Capítulo 19: POV tercera persona
Después de salir de la oficina del duque, Penélope caminó hacía el pasillo mediante la escalera central para así poder subir a su habitación, pero antes de hacerlo una voz familiar la llamó. Al girarse pudo ver al mayordomo y, desde la entrada del pasillo hasta la escalera central, todos los empleados del ducado se habían puesto en fila en ambos lados.
Penélope miró a su alrededor y, tras ver como todos la miraban con caras extrañamente tensas, preguntó.
«¿Qué estáis haciendo?»
El mayordomo se inclinó repentinamente frente a ella y gritó en voz alta, siendo seguido por el resto de trabajadores.
«Le costó mucho venir, bienvenida a casa, señorita.»
«¡Bienvenida de nuevo, señorita!»
Fue una cálida bienvenida, como si estuvieran dando la bienvenida a la familia real. ¿Recibieron alguna orden del duque? Todos están actuando de forma completamente opuesta a como lo hacen siempre. Avergonzada, Penélope los miró sin comprender, en el pasado, este cambio no habría sido tan malo, ya que significaría que su fama había aumentado.
Penélope habló con voz fría mientras se dirigía hacía las escaleras.
«Levántense y hagan su trabajo, simplemente pasé por aquí porque tenía algo que hacer.»
El mayordomo, que aún estaba inclinado, se levantó y la siguió apresuradamente.
«Joven señorita, en cuanto me enteré de que vendría le preparé una comida…»
Penélope, que estaba subiendo las escaleras, se detuvo y le respondió con indiferencia.
«No te preocupes, voy a volver al palacio imperial para comer.»
El mayordomo, y el resto de trabajadores, la miraban de forma desconcertante.
‘Esto es gracioso, ¿por qué pensaste que comería en algún rincón de esta casa?’
Penélope, por extraño que pareciera, simplemente no sintió nada. El mayordomo, que había estado en silencio durante mucho tiempo, hablo con voz pesada.
«… Oh, ya veo, mi señora, ¿le gustaría subir a su habitación?»
«Sí, ¿dónde está Emily?»
«Ella todavía está limpiando su habitación. Nos han informado de repente… Le diré que vas a subir ahora.»
Penélope no tenía la intención de quedarse mucho tiempo de todos modos, así que, sin demora, se dio la vuelta y subió las escaleras restantes.
«Está bien, ya subo yo.»
«¿Hay algo más que pueda hacer por usted?»
Preguntó el mayordomo mientras la seguía, entonces, Penélope redujo la velocidad cuando un pensamiento la golpeo de la nada.
«¿Recibiste la carta? Necesito que me traigas el libro de contabilidad de minería en unos minutos.»
Cuando ella le dio algo que hacer, el mayordomo, el cual estaba en un estado de ansiedad, se dio la vuelta con el rostro ligeramente más brillante. Penélope aceleró sus pasos hacia las escaleras, aún sintiendo las miradas fijas en la parte posterior de su cabeza pero, como siempre, no era asunto suyo.
«Emily.»
«¡Oh, señorita!»
Emily, con el rostro brillante, fue corriendo hacía Penélope.
«Señorita, ¿cuánto tiempo ha pasado? ¿Cómo ha estado?»
«Emily, ¿cómo has estado?»
«¡Bien, por supuesto! Gracias a la señorita regresé sana y salva a la residencia del duque…»
Emily hizo un escándalo y rompió a llorar, como si ese reencuentro la conmoviera, al ver eso, Penélope se alegró de ver lo cariñosa que estaba.
«De verdad, señorita. ¿Cómo ha podido no comunicarse conmigo? ¡Si me hubiera avisado de que venía, habría estado perfectamente preparada…!»
«No estés triste, vine deliberadamente para ver tu cara.»
Emily respondió a Penélope con una mirada de sorpresa.
«¿Va a regresar al palacio imperial? ¿No regresará a la residencia del duque?»
«Sí, solo vengo a buscar unas cosas, me escapé, por lo que tengo que volver.»
«¿Eso significa que es realmente cierto, joven señorita?»
Había muchos falsos rumores, así que Penélope preguntó.
«¿El qué?»
«Mi señora… Tal vez nuestra señora podría ser la futura emperatriz… ¡Ooh!»
Penélope se dio cuenta de que la puerta aún estaba abierta y rápidamente cerró la boca de Emily.
«¿Quién, quién dijo eso? No… Ese loco, no… ¡¿Su majestad vino hasta aquí anoche…?!»
Ante su repentino acto, Emily negó con la cabeza con los ojos tan abiertos como los de un conejo.
«¡¿Así que, quién lo dijo?!»
Cuando la criada hizo un sonido extraño, Penélope se dio cuenta de que su mano seguía bloqueando la boca de Emily, por lo que rápidamente apartó las manos.
«¡No! Su majestad no vino…»
«¿Entonces quién…?»
«En el transcurso de varios días, el duque ordenó al mayordomo que quemara todas las cartas procedentes del palacio imperial. Entonces Lena descubrió que casi toma una carta dirigida a ti…»
«…»
Emily agregó con una mirada perpleja.
«Las otras docenas de cartas eran de propuesta… Y creo que se ha extendido ampliamente por la mansión».
«Pero… ¿Cuántas cosas del marqués Ellen quedan por tratar?»
