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Capítulo 31 – Un Matrimonio de Conveniencia

 

El Rey Jing anunció públicamente que la Princesa Liu había fallecido por enfermedad a la edad de treinta y dos años y que había sido enterrada en el mausoleo real con los ritos propios de una reina madre, preservando así el último vestigio de su dignidad real.

Jun Min Xin celebró el Festival de Primavera* de ese año entre cortinas blancas, estandartes de luto y papel moneda. Tras la finalización del mausoleo, observó con la mirada perdida cómo el ataúd de su madre era enviado a la oscuridad eterna, sin derramar una sola lágrima de principio a fin.

(N/T: * El Festival de Primavera (Chūnjié, 节), conocido comúnmente como el Año Nuevo Chino o Año Nuevo Lunar, es la festividad más importante para el pueblo chino. Su significado principal se centra en la renovación, la unidad familiar y la esperanza de prosperidad para el nuevo ciclo que comienza.)

Su corazón estaba tan inerte como el Palacio Jing.

Los ritos funerarios, el velatorio, el sellado de la tumba, ella supervisó cada detalle personalmente, negándose a confiar la tarea a otros. Parecía que solo trabajando incansablemente y manteniéndose ocupada podría escapar temporalmente de la pesadilla, solo entonces podría olvidar lo que había perdido irremediablemente.

Ese día, Chen Ji, en su afán por proteger a su amo, mató accidentalmente a la Reina Consorte y aunque el Rey Jing lo había perdonado, Chen Ji, lleno de un remordimiento inmenso, seguía sin perdonarse por el error cometido. Ese día, él mismo fue a la sala de castigo y recibió veinte azotes con la vara, y luego se quedó en el calabozo, negándose a salir.

Jun Min Xin, a la tenue luz de la lámpara de aceite, miraba fijamente al joven abatido en la celda. La celda no estaba cerrada con llave, pero Chen Ji se apoyaba contra la pared, negándose obstinadamente a dar un solo paso. Jun Min Xin cerró los ojos y una profunda tristeza se extendió por su corazón, como si estuviera a punto de desbordarse y arrasar todo a su paso en cualquier momento.

“Ah’Ji, ven a casa conmigo.” – Ella dijo tras un largo silencio.

El largo y rizado cabello negro caía suelto, ocultando la mitad del rostro de Chen Ji, él bajó la cabeza con voz ronca y dijo: “No tengo cara para presentarme ante el Rey, ni ante ti…”

Jun Min Xin se acercó a él y se arrodilló, abrazándose las rodillas. Tras un largo silencio, extendió la mano y colocó un rizo suelto detrás de la oreja de Chen Ji, diciendo en voz baja: “Aunque Madre cometió un error, no deberías haberla matado.”

A Chen Ji se le hizo un nudo en la garganta y bajó la cabeza aún más, incapaz de mirarla a los ojos.

Jun Min Xin suspiró. – “Ah’Ji, sé que en tu corazón soy más importante que cualquier otra cosa, solo temes perderme.” – Hizo una pausa y dijo en voz baja. – “¿Y yo, acaso no soy igual? Este mundo es tan hermoso, tan cruel. ¿Qué puedo cambiar yo? Lo único que puedo hacer es intentar no volver a perderte…”

Las emociones en su interior ya no podían ser reprimidas, tras haber vivido dos vidas, aún no podía cambiar la trágica muerte de su madre. Tenía miedo, miedo de perder a Chen Ji de nuevo antes de poder siquiera decir ‘Te amo.’

Jun Min Xin acarició con suavidad, pero con determinación, el rostro solitario y melancólico de Chen Ji. Sus suaves dedos recorrieron con delicadeza los contornos de sus hermosos rasgos, deslizándose suavemente desde sus cejas y nariz hasta detenerse finalmente en la comisura de sus labios firmes. Cerró los ojos brevemente, luego los abrió de nuevo y una compleja mezcla de emociones surgió de sus oscuros ojos y dijo con suavidad, pero firmeza:

“Ah’Ji, creo que me he enamorado de ti… ¿Me amas?”

La repentina confesión sobresaltó a Chen Ji, quien levantó la cabeza con asombro, sus profundos ojos se contrajeron bruscamente por la sorpresa y el pánico, brillando con un hermoso azul oscuro en la oscuridad de la noche. Sorprendido, las orejas de Chen Ji se pusieron rojas, se quedó mirando fijamente a la delicada chica frente a él durante un largo rato, con los labios entreabiertos y la garganta temblorosa, pero no pudo pronunciar ni una sola palabra.

Jun Min Xin bajó la mirada y se acercó lentamente Chen Ji, que tenía una expresión aturdida en el rostro, inclinó la cabeza ligeramente y le dio un beso en los labios entreabiertos, ligero como el ala de una cigarra. Preguntó: “Ah’Ji, te gusto, ¿verdad?”

