Capítulo 6 – Si lo come, morirá
* * * *
“¡Ella es la chica más bonita con la que jamás harás un trato! Si la vez, definitivamente estarás de acuerdo conmigo.”
Brenda Hardy dijo en un tono mezclado con ansiedad y miró el reloj de la mesa. ¡Esa pequeña campesina separada tiene que salir a caminar tranquilamente en este ‘momento importante’! La Vizcondesa despreciaba a Erna hasta la médula, en muchos sentidos.
“Ese debe ser el caso, Vizcondesa.”
La mirada impaciente de la Condesa Meyer, que estaba fija en el pequeño y desordenado jardín exterior a través de la ventana, cayó sobre Brenda Hardy.
“O si no, simplemente estás perdiendo el tiempo, y detesto perder el tiempo en cosas inútiles.”
Al contrario de su voz suave y tranquila, sus ojos mirando a la Vizcondesa eran fríos. Reprimiendo el temblor de su estómago, Brenda Hardy logró esbozar una sonrisa tranquilizadora. Tenía que ser paciente y comportarse con cortesía considerando la situación en la que se encontraba.
La Condesa Meyer era una figura infame conocida por su buena reputación en el mercado matrimonial de la alta sociedad de Lechen. Nacida como hija de un humilde medio Barón, logró ascender al rango de Condesa. Luego, su matrimonio con una familia adinerada sirvió como seguro para ella y también para que sus hijas se casaran con familias de renombre. La hija mayor se convirtió en Condesa y la segunda hija se convirtió en la esposa de un rico comerciante. Incluso logró encontrar buenos maridos para las chicas que la acompañaban. Luego se difundieron rumores sobre su buena visión para encontrar matrimonios adecuados y mujeres de todo tipo de familias y clases comenzaron a hacer cola.
Fue casi un milagro que Victoria Meyer estuviera sentada en la sala de estar de la familia Hardy. Inicialmente, anunció que no llevaría ninguna acompañante esta temporada, ya que quería pasar el verano con su segunda hija en el extranjero. Sin embargo, ese plan salió mal cuando la segunda hija se fue de viaje con su marido. Después de enterarse del cambio de planes, Brenda Hardy utilizó todos sus contactos para concertar la cita con la Condesa Meyer antes de que otra familia pudiera llevársela.
El Vizconde quería vender a esa hija suya que apareció de repente sin avisar.
Cuando Brenda Hardy se enteró por primera vez de eso, ¡incluso ella pensó que su esposo finalmente se había vuelto loco! Pero hablaba bastante en serio y logró señalar todas las excusas razonables que tenía para tal ambición. Para una familia que estaba al borde del precipicio debido a las deudas, ofrecer a sus hijas a la venta en el mercado matrimonial no era objeto de un escrutinio tan negativo en el círculo social. ¡No era como si estuvieran cometiendo una traición!
De hecho, ¿al final todos los matrimonios en la sociedad no fueron solo algunas transacciones?
Por supuesto, expresar abiertamente pensamientos tan descarados sobre esas ‘prácticas comerciales’ era algo de ‘clase baja’, pero la actual familia Hardy no estaba en condiciones de considerar todo eso. Además, ¡esa chica, Erna, seguramente sería una venta de primer nivel!
Al final, Brenda Hardy aceptó la loca propuesta de su marido. ¿Qué podía ella rechazar? Ella iba a echar a esa chica de todos modos, ¡también podría ganar algo de fortuna!
Se suponía que este tipo de negocio sería un proceso rápido, por lo que lo más probable es que pudieran conseguir un partido rentable a finales de ese verano.
“Señora, la señorita Erna ha llegado.” (Criada)
Justo cuando las arrugas de la frente de la Condesa Meyer se profundizaban notablemente, una doncella anunció la buena noticia. Brenda Hardy saltó de su asiento, casi olvidando por un momento sus modales femeninos.
“¡Ven rápido, Erna! ¡Te hemos estado esperando durante mucho tiempo!”
Cuando Erna entró en el salón, la madrastra la recibió con un saludo tan cálido que casi parecía sincera.
La Condesa Meyer, colocando su abanico sobre la mesa, también giró la cabeza para mirar a Erna. Incluso después de tener un montón de ropa nueva que le compraron, Erna todavía llevaba un vestido rústico.
