¡Rip, rip, rip!
Con el agradable sonido de papel rasgarse, el pergamino, que se había partido en dos, se desintegró en pequeñas llamas.
En un instante, el papel comenzó a desaparecer, disipándose en humo rosa.
‘No, lo que acabo de hacer, eso…’
Kalia que estaba distraída por el pergamino que desaparecía en sus manos, se dió cuenta en ese momento que Simon la había engañado una vez más.
‘Que tonta’
Cerró los ojos, culpándose a sí misma por lo que acababa de ocurrir.
También estaba molesta porque pensó que había visto la sonrisa de Simon justo antes de cerrar los ojos.
‘¡Oh, Dios mío! ¡Hijo de puta!¡Juegas con las personas a tu antojo!’
Kalia apartó su ira, se mordió los labios y sacudió la cabeza como si lo hubiera dejado todo atrás.
‘Está bien. No puedo cometer el mismo error dos veces.’
No es gran cosa, después de todo, solo estoy siendo engañada por sus trucos, así que no hay nada de qué preocuparse.
Y lo más importante…
‘Ves, no pasó nada esta vez, ¿y ahora?’
Eso es suficiente.
“Simon, ¿Te diviertes burlándote de mi?”
Kalia suspiró patéticamente y aplicó presión alrededor de sus cansados y hormigueantes ojos. Y en el momento que lo miró…
“…Ugh.”
‘¿Por qué es tan brillante?’
Simon era demasiado brillante.
No era un destello en sus ojos, sino el aura de un brillo lustroso, semejante a de una manzana madura a su alrededor.
Se puso nerviosa y se frotó los ojos con la mano, de manera áspera.
“¿Qué pasa? ¿Te duelen los ojos?” Con un aura cegadora, Simon se acercó a ella en respuesta a su acción y tomó su mano, preocupado.
“¡¡…!!”
Cuando le preguntó si estaba enferma, solo pudo pensar en cómo su voz estaba bien definida y, a diferencia de antes, esa misma voz se le pegó dulcemente en los oídos.
Pero no fue por eso que Kalia se sorprendió.
En el segundo que Simon la agarró por la muñeca, un calor ardiente la atravesó.
Pronto se convirtió en una corriente eléctrica que fluyó por todo su cuerpo, y el estímulo fue tan grande que la dejó sin aliento.
Sorprendida, le soltó la muñeca de un tirón.
Simon la miró, desconcertado.
Sus magníficos ojos dorados fueron a posarse rápidamente en las confusas y temblorosas pupilas verde esmeralda de Kalia.
“Sentir que estas enloqueciendo porque quieres besarlo, o, quieres trazar cada centímetro de su cuerpo con tus manos hasta que su piel blanca tenga marcas rojas…»
¡Ba bump, ba bump, ba bump!
“O desear sellar esos labios suyos, y luego hacer…»
Fue alrededor de ese momento, al recordar sus palabras cuando el corazón de Kalia comenzó a latir salvajemente.
“… Eso es exactamente lo que te hace querer poseer a alguien con rudeza».
Algo andaba mal.
Sintiéndose extraña, inmediatamente se dio la vuelta y abandonó el laboratorio de Simon. Su instinto le había susurrado que algo mucho más grande sucedería si permanecía donde estaba por más tiempo.
Gotas de sudor frío comenzaron a resbalar.
«¡Kalia!»
Lo dejó llamándola, bajó de la torre a un ritmo rápido.
Y justo antes de que pudiera tomar el caballo que había sido atado a un árbol.
«¡Kalia!»
Ya sea por arte de magia o no, Simon le agarró la muñeca, quien apareció en un instante.
“¡… Ahm!”
Congelada por el emocionante calor que estimuló todo su cuerpo que provenía de su muñeca capturada, soltó un extraño gemido por primera vez en su vida.
“¡…!”
Aturdida por su acción, Kalia se mordió los labios y lo miró.
‘¡Simon, no tendrías que empujarme a romper un pergamino tan sospechoso aunque no estuvieras bromeando!’
Por alguna razón, Simon se detuvo con asombro y se mantuvo mirándola con ojos extrañados.
Kalia se sacudió la palpitante sensación de su extraño toque y rápidamente trepó hasta el caballo.
