Sobre el agua fluyendo(2)
«Te encantaba un pastel con forma de mariposa. Me dijeron que siempre usabas los juegos de té traídos del Reino Felice cuando bebías té, pero luego me enteré de que habías pasado todo el tiempo estudiando y practicando la etiqueta de la Corte Imperial».
Era una historia que incluso ella había olvidado.
«Me cuidaste en los momentos que no hacías tu trabajo como Emperatriz. Qué clase de día tuve, qué me gustó y qué no me gustó».
Hubo días como ese. De alguna manera quería encontrar el significado del matrimonio.
«Ahora, todo eso no tiene sentido.»
«Eso ya lo sé.» Fabián asintió, «Pero al recordarlo… No fue un sin sentido pensar en ti cuando miré las flores.»
Sin saberlo, lo miró a los ojos. Fabian, delante de ella ahora, torpe y tranquilamente estaba confesando lo que sentía.
«Así que entiendo que, por muy trivial que sea, recordarlo por alguien lo hace especial. Sólo eso, ya significa algo».
Su voz baja aún sonaba pesada, pero sus ojos eran un poco diferentes. Los ojos de un hombre, no los ojos del Emperador que recordaba, buscando una respuesta.
«¿Es la respuesta que encontré… correcta?» Fabián dijo con indecisión. También se mordió los labios ardientes y miró a Evelyn como si estuviera equivocado. «Lo que quería decirle no eran cosas triviales, sino lo que siento al recordarlas, yo…»
«Por favor, detente.» lo interrumpió con una voz suave.
«¿Me equivoco?» La voz de Fabián sonaba amarga como si estuviera desanimado.
«Su Majestad siempre tiene la razón».
«Eso era como un Emperador. Ahora pregunto como un hombre quién fue su marido.»
Fabián siempre hablaba en un tono indiferente y rígido. Era su costumbre de toda la vida. Y no era tan diferente ahora. Sin embargo, Evelyn era capaz de sentir una ligera diferencia. Lo difícil que era para él decir eso ahora.
«No está mal».
«¿Entonces…?»
Sonrió débilmente. Los ojos de Fabián, que estaban a punto de brillar, se detuvieron.
«No estas mal, pero ya es demasiado tarde.»
La sonrisa de Evelyn era tan hermosa como su belleza. Él, que la estaba viendo, parecía tener una pesada piedra presionando sobre su pecho. Por primera vez en su vida, se sentía indefenso.
«Su Majestad, por favor no se preocupe más por mí.» Su voz suave y gentil era cruelmente igual a sus recuerdos.
«Estoy tratando de corregir mi error.»
«No, no tienes que hacer eso nunca más.»
Fabián fue brevemente silenciado por su sonrisa delicada y decidida. Evelyn dejó de caminar y se paró frente a la fuente del jardín. Su blanco y delgado dedo sostenía un pétalo de una hortensia azul.
«Sea lo que sea, si te das cuenta de que está mal, puedes arreglarlo», respondió él.
Tenía razón. Podría haberlo sido si fuera un servicio público. Pero en lugar de responder, ella puso los pétalos en la fuente. Un delicado pétalo azul fluía por el arroyo.
«Su Majestad».
Los pétalos flotaban sobre el agua clara.
«Nuestra relación es similar al flujo del agua.»
A lo largo del arroyo de agua a través del jardín, más lejos… más lejos.
«Nadie puede revertir el flujo, no importa cuán pequeño sea el chorro de agua.»
Incluso los ojos de Fabián podían seguir los pétalos que se habían ido.
«Puedo agarrarlo con mis manos, puedo invertir el flujo sin volverlo atrás.»
Ella mantuvo una leve sonrisa ante la actitud aún confiada de él.
«Entonces, ¿Qué pasa? Puedo sostenerlo con la mano dondequiera que el agua fluya», preguntó Fabián.
«Sí, podrías…»
Sorprendentemente, contestó gentilmente. Pero no se sentía aliviado. Al igual que los pétalos que fluían, la Evelyn justo delante suyo parecía débil. Estaba ante de sus ojos, pero no podía alcanzarla.
«Pero no lo hiciste».
La cara de él se endureció cuando ella recogió los pétalos ante sus ojos. Pudo, pero no lo hizo. Y ya era demasiado tarde cuando habló de ello.
«No la atrapaste cuando estaba delante de tus ojos, lo dejaste flotar sobre el agua fluyendo».
El arrepentimiento también llegó tarde. Evelyn dijo eso.
«No mires atrás y pienses en ello. No tienes que esforzarte para encontrar una respuesta.»
«Estoy tratando de encontrarla porque quiero hacerlo.»
«No, yo no la quiero». Sus ojos azules eran tan claros y tranquilos como el agua. «Como el agua fluye, como las estaciones, como el viento sopla…»
No había ninguna sombra de arrepentimiento en ningún lugar de ese hermoso sendero. Eso hizo que los arrepentimientos restantes de Fabián fueran aún más desesperados.
«Evelyn, yo…» Ahora los sentimientos feos, como el arrepentimiento y el anhelo le pertenecían a él.
«Por favor, déjalo así.»
Justo entonces, el último arrepentimiento y la angustia ahogaron el corazón de Fabián. El remordimiento tenía su pecho atado como una cadena.
«Como yo lo hice…»
El viento sopló de nuevo. No podía sentir ningún arrepentimiento en la sonrisa fácil de Evelyn.
Una fuerte brisa de verano atravesó el agujero de su pecho, dejándolo sin respiración.
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Fabi, inténtalo más fuerte bebé, ella te quiere, esta herida, pero te adora y al hijo que tuvieron juntos ;_; (se escapa a llorar en un rincón)
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