“¡Ven aquí! Saluda a la Condesa Meyer.”
Brenda Hardy se apresuró a Erna con voz ansiosa. De repente, frente a un completo desconocido, el rostro de Erna se puso visiblemente rígido.
‘¡Mira! ¡Mira los buenos modales de esta chica de pueblo!’
¡La sangre de Brenda Hardy casi se secó de miedo al pensar que la Condesa se levantaría de su asiento para irse en cualquier momento!
“Saludos a la Condesa Meyer. Mi nombre es Erna Hardy.”
Erna, que se acercó tras una breve pausa, saludó a la Condesa con los modales adecuados y su habitual voz amable.
Los ojos de la Condesa Meyer eran tan agudos como una espada, examinando cuidadosamente cada centímetro de Erna.
“¿Qué opina, Señora? ¿Le gusta ella?”
Preguntó apresuradamente Brenda Hardy, que no soportaba el silencio.
“Supongo que no estabas mintiendo.” (Condesa Meyer)
La Condesa Meyer, que tenía una expresión extraña en su rostro, asintió. Lentamente, con una postura elegante, se levantó y caminó hacia Erna.
“Encantada de conocerla, Señorita Hardy. ¡Veamos qué tan bien nos va a todos!” (Condesa Meyer)
La Condesa extendió su mano enguantada frente a Erna para darle un apretón de manos.
“Soy Victoria Meyer. Estaré a cargo de ser su chaperona, señorita Hardy.”
* * * *
Cuando cesó el ruido de las tijeras cortando las telas, el dormitorio volvió a quedar en silencio.
Erna, que estaba inclinada sobre su escritorio, moviendo diligentemente sus manos, dejó escapar un largo suspiro y se sentó erguida. En sus ojos cansados al mirar la flor de peonía terminada, había un brillo de alegría y satisfacción abrumadoras.
‘Concéntrate en el trabajo cuando tengas la cabeza ocupada.’
Era la vieja costumbre de Erna. Solía ayudar a la señora Greve a hacer y vender flores artificiales. Era un pasatiempo útil para obtener algunas pequeñas ganancias.
También agarrar unas tijeras para trabajar en algo mientras estaba atrapada en pensamientos estresantes ayudaba a Erna a aliviarse.
Es un poco gracioso que haya traído su trabajo hasta aquí. Pero para Erna, esas cosas las sentía como parte de su cuerpo.
Después de organizar los trozos de tela y las herramientas, Erna fue al baño y se lavó bien las manos. Las pequeñas manos, que estaban manchadas con marcas, pronto volvieron a su estado suave y terso original.
‘Parece que no va a ser un verano muy tranquilo.’
Pensó Erna mientras miraba inexpresivamente su reflejo inexpresivo en el magnífico espejo de latón.
Ya habían pasado diez días desde que se mudó a la mansión de la familia Hardy. Cada día parecía pasar muy lentamente, lo cual era casi doloroso.
Después de llegar a Schuben, Erna pasó la mayor parte de su tiempo con el Vizconde. Para ser más precisos, la arrastraron.
No se le dieron a Erna ninguna opción para decir que no mientras la arrastraban dentro y fuera de las muchas coloridas tiendas y compraba montones de cosas. Se trataba de poner, quitar y ser remolcada de un lugar a otro. Precisamente, era como ser tratada como un muñeco en manos de un niño.
“¡Mi Lady!” (Criada)
La criada, que vio a Erna salir por la puerta del baño del dormitorio, exclamó encantada.
“¡Estaba deambulando hacia dónde podría haber ido!” (Criada)
“¡Lo siento si te he causado preocupaciones!”
“¡Está bien, señorita Erna! ¡No necesita disculparse!” (Criada)
Avergonzada, Lisa agitó las manos apresuradamente.
Erna sonrió un poco viendo su entusiasmo y lentamente se acercó a la mesa donde se servía el té de la tarde. Lisa, después de dudar un momento, también se acercó a ella.
“La próxima vez, trae otra taza de té para ti también.”
Erna le dijo eso casualmente a Lisa, hace cuatro días, durante la hora del té. Lisa, que no pudo entender lo que quería decir por un tiempo, visiblemente saltó en shock.
