«¿Cómo…?»
Los que evacuaron al exterior miraban la mansión, que ya había perdido un tercio por las llamas.
El fuego brillante se balanceaba sobre las ventanas rotas y el humo negro cubría el cielo.
«Oh, papá…Raphael, Raphael…»
Elensia, envuelta en una ansiedad extrema, murmuró con un rostro azul cansado.
«Estará bien, estará bien».
Le susurró el Marqués Heneron, abrazando a su hija, que no paraba de temblar.
Afortunadamente, Elensia y el Marqués, que estaban en el primer piso, pudieron evacuar inmediatamente después de que estalló el incendio. Sin embargo, había pasado bastante tiempo y, tanto Raphael como la Duquesa, todavía no estaban a la vista.
Después de llorar, la niña agarró con fuerza el brazo de su padre.
Los caballeros y los sirvientes se alinearon alrededor de la mansión para llevar cubos con agua y tierra constantemente.
«¡Trae más agua!»
Ambas cosas se vertieron sin parar hacia el fuego, pero este, que ya había crecido, no daba señales de apagarse.
Fue entonces…
«¿Dónde están mi esposa y Raphael?»
«¡Chester!»
El Duque, que llegó frente a Ellioth, dejó escapar un suspiro y miró rápidamente a su alrededor, sin embargo, su amante y su sobrino no estaban por ningún lado.
¿Están todavía dentro…?
Un gran miedo se apoderó de él como un maremoto y estuvo a punto de apretar su corazón.
«¡Raphael!»
Elensia gritó, al encontrar al niño siendo cargado por un sirviente.
Después de que ella escapó de los brazos de su padre, inmediatamente corrió hacia su amigo, lo mismo con los adultos.
«¡Comprueben rápidamente su estado!»
Chester, haciendo señas al médico con urgencia, tomó a su sobrino de los brazos del criado, se inclinó y lo dejó en el suelo.
El doctor, que estaba esperando, corrió apresuradamente y comenzó a examinar a Raphael.
«Lizelle, ¿dónde está mi esposa?»
El Duque preguntó al hombre, que salió con el niño totalmente pálido.
“Raphael está aquí, pero no importa cuánto miré a mi alrededor, no puedo ver a Lizelle.”
«Bueno, eso es… la señora fue a salvar a Tia…»
El sirviente lloró e inclinó la cabeza.
En ese momento, el corazón de Chester dio un vuelco y se hundió.
«…¿Qué?»
«Para rescatar a Tia… al fuego… lo siento, realmente lo siento».
Chester se levantó lentamente, con una expresión de perplejidad en el rostro, como si hubiera escuchado algo increíble.
Su mente se puso en blanco y sus ojos dieron vueltas, al mismo tiempo que escuchó un pitido en su oído. Ni siquiera pudo escuchar que más dijo el sirviente.
«¡Chester, Chester!»
El Marqués Heneron, al darse cuenta de su estado, agarró al contrario por el hombro y lo sacudió, pero este solo miró la mansión en llamas con sus ojos rojos desenfocados.
Fue porque estaba tan conmocionado que no podía pensar correctamente.
¿He oído bien?
Chester reflexionó, tartamudeando más sobre lo que había dicho el sirviente.
«Entonces, todavía, Lizelle allí… en el fuego, Lizelle…»
«¡Chester!»
Eliot gritó nuevamente, asustado, fue porque el susodicho entró corriendo en la mansión sin mirar atrás.
Lo único que el Duque tenía en mente era el hecho de que su esposa no podía salir del fuego.
***
«¡Coff, coff! ¡Tia!»
Aclarando su dolor de garganta, Lizelle llamó a su sirvienta en voz alta.
Tenía que encontrarla lo antes posible y llevarla con ella. Sin embargo, el humo que obstruía su vista, impidió que avanzara rápidamente.
«¡Tia! ¡Ugh, coff, coff, coff!»
Lizelle siguió tosiendo.
Se estaba volviendo más difícil respirar debido al humo, y era difícil incluso mantener los ojos abiertos.
Sería bueno escuchar una respuesta, ya que no podía confirmar la ubicación con sus ojos, por lo que tuvo que moverse en la dirección de donde provenía la voz, esperando ansiosamente una respuesta.
«¡Tia!»
Y fue el momento en que Lizelle volvió a llamar con todas sus fuerzas.
«Cof cof ¿Señora …?»
Finalmente, se pudo escuchar la voz de Tia.
«¿Dónde…? ¡Agh! ¿…Dónde estás?»
«¡No, señora! ¡Vayasé de aquí! ¡Coff, coff, es peligroso aquí!»
