de ninguna manera, no con el cuerpo dolorido de la forma en que lo hacía. Ella apreció la preocupación de Björn y tomó la botella de medicina obedientemente.
Erna volvió a acostarse en la cama y la señora Fitz, satisfecha, se fue, dejando a Erna sola en el dormitorio. Era un poco acogedor, con las cortinas corridas y el resplandor de la chimenea.
Erna miró el fuego sin comprender y tiró distraídamente de las plumas del edredón. Se sintió muy sola de repente. Había pasado los primeros días de su matrimonio, sola, en su cama, con el cuerpo todavía dolorido.
Su abuela había estado tan emocionada de saber que Erna iba a ser la Gran Duquesa de todo el reino, si pudiera ver a Erna ahora, ¿se habría sentido decepcionada?
—Abuela. — Erna susurró al fuego, su corazón dolía por su abuela.
Fue en la recepción que Erna supo que la Baronesa había regresado a Buford. Erna estaba amargada cuando supo que su abuela se fue sin despedirse, pero sabía que todos en esta alta sociedad tenían su lugar y el de su abuela estaba en Buford.
Los pensamientos de Erna la inquietaron y dio vueltas y vueltas en la cama, antes de mirar al techo con una mirada pensativa en su rostro. Nada de esto se sentía bien. El nombre Denyister, este palacio, Björn, nada de eso se sentía como suyo.
Su mente se desplazó hacia la otra noche y la energía de la medicina se propagó rápidamente. Su cuerpo cansado se puso rígido y no podía creer que solo pensar en esa noche le subiera el calor y la dejara sin aliento.
Erna se levantó y comprobó varias veces que la puerta del dormitorio estaba cerrada. Luego se metió de nuevo debajo de las sábanas y las subió por encima de su cabeza. Se volvió claramente consciente del dolor que todavía estaba allí. Era más un dolor sordo ahora.
Recordó estar acostada en la cama temprano en la mañana de esa noche, antes de que la primera luz del sol apareciera en el horizonte. Estaba acurrucada en la cama, deseando que el dolor se alejara para poder dormir. Fue vagamente consciente del movimiento a su lado y se giró justo a tiempo para ver la luz del fuego reflejada en la espalda de Björn. Él no la miró ni una sola vez, cuando se fue, ella recordaba eso.
(N/T: ¡Moscardón horroroso! ¡Hongo venenoso!)
Erna esperaba que él regresara pronto, quería que regresara, pero él nunca lo hizo. Erna hundió la cara en las almohadas y se durmió llorando.
Björn era amistoso, pero no tenía corazón. Era tan caliente como frío. Era extraño ver tanta disparidad en un solo hombre. ¿Cómo podrían existir aspectos opuestos a la vez? Debía haber algo de falsedad en Björn, pero Erna no pudo detectar ninguna invención o mentira.
Cuanto más miraba a Björn, más se daba cuenta de que no sabía y, debido a su mente desordenada, le siguieron pesadillas y malos sueños. Soñó que un lobo se la comía viva.
* * * *
El carruaje del Gran Duque regresó al Palacio Schuber justo cuando el sol se ponía por el oeste. A pesar de su apretada agenda, Björn no se veía cansado, estaba igual que siempre. Intercambió breves miradas con los sirvientes cuando salieron a su encuentro. La señora Fitz se colocó detrás de él mientras caminaba hacia el vestíbulo de entrada.
—Su Alteza está dormida, parece enferma, así que le dije que descansara. — Dijo la señora Fitz.
—Bien.
—Ha estado bastante ocupado con el matrimonio, tal vez unos días de descanso para usted, ¿está en orden?
Björn sintió una espina en la pregunta.
—Disfrutaré un poco de descanso en mi luna de miel. — Dijo Björn.
—Faltan más de dos semanas, mi Príncipe. — La señora Fitz frunció el ceño.
—¿La Gran Duquesa ya te ha llevado a su lado?
—¿Le ruego me disculpe?
—No hay forma de que no sepas que la luna de miel no es solo una luna de miel. — Dijo Björn, deteniéndose en el rellano y girándose para mirar a la señora Fitz. Él sonrió, pero no fue tan lejos como sus ojos.
La luna de miel era solo una formalidad, en realidad, se trataba de una misión diplomática en el extranjero. Era importante reafirmar alianzas y comprobar que la intrincada red de poder político estaba intacta. Especialmente después de un evento tan importante como el de levantar una nueva Gran Duquesa. Había sido el trabajo de Björn desde que se depositó la corona.
Una visita del rey, o del Príncipe heredero, era un acto político importante, pero un Príncipe que había renunciado al trono no causaría tanto alboroto. Combinando eso con la artimaña de irse de luna de miel, Björn podía espiar afectivamente a otros países con facilidad, así como también explorar los mercados financieros.
—Entonces, ¿por qué dices esas cosas? Debe haber una razón, ¿me has abandonado tan rápido? —Dijo Björn con una sonrisa astuta.
—Su Alteza…
—Para abandonarme en solo un día, ni siquiera te ves triste por eso. — Las intenciones de Björn quedaron claras cuando enfatizó demasiado su orgullo herido.
—Vuestros chistes infantiles son lo que me empujó a ella, no fue una elección difícil, mi Príncipe. — Dijo la señora Fitz. Incluso después de todos estos años, no podía acostumbrarse a sus bromas coquetas, hasta ahora. Al sentir la línea claramente trazada, la señora Fitz retrocedió. — Lo siento, Su Alteza.
—No seas así. — Dijo Björn sonriendo.
Subió las escaleras como si fuera ese niño otra vez y la señora Fitz lo siguió, preparando las palabras para su informe.
—Ah, señora Fitz. — Dijo Björn.
Lo encontró sentado con las piernas cruzadas en la silla junto a la ventana, abriendo la carta que acababa de recibir.
—Como dijiste, quedan quince días hasta el viaje en bote, mucho tiempo para enseñarle a mi esposa.
—¿Qué?
—Dado que no había un adulto en la vida de Erna que pudiera haberle enseñado las tareas del dormitorio, necesitamos que alguien más lo haga ahora.
La señora Fitz quedó atónita por la forma tranquila y monótona en que Björn había dado la orden. Ella obedeció con su propio comportamiento tranquilo.
—Enviaré a buscar a la persona adecuada para el trabajo, Su Alteza, erm, ¿si me permite?
—Por favor habla.
—¿Por qué ella, Su Alteza? ¿Cuál fue la razón por la que deseo a esa joven como su esposa? —Sabía que estaba siendo presuntuosa al hacer esa pregunta, pero su curiosidad estaba fuera de control.
—Erna… — Björn comenzó a decir, luego se detuvo y miró hacia el techo, como si estuviera reflexionando sobre los grandes misterios del mundo. — Porque es bonita.
—¿Su Alteza? — Dijo la señora Fitz, sin aliento.
—Es una mujer muy bonita. — Björn se volvió hacia la ventana y abrió la carta. —¿No lo es?
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