Paraguas después de la lluvia (3)
Los latidos del corazón de Doo-joon aumentaban con la fuerte atracción que ella le generaba incluso desde lejos. Sin embargo…
Un joven con una sonrisa tonta estaba caminando junto a Hee-won.
Una mosca revoloteaba sin piedad lo que ya era ajeno sin su permiso, quién tenía una clara prioridad sobre Jang Hee-won en ese momento.
Doo-joon, que tenía una impresión endurecida, abrió la puerta del auto y salió. Luego levantó una mano para que pudiera ser reconocido a simple vista desde lejos. Levantó la voz para que ni siquiera pudiera intentar fingir que no lo conocía.
«¡Hee-won!».
***
Después de que terminó la ceremonia, recibí una llamada telefónica de Doo-joon.
Hee-won, quien miró alrededor por un momento, salió rápidamente por la puerta detrás del edificio principal y se trasladó a un lugar con menos tráfico.
A pesar de que le tomó bastante tiempo, el teléfono, que esperaba dejaría de repicar por tanta espera, no dejó de vibrar de forma persistente.
«Si»
[¿Ya acabaron las clases?]
Una breve pregunta respondió a una breve respuesta, donde se omitieron los saludos o los apodos amistosos.
«Sí, he terminado.»
[¿Es así? Bien. Ya estoy de camino hacia allí.]
«¿Ah? ¿Por qué? Ya nos reunimos ayer.»
Y entonces, Hee-won escupió sin pensar lo primero que le pasó por la mente. No era mi intención hacer eso, pero estaba nerviosa por el hecho de que hoy tendría que repetir lo mismo de ayer, si me hubieran dicho que tendría que volver a hacer la tarea que creía terminada ayer me habría quedado calva del estrés.
Efectivamente, no escuchó respuesta alguna de Doo-joon por un momento.
«Uh, quiero decir…»
[Todavía no nos hemos reunido cuatro veces].
La voz de Doo-joon recitando las pautas que había establecido parecía un poco forzada por alguna razón.
«Ah, sí. Lo sé. Pero hoy es viernes, así que aún tenemos mañana y pasado mañana…»
[Deberíamos encontrarnos cuando podamos. Porque no sabemos qué pasará mañana o pasado mañana.]
“Ah, sí, bueno. Entiendo tu punto, pero…»
[Creo que necesito trabajar más duro para obtener ese pastel de arroz rápidamente]. (Se refiere al Tteokbokki)
«¿Ah? ¿Qué? ¿De qué hablas?»
[¿Cuánto tiempo te tomará? Creo que puedo estar allí en unos 20 minutos.]
Sin responder a la pregunta de Hee-Won, Doo-Jun dijo que la recogería en 20 minutos, como si ya se hubiera concertado una cita.
Escuchó de pronto un revuelo en la oficina cercana con una estudiante. Hee-won, quien dejó escapar un suspiro superficial ante la idea de evitar que la situación empeorara, se acercó y llamó al profesor de matemáticas.
«Profesor Jung.»
«Que veo ¿No es otra sino la maestra de clase 5 Jang Hee-won? Debí suponerlo, por tal maestra esta estudiante es así».
Incluso después de escuchar la voz de Hee-won, el maestro Jung, a quien apodan «el limosnero» en la escuela secundaria de Dae Han, fingía que no era alguien importante y continuó recriminando a la estudiante.
«Maestro Jung».
«¡¿Qué?!»
Cuando le habló un poco más fuerte, Jung miró a Hee-won con fiereza y el ceño fruncido.
«¿Mi estudiante de clase hizo algo mal?»
Ra-ni, que estaba de pie frente al Maestro Jung con la cabeza gacha, miró a Hee-won con cara de llanto.
«Mira esto, esto. No importa si es una guía o un examen práctico, en vez de resolver el problema, bromea con las respuestas. ¡Como si un ‘Lo siento mucho’, lo arreglara todo!».
El profesor Jung golpeó el papel de prueba con la mano y chasqueó la lengua.
«Ra-ni, ¿le ofreciste al profesor de matemáticas una disculpa sincera y entiendes que hiciste algo incorrecto que no puede volver a ocurrir?»
Hee-won intencionalmente levantó la voz hacia Ra-ni con fiereza.
«Si»
“No, desde cuando una simple palabra de disculpa es suficiente, esto estuvo mal…»
“Señor Jung, esta es una broma infantil sin ninguna intención de malicia. Como es mi estudiante de aula, la disiplinaré con dureza. Dejé de enfrascarse en esto y perdónela. Koo Ra-ni, ven aquí».
Hee-won levantó la voz con más fiereza para sacar a Ra-ni de la sala rápidamente antes de que Jung se quejara por otras razones sin sentido.
Ra-ni se acercó y se paró junto a Hee-won.
«Lo siento. Me aseguraré de que esto nunca vuelva a suceder «.
La expresión de Jung mientras miraba a Hee-won con la cabeza inclinada no era buena.
Con Ra-ni aún al frente, Hee-won arrugó las cejas e inclinó la cabeza hacia Ji-hoon para detenerlo, quien estaba a punto de hacer un gran problema al interferir con alguno de sus comentarios ingeniosos.
“De todos modos, los jóvenes de estos días, ya sean maestros o estudiantes, son todos buenos para nada. Solo saben regodearse de lo que defienden sin importar si tienen la razón o no».
Ante las palabras del Señor Jung, quien deliberadamente murmuró como para que solo Hee-won escuchara, dejó de intentar retirarse pacificamente del problema.
«Señor. Jung, ¿esas palabras iban dirigidas haca mí?»
Hee-won pregunta con una sonrisa incómoda lo más gentilmente posible que su ira le permite.
Luego de escucharla con indiferencia, el Maestro Jung mostró una expresión cínica en su rostro.
«Solo fue un comentario.»
«Ya veo. Entonces. ¿Por qué tuvo que hacer su ‘comentario’ ahora mismo?»
«¿Y qué? ¿No puedo decir con mi boca lo que yo quiera?»
«En presencia de otros estudiantes y profesores, hay cosas que se pueden decir y cosas que no».
“Oiga, Maestra Jang. ¿A quién cree que intenta sermonear?»
La voz de Jung se estaba volviendo más fuerte como si estuviera tratando de probar la verdad inmutable de que hablar con una voz más fuerte le confería la razón y justificaba su proceder.
Hee-won, que estuvo tratando de mantener la menor cortesía hacia alguien mayor, en consecuencia también comenzó a molestarse.
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