Cuando Lizelle escuchó la voz más cerca, estuvo claro que iba en la dirección correcta.
Así, caminó hacia el sonido, a pesar de la insistencia de Tia.
Mientras más se adentraba, más calor sentía, y también percibió como algo colapsaba acompañado de un golpe.
Estaba claro que el fuego estaba cerca.
Si me demoro más, sucederá algo realmente malo, así que tengo que apresurarme en encontrar a Tia.
«Váyase, señora, por favor…»
La sirvienta suplicó con voz llorosa, porque temía que Lizelle se lastimara por su culpa.
¿Dónde está?
Deteniéndose a oír la voz cada vez más clara, la castaña empezó a mirar a su alrededor.
Y pronto, pudo encontrar a la chica tirada en el suelo entre las cenizas y los escombros derrumbados.
«Debemos salir juntas».
«…Señora…».
Cuando Lizelle apareció a través del denso humo, Tia rompió a llorar. Estaba tan agradecida de que hubiera venido a rescatarla superando el humo amargo.
De esa forma, la Duquesa le dio a la joven una cálida mirada.
«Estarás bien, no pasará nada».
Tranquilizándola de esa manera, Lizelle rasgó el dobladillo de su vestido en pedazos y cubrió la boca y la nariz de Tia, observando la situación.
Mirando de cerca, la criada no pudo moverse porque sus dos piernas estaban abajo de la estatua caída.
Si hubieran ido tres personas, sería fácil salvarla, pero ¿acaso no todos huyeron pensando en salvarse solos?
No era como que no entendiera a la gente, pero Lizette no pudo evitar tener sentimientos encontrados
Pese a todo eso, decidió mover la estatua por sí misma primero. No había otra opción ahora, tenían que salir de ese lugar lo más rápido posible.
«No podrá moverla sola…Coff, coff».
Sabiendo el peso de la estatua que presionaba sus piernas, Tia sollozó y trató de disuadirla.
«Estoy muy agradecida con la señora, pero no es un peso que una mujer pueda levantar sola».
«Coff, ugh…»
Sin embargo, Lizelle no les prestó atención a sus palabras y dio fuerza a la mano que empujaba la estatua, aun así, esta no se movió. Además, se estaba volviendo cada vez más difícil respirar a medida que el calor se transmitía junto con el humo.
Su cabeza estaba mareada y su visión se estaba volviendo borrosa, estaba al límite por haber inhalado demasiado aire contaminado.
«Estoy bien, entonces Señora, salga sola…Coff ¡Al menos usted se debe salvar!»
Tia lloró y suplicó al ver a su ama luchando solo en medio del humo.
«No moriré. ¿Quién va a morir? Nunca sucederá, le prometí a Raphael que nunca me lastimaría y que no volvería a desaparecer… no puedo morir así».
¡Por favor, por favor!
Poniendo todo su esfuerzo, incluso sus brazos comenzaron a temblar, de esa manera, la estatua se movió un poco, pero eso fue todo.
«Coff, coff, por favor… solo váyase, señora, por favor…»
Tia continuó.
El fuego aún no había llegado hasta allí, pero se extendía rápidamente. Estaba claro que, si seguía así, no solo ella, sino también su señora sería devorada por el fuego.
Si no podían salir juntas, al menos una tenía que vivir. Y, por supuesto, tenía que ser ella, Lizelle tenía que salvarse.
El corazón de Lizelle, que arriesgó su vida para salvarla, fue suficiente.
«¡Por favor, por favor! ¡Alguien ayúdeme!»
La Duquesa había mordido con tanta fuerza sus labios que empezaron a sangrar sin darse cuenta, al mismo tiempo que continuaba luchando por levantar la estatua.
«¡Lizelle!»
Un grito resonó en el lugar, y la cabeza de la susodicha se giró al oír los pasos bruscos que se acercaban por el pasillo. Pero, antes incluso de poder comprobar su rostro, la sombra negra, que corría muy rápido, la tomó de la cintura y la abrazó con fuerza.
«Ahhh, eso es bueno. Me alegra que estés bien».
Murmuró Chester, mientras la presionaba entre sus brazos lo suficientemente fuerte como para aplastarla.
«¿Cómo estás aquí…?»
Cuando ella preguntó sorprendida, el contrario únicamente respondió con una leve sonrisa.
En medio del humo nebuloso Lizelle no podía ver ni una pulgada más adelante, pero Chester la veía con claridad. Su ansiedad, que había ardido más fuerte que las llamas hasta este lugar, desapareció como la nieve derretida en el momento en que la vio.
Él había rezado a todos los dioses en los que ni siquiera creía para ver a la chica una vez más.
