¿Por qué Chester se echó a llorar?
Fue hace 5 años, cuando Raphael cumplió 13.
«¡Felicidades!»
El médico, que confirmó el estado de salud de Lezel después de desmayarse, inclinó la cabeza con un rostro impresionado.
«¿Qué?»
Como resultado, el rostro de Chester, que había estado inquieto, se endureció.
¿Qué estaba diciendo cuando veía a su esposa con una tez pálida y sin siquiera poder mover su cuerpo?
«¡Está embarazada! ¡La Duquesa está embarazada!»
Añadió el médico rápidamente cuando notó la energía feroz que emanaba del Duque.
«……».
Sus ojos se cerraron varias veces ante las palabras que resonaron como un eco en su cabeza.
¿Qué? ¿Qué acabo de escuchar?
«¡Está embarazada! ¡Está embarazada, Duque!»
El médico, que leyó su expresión, subió el volumen de su voz una vez más.
«La tía está embarazada…».
Raphael también estaba sorprendido.
El chico, que estaba tan estupefacto que no podía levantarse de su asiento, abrió la boca ante la inesperada noticia.
«Embarazo…».
Chester repitió con una cara en blanco.
Embarazo, ella está embarazada.
«Lo sabré después de un examen más preciso, pero creo que han pasado un poco más de cinco semanas».
El médico, que una vez mas había comprobado el pulso de Lizelle, habló con voz segura.
«¿Embarazada? ¿Mi esposa?»
Tia, que había entrado corriendo con unas toallas y una tina llena de agua, lloró ante la feliz noticia.
«Maestro, ¿está bien?»
Le preguntó Lohan, leyendo su semblante.
Porque la persona que debería estar más feliz que nadie en este momento no decía nada.
«…..».
Chester se quedó en silencio durante mucho tiempo.
Sólo tenía una expresión que parecía no entender, pero era imposible saber lo que estaba pensando.
«Váyanse todos».
En unos minutos, una firme orden salió de su boca.
Todos los que estaban reunidos en el dormitorio de la pareja abandonaron la habitación, mirándolo en silencio.
Click.
La puerta se cerró y el dormitorio se vio envuelto en un total silencio.
El hombre se sentó en una silla al lado de la cama y luego miró el rostro de su esposa, quien se encontraba durmiendo.
***
«Chester…».
Lizelle, que abrió los ojos, emitió una voz sombría y tenue.
«Esposa, estoy aquí. ¿Tienes sed?»
El Duque tomó rápidamente un vaso de agua.
No pasó mucho tiempo antes de que su brazo grueso y tonificado, envolviera el hombro de Lizelle quien estaba tratando de levantarse.
Gracias a él, la mujer, quien levantó su cuerpo sin mucho esfuerzo, humedeció su garganta con el vaso que le tendió.
«Ven y acuéstate a mi lado, ¿por qué estás sentado allí?»
Lizelle, quien estaba completamente despierta, se quejó luego de confirmar que Chester estaba sentado en una silla incómoda.
Cuando miró por la ventana, se dio cuenta de que el sol ya se había puesto y era de noche.
Era mediodía antes de que se desmayara, por lo que había estado sentado en esa silla incómoda durante horas.
«Está bien, puedo ver mejor tu cara desde aquí».
Él sonrió suavemente y acomodó el fino cabello de la otra detrás de sus orejas.
«¿Ha venido el médico?»
«Si».
«¿Qué dijo? No creo que sea una enfermedad tan grave, debe ser solo anemia…».
«Esposa, ¿por qué no dijiste nada? Escuché que últimamente no te has sentido bien».
Hace unas horas, Chester, que estaba trabajando en su oficina, corrió a la habitación ante la noticia de que Lizelle se había desmayado.
¿Por qué de repente…? ¿Cómo…?
Se estaba ahogando con la ansiedad y el miedo que oprimían su corazón durante todo el camino.
Cuando llegó, la mujer estaba tendida en la cama con una tez pálida.
