Capitulo 101
Ahin, cuando dijo eso, no tenía su habitual tono relajado. Parecía nervioso. Con su frente apoyada en mi hombro, pude oler un olor extraño.
¿Cuándo fue la última vez que olí sangre de él? Pensando que esto no encajaba con la situación, miré a mi alrededor.
Me di cuenta de que en algún momento, mientras me estaba cambiando, él me tomó y entró en una sala vacía. Los cabellos plateados me hicieron cosquillas en la mejilla. Cuando sentí el suave toque, me obligué a hablar.
«¿Cómo lo sabías?»
«Se sabe que el abuelo de ese león disfruta usar sus feromonas para demostrar su fuerza.»
«¿Es por eso que viniste aquí corriendo?»
Traté de disimular la emoción en mi voz mientras preguntaba. No sabía qué respuesta preferiría escuchar. Recordé la sensación que tuve cuando, justo cuando más quería verlo, lo vi correr hacia mí desde el lado opuesto del pasillo. Ahin levantó lentamente la cabeza y me miró a los ojos.
“Corrí porque estaba haciendo ejercicio, como suelo hacer.”
Sus ojos se curvaron en una sonrisa.
«¿Por qué, pensaste que estaba corriendo por otra razón?»
Ahora que lo pienso, Ahin venía constantemente a buscarme en estos días, así que pensé que… Cuando me di cuenta de que debía haberme equivocado, estaba todo roja y enojada al mismo tiempo.
Mientras luchaba por liberarme, de repente me congelé. Fue porque me di cuenta que cuando terminé de humanizarme, estaba desnuda debajo de la tela roja, y encima, sentada en el regazo de Ahin. Cada vez que el paño rozaba mi piel, me estremecía.
“Vivi, ¿por qué tienes los ojos saltones?”
Ahin, después de hacer esa pregunta, también se congeló. Parecía haber llegado a la misma conclusión que yo. Podía sentir que mis brazos iban a estar adoloridos pronto por la presión que yo estaba ejerciendo sobre ellos. Siguió un pesado silencio.
Cuando me vió humanizada en aquella choza, por primera vez, él pareció estar muy tranquilo, aun considerando que, en ese momento, yo tampoco estaba vestida. La reacción de Ahin ahora, completamente diferente, me dejó aún más en conflicto.
Incapaz de soportar el silencio, metí la cabeza dentro de la tela. Entonces, en lugar de ver la cara de Ahin, todo lo que vi fue el color rojo. Sin embargo, eso hizo que mis otros sentidos se intensificaran, y pude escuchar los latidos de un corazón cada vez más fuertes…
«Permiso.»
Un golpe en la puerta rompió el silencio, que parecía que iba a durar para siempre.
«Traje ropa para la Señorita Liebre.»
La dueña de la voz era Meimi.
Aunque me sentí aliviada de haber superado esta crisis, de alguna manera, extrañamente, pensé que era una pena que ella hubiera aparecido… Tal vez realmente soy una coneja pervertida, como suele decir Ahin.
***
Las panteras negras salvajes que vivían en el bosque fronterizo eran entrenadas desde una edad temprana para obedecer a los miembros de la Casa Grace y actuar como guardabosques en el lugar.
A pesar de ser animales que normalmente no viven en grupos, las panteras se organizaron bajo el liderazgo de Valence y Ahin.
Entre todos ellos, Ash era especial. A pesar de ser más pequeña que un macho, era capaz de liderar a toda la manada, usando su inteligencia y sus excelentes reflejos. Además de tener genes superiores, había sido entrenada desde que era una cachorra, y el resultado fue natural.
A diferencia de Ash, Barra se había criado en cautiverio, habiendo nacido en una casa de luchas. Era un lugar cruel. Las panteras negras eran arrojadas a una jaula para pelear entre sí, y los hombres-bestia que frecuentaban el lugar apostaban dinero para ver quién ganaba.
Barra, siendo solo un cachorro, esperaba a su madre en su jaula todos los días, hasta que terminara la batalla diaria y ella regresara con él. Hasta que, un día, su madre perdió la pelea y murió, siendo degollada por la pantera opuesta.
Poco después, Ahin ingresó al lugar, destruyó la puerta y eliminó a todos los involucrados en la casa de luchas. Cuando Ahin terminó sus asuntos y abandonó el lugar, Barra sintió que era su deber seguirlo.
«¿Cuánto tiempo piensas seguirme?»
Como la casa de luchas estaba en ruinas, Ahin arrojó a Barra, que seguía siguiéndolo, al bosque fronterizo.
Barra no logró adaptarse. No sabía cazar, ya que siempre lo habían alimentado en cautiverio, y los otros cachorros de pantera negra en el área lo condenaron al ostracismo.