“Haría cualquier cosa si ella todavía estuviera viva, así que, por favor, que esté bien”
El Duque se mordió los labios temblorosos, infinitamente agradecido de que se hubiera cumplido su ferviente oración.
«Chester…»
El agua llenó rápidamente las esquinas de los ojos de Lizelle, que estaban muy abiertos por la sorpresa.
Su pecho tembló al igual que su cuerpo, y el corazón del hombre, preocupado por perderla, se transmitió intacto.
Lizelle acarició la espalda de su esposo con un deje de arrepentimiento, pero sus brazos estaban perdiendo fuerza, puesto que ya se encontraba al límite
«Ugh… Duque, tenemos que salir de aquí rápidamente, las cosas no van bien».
Los caballeros, que siguieron a su maestro, hablaron mientras retiraban la estatua que atrapaba las piernas de Tia. Incluso ellos arrugaron sus rostros porque era difícil hablar en el humo oscuro.
«Muévanse rápido».
«Sí».
Los guardias, que recibieron la orden, corrieron hacia la entrada sosteniendo a la sirvienta, al mismo tiempo que Chester caminaba con Lizelle, pero pronto se dio cuenta de que ella no se sentía bien, y se detuvo.
La joven debía poder inhalar oxígeno limpio lo más pronto posible, sin embargo, la salida aún estaba bastante lejos, por lo que tomaría una cierta cantidad de tiempo llegar. Hasta entonces, estaba claro que ella no podría soportarlo.
Después de tomar una decisión, el Duque rápidamente sacó un pañuelo del bolsillo de su chaqueta y le tapó la nariz y la boca a la contraria.
Luego la dejó reposar en sus brazos por un momento.
«Espera un minuto».
Tranquilizándola con una voz amistosa, se dirigió directamente a la ventana del pasillo y la golpeó con la mano apretada. Cuando esta se rompió con un estruendo, el humo, que había llenado el techo, comenzó a escapar por el agujero.
No obstante, el dorso de su mano, que había sido manchado con fragmentos de vidrio, comenzó a sangrar.
«Chester…¡Tus manos, tus manos…!»
Lizelle notó que el Duque se había herido incluso en medio de su mente confusa, soltó palabras llenas de sorpresa.
Ante esto, el hombre solo se limpió la sangre con la ropa como si nada hubiera pasado, no quería que Lizelle se preocupara
«Coff, coff, estás herido…»
Debido a que respiró brevemente al hablar debido al comportamiento imprudente del otro, tosió brevemente. Pese a ello, sabiendo que se había lastimado por ella, no pudo decir nada más y cerró los ojos.
Las lágrimas, que brotaron de sus ojos verdes, cayeron sobre el pañuelo que sostenía.
«Esposa, estoy bien».
Chester sonrió y le dio un abrazo, para, posteriormente, dirigirse a la ventana.
Una vez ahí, y ya que todavía había pequeños fragmentos de vidrio en el espacio, el hombre levantó los pies de Lizelle primero y la rodeó para evitar que se lastimara.
Un trozo de cristal le atravesó la piel y la sangre salió, pero Chester se concentró en asegurarse de que la mujer pudiera salir, como si no sintiera dolor
«¡Señora!»
Cuando los sirvientes que estaban afuera vieron a la Duquesa, corrieron hacia ella y la ayudaron.
Fue el momento en que confirmó que su amada había salido, que se preparó para saltar la ventana para salir de la mansión en llamas, sin embargo, sintió una señal sospechosa por detrás.
Con una reacción más rápida que una bestia, el hombre se volvió y agarró la muñeca del oponente.
«¿Quién eres tú?»
Al contrario de las llamas ardientes, la voz de Chester era tan fría como el hielo.
«…..».
En el humo, apareció un caballero con el uniforme de los caballeros de la familia Halos.
“¿Su nombre era Everdeen?”
«Tú…».
Una de las cejas del Duque se movió.
El caballero de pie tranquilamente en medio de un fuego, mientras todos huían… fue muy sospechoso, aún más porque solo lo miraba fijamente sin responder.
Chester sintió algo extraño y agarró instintivamente la muñeca de Everdeen con fuerza, entonces, se escuchó un crujido y una joya cayó entre ellos.
Zafiro, era una joya muy familiar.
Cuando el mayor levantó rápidamente la mirada hacia su enemigo, sus ojos comenzaron a temblar violentamente.
«Chester».
«……».
«Oh no, ¿debería llamarte tío?»
Allí estaba un extraño, no un caballero de la familia.
Billy Halos, sarcásticamente, tenía un rostro que se parecía al de su hermano mayor.
por fin, se encontraron, uff ya me anda que no acabo esta novela
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