Su corazón se hundió.
La vio desde la distancia y de inmediato se acercó con sus manos temblando, afortunadamente, su respiración fluía de manera regular. Sin embargo, no importaba cuánto lo comprobara, era extrañamente débil.
Agarró sus manos frías con fuerza, y dio una orden de inmediato.
«Date prisa y busca un médico».
Sin embargo, Tia lloró y dijo que últimamente su señora no había estado en buena forma.
Al escuchar eso, fue difícil para él controlar sus sentidos por completo.
Estaban juntos todos los días, pero no se dio cuenta, sus ojos siempre la seguían, pero nunca se percató de ello.
Se culpó a sí mismo, temía que algo saliera mal.
Realmente no quería pensar en lo peor, pero seguía perdiendo la cabeza por el miedo.
«No es gran cosa. Últimamente me he sentido un poco cansada, pero tal vez es debido a la temporada».
Lizelle sonrió con amargura como si realmente no fuera nada y sostuvo su mano con fuerza.
Chester inclinó lentamente la cabeza, y vio una mano cálida y delgada sobre la suya.
Lo sabía.
¿Por qué no le habló de su estado físico?
Tal vez pensó que era lo que habían estado esperando, pero tenía miedo de sentirse decepcionada de nuevo.
«¿Chester?»
La Duquesa abrió mucho los ojos cuando lo vio con el rostro distorsionado, como si estuviera a punto de llorar.
«Lizelle, tienes a mi hijo en tu vientre».
«¿Qué?»
Su silencio no fue largo. Y ante las palabras que salieron de su boca, ella preguntó nuevamente, porque no podía creerlo.
«Embarazo…».
Sin embargo, ante la seguridad con la que lo dijo, Lizelle cerró la boca.
Todo pasó muy rápido.
No tenían planes de tener un bebé al menos los primeros años de su matrimonio.
Todavía quería centrarse solo en Raphael, e incluso después de unos años, querían disfrutar un poco más de la vida de recién casados.
Los tres como familia estaban siempre felices.
Y cuando Raphael cumplió 11 años, comenzó a insinuar que quería un hermano menor.
Lizelle y Chester sabían lo que significaba.
Ya no debían posponerlo.
Desde ese día, los dos discutieron sobre tener un bebé, y a partir de entonces, hicieron un esfuerzo.
No obstante, por alguna razón, aunque no usó anticonceptivos durante varios años, no quedó embarazada ni una sola vez.
El plan de embarazo no ocurrió.
Lo intentó, pero el regalo de Dios no les llegó.
En varias ocasiones, sintió como si estuviera embarazada, pero no lo estaba.
Y así sucedió durante dos años.
Lizelle ya no llamaba a un médico sólo porque su cuerpo de repente se volvía frío o pesado.
Era bastante difícil controlarse cuando sus expectativas iban en su contra.
Los dos todavía se amaban, se preocupaban y se cuidaban mutuamente.
Por eso Chester nunca le preguntó sobre el bebé.
No quería que se agobiara tratando de quedar embarazada.
Para él, ella siempre fue su prioridad, incluso más que su vida.
Incluso Lizelle, sabiendo cómo se sentía, decidió enterrar en su corazón la esperanza de si algún día un pequeño ángel vendría o no.
Pero ahora estaba embarazada…
«Estoy embarazada… «.
«Así es».
«¿En serio?»
«Sí. Parece que han pasado unas cinco semanas».
«Eh…».
«¡Esposa!»
Chester rápidamente la abrazó cuando estaba a punto de caer hacia atrás, debido a que su cuerpo aún se encontraba débil.
La contraria murmuró sin comprender, mientras estaba en los fuertes brazos de su esposo.
«Estaba tan sorprendida…Así que…».
«Lo sé».
«Chester… Tendremos un hijo».
Llevó su mano blanca ligeramente temblorosa hacia su vientre.
No podía creer que hubiera un niño ahí.
«¿Es esto un sueño?»
En ese momento, miró a Chester con un destello de ansiedad.