Tras la competencia de caza, la extraña batalla de nervios entre los partidarios del conde Ellen y del duque seguía en pie, pero dado que a Penélope en ese momento solo le importaba el juego, no sé acordaba de eso. Ahora, los distintos dueños de las pertinentes casas estaban en plena lucha de poder y, con el príncipe heredero en medio, la gente ya sabía que en qué lado debía posicionarse. Al fin y al cabo no era tan sorprendente que todos supieran de las acciones relativas a ambos.
Penélope dio un paso y se sentó en el sofá, buscando a Emily con la mirada.
«¿Los niños están bien? El guardián fue rescatado vivo anoche.»
Emily respondió rápidamente, ya que sabía de quién estaba hablando Penélope.
«Por supuesto, todavía residen en el lugar que me cedió el duque. El mayordomo y yo los cuidamos a diario.»
«¿De verdad?»
«Sí, la condición de Raon también ha mejorado, por lo que juega sin problema alguno con sus amigos.»
«Me alegro.»
Penélope se alivió de su ansiedad y sonrió por un momento. A pesar de estar en el palacio imperial, Raon, que había quedado conmocionada por el lavado de cerebro, permaneció en su mente y no fue olvidado.
‘Ahora que su maestro ha vuelto, todo volverá a la normalidad.’
Penélope se sintió aliviada ante tales pensamientos.
«¿Está feliz, joven señorita?»
Preguntó Emily de repente, haciendo que Penélope volviera la cabeza ante esa pregunta completamente aleatoria.
«… ¿Eh?»
«Te has vuelto mucho más brillante.»
«¿De verdad?»
Eso era similar a lo que dijo el duque, aunque sigo sin entenderlo, ¿qué es lo que es diferente en mí?
Emily vaciló varias veces y al final abrió la boca.
«El palacio imperial está mejor que aquí, ¿verdad?»
La voz de Penélope sonó incómoda, mostrando como se sentía ella.
«Al menos no me preocupa que me apuñalen con una aguja al despertar.»
Emily se puso pálida de repente.
«¡Oh, señorita! Eso… Esa cosa… Esa cosa fue mi culpa…»
Al ver llorar a Emily, Penélope decidió dejar de burlarse de ella.
«Emily.»
Penélope se acercó para tomar la mano de Emily.
«Lo has hecho bastante bien como mi entregada doncella.»
Honestamente superó sus expectativas. Cuando decidió por primera vez usar a Emily como su mano derecha, Penélope nunca imaginó que Emily la ayudaría y ni imaginar en situaciones de extremo peligro.
«Te perdoné, no te preocupes.»
«Oh, mi señorita…»
¿Fue inesperado? Emily miró a Penélope poniendo una expresión en blanco ante sus palabras y, no mucho después, sus ojos marrones se llenaron de lágrimas. El dorso de la mano de Emily comenzó a temblar, transmitiéndole a Penélope la magnitud de la culpa que sentía.
«… Cuando estés casada… Ni siquiera puedo pedirle que me lleves al palacio imperial.»
«…»
«Pero… ¿Todavía vendrás al ducado? Desde que la joven nos rescató de los monstruos malvados… Todos han estado reflexionando profundamente sobre sí mismos.»
«…»
«Yo también, señorita, siempre lo hago.»
Emily le confesó sus pecados a Penélope, incapaz de contenerse mientras derramaba lágrimas.
«No debería haberte hecho eso, debería haber sido amable contigo desde el principio, al menos no debería haber hecho eso… Siempre lo he lamentado.»
Agarró a Penélope y lloró durante mucho tiempo.
«Dondequiera que estés, siempre deberías ser feliz».
A diferencia de Emily, cubierta de lágrimas y con la nariz mocosa, Penélope respondió con una sonrisa.
«… Sí…»
***
Dado el hechizo que impedía que nadie que no fuera Penélope abriera el último cajón del escritorio, este permaneció intacto, por lo que simplemente tuvo que coger lo de dentro y salir de allí.
La última parada antes de dejar el ducado era el incinerador, así que fue directamente hacía este y puso los artículos del cajón en el horno. La bufanda y el brazalete mágico que Derrick le dio, el collar mágico y la máscara que Rennald le había comprado. Así mismo dejó el papel que tenía registrada la información y las fluctuaciones de favorabilidad de los objetivos.
‘Es una pena quemarlo todo…’
Después de mirarlo por un rato, Penélope pronto cerró la puerta y giró la palanca sin dudarlo, al segundo, una llamarada se elevó sobre la pequeña ventana lateral de la puerta. Penélope decidió quedarse allí, con el sonido de las llamas de fondo, queriendo ver como los últimos rastros del juego se disiparan.
Haciendo acto de presencia, y con voz muy baja, alguien llamó a Penélope.
«… Penélope.»
Con una sensación de déjà vu, el corazón de Penélope se hundió mientras se volvía lentamente, observando una alta figura en el camino que conducía al incinerador. Aunque, afortunadamente no era quien creía que era.
«… Joven duque.»
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Ui, que lástima me da que queme todos esos objetos… Literalmente está cerrando etapas. 🙁
¿Cómo reaccionarán los hermanos tras su marcha? ¡Ya lo veremos mañana!
Miri
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