[Historia paralela: decimocuarto episodio]
Estos últimos días, Rothesay había estado inmerso en hacer postres. Si alguien preguntara el porqué, la razón era simple. Era porque había descubierto que a Petronilla le gustaban los postres de todo tipo. El interés de Rothesay en este arte se disparó cuando Petronilla visitó su estado un día y disfrutó enormemente de los postres servidos por los sirvientes.
Dado que la Condesa de Braddington no era una gran fanática de la comida dulce, el hacer postres era algo con lo que ni siquiera el padre de Rothesay, el Conde de Braddington, podía ayudar. En su lugar, Rothesay tuvo al chef de la familia ayudándolo. El chef había preparado comida para un banquete con anterioridad, así que, Rothesay, un novato, no tuvo problemas para encontrar a alguien que le enseñara como hornear.
Rothesay era un estudiante excelente. Él tenía dos opciones: decirles a los sirvientes que le enviaran sus postres hechos a mano a la finca Grochester o que él mismo los entregara directamente a Petronilla. Por supuesto, Rothesay prefería el último método. De esa forma, Rothesay sería capaz de ver a Petronilla al menos una vez más.
«¿Crees que no nos hemos estado viendo lo suficiente estos días?», le dijo Rothesay a Petronilla suavemente. Hoy Rothesay estaba de visita en la finca Grochester para entregar galletas de mantequilla recién horneadas a Petronilla. Sin embargo, Petronilla ya no tenía tanto tiempo libre como antes y era normal que tuviera que ir y venir varías veces por recados.
‘A este paso, puede que incluso llegue a olvidar como luce’.
Esa era una exageración, por supuesto. El tiempo que permanecían separados no era realmente largo, pero para Rothesay, quien amaba muchísimo a Petronilla, se sentía como si el tiempo se detuviera cuando estaba separados.
«Lo siento, Ro. He estado haciendo algo de trabajo importante últimamente…», dijo Petronilla apenada.
Ese definitivamente parecía ser el caso. Aunque a Rothesay eso le entristecía, no había nada que él pudiera hacer. Ser comprensivo con el horario de tu pareja era algo importante en una relación. Incluso así, era difícil para él esconder su decepción.
«Bueno, no se puede evitar…».
«¿Por qué eres tan hermosa, Nil? Ya no puedo concentrarme en mi día a día». Rothesay se inclinó ligeramente para besar suavemente a Petronilla en la frente.
«Te extraño tanto que no puedo hacer nada recientemente», murmuró Rothesay.
Petronilla se sonrojó. «Ja, ja, ja, ¿Dónde aprendiste a decir esas cosas?».
«Mis padres siempre se dicen estas cosas el uno al otro».
Eso era verdad. El Conde de Braddington conocía bastante sobre ese tipo de comportamiento, así que, Rothesay fue capaz de aprender una cosa o dos de él.
«Quiero tener una vida como esa en el futuro», dijo Petronilla casi con envidia.
Dios. ¡Pensar qué ella diría algo como eso frente a él!.
«No te preocupes, Nilla», dijo Rothesay con voz firme. Luego, le susurró con una sonrisa muy gentil: «Salí a mis dos padres, así que, puedo hacer esto todo el día sin parar».
«Entonces, ¿te me estás proponiendo?».
Por favor. Rothesay sonrió con soltura. No importa que tan impulsivas eran sus confesiones hacía ella, Rothesay nunca haría un proposición tan torpe y despreocupada como esa.
«Por supuesto, pero no pienso proponerme de esta forma. Espéralo con ansias. ¿Lo esperas con ansias?».
«Hmm… Siendo honesta, un poquito, quizás».
«Oh, no. Estoy en problemas. Esta no es una proposición, Nil. Aunque puedes esperarlo con ansias».
«Estás bastante confiado, aunque ni siquiera la he aceptado todavía».
«Si no funciona», dijo Rothesay con gentileza, «lo haré hasta que funcione».
«Dado que soy un hombre paciente».
Rothesay y Petronilla se miraron fijamente y sonrieron. Durante alrededor de 10 segundos, ambos continuaron mirándose fijamente. Petronilla fue la primer en romper su contacto visual, sintiéndose un poco avergonzada.
‘Qué linda’.
Incapaz de contenerse, Rothesay atrajo a Petronilla y la abrazó. «Dado que te amo muchísimo».
«… Gracias», dijo Petronilla.
«Por favor». Rothesay agitó su cabeza como si dijera que sus palabras eran innecesarias. «Yo estoy mucho más agradecido por el hecho de que hayas aceptado mi amor».
¿Cuáles son las probabilidades de que quién yo ame, me ame también de vuelta? Tener dos corazones que compartieran los mismos sentimientos. El tener tal cosa era algo por lo que Rothesay estaba extremadamente agradecido.
Rothesay miró con ternura hacía los ojos de Petronilla. «Te amo, Nil», susurró.
*
Era solo cuando las cosas estaban llegando a su fin que Petronilla le explicó a Rothesay acerca del asunto que la había estado manteniendo ocupada. Aunque Rothesay estaba un poco triste porque ella no había compartido información tan crucial con él antes, cuando pensó acerca del hecho de que Petronilla no le había dicho para protegerlo, la tristeza desapareció en un instante.
En cualquier caso, lo que era importante era que Petronilla tenía más tiempo libre ahora. Y dado que ella lo había estado pasando la mayoría del tiempo con él, era imposible que Rothesay sintiera algo que no fuera felicidad. Cuando Rothesay se encontró con Petronilla hoy también, él la miró a los ojos con suavidad y escuchó cada una de sus palabras con atención, como si estuviera escuchando a un niño inocente. En cierto punto, Rothesay se sintió curioso y le preguntó a Petronilla acerca de algo que había estado en su mente.
«Entonces, ¿te he estado tratando bien, Nil?».
Petronilla, quien había estado caminando tranquilamente, riéndose de su pregunta, y Rothesay sonriendo ante el adorable sonido. Ahora que su trabajo había terminado, sus sonrisas lucían más brillantes y puras que antes. Era un cambio sutil, pero Rothesay lo notó con facilidad. Esta era una de las cosas por las que él estaba agradecido.
«Eres un material genial para esposo, Ro. No importa que tan duro lo intente Su Majestad el Rey, no hay forma de que se pueda comparar contigo. ¿Postres? ¿Regalos? Dios, sinceramente puedes hacer todo eso igual de bien».
Rothesay estaba conmovido. «Dios, estoy siendo comparado con el Sol del Reino. Puede que sea arrestado por ofender a Su Majestad».
Era un poco embarazoso, pero Rothesay podía decir con confianza que estaba haciendo lo mejor que podía. El número de personas en el reino que podían amar a su pareja tanto como el probablemente podían ser contados con una sola mano. Eso era algo que Petronilla también conocía. Petronilla besó suavemente la mejilla de Rothesay.
«No hay forma de que eso pase, mi querido Ro», murmuró Petronilla. «¿Cómo podrían siquiera arrestar a un hombre tan amoroso como tú?».
Esa era otra cosa que había cambiado con respecto al pasado. Petronilla estaba siendo más afectuosa y comenzando el contacto físico más seguido. Como su pareja, era un cambio bastante alegre para Rothesay. Con una sonrisa gentil, él besó a Petronilla en la mejilla.
«Es un honor que pienses eso, Nil».
«Estoy siendo muy seria, Ro».
«Pero tengo algo que decir».
«¿Algo qué decir?».
«La semana que viene, después de la celebración de cumpleaños de Su Majestad la Reina… ¿Puedo verte brevemente? Hay algo importante que necesito hacer».
«Por supuesto, Ro».
Viéndola asentir con su cabeza en respuesta trajo una sonrisa a la cara de Rothesay. Qué mujer más encantadora. Una mujer que irradiaba belleza. El haber sido capaz de conocer una mujer así era verdaderamente la mayor bendición de todas. Rothesay bajó la cabeza lentamente y la besó de nuevo, esta vez en la frente de Petronilla.
«No hay ni una sola mujer más encantadora que tú en la faz de la tierra, Nil».
*
«Planeo proponérmele, Walter».
Rothesay no había visitado a su amigo en un tiempo, y esa fue la primera cosa que le dijo. Walter miró a Rothesay con una expresión sorprendida.
«No ha pasado ni siquiera medio año desde que ustedes dos se conocieron. Sabes eso, ¿cierto?», señaló Walter.
«Por supuesto que lo sé».
«¿De verdad lo sabes?».
A pesar de la voz sorprendida de Walter, Rothesay ni siquiera pestañeó mientras respondía.
«Ya he recibido permiso de mis padres».
«Dios».
«Ellos estuvieron bastante felices al respecto».
Walter sacudió la cabeza. «No estoy diciendo que la señorita Grochester sea una mala mujer, y tampoco estoy diciendo que ustedes dos no deban casarse. Pero, Ro, ¿no crees que esto es un poco apresurado?».
«El tiempo no importa en los asuntos del corazón, Walter», insistió Rothesay. «Mi padre se le propuso mi madre una semana después de que se conocieron».
«Pero ese es un caso extremo. Incluso ahora, sigo escuchando acerca de eso. Escuché que fue una noticia bastante grande cuando ocurrió». Walter se quedó callado por un momento antes de hablar de nuevo. «Parece que no puedes negar que la sangre de tu padre corre por tus venas. Y de nuevo, comparándote con el Conde de Braddington, eres de florecimiento lento».
«La señorita Petronilla tenía que tratar con otras circunstancias también, así que la retrasé adrede».
De otra forma, probablemente se lo hubiera propuesto después de la segunda cita. El recordar ese día trajo una pequeña sonrisa a la cara de Rothesay.
La expresión de Walter se sobresaltó como si hubiera visto algo que no debería haber visto. «Deberías solo haberme enviado una invitación a la boda. ¿Por qué me estás diciendo que te le vas a proponer?».
«Porque estoy preocupado. ¿Qué debería hacer si ella me rechaza?».
«Oye, eso es algo que le deberías estar preguntando al Conde de Braddington. ¿Por qué le estás preguntando a un aprendiz y no a un experto?».
«Pensé que sería mejor preguntarle a alguien de mi edad. ¿Debería intentarlo de nuevo si me rechaza?» preguntó Rothesay con expresión seria. El hombre que anteriormente había dicho que se lo pediría repetidamente a Petronilla hasta que dijera que sí no estaba en ninguna parte. Walter miró a su amigo con pena y suspiró pesadamente antes de sacudir su cabeza.
«Las proposiciones no están hechas para preguntarle a alguien si de verdad quiere o no casarse contigo. Están hechas para tomar el siguiente paso después de que ambos accedan a casarse. En otras palabras, debería haber un acuerdo mutuo con anterioridad con respecto al matrimonio antes de hacer la pregunta».
«Pero entonces no habría emoción en ello», dijo Rothesay.
«¿Así qué estarías bien con hacer las cosas incómodas si ella te rechaza en el momento?».
«Eso era verdad. Es por eso que estoy preocupado».
«¿Por qué estás preocupado? Tú también le gustas, ¿no?», preguntó Walter.
«Es infundado».
«Bueno, no hay nada más que puedas hacer». Walter chasqueó su lengua, entonces continuó, con expresión complicada. «Dejando eso de lado, pensar que estás a punto de convertirte en un hombre casado. Siento que debería comenzar a prepararme para mi matrimonio ahora».
«Pero todavía eres joven… En realidad, supongo que ya no estamos en la edad para decir esas cosas».
«Insúltame o consuélame, decídete. No intentes hacer ambas». Walter miró a Rothesay de reojo. «Preséntame a alguien. A este paso, puede que muera soltero».
«Tu madre nunca te dejaría morir así».
«Argh, pero el gusto de mi madre para las mujeres es totalmente opuesto al mío. Ninguna ha sido buena».
«Incluso así, ¿no crees que es incluso más extraño que yo sea quién elija a tu futura esposa?», señaló Rothesay.
«Eso es verdad». Después de arrastras esas palabras, Walter comenzó rascarse el cabello. «¿¡Por qué mi media naranja aún no ha aparecido!?».
«Se paciente. Todos tienen un alma gemela. Justo como yo».
«Si hay una mujer que desee, haré todo lo que pueda para construir una conexión. Pero aún no he conocido a una mujer así, y tampoco hay alguien que haga que mi corazón lata con fuerza».
«Aparecerá algún día», dijo Rothesay con confianza.
«De verdad espero que aparezca antes de que cumpla 30. Mi alma gemela». Walter suspiró profundamente y cambió de tema. «En todo caso, felicidades de antemano. Supongo que recibiré buenas noticias pronto».
«Todavía no me le he propuesto», dijo Rothesay con la frente arrugada.
«Probablemente dirá que sí. Ustedes dos combinan perfectamente. Y parece que le gustas de verdad también».
«Gracias». Rothesay le sonrió a su amigo. «Cuando me case, haré lo mejor que pueda para que tú también hagas lo mismo».
*
Todo lo que él quería hacer era estar junto con ella.
Todo comenzó sin problemas. Tuvo una amistosa charla con Petronilla mientras bebían unos cócteles. Sin embargo, mientras más pasaba el tiempo, más consciente se hacía Rothesay de la proposición venidera. La ansiedad no era particularmente sorprenderte para algo como esto.
Cuando la atmósfera de la fiesta alcanzó su punto máximo, Rothesay finalmente decidió que era hora de poner en marcha sus planes. Se acercó al oído de Petronilla y le susurró:
«¿Puedes venir conmigo por un segundo?».
«De acuerdo».
Petronilla no hizo más preguntas y simplemente siguió a Rothesay fuera del salón del banquete. Su objetivo era hacer la proposición más maravillosa del mundo. Cuando llegaron al jardín, Rothesay le habló a Petronilla.
«Nil».
«¿Sí, Ro?».
«¿Podrías cerrar tus ojos por un momento?».
Por fin era el comienzo.
El corazón de Rothesay se aceleró.
Anterior | Novelas | Menú | Siguiente |