Estaba a punto de darse por vencido y morir de hambre cuando conoció a Ash. Ella estaba luchando contra otros cachorros de pantera que la estaban atacando, y Barra se escondió en un arbusto para mirar.
Impresionado por lo poderosa que era, procedió a seguir a Ash después de que todo terminó, pero ella lo ignoró por completo. Sin embargo, cada vez que encontraba una presa, ella la cazaba lentamente, como si supiera que él estaba mirando, para poder entender el proceso y aprender. Cuando Barra se cansaba y tenía que acostarse, ella dejaba de caminar y esperaba con indiferencia.
Así, Barra llegó a considerarla una amiga de la infancia. Pasaron los años y Barra se convirtió en un pantera adulto lo suficientemente fuerte como para que otros dudaran en hacerle frente. Aún así, Ash continuó ignorándolo.
Pero no le importaba, porque, después de todo, él era el único macho en el bosque fronterizo cerca de ella. Los otros machos retrocedieron porque Barra los amenazó.
Sin embargo, sucedió algo inesperado. Ash, por ordenes de Ahin, dejó el bosque fronterizo y se fue a vivir en la mansión Grace. Y todo para convertirse en la guardia personal de una diminuta coneja bebé.
Barra, indignado, intentó eliminar a la coneja varias veces, pero como no podía estar a solas con ella en la mansión, falló en todas. Hasta que, un día, la coneja se quedó sola, sin la presencia de Ahin, y encima se fue al bosque fronterizo, donde nadie más la miraba. Fue una oportunidad única, y Barra no la desaprovechó.
Sin embargo, Ash se puso frente a ella y luchó con tal intensidad que él estaba seguro de que su objetivo era matarlo. Después de años de ser derrotado por un amor no correspondido, finalmente fue derrotado por una coneja, que lo noqueó.
Tiempo después, tras admitir que la coneja era más fuerte que él y aceptarla como ama, sin otra opción, siguieron los días de paz.
Cuando Barra se mostraba sumiso y obediente a la coneja, Ash parecía satisfecha, y cuando Meimi y la coneja se iban, quién sabe dónde, él podría estar a solas con Ash.
Este era uno de esos momentos, cuando Meimi, después de salir corriendo a buscar un montón de ropa, entró apresuradamente a una sala, dejándolos a los dos solos en el pasillo, afuera.
Barra se volvió hacia Ash. Ella se volvió al lado opuesto a él y miró las paredes, pero a él no le importó. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió abruptamente y alguien salió al pasillo.
Era el maestro anterior de Ash y Barra, el hombre que ahora vivía como esclavo de la coneja. Ahin estaba en una posición más baja que Vivi en la cadena alimenticia personal de Barra.
Después de salir de la habitación vacía, dejando que Meimi ayudara a Vivi a vestirse, Ahin hundió la frente en la puerta, desde el exterior. Tan pronto como su pánico disminuyó, la apariencia de Vivi como una coneja bailarina volvió a su cabeza.
Su corazón resonaba en sus oídos. Los excelentes pasos, con ritmo y complementación de los movimientos de las patas delanteras, eran, en efecto, dignos de ganar el premio de danza de la Corona de Imond.
Ese león bastardo lo había visto antes que él. Ahin, tratando de refrescar su cabeza, presionó su frente contra la puerta nuevamente. Barra, alejándose del hombre, que alternativamente fruncía el ceño y se reía para sí mismo, miró a Ash.
<Oye, no estoy loco como este tipo. Así que mírame.>
Ash, ignorando la expresión afectuosa, se quedó mirando fijamente a la puerta, esperando a que saliera la coneja. Sin embargo, Barra tuvo la impresión de que la cabeza de Ash se había girado un poco hacia él. Entonces se quedó feliz.
***
Como tenía que arreglar la ropa con tanta prisa, Meimi solo había traído un vestido sencillo y una capa azul claro. Después de recibir ayuda con mi ropa, caminé con cautela por el pasillo. Ahin, que esperaba apoyado contra la puerta, tenía las orejas rojas. Las tocó cuando notó dónde estaban mis ojos.
«…Hace frío hoy.»
Las ventanas estaban todas cerradas y había antorchas encendidas en cada pared, así que no creo que el frío pudiera congelarle las orejas. Sospeché que me estaba engañando, por alguna razón.
Mientras lo miraba con los ojos entrecerrados, Ahin, ignorando esto, extendió su mano. Era una pose de un caballero pidiendo acompañar a una dama.
«… ¿No podemos simplemente caminar normalmente?»
Lo miré sin comprender, agarrando el costado de la capa. Nunca me habían escoltado antes, y no tenía idea de cómo caminar del brazo de alguien.
«¿Qué pasó, es porque no sabes cómo hacerlo?»
Los ojos de Ahin, que se movían, se centraron en mis manos. Avergonzada, las escondí detrás de mi espalda.