“¡No no! ¡No puedo hacer eso, señorita! ¡Y tampoco debería decir eso! ¡Se meterá en problemas!” (Lisa)
“¿Por qué? Solía tomar el té de la tarde con la señora Greve en casa.”
Erna solo inclinó la cabeza con el rostro en blanco.
“¿Quién es la señora Greve?” – Lisa bajó la voz y preguntó nerviosamente.
“Ella es el ama de llaves de nuestra casa de Baden.”
Erna, también bajando la voz sin saberlo, respondió con calma.
La hora del té secreta de la joven y la criada comenzó después de esa conversación y se desarrolló pacíficamente durante varios días.
‘¡Definitivamente es una chica un poco rara!’ (Lisa)
Lisa estuvo de alguna manera de acuerdo con lo que susurraban los sirvientes de Hardy.
Esta nueva hija de la familia Hardy, que apareció repentinamente un día, no tenía el aura de una dama llamada ‘noble.’ Considerando su apariencia o su actitud, estaba lejos de ser una joven elegante de la sociedad aristocrática habitual aquí.
Sin embargo, cualquier acusación de que ella fuera arrogante o excéntrica era pura tontería. Ella siempre trató de minimizar su presencia y no hablaba mucho. Su rostro podría emitir una vibra infantil a la primera impresión. Pero si alguien lograra conocerla diría que es una chica generosa y de personalidad simpática.
“¡Guau! ¿Usted hizo eso?” (Lisa)
Los ojos de Lisa se abrieron cuando descubrió la flor colocada sobre el escritorio. Erna se sonrojó un poco y asintió con la cabeza tímidamente. La sombra de sus largas pestañas, que se balanceaban con cada lento parpadeo, parecía el aleteo de una mariposa.
“¡Qué bonita! Es realmente capaz, Lady Erna. ¡Lo creería fácilmente incluso si alguien dijera que es una flor real!” (Lisa)
Lisa estaba realmente asombrada. Cuando volvió a mirar el rostro de Erna, que estaba radiante de sonrisa debido a su sincero cumplido, quedó atónita. Luego, al instante su mente se hundió en la tristeza al pensar en el futuro de esa ingenua chica.
‘¡Esta despreciable familia! ¡Lo han perdido todo por su avaricia! ¡Ahora estás intentando vender a su hija para compensar su deuda!’ (Lisa)
Cuando el Vizconde Hardy de repente quiso traer de vuelta a la casa a la hija de su exesposa, los sirvientes a menudo murmuraban tales acusaciones.
<“Obviamente venderán a esa chica por un precio bastante alto, pero ¿quiénes somos nosotros para juzgar? Por mucho que logren venderla por dinero, ¿no es bueno para todos que esta familia siga bien?”> – Dijeron.
Lisa parecía ser capaz de entender ahora el peso detrás de esas palabras.
‘¿Esta señorita sabe sobre eso?’
La pregunta que de repente le vino a la mente perturbó a Lisa. Fue en ese momento cuando Erna, que había llegado al lado de Lisa en algún momento, de repente sacó a relucir la peonía que había hecho antes.
“¡Lady Erna! ¿Usted me está dando esta flor?” (Lisa)
Lisa preguntó con incredulidad y Erna asintió levemente con la cabeza.
“¡No, señorita…! Yo…”, – Intentó hablar, pero su discurso era desordenado. – “Quiero decir, ¡no la voy a rechazar, obviamente! ¡Estoy en shock…!” (Lisa)
Erna sonrió con calma al ver su rostro confuso.
“Te doy esto como regalo. Quedará bonito en tu sombrero. También se puede utilizar como broche.”
Erna empujó la peonía recién hecha en la mano de Lisa.
Lisa, al no tener el corazón para rechazar la sinceridad de esa inocente niña, decidió aceptar el regalo con mucha alegría. Erna sonrió aliviada. Su dulce sonrisa se parecía a la bonita flor que había hecho.
“¿Podemos dar un paseo? Schuben debe ser todavía un lugar muy extraño para usted. A cambio de su regalo, le mostraré mis lugares favoritos.” (Lisa)
Lisa saltó de su asiento con entusiasmo. Erna la miró con ojos sorprendidos mezclados con una pizca de tensión.
