Reunión de intercambio (1)
Ain estaba a punto de salir y se topó con Roselia en el pasillo. Sus ojos se agrandaron.
“Ain. ¿Dónde vas luciendo tan genial?»
Los ojos de ella se iluminaron. Sus palabras no fueron frases vacías. Ain estaba inusualmente mejor vestido de lo habitual.
Un broche de oro similar al color de su cabello delicadamente puesto sobre una chaqueta a la medida blanca. Solo eso hizo que la apariencia de Ain fuera más brillante.
“Tengo un lugar muy importante al que ir. Estaré de regreso pronto.»
Ain dijo significativamente y sonrió suavemente a Roselia. Parecía un retrato hecho por los dioses y Roselia lo admiró varias veces en silencio.
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El lugar al que Ain iba era donde se reunían los hombres y mujeres jóvenes que acababan de pasar por su etapa de debut para intercambiar saludos y conocerse.
No era solamente un simple lugar de encuentro, sino también una oportunidad de oro para encontrar pareja.
Ain, que nunca participó en actividades sociales con aristócratas de edad similar a la suya, asistió repentinamente a este evento.
Tan pronto como entró al pasillo, todos los ojos se volvieron hacia él, sin saber que se prenderían al verlo. Ain miró a su alrededor tranquilamente, sin prestar atención a sus miradas sorprendidas.
La razón por la que Roselia mencionó que estaba tan admirablemente vestido era para venir aquí. Sin embargo, no estaba interesado en disfrutar de la reunión de intercambio como la gente en el salón. Ain tenía un propósito diferente al venir aquí.
En el último banquete del Palacio Imperial, tras la extraña corriente de aire que rodeaba a Roselia, había ordenado una investigación separada sobre el asunto. Y otra vez, circulaban extraños rumores sobre su madre.
Por supuesto, fue cuestión de las hijas de las familias nobles las que intentaron depreciar aún más a los Duques de Chade, hasta hacerlos salir de la vista del Príncipe Heredero.
Así, calumniaron ante la pareja del Príncipe Heredero, Alyssa Lizwin, en nombre de Roselia, llenándola de historias que ni siquiera existían. Como resultado, Alyssa Lizwin insultó a Roselia.
Ain no tenía intención de consentir más esto.
Miró alrededor del salón, identificando a los asistentes uno por uno. Entre ellos estaba Alyssa Lizwin. Sus ojos se encontraron en el aire.
Ella frunció el ceño ligeramente. Él le sonrió superficialmente y volvió la cabeza. Su propósito en este momento era otra persona.
Ain caminó lentamente. Con cada paso que daba, la tensión fluía y las miradas lo acosaban. Los pasos de Ain se detuvieron frente a una joven señorita.
Al principio, la gente en el salón de banquetes pensó que pasaría de largo junto a ella, pero él la miró como si no tuviera intención de moverse.
«Ellen Winster».
Cuando Ain la llamó por su nombre, hubo un murmullo a su alrededor. Ella era la hija del Marqués de Winster y siempre revoloteaba alrededor de Alyssa Lizwin.
«Uh, ¿qué es lo que quieres?»
Ellen levantó un poco la barbilla y trató de preguntarle con un rostro orgulloso, pero su cara ya se había puesto roja, mostrando su vergüenza.
Si eras una joven y mirabas directamente a Ain a los ojos, no tenías más remedio que reaccionar de ese modo. Aparte de la mala fama que lo rodeaba, era tan guapo que una vez que lo vieras directamente, sería como un hechizo, inolvidable en tu alma.
‘Si miras la cara de Ain, quedarás encantada automáticamente para toda la vida’.
Fue entonces cuando sus ojos se cruzaron con los de él y aparecieron en su mente cincuenta mil delirios que lo relacionaban a ella. Los labios de Ain se separaron lentamente sin apartar los ojos.
«¿Eres tú?»
«¿… Ha?»
«Estuviste haciendo cosas bastante interesantes».
El rostro de Ain era inexpresivo y su voz era fría y monótona. Aunque no entendió a que se estaba refiriendo, la columna vertebral de Ellen se enfrió instintivamente.
«Estuviste circulando rumores sobre mi madre».
Ante las palabras de Ain, el rostro de Ellen se congeló de inmediato. Su tez se puso pálida y dejó de respirar. Quería huir.
«Te atreviste a ignorar e insultar a mi madre».
“…”
«Dime, ¿Parecía feliz mi madre con lo que hiciste?»
Ain murmuró como si hablara consigo mismo.
“¿Acaso ella no fue solamente agradable y amable con ustedes? ¿O acaso se te olvidó que el apellido de mi madre es Chade?»
Los ojos de Ain se volvieron agudos en un instante. Cada vez que él continuaba hablando, se enfriaba rápidamente el ambiente. Una onda opresiva los rodeaba.
Las piernas de Ellen estaban temblando. Se sentía sin aliento. Fue entonces. El rostro de Ain se acercó y a ella se le drenó la sangre de la cara del pavor. Tan pronto como me acerqué a ella, una voz nasal salió de la boca de la joven Winster.
“… Ah, yo…”
«No importa lo estúpida que seas, ¿Cómo vas y lo olvidas?»
Ellen tembló como un álamo bajo la tempestad. No podía escapar con él así frente a ella, o refutar sus palabras.
«De modo qué… Olvidaste que entre los que usan el apellido Chade, yo seré el siguiente Duque de Chade, así que esto es lo que pasó».
Los labios de Ain se torcieron en una sonrisa maliciosa. El rostro de Ellen se puso desencajado hasta el punto de lucir como un cadáver en vida.
Entonces, de repente, él le susurró con la sonrisa más amable del mundo.
«No tengas miedo. Yo no voy a hacerte nada.»
Nadie se tomó en serio sus palabras y se sintieron aliviados. Más bien, emergió un miedo mayor.
«No voy a levantarte la mano».
Diciendo eso, Ain dio un paso atrás. Fue cuando la tensión se relajó un poco. Le habló lentamente como lo haría a un bebé.
«Te di una advertencia bastante clara, así que echaré un vistazo a tu desempeño más tarde».
La voz de Ain era dulce y aterradora. Ellen parecía estar a punto de caer al suelo del shock. Era como si una granada desmontada hubiera sido envuelta y presentada como regalo.
«Por supuesto, eso se aplica a todos aquí».
«¡¡…!!»
Ante las palabras de Ain, los rostros de todos los participantes en el salón se tiñeron de asombro.
Entre ellos, aquellos que captaron de qué estaba hablando Ain, rápidamente se dieron la vuelta y abandonaron el pasillo.
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