Estoy en una novela (3)
En el pasado, un cuidador profesional venía a limpiar y lavar el cuerpo de Lu Beichuan. Sin embargo, cuando Ye Zhen se casó con la familia Lu, repetidamente le dijeron que solo ella podía tener el contacto íntimo de la piel y el cuerpo de Lu Beichuan.
… ¿En qué era creían que estaban? ¿Por qué mantenían tantos principios anticuados de la era feudal?
Bajo los atentos ojos del mayordomo, Ye Zhen no tenía margen para la pereza. Ella fue extremadamente cuidadosa y concienzuda mientras limpiaba el cuerpo de Lu Beichuan; limpió su cuerpo como si estuviera limpiando una obra de arte. Cuando llegó aquí y tuvo que hacerlo por primera vez, toda su cara se sonrojó y no tenía idea de qué hacer. Pero ahora, ella permanencia tranquila, y su expresión se mantuvo serena al hacer esta tarea. Todo, gracias a su arduo trabajo observando muchas estatuas griegas desnudas. Además, el cuerpo de Lu Beichuan no era peor que aquellas estatuas.
Ye Zhen se dio la vuelta, lavó la toalla en agua tibia y la escurrió casi hasta secarla. Luego, limpió suavemente la mejilla de Lu Beichuan. La apariencia de aquel hombre era simplemente, impecablemente hermosa, la silueta sus rasgos faciales era clara y profunda. Más no sabía qué le gustaría a sus ojos una vez que los abriera. ¿La miraría con los mismos ojos en el sueño de anoche? Pensativo y profundamente frío.
Usando la toalla, limpió la oreja de Lu Beichuan. Cuando le pellizcó suavemente el lóbulo de la oreja, de repente vio que sus párpados se movían y podía ver claramente sus ojos agitarse debajo de los párpados. Parecía como si fuera a abrir los ojos en el siguiente segundo, y aunque Ye Zhen notó esto, siguió limpiando su oreja con indiferencia.
Al principio, ella pensó que Lu Beichuan estaba realmente a punto de despertar, pero el médico de la familia le dijo que era un reflejo nervioso normal que sus dedos y ojos se movieran ocasionalmente.
Pensando en ello, las palabras del médico tenían sentido. En la novela, no se despertaría hasta dentro de un mes. Aún no era el momento.
Después de que terminó de limpiarlo, Ye Zhen calentó la loción en sus manos, sus cálidas palmas frotaron la loción por todo el cuerpo de Lu Beichuan, ella vió que como el dedo meñique de su mano derecha se movió.
Era algo extraño. Otras personas que se mantuvieron en coma durante un año se habían deteriorado hasta el nivel de estar demacradas, su condición física no era buena. No importaba qué, el estado de sus cuerpos nunca estuvo tan bien conservado como el de Lu Beichuan.
Después de limpiar e hidratar, Ye Zhen estaba tan cansada que ni siquiera podía mantener la espalda recta, volvió a ponerle la ropa a Lu Beichuan y acomodó la sábana.
El mayordomo de más de sesenta años, que había servido a la familia Lu toda su vida, le dijo respetuosamente a Ye Zhen: «Has trabajado duro».
Ye Zhen sonrió dócilmente, no dijo nada y fue al baño a lavarse.
Inmediatamente después de que ella pasar al baño, un médico y una enfermera especializados entraron en la habitación para revisar y atender a Lu Beichuan con sus herramientas médicas para alimentarlo, un procedimiento que no estaba dentro del alcance de las habilidades de Ye Zhen.
Después de lavarse, Ye Zhen lo miró desde la distancia, y bajó las escaleras.
En el comedor, los padres de Lu Beichuan y el joven hermanastro estaban sentados en la mesa del comedor. El asiento principal estaba vacío. El Viejo Maestro Lu no había asistido.
«Papá, mamá, buenos días».
El padre Lu miró a Ye Zhen y asintió.
Ye Zhen observando el asiento principal vacío, preguntó casualmente: «¿Dónde está el abuelo?»
«El Viejo Maestro regresó al hogar ancestral por unos días. ¿Cómo está Beichuan hoy?» Madre Lu estaba pulcramente vestida con un maquillaje exquisitamente hecho haciendo absolutamente imposible adivinar su edad real. Presentar una apariencia magnífica fue la última forma de la Sra. Lu de mantener su estatus de esposa legítima frente al hijo ilegítimo.
Manteniendo su apariencia superficial de ser alguien inarticulado y mediocre, Ye Zhen bajó un poco su cabeza y dijo: «Todo sigue bien».
Madre Lu dejó su plato y sus palillos, con un tono preocupado le dijo: «Tienes que hacer un mejor esfuerzo y ser más reflexiva».
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