Capítulo 88.
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“Kwanach, ¿tienes mucho trabajo que hacer? ¿Has recibido otra carta de Lord Beinard?”
Lo abracé y Kwanach me levantó. Mi cuerpo flotaba fácilmente en el aire. Kwanach se acercó a la cama y me besó la frente un par de veces.
“Todavía no estoy tan ocupado como lo estaba en la capital. Tú eres el problema.”
Me bajó sobre la cama. Sentí una sensación esponjosa detrás de mi espalda.
Kwanach, naturalmente, puso su mano dentro de mi camisola mientras se subía encima de mí. Muac, muac, sus besos aterrizaron en todo mi rostro, incluyendo mi frente y el puente de mi nariz.
En esos momentos de enredo desnudo con Kwanach, realmente me sentí como si estuviera de vacaciones. Era como la noche antes de una tormenta, pero mezclábamos nuestros cuerpos todas las noches. A veces se acababa de golpe y otras se prolongaba hasta el amanecer.
Era un acto al que pensé que nunca me acostumbraría, pero al poco tiempo me encontré aceptándolo naturalmente.
Estaba demasiado avergonzada para decirlo en cualquier lugar, pero a veces, no de noche sino durante el día, mi cuerpo se calentaba cuando miraba a Kwanach. Los impulsos crudos, duros y hormigueantes calentaban el interior de mi cuerpo.
Kwanach enterró su rostro en mi cuello y lo lamió con su lengua.
“Ja… Yo… aparte de la medicina, me gustaría purificar el agua del río… pero no sé cómo…”
Como si tratara de detenerme, Kwanach me mordió el cuello con los dientes.
“¡Ah!”
Sus manos vagaron por todas partes debajo de mi delgada camisa. Una mano gruesa y grande apretó uno de mis senos por completo.
Kwanach me miró suavemente.
“Eres buena haciendo tu trabajo. Dijiste que no sabes magia de maldición en absoluto. Esa magia y la que tú usas es diferente. No te sientas presionada a hacer eso.”
“Bueno, eso es cierto, pero…”
“Y por ahora, concéntrate en mí. No sé cuánto podremos volver a relajarnos así.”
Kwanach rápidamente agarró mi camisola y la levantó. Instantáneamente apareció mi cuerpo desnudo y se me puso la piel de gallina. Me quitó por completo la camisa y la arrojó al suelo, y en un abrir y cerrar de ojos, también se había quitado la camisa también por completo.
La piel desnuda de mi esposo quedó al descubierto, llena de cicatrices, pero hermosa y firme. Mis manos se movieron involuntariamente. Fue el momento en que extendí mi brazo y toqué la parte superior de su pecho. Kwanach se rió por lo bajo.
“Parece que te gusta mucho mi cuerpo cuando me ves así.”
“¿Sí? No, no. No, no es así…”
“Si lo niegas con tanta fuerza, me decepcionaré. ¿Estás diciendo que no te gusta?”
“Oh, no. No lo odio, por supuesto. Es muy bueno… lo estoy tocando…”
Mi cara estaba a punto de quemarse.
La boca de Kwanach se elevó y se le formo un pequeña hoyuelos en la mejilla.
“Te estás burlando de mí… ¿no?”
“No.”
“Estás mintiendo.”
“Solo pregunto porque tengo curiosidad. Cada vez que me quito la ropa, me miras fijamente.”
“Yo…”
“Como referencia, me gusta mucho tu cuerpo.” – Kwanach susurró y me atrajo hacia sí.
No podía creer que dijera esto con tanta indiferencia. Era tan vulgar. Me quedé sin palabras y mis labios se cerraron con fuerza. Luego constantes besos cayeron sin descanso sobre mi pecho desnudo. Gemí, cerrando los ojos con fuerza.
No estaba familiarizada con el sonido que se agitaba y fluía entre mis labios. No importa cuántas veces lo escuché, nunca podría acostumbrarme. No sabía que podía hacer tales sonidos. Que mi cuerpo pudiera ponerse tan rojo y temblar tan sensiblemente bajo la mano de un hombre.
La única persona que podría provocarlo es Kwanach.
Dejé que tomara todo mi cuerpo.
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Se acercaba el día en que podía ver el fin de la paz que había durado apenas y peligrosamente.
“¡Su Majestad! Se ha capturado un gran movimiento de tropas del Reino de Stendal.”
Los ojos y los oídos del imperio estaban por todas partes. Rápidamente trajeron noticias del norte al anexo.
Durante el reinado del Reino de Pernen, las partes sur y norte del reino estaban divididas por las montañas Radonia. Las montañas eran muy empinadas y difíciles de recorrer de un lado a otro, y las áreas culturales por encima y por debajo de ellas crecieron con diferencias obvias.
En el periodo de Kwanach, sin embargo, fue diferente. Su ejército cruzó las montañas Radonia. Y había varios territorios imperiales en la parte norte de la cordillera.
Incluso si no fueron subyugados al imperio, había varios reinos del norte que se aliaron de mala gana con el imperio. Significaba que al imperio le era bastante fácil comprobar la tendencia del norte.
Según dicha confirmación, las tropas que se habían reunido en el Reino de Sterndal marchaban hacia abajo. La ruta de movimiento coincidía con el área fronteriza que habíamos anticipado.
El número estimado era de unos 3.000 hombres
“¿Tres mil?”
Era un número demasiado pequeño para iniciar una guerra. Y se necesitarían muchas más tropas para derrotar a las fuerzas imperiales guarnecidas entre las murallas.
El imperio ha construido interminables altos muros a lo largo de sus fronteras. Era un imperio de la nueva era que no podría ser invadido fácilmente.
‘No pueden perforarlo con 3.000 hombres’.
Ese era un número que ellos podían reunir en menos de medio día enviando despachos a los ejércitos regionales circundantes.
“Diaquit no pudo persuadir a toda la parte norte del país.”
Algunos monarcas se convencieron y se subieron al mismo barco que Diaquit, pero otros evitaron enfrentarse al imperio.
En la vida anterior, Diaquit reunió a todo el Norte, y el tamaño del ejercito del Norte fue considerable. Tanto es así que el ejército imperial luchó durante varios años. A diferencia de mi vida anterior, esta estaba realmente en mal estado.
Pero cuando Kwanach escuchó la noticia, sospechó.
“Es increíble que haya acumulado 3.000. A pesar de que emitimos una declaración, ¿por qué no todos le dieron la espalda a Diaquit?” (Kwanach)/+*
“Deben haber pensado que la declaración era una mentira, por lo que se pusieron del lado de Diaquit.”
“¿Cómo se las arregló ese tipo para engañarlos con su lengua…?”
Kwanach decidió liderar la Guardia Imperial y varias unidades del Ejército Central que había traído del Palacio Imperial a la zona fronteriza. Estuve con él en esa marcha. Kwanach parecía muy ansioso por llevarme al campo de batalla donde podría estallar la guerra.
Pero lo persuadí persistentemente.
“No pienses en mí solo como la Emperatriz; piensa en mí como un mago. Tienes que pensar en lo útil que puede ser un mago para todo el ejército.”
“Dices esto porque no sabes cómo es el campo de batalla.”
Hubo cosas que presencié cuando estaba muerta y en el estado de un fantasma. ‘Lo sé, sé lo suficiente’- Las palabras estaban calientes en mi garganta, pero me las tragué.
No estaba tratando de seguir a Kwanach porque era ignorante e imprudente. Yo tenía el poder para hacerlo. Tenía el poder de controlar la victoria en el campo de batalla.
“Y quiero acabar con Diaquit con mis propias manos.”
“..…”
“Debo ver el final de él por mí misma.”
Kwanach ya no se opuso. Sin embargo, me instó a permanecer lo más atrás posible. Por lo tanto, dejamos el Palacio Separado y nos dirigimos al destino donde avanzaba el ejército del norte.
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El campo de batalla que presencié fue horrible y cruel. Las escenas que vi a través de los recuerdos de los árboles aún eran vívidas. El escenario de la guerra en el camino más miserable. Crueldad cruda.
Los preparativos para la guerra que me recibieron detrás de los muros no serían nada de eso. Sólo 3.000. Las tropas imperiales se ocuparon de este asunto como si fuera tiempo de paz, y sin mucha tensión.
El capitán de la guardia fue capturado. Era un hombre bastante blando. Después de varios interrogatorios, inmediatamente reveló el hecho de que había sido sobornado y oró para que le perdonaran la vida, incluso si tuviera que trabajar por el resto de su vida.
Si no hubiéramos sabido de antemano que había sido sobornado, las tropas de Diaquit habrían entrado en territorio imperial por la puerta fronteriza abierta. Sin embargo, si lo hubieran hecho, habrían sido detenidos por el ejército imperial poco después. Habría tenido que derramarse más sangre de la que prevenimos de antemano.
Estuve varios días en la frontera esperando que llegara Diaquit.
‘Trajo solo a 3.000 personas, ¿qué va a hacer?’
¿Vas a protestar fuera de los muros? ¿Vas a manifestarte fuera de las murallas de la ciudad?
‘Debe haber hecho un movimiento diferente. Diaquit, qué diablos quieres…’
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Tres balizas* se encendieron al mismo tiempo, señalando el estado de la situación de guerra. <’¡Toot!’> – Un enorme cuerno sonó.
(N/T: * Señal, generalmente luminosa, que marca los límites de las pistas de un aeródromo o los carriles de una carretera o que sirven como guía.)
Estaba un poco más lejos de la pared para ver mejor la situación. Kwanach estaba parado en el punto más alto sobre la puerta fronteriza. En poco tiempo, una gran cantidad de tropas locales se reunieron cerca de la puerta fronteriza. Este muro no sería violado.
Poco después, el ejército dirigido por Diaquit emergió del horizonte.
Tres mil. No eran muchas tropas para comenzar una guerra, pero era un número intimidante para ver en persona.
Los soldados permanecieron muy juntos en el terreno al otro lado de la frontera. Y al frente y en el centro, pude ver ondear la bandera de la familia real Achaia.
“Vaya…”
Diaquit tomó la delantera.
‘¿Cómo pasó esto? Vine aquí con la mentalidad de defender mi patria. No podía creer que ahora estaba en una situación en la que tenía que librar una guerra contra el ejército de mi país entre muros.’
Todo esto sucedió por los deseos retorcidos de Diaquit. Lo odiaba… Y odiaba la situación en la que tenía que odiar a mi carne y mi sangre y me llenaba de tristeza al mismo tiempo.
Era posible tener ambiciones de ocupar un continente. Eso lo entendí muy bien. Aún así, no debería haber usado métodos tan sucios.
Apreté los puños para prepararme.
No quería chocar de frente con el ejército de mi país. No quería ver sangre. Era una guerra a una escala mucho menor que en mi vida anterior, pero también quería evitar esto, si podía.
‘… ¿Sería posible tal cosa?’
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En el momento en que Usphere estaba haciendo un compromiso en la pared.
Diaquit, el comandante en jefe, que dirigía las 3.000 tropas aliadas al frente de la línea, miró hacia la pared y gritó con urgencia.
“¡Esperen, deténganse!” (Diaquit)
La escena no era lo que esperaba. Los soldados de caballería, que habían estado marchando sin dudar, esperando que el capitán de la guardia sobornado abriera la puerta, se detuvieron.
“No hay forma de que él…” (Diaquit)
Diaquit miró al hombre que estaba de pie en lo alto del muro. Era una larga distancia para determinar las características, pero había una amenaza instintiva. Era un hombre enorme armado con una armadura brillante. Llevaba una capa inscrita con el patrón imperial.
“Maldita sea.”
Era Kwanach Radon, el amo del nuevo imperio.
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