“¿Qué pasa si te causo problemas?”
“¡No lo hará! Es mi más sincero deber cuidarla bien, mi lady.” (Lisa)
Lisa, sonriendo con alegría, rápidamente sacó la sombrilla y el sombrero de Erna.
“¡Sígame, señorita!”
* * * *
Schuben era la segunda ciudad más grande, después de la capital.
Las familias nobles solían tener sus propias mansiones en la parte sur de la ciudad. Allí también se encontraba el Palacio de Schuben, la residencia real de verano.
Desde tiendas y hoteles de alta gama densamente poblados hasta lujosos teatros, era una ciudad bulliciosa que ostentaba el esplendor de una ciudad turística donde los nobles famosos del reino iban a disfrutar y relajarse durante la temporada de verano.
Un poco más al norte, había un enorme puerto conectado al vasto océano. De hecho, Schuben era una ciudad donde el comercio y las finanzas se desarrollaron vigorosamente desde la antigüedad.
Erna escuchó el parloteo de Lisa y caminó a paso lento. Ella ya tenía algunos conocimientos previos sobre la ciudad gracias a la lectura de libros. Pero, ahora que estaba viendo todo frente a sus ansiosos ojos, todo se sentía nuevo.
“Mire, mi lady. Este hotel tiene muy buena reputación aquí en Schuben. ¡Es el mejor!” (Lisa)
Lisa llamó la atención de Erna y señaló un hotel ubicado en la intersección de tres avenidas. El hotel parecía elegante a los ojos de Erna. Muy decorado con diseños florales, pero su ambiente antiguo no desapareció.
“El restaurante y el salón de té de allí son muy populares entre las mujeres de aquí. ¿Qué opina de ellos, mi Lady?” – Preguntó Lisa rápidamente.
Pero antes de que Erna pudiera apartar la vista del hotel y responder, un hombre alto y elegantemente vestido llamó su atención.
El hombre que acababa de salir por la entrada del hotel caminaba a grandes zancadas. Había una mujer a su lado que aparentemente intentó decir algo, pero el hombre no se detuvo y simplemente siguió su camino.
Detrás de ellos, una multitud de curiosos los seguía, aunque manteniendo una distancia prudente. Teniendo en cuenta la cantidad de atención prestada por los espectadores, a Erna le parecía una figura bastante famosa.
“¡Oh no, mi Lady!” (Lisa)
Erna, casi sintiéndose mareada por el repentino agarre de Lisa en su brazo, apartó la mirada del rostro del hombre y volvió a mirar a Lisa.
“Sí, Lady Erna. ¡Es indudablemente atractivo a la vista! Conozco ese sentimiento. Pero no debe… ¡No puede…!” – Lisa intentó decir todo ansiosamente a la vez y su lengua se apretó una vez más.
Erna quedó estupefacta por las divagaciones fuera de contexto de Lisa y desvió su mirada hacia el hombre rubio con asombro. El carruaje que lo transportaba a él y a la mujer pronto desapareció por el otro lado de la calle.
“¡Porque nunca va a suceder! ¡Y eso es muy afortunado!” (Lisa)
Lisa respiró hondo y se paró frente a Erna. Pero Erna todavía estaba muy confundida.
“¿De qué estás hablando, Lisa? ¿Quién era esa persona?”
“Eso… ¡No necesita saber eso! No pregunte.” (Lisa)
“¿Tiene mala reputación?”
“Puaj. ¡Decir tal cosa! No, ese no es el punto. ¡Escuche, mi Lady!” (Lisa)
Lisa negó con la cabeza y agarró también el otro brazo de Erna.
“Recuerde esto, señorita. ¡Él no! ¡Nunca jamás!” (Lisa)
“¿Qué? ¿Por qué?”
“… ¡Ese es un hongo venenoso!” (Lisa)
Lisa apretó los dientes y mantuvo los ojos fijos. A pesar de que estaba pronunciando palabras absurdas que no tenían sentido para Erna, su rostro mostraba una expresión gravemente seria.
“Recuerde mis palabras, mi Lady. Ese hombre es un hongo venenoso. ¡Si lo come, morirá!” (Lisa)
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