«No hay problema. Nunca he hecho esto antes tampoco.”
“…”
No puede ser… Entonces, en todos los bailes y reuniones sociales a los que ha asistido hasta ese momento, ¿cómo ha tratado a sus parejas? Mirándolo con recelo, recordé la noche en que él había dado vueltas por el salón de baile, «bailando un vals» con un conejo bebé.
La regla del banquete, que dictaba que todos debían entrar escoltando a sus parejas, no parecía ser tan importante para un loco como él.
Además, considerando que ninguno de los nobles presentes esa noche parecía prestar mucha atención a este extraño comportamiento, podría inferir que la imagen de Ahin en la sociedad aristocrática no podía ser peor de lo que ya era.
«Pero… ¿Ni siquiera escoltaste a la Señora Valence?»
“Los líderes de los clanes siempre ingresan solos a los eventos en el territorio de las Panteras Negras.”
Parece que la historia de que Ahin nunca había acompañado a una dama era cierta. Vacilante, me acerqué a él, lentamente. Ahin, que estaba mirando mi mano, de repente la agarró.
«Si no te gusta, puedes golpearme con la pata delantera y te dejaré ir.»
«¡Por el momento no es una pata, es una mano…!»
Luego, sin dudarlo, comenzó a caminar hacia el dormitorio. Mordí mis labios. No importa cuán extraño sea, Ahin era el futuro líder del clan de las panteras negras.
Los sirvientes de la mansión nos verían de esa manera… Pensé que sería mejor si camináramos por separado. Para empezar, bastaba con los chismes sobre la coneja ninfa. Me preguntaba cómo se vería afectada la reputación de Ahin si el hecho de que yo era humana saliera a la luz. Ya estaba muy incómoda con el hecho de que compartíamos habitación.
Pero incluso pensando así, no solté la gran mano que cubría la mía. De hecho, la apreté un poco más fuerte. Miré a mi alrededor mientras caminaba. Ash, siguiéndonos, miraba a Ahin con una mirada aguda. También hubo sirvientes que nos vieron a lo lejos y rápidamente se escondieron en la esquina de algún corredor, evitándonos.
«Después de mi fiesta de cumpleaños, voy al territorio de los osos.»
Ahin, a mi lado, habló en voz baja.
“¿Territorio de los osos?”
¿Había pasado algo? Los ataques de feromonas serían un problema serio durante un viaje, pero pensé que me llevaría, después de todo, ya que esta vez el destino no era territorio de las liebres. Por si acaso, decidí preguntar.
«En ese caso, iré con-»
«¡¡¡Oye!!! ¡¡La coneja se ha ido!!”
Mi voz fue ocultada por un grito intenso. Cuando volví la cabeza con sorpresa, vi al abuelo Lillian empujando a alguien contra la pared. Eran Evelyn y Quinn.
“¡Ezran, ese ignorante! ¡Usó sus feromonas y la asustó!”
«Lord Lillian, por favor, cálmese…»
“¿Cómo puedo calmarme cuando la coneja anda perdida por ahí, asustada? ¡Tenemos que encontrarla antes de que mi nieto loco se vuelva loco…!»
«¿Abuelo?»
Cuando hablé, el abuelo, que estaba gritando en medio de la mansión, se volvió hacia nuestro lado. Los ojos rojos se abrieron tanto que parecía que se iban a caer. Luego su mirada se dirigió a nuestras manos entrelazadas, aferrándose allí.
Hizo una expresión que nunca había visto antes. Luego se volvió hacia Evelyn y Quinn, quienes todavía estaban siendo empujados contra la pared, sin vernos debido al ángulo.
«¡Ve a buscar a la coneja!»
Evelyn se arregló la ropa arrugada, se aclaró la garganta y habló.
“¿Qué quiere decir, mi Lord? La coneja que buscas debe estar cerca…”
“¡No me contestes! Tengo la sensación de que ella debe estar en el establo. El hombre-bestia gorila que trabaja allí… Escuché que es su mejor amigo.”
El abuelo arrastró a Evelyn y Quinn, desapareciendo por el pasillo. ¿Qué significaba esa mirada? El abuelo conocía la relación entre los ataques de feromonas de Ahin y mis
feromonas curativas, pero ¿no parecía que quisiera que nuestra relación siguiera adelante?
Mientras reflexionaba sobre esta extraña actitud, miré a Ahin, que estaba muy callado. Sonrió cuando nuestros ojos se encontraron y apretó mis dedos con más fuerza.
“Vivi, ese león te llamó por tu nombre.”
Me estremecí al recordar la mirada de Rune, que volvió a mi mente. El pulgar de Ahin se deslizó por el dorso de mi mano.
“¿Es verdad que el gorila es tu mejor amigo? Vayamos al dormitorio y hablemos de ello con más detalle.”
Yo estaba condenada.