Capitulo 143
Edith Fayant. Era el tercer hijo de la familia Fayant, y todos sabían que era demasiado libre de espíritu para ser considerado un candidato a sucesor de su familia.
A pesar de esto, su apariencia era tan atractiva que hizo que muchas personas se frotaran los ojos al encontrarse con él, ya que no podían creer lo que estaban viendo, además de poseer unas feromonas tan raras de las cuales se desconocían sus efectos.
De una forma u otra, Edith, que hasta entonces había logrado vivir una vida pacífica, comenzó a sentirse incómodo.
Los ojos lo seguían donde quiera que fuera, y los rumores sobre él se difundían todo el tiempo. Llegaban propuestas de matrimonio de todas partes. Toda esa atención no deseada era irritante.
A veces, acostado en su cama, comenzaba a ver innumerables ojos siguiéndolo en la oscuridad. Todo esto se debía a su belleza, que aunque buscaras en todo el continente, no encontrarías igual.
Entonces Edith comenzó a practicar un pasatiempo secreto e inaudito. Cambiaría a su forma de pantera negra y caminaría por todas partes. De esa manera, nadie lo reconocería.
Un día, en su forma de pantera, corrió a toda velocidad. Su destino era el bosque que bordeaba el territorio de las liebres. La libertad de correr y sentir la brisa única del bosque, era un respiro de su monótona vida cotidiana.
[… ¡Hemos recibido una propuesta de matrimonio de la futura líder del clan de los zorros!]
Las patas negras comenzaron a disminuir la velocidad. Esa mañana, la noticia que le había traído su padre, Lillian, lo había trastornado mucho.
[¿La que es conocida por ‘coleccionar’ gente hermosa?]
[¡Sí!]
[¡¿Y piensas en aceptarlo?!]
[¡Claro que sí! Te he dicho varias veces que, a tu edad, es inaceptable no haber hecho un compromiso todavía. Además, ¡ella será la líder de su clan! ¿Quién estaría loco si se negara?]
Esta vez, Edith no pudo poner excusas como lo había hecho hasta ahora para evadir las propuestas.
A pesar de que la familia Fayant era de alta nobleza, como el tercer hijo, le sería imposible casarse con una persona que sería la próxima líder de su territorio.
Además, el territorio de los zorros había iniciado relaciones diplomáticas con el territorio de las panteras negras, por lo que todos considerarían la unión como una buena idea para fortalecer ese vínculo.
Edith sería el cuarto marido de la futura líder. Con una mirada lejana, golpeó el suelo con la cola. No era como si no hubiera imaginado que algún día su matrimonio sería usado en beneficio de su familia. Pero ir a otro territorio, y a la familia de la líder de un clan, era algo que nunca había previsto.
Estaba seguro de que se vería envuelto en luchas políticas. Como la poligamia y la poliandria eran la norma en territorio de los zorros, sufriría por luchas de poder con los otros tres maridos, incluso corriendo el riesgo de ser asesinado por ellos.
<Desearía no ser tan bonito…>
Edith suspiró, tocándose la mejilla con la pata delantera. Había corrido durante mucho tiempo, pero se detuvo cuando se encontró en medio de un extenso prado. Y una mujer se reflejó en sus ojos. Pronto, una voz clara resonó.
«Te estaba buscando.»
Sentada en la hierba, ella vio a Edith y la saludó. Acercándose, sin resistirse, él se sentó a su lado, con calma.
«Que bien. Pensé que no te vería hoy tampoco.»
Sonriendo, le mostró a Edith su mano izquierda.
«Pata.»
<¿Crees que es tan fácil entrenar a una pantera negra?>
Edith logró no fruncir el ceño y colocó su pata en su mano extendida.
«Otra pata.»
<Maldita sea…>
Su pata izquierda aterrizó en la otra mano de la mujer. No satisfecha, fingió blandir una espada hacia Edith.
«Finge estar muerto.»
Edith se tumbó en el suelo y sacó la lengua.
<¿Por qué hago esto…?>
En ese momento, tenía mucho respeto por las mascotas de todo el continente, que tenían que entretener a sus dueños.
«Buen chico.»
Finalmente, la mujer pareció satisfecha y las comisuras de su boca se levantaron. Su mano acarició la barbilla de Edith, como si hubiera hecho algo grandioso.
«Es una pena, pero no creo que pueda venir aquí por un tiempo… estaré ocupada.»
<Hmm, ¿entonces estará ocupada durante un par de días?>
«… Supongo que tendré que casarme pronto.»
Edith, que sentía que se iba a desmayar, la miró. La mujer no se dio cuenta de su mirada atónita, ya que estaba mirando sus propios zapatos.
Los dedos que ponían los mechones plateados detrás de sus orejas estaban callosos, como era de esperar de alguien que usaba una espada con frecuencia. Su mirada pasó por sus largas pestañas y sus labios rojos entreabiertos.
Así como Edith había crecido en los últimos años, su apariencia juvenil se desvanecía cada día más. El cabello plateado fue arrastrado por una ráfaga de viento y le hizo cosquillas en la nariz.
Solo entonces Edith miró hacia otro lado, dándose cuenta de que la estaba mirando durante demasiado tiempo.
<¿A quién le importa?>
La posición de esta mujer era tal que no sería sorprendente que organizara una ceremonia de boda para mañana. Después de todo, ella era Valence Grace.
Esta extraña relación entre ambos había comenzado hace más de dos años. La primera vez que se encontraron en este estado fue cuando Edith caminaba por el bosque en forma de pantera, como siempre hacía cuando estaba estresado.
Valence, que casualmente pasaba en un carruaje, quedó cautivada por la belleza del animal y trató de acercarse a él. Edith, a quien no le gustaba en absoluto, fingió ser una pantera negra salvaje normal, solo para divertirse a su costa.
No sabía las consecuencias que causaría este error.
Tal vez era porque no le gustaba la mirada arrogante de Valence, que solo había visto en eventos sociales. Quizás fue porque, en ese primer encuentro, ella mostró un rostro totalmente diferente y vulnerable.
Pero el problema surgió del hecho de que Valence creía completamente que Edith era una pantera negra normal, en contra de su expectativa de que lo descubrirían rápidamente.
Sería casi imposible que ella no se diera cuenta, siendo la persona más fuerte de todo el territorio. Él incluso se preguntó si ella se había dado cuenta y estaba fingiendo que no por alguna razón oculta.
«¡Toma!»
Pero al ver lo seria que estaba lanzando un frisbee para que lo atrapará, se dio cuenta de que era imposible que estuviera actuando.
Eso significaba que las feromonas de Edith eran iguales o incluso más potentes que las de Valence, por lo que no podía detectarlas.
Sin embargo, estaba claro que Valence creía que nadie estaba por encima de ella en todo el territorio de las panteras negras. Esto se demostró por la forma en que trataba a sus caballeros de escolta como si fueran espantapájaros.
Para Edith, había sido muy interesante ver este lado de Valence, que nunca había conocido. Por eso, cuando salía a caminar por el bosque fronterizo, siempre se preguntaba si ella estaba allí.
Sin embargo, esos encuentros casuales cambiaron el día que llegó al prado y Valence estaba sentada allí. Acababa de ser declarada nueva líder del clan de las panteras negras, ya que su padre acababa de fallecer a causa de una enfermedad.
No podía volver a encontrarse con ella así. Si se descubría, el crimen por burlarse de un líder de clan no era poca cosa. Sin embargo, al verla llorar sola, Edith no pudo evitar acercarse.
Él había estado en silencio, sentado junto a ella. La cantidad de veces que se había topado con ella disfrazado de animal era tan alta que ya había perdido la cuenta.
“El matrimonio es el deber del líder del clan. El consejo de ancianos está muy inquieto en este momento. Pero… ¿qué estoy haciendo, desahogándome con un animal…?
Valence se rió para sus adentros, recostó su cuerpo sobre la hierba y apoyó la cabeza en la espalda de Edith como si fuera una almohada.
“Espero que quien quiera que sea mi prometido, sea un hombre sin ansias de poder. No quiero compartir la autoridad del líder del clan con mi esposo.»
<No hay hombre noble en este mundo que no desee el poder.>
Aunque esa regla no se aplicaba a él. Mientras Valence continuaba hablando consigo misma, Edith frunció el ceño y comenzó a enumerar las condiciones por sí mismo. Para casarse con la líder de un clan, era imprescindible que el candidato fuera miembro de la alta nobleza. Dado que las feromonas de Valence ciertamente serían más fuertes y, por lo tanto, el gen dominante, no debería importar la habilidad que tuviera el esposo.
También debería ser bueno con las palabras, para elogiarla, y tener buenas conexiones que puedan usarse en las relaciones diplomáticas, y si fuera bien considerado por la gente del territorio, eso sería otro punto a favor.
Sobre todo, no debería tener sentimientos por ella. El amor era la mayor fortaleza pero también la mayor debilidad de un líder. Para Valence, el amor era un sentimiento innecesario que se interpondría en la forma de administrar el territorio.
“¿Y si asisto a la ceremonia con un muñeco en lugar del novio? Después de todo, no necesito a ningún hombre.»
Edith, imaginando a Valence con un muñeco en el altar, sonrió. Valence, al ver su expresión, agarró las mejillas de Edith.
“Haces esa cara a veces. ¿Qué pasó?»
Petrificado al ver el rostro de Valence tan cerca del suyo, Edith retrocedió nerviosamente.
«¿Tienes cosquillas?»
La voz de Valence, que sonaba ansiosa, devolvió a Edith a la realidad. Tan pronto como vio la pantera negra reflejada en sus ojos rojos, sus emociones, que había ignorado hasta entonces, fluyeron como olas.
No se había dado cuenta hasta entonces. Pensó que la razón por la que seguía viniendo aquí era una sensación de superioridad, conociendo a una Valence que nadie más conocía. Estaba tan impresionado por cómo la expresión fría se suavizó que pensó «solo una vez más»…
Y lo siguiente que supo fue que su corazón deseaba que Valence no se casara. Escondió sus ojos temblorosos. Al ver su cara de pantera reflejada en los ojos de ella, se dio cuenta de que había sido arrogante al pensar que Valence estaba allí para buscarlo a «él».
Su relación no involucraba a Edith como ser humano. Si lo viera, seguramente mostraría la misma mirada fría y los labios fruncidos.
Edith, quien siempre había sido halagado por todos por su belleza, no podía evitar notar una reacción tan fría.
<Vamos a parar.>
Sería mejor huir y no volver a tropezar con ella. Tendría que guardar ese secreto y dejar pasar el tiempo. Decidiendo ocultar este hecho hasta su muerte, optó por huir. Sin embargo…
Paf.
Cayó de bruces antes de que pudiera dar un paso.
“¿Adónde vas de repente? ¿Encontraste alguna presa para cazar?”
Valence, que lo había agarrado por la cola, lo atrajo hacia ella, como en un tira y afloja.
«No te he visto en mucho tiempo, estaré triste si te vas así.»
<¿Qué tipo de persona tiene tanta fuerza…?>
Había oído que los Grace eran monstruos, pero… Incapaz de tener la libertad de llorar por su corazón roto, fue arrastrado como un saco de papas.
Al final, Edith, que fue colocado nuevamente al lado de Valence, mantuvo su posición con una sensación de alivio por haber sido liberado. Tenía miedo de qué tipo de hijo nacería de Valence y cómo sería el próximo líder del clan.
«¿Qué crees? ¿Debo buscar marido en otro territorio?”
<No habrá ningún candidato adecuado.>
Edith, con expresión indiferente, chasqueó la lengua.
“Alguien sin ansias de poder, de buen pedigrí y de mente abierta. Que conozcas a muchas personas y se gane su lealtad.”
<…>
“No hay noble lo suficientemente tonto como para no desear el poder, cierto…”
Edith, que parecía despertar del lavado de cerebro, sintió como si le hubieran golpeado con un martillo.
<Este tipo… Soy yo, ¿no es así…?>
Un hombre que cumplía con todas estas absurdas condiciones. Y si fuera Valence, su padre, Lillian, desistiría de aceptar la propuesta de la zorra. Además, él confiaba en su propia determinación de vivir en paz sin trabajar.
“¿…?”
Valence dejó de hablar y miró a la pantera negra, que peinaba con confianza su pelaje negro. Era excepcionalmente guapo en comparación con las otras panteras, pero parecía ser un narcisista.
«Bien, bien.»
Valence, sin comprender el significado de este gesto, acarició la cabeza de la pantera negra, que continuaba guiñándole el ojo, mostrando su belleza.
Ella se preguntó si, para empezar, había algún estándar de belleza entre los animales.