Tenía tantas esperanzas de quedar embarazada que se preguntó si estaba en un sueño.
«No lo es».
Él sacudió la cabeza con firmeza.
Con esas palabras, Lizelle se dio cuenta de que era verdad, y una sensación de alivio se extendió por todo su cuerpo.
Estaba realmente embarazada.
«Wow…».
Una exclamación de emoción salió de su boca.
Casi se había rendido debido a que lo intentó por unos años, pero de repente, ocurrió un regalo inesperado.
Hasta ahora, los tres había sido suficiente, pero por otro lado, realmente quería tener un hijo de Chester.
Estaba segura de que si el niño se parecía a ambos, sería tan adorable como Raphael.
Y podría cumplir el sueño de su marido de volverse completamente una familia.
Estaba emocionada. Sus labios temblaron cuando trató de contener las lágrimas por la feliz noticia.
Sin embargo, Lizelle se sintió extraña en esta situación.
De alguna manera estaba vacía y, cuando miró hacia arriba, encontró la razón de su sentir.
Chester solo se mordía los labios sin decir una palabra, era como si sus ojos estuvieran llenos de ansiedad.
El corazón de Lizelle se hundió ante la falta expresión de alegría.
Se preguntó si acaso era algo que sólo ella deseaba.
«… ¿Chester? ¿No estás feliz?»
«Estoy feliz».
Se apresuró a responderle a esposa, quien preguntó cuidadosamente con su corazón nervioso.
Era imposible no estarlo.
«Pero no sé si puedo ser feliz. Debes estar pasando por un momento difícil…».
Borró el final de su discurso, abrazando a la Duquesa más profundamente en sus brazos.
Él estaba feliz, estaba más feliz y emocionado que nadie.
Pero no podía ser simplemente feliz.
Buscó en docenas de libros mientras planeaba concebir.
En varias ocasiones llamó a una partera experimentada para escuchar consejos e historias sobre el embarazo.
La emoción que sentía al inicio fue convirtiéndose en ansiedad.
Una madre tiene que llevar al bebé en su cuerpo durante 10 meses.
Era natural que el cuerpo estuviera sobrecargado, y si sucedía a menudo, la salud se deterioraría más rápido.
Hubo muchas madres que murieron al dar a luz a sus hijos.
Era una situación tan peligrosa que Chester no deseaba que pasara en ningún momento.
Sería muy feliz si tuvieran un hijo, pero él realmente no quería que su esposa, a la que había jurado cuidarla por la eternidad, pudiera enfermarse o pasarla mal en lo más mínimo.
Sin importar lo que dijeran los demás, ella era su primera y única prioridad.
Reconociendo la causa de su ansiedad, Lizelle se acercó lentamente y le dijo.
«Por favor, sé feliz. Seré muy feliz si tú lo eres».
Luego sonrió suavemente y acarició su mejilla.
Sintió su amor una vez más cuando lo vio preocupado por ella en este momento.
Un afecto inconmensurable.
«Quiero que seas feliz conmigo sin preocuparte en este momento».
«Estoy muy feliz, sinceramente lo estoy».
Sólo entonces, la cara del Duque floreció con una amplia sonrisa.
Secó suavemente las lágrimas que caían alrededor de los ojos de Lizelle.
Y luego sus labios pasaron por los de ella, después en su frente, ojos y nariz, hasta separarse de nuevo.
«Lo haré mejor».
«Ya lo estás haciendo bien».
Sintiendo la fuerza de los brazos que la sujetaban, ella sonrió.
«Lo haré mejor. Lo haré mejor».
Chester repetía una y otra vez, como si se hubiera hecho una resolución a sí mismo.
Estaba listo para hacer cualquier cosa si podía mantener este cálido abrazo.
«Te amo, Lizelle».
«Yo también te amo, Chester».
Los dos se abrazaron durante mucho tiempo, sintiendo su sinceridad el uno hacia el otro.
uno mas, espero no sea un desperdicio
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