Como si hubiera pasado una eternidad; el tiempo en ese momento se extendió sin fin, con cada instante que pasaba, el corazón de Jun Min Xin se llenaba de más ansiedad, hasta que finalmente se sintió cada vez más inquieta y cada vez más fría…

Finalmente, Chen Ji apartó la mirada, entreabrió los labios secos y pronunció con voz ronca: “¿Cómo podría un pecador como yo ser digno de…?”

“Chen Ji, ¿cuánto tiempo vas a seguir hundiéndote en la autocompasión?” – Jun Min Xin, conteniendo la ira que empezaba a surgir, soltó las manos que sostenían el rostro del chico y miró directamente al joven desconcertado entre las sombras, preguntándole con firmeza:

“Solo te hago una pregunta: Ah’Ji, además del cariño fraternal, ¿hay siquiera una pizca de amor por mí en tu corazón?”

Chen Ji bajó la cabeza, con los puños apretados a los costados, y permaneció en silencio un largo rato. Desde la perspectiva de Jun Min Xin, no podía ver su expresión oculta en las sombras, solo sus labios apretados y el sonido de su saliva al tragar.

El tiempo transcurría segundo a segundo, y Jun Min Xin se sentía como un payaso en un espectáculo unipersonal, habiendo abandonado toda dignidad y respeto por sí misma, pero incapaz de obtener una sola promesa a cambio.

Sí, todo cambió después de su renacimiento. ¿Qué le hizo pensar que Chen Ji seguiría amándola en silencio como antes? Resultó que el Cielo le había dado dos vidas no para recuperar lo que tenía, sino para que lo perdiera todo de forma aún más trágica…

Finalmente, Jun Min Xin esbozó una fría sonrisa y dijo con tristeza: “Chen Ji, ¿vas a esperar a que muera para decir una sola palabra sincera?”

Al oír esas palabras, Chen Ji levantó la vista de repente, mirándola con incredulidad. En ese instante, innumerables dolores, miedos, conmoción e impotencia invadieron sus ojos, tomándolo por sorpresa, como si amenazaran con ahogar el esplendor del mundo… culminando finalmente en un suspiro apenas audible.

Sin embargo, unos meses después, las palabras de Jun Min Xin resultaron proféticas, lo que les esperaba a ella y a Chen Ji era una separación desgarradora.

Medio mes después, agobiado por la culpa, Chen Ji se ofreció como voluntaria para proteger la ciudad fronteriza en el desierto norte. Todos sabían que sería imposible que Chen Ji regresara a la capital durante al menos uno o dos años; si estallaba una guerra, podría tardar de tres a cinco años, o incluso nunca regresar al Palacio Jing.

Al escuchar esa noticia, la mirada de Jun Min Xin permaneció impasible, como si ya hubiera anticipado desde hacía tiempo ese desenlace en asuntos de vida o muerte. Simplemente sonrió levemente y dijo: “Él aún se niega a perdonarse a sí mismo y no se atreve a enfrentarse a mí.”

Su tono denotaba una tristeza leve y frágil, como si pudiera romperse al menor contacto.

Ese día, nevó con fuerza en todo el Reino Jing. Jun Min Xin observó desde la alta muralla de la ciudad cómo las tropas de Chen Ji abandonaban lentamente el Palacio Jing. Chen Ji no tenía ni idea de que, tras cruzar las puertas de la ciudad del Reino de Jing, Jun Min Xin, incapaz de reprimir su tristeza y su profundo afecto, corrió por la carretera, persiguiendo a las tropas como si su vida dependiera de ello, durante mucho, mucho tiempo…

Finalmente, se desplomó en la fría y gélida nieve, mordiéndose la muñeca y llorando en silencio. Las lágrimas cayeron, convirtiéndose en flores de escarcha en las comisuras de sus ojos.

Cambia lo que se pueda cambiar, acepta lo que no. Ese amor puede que aún esté lleno de la amargura de la inmadurez, pero ella esperará pacientemente, soportando el duro invierno que congela hasta los huesos y seguramente llegará otra primavera llena de flores.

 

* * *

 

Dos meses después, Jun Min Xin cumplió quince años, según la tradición, su madre debía haberle celebrado la ceremonia de mayoría de edad y el ritual de paso. Sin embargo, su madre biológica había fallecido, así que esta tarea recayó en su tía, Luo Li.

Su larga y suelta cabellera negra estaba recogida con dos horquillas doradas, revelando un rostro completo y hermoso. Su padre acarició el exquisito peinado de Jun Min Xin, dijo con satisfacción: “Min’er ha alcanzado la mayoría de edad, ya es una mujer adulta.”

Su tía, Luo Li, no pudo evitar bromear con ella, riendo entre dientes: “¡La pequeña Min Xin ya puede casarse!”

Los labios de Jun Min Xin se curvaron ligeramente, dirigió su mirada hacia lejano horizonte desconocido y la sonrisa en sus labios se desvaneció lentamente… Nadie sabía que la persona con la que más deseaba casarse en esa vida ya se había marchado solo al desierto nevado a miles de kilómetros de distancia.