«De todos modos, debería volver a la mansión».
«Sin embargo. El pergamino…».
«Cállate, Simon.”
Dejándolo con la mirada perdida. Kalia lo miró con ojos incapaces de leer sus pensamientos y espoleó en la cadera del caballo.
“¡Vamos!”
El caballo partió vigorosamente.
Pero justo antes de que pudiera salir del jardín de la torre, su caballo se dio vuelta apresuradamente.
En frente de Simon, que había estado mirando su espalda distante, ella regresó mientras respiraba con dificultad.
Detrás de Kalia, estaba la gran luz de la luna.
Más allá de su silueta contorneada vertiginosamente sobre su cabello despeinado, color limón.
Kalia, todavía respirando con dificultad, tiró hacia atrás algunos mechones de su cabello suelto con un suspiro.
Luego, en un instante, se inclinó y estiró su mano para agarrar el cuello de Simon, quien continuaba mirándola, colocándose cara a cara con él.
«El pergamino… Date prisa y arregla esto». Su voz era gruñona, estaba furiosa.
La exhalación de aire de ella lo golpeó en los labios.
“… ¿Qué?»
«Arréglalo ahora mismo.»
«Eso no será un…” No pudo terminar sus palabras.
Porque incluso antes de que él terminara de hablar, ella se pegó a los labios de Simon como si estuviera escaneando cada rincón de su boca.
Como le había dicho antes.
‘Me sentiré a punto de enloquecer si no mordía esos labios orgullosos que se burlaban ante mí.’
‘Simplemente no puedo soportarlo.’
Era como si su cabeza fuera a estallar debido al calor abrasador.
«Aaaah…»
Después de devorar esos suaves y codiciosos labios, gimió mientras se tocaba los suyos.
Una voz apagada, como un eco metálico, fluyó, empapada de deseo.
«… Diablos, Simon.”
‘Todo es culpa tuya.’
Una vez más, la lengua roja de Kalia penetró profundamente en la boca de Simón, quien exhaló con dureza.
‘¿Qué pasó después de eso?’
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“… ¡Kalia, Kalia, oh mi Kalia!”
“Hmm. ¡Una vez más, no te detengas, Simon!»
“¡Dios mío! Maldición… Ahh”
“Sí, si…. ¡Simon, Simon!”
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Bueno…
Lo que sucedió es la confirmación de la vida en mi vientre.
“…Hmmm.”
Kalia tuvo que cerrar los ojos con fuerza ante las imágenes de los cuerpos desnudos que surgieron vívidamente en su mente.
Se reprendió a sí misma, sus manos secas y ásperas se agitaron ante su rostro, que se sentía acalorado.
‘Ooh… soy un verdadero pedazo de mierda.’
Se sacudió los lóbulos rojos de las orejas y suspiró mientras negaba con la cabeza.
‘Estoy acabada.’
Era la Kalia de ese día.
La misma que concibió un bebé ese día, después de una noche calurosa y apasionada.
¡Wow Kalia! Se trata del mismo amigo de mucho tiempo con el que creciste como un hermano!
¡Tengo un bebé!
¡Lo lograste!
¡Descuidadamente!
‘… ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!’
El pergamino de Derek, el mago, era tan poderoso, sin escrúpulos y sumamente genial.
Durante más de dos décadas, cuando se trataba de espadas, su devoción no tenía rival, pero gracias a eso, Kalia, que era tan ignorante como una niña de cualquier otra cosa que no fuera la espada, experimentó un nuevo mundo ese día.
Era tan enorme, tan dulce… Se encontró tan extasiada que apenas pudo mantenerse bajo control.
Incluso el hechizo masivo del pergamino de Derek la estaba controlando.
No podía detenerse, y se había precipitado como una locomotora fuera de control.
Mientras tanto, ella exploró llena de curiosidad las áreas inexploradas de él con un tremendo, y muy activo sentido de la ignorancia.
Además, su fuerza física y resistencia eran las mejores en el Imperio. El cuerpo que estuvo agitándose salvajemente toda la noche fue incansable.
Más bien fue Simon quien se desmayó cuando salió el sol.
Finalmente, Kalia ni siquiera conocía que aquel era el verdadero paraíso, y se enamoró de la dulzura que probó por primera vez. Mientras alejaba a Simon.
‘No sabía que estaba por anochecer… Ni siquiera sabía que ya salía el sol… No sé lo difícil que fue…’
‘Esa situación en la que puse a Simon… Toda la noche…’
Tantas veces.
“… Soy un pedazo de basura por mucho que lo piense. No puedo negarlo».
Murmuró espantosamente con una cara seria.
Cuando Kalia, que estaba espiando a Simon desde la ventana, estaba a punto de girar la cabeza, él volvió la cabeza hacia atrás.
Los nobles ojos dorados que se asemejaban a la luz de la luna la miraron fijamente.
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«Han pasado dos semanas, Kalia».
Los dos se enfrentaron en el jardín iluminado por la luna.
Después de dos semanas sin los saludos de Simon, ella murmuró para sí misma: «¿Ya ha pasado tanto tiempo?» y asintió levemente.
«Te he estado evitando mejor de lo esperado.»
Kalia hizo una mueca ante su implacable ira.
Ella nunca había estado tan lejos de Simon.
Aquella tarde, hace cinco semanas, luego de esa noche harapienta. A Kalia le dijeron que Simon todavía no se había levantado.
Y cuando escuchó que él había estado descansando en su habitación hasta el día siguiente, reflexionó sobre sí misma todo el día, sintiéndose culpable por haberlo arrastrado hasta el fondo.
Luego llegó el día siguiente, él había enviado una carta diciendo que vendría, pero ella rechazó cortésmente su oferta, esperando que su fuerza física se recuperara por completo.
«No es necesario que vengas, no es necesario que me visites, así que tómate un descanso. Tarde o temprano iré a verte.
Y, lo siento.»
Al día siguiente, como había prometido, ella lo visitó y, en cierto modo, él la miró con ojos muy fríos y no dijo nada.
Parecía incapaz de calmar su ira diciéndole «Lo siento» con su propia letra.
No, al contrario, pareció alimentar su ira.
Sin saber qué hacer, se disculpó repetidamente, pero Simon se enfureció y la echó en el acto.
Durante los últimos 20 años más o menos que llevaba conociéndolo, nunca lo había visto tan enojado.
Se sintió aún más culpable, pero al mismo tiempo estaba un poco molesta.
‘No, ¿fui la única que lo hizo por emoción? En ese momento, fue una locura, lo besé y lo toqué, pensando que era como un sueño. ¡Fue él mismo quien me hizo romperlo!’
Expresó su frustración por dentro en voz baja, pero fue ella quien saltó sobre él, por lo que no pudo evitar sentirse culpable.
Había esperado a que la ira de Simon se calmara.
Así que tres semanas después, cuando volvió a encontrarse con él, se veía bien.
Incluso se las arregló para mirarla, diciendo que los ancianos de su familia lo presionaron para casarse, y que podría tener ya una dama con quien tener un contrato matrimonial.
Kalia sintió al mirar los ojos inyectados en sangre de él como diciéndole, ‘Así que no interfieras con mi matrimonio’.
Así que esta vez, lo intentó lo más cortésmente posible…
“Finalmente es hora de que te cases. Voy a animarte y felicitarte de todo corazón, Simon”.
Ella dijo solemne y se prometió: “Me llevaré ese día como un secreto a mi tumba», ¡E incluso pidió un apretón de manos de reconciliación!
Pero él estalló una segunda explosión de magia frente a ella, y Kalia huyó de Simon una vez más.
‘Magos desagradables.’
‘Aún así, ¡no deberías haber lanzado bolas de fuego a los Jardines Imperiales!’
De todos modos, después de ese día, se fue de viaje de negocios de dos semanas al centro de entrenamiento militar en Holia, la segunda capital, y regresó precisamente ayer.
Lo que llevó a por qué utilizó la prueba porque no siempre tenía un período constante de menstruación, por si acaso.
Sin embargo, como si no supiera acerca de la situación, o no quisiera saberlo, Simon la estaba mirando con cara torcida.
Con un toque de irritación.
“Cuando termina la guerra, siempre nos cuesta encontrarnos así. Entonces, a veces siento que tengo que comenzar una guerra…»
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