Esa noche, como de costumbre, encendió una lámpara, molió tinta y se puso a escribir, anotando cuidadosamente sus actividades de los últimos días en gruesos pliegos de papel, para enviarlas algún día a ese chico que había robado su corazón. A miles de kilómetros de distancia, en circunstancias difíciles, las respuestas de Chen Ji fueron escasas, pero Jun Min Xin nunca se rindió, volcando obstinadamente su anhelo en una carta tras otra, cada una profundamente conmovedora.

A finales de julio de ese año, el Emperador Wu de la Gran Dinastía Jiang falleció, legando el trono al Príncipe Heredero. El nuevo Emperador, vestido de luto, ascendió al trono y ordenó especialmente al Rey Jing y a la Princesa Jun Min Xin que acudieran a la capital para ofrecer sus condolencias y, de paso, presentar sus respetos al nuevo Emperador en señal de cortesía.

Debido al período de luto por la muerte del Emperador, Jun Min Xin no llevaba maquillaje ni joyas, revelando una belleza natural y pura, ella acompañó a su padre a la corte, postrándose respetuosamente en el Salón del trono Dorado* y gritando tres veces “¡Larga vida al Emperador!”

(N/T: 銮殿 (Jin Luan Dian) significa la Sala del Trono o el salón principal del emperador en la antigua China, un lugar ceremonial de gran poder y esplendor, asociado con la autoridad imperial, aunque también se usa metafóricamente para referirse al poder supremo o el gobierno, como en la literatura. Significa literalmente «en el Salón de la Armonía Suprema»)

Varios otros Príncipes también estaban presentes en la corte, pero el Noveno Príncipe, Luo Chang’an, brillaba por su ausencia. Se decía que hace un tiempo, Luo Chang’an lideró a sus tropas en la batalla contra las tribus Hu, fue alcanzado en el pecho y el pulmón por una flecha enemiga y desde entonces permanece inconsciente, perdiéndose así el funeral del difunto Emperador y la ceremonia de entronización del nuevo Emperador.

Sin embargo, nada de eso era importante, lo que sorprendió a Jun Min Xin fue que el jefe de las tribus Hu, que llevaba mucho tiempo en conflicto con los Reinos de Jing y Jiang, hubiera tomado la iniciativa de proponer una tregua y llegara a la capital Imperial con un rebaño de ganado, ovejas y hermosas mujeres como obsequios para felicitar al nuevo Emperador.

El joven Emperador, vestido con ropa de luto, había abandonado su habitual sonrisa fingida, revelando una apariencia severa y digna. Desde su trono, levantó la mano para indicar que no era necesario hacer una reverencia y prescindieran de formalidades, luego señaló a un hombre corpulento de cabello castaño y bigote claro, vestido con atuendo extranjero, que se encontraba frente al trono y dijo con voz grave:

“Este es el Gran líder de la tribu Hu, el Rey Suji, ha venido a la capital con generosos regalos, con la intención de hacer una tregua y buscar una alianza matrimonial con nuestro Gran Reino Jiang, para restaurar nuestra antigua amistad para siempre. ¿Qué opinan al respecto?”

‘¿Una alianza matrimonial?’

Jun Min pensó para sí misma: ‘Si la tribu Hu y el Gran Reino de Jiang se hacen amigos, eso será sin duda perjudicial para el Reino Jing. Sin el Gran Reino Jiang como bocado jugoso, la tribu Hu dirigirá inevitablemente sus ataques hacia el Reino Jing. Parece que la vida está a punto de volverse turbulenta de nuevo.’

Mientras pensaba en ello, el joven Emperador, en lo alto, ya había llegado a una conclusión. Él dijo: “Dado que todos mis queridos ministros están de acuerdo con la alianza matrimonial, ¡seleccionemos a una Princesa virtuosa, hermosa y talentosa del clan imperial para que se case con el Rey Suji! Sin embargo, mis hermanas imperiales ya están casadas, y las jóvenes solteras del clan imperial tienen menos de catorce años, demasiado jóvenes… Por lo que, tras pensarlo mucho, he decidido que solo una persona es la más adecuada.”

En medio de las miradas expectantes de todos, un destello brilló en los ojos del nuevo Emperador, su mirada se desplazó y sus ojos se posaron firmemente en Jun Min Xin, quien permanecía en silencio con la mirada baja y con una sonrisa insondable, él habló lentamente:

“La Princesa Jing, Jun Min Xin, con su inteligencia, conocimiento, elegancia y belleza excepcional, aún sigue soltera. Rey Jing, he decidido comprometer a su hija con el Rey Suji como su consorte. ¿Qué opina?”

Fue como si un rayo la hubiera alcanzado, tomándola completamente desprevenida y dejándola aturdida. ¡Jun Min Xin apenas podía creer lo que oía! ¡Así que el nuevo Emperador la había convocado solo para usarla como peón político, y a partir de ahora tendría que casarse y mudarse a las lejanas tierras del Desierto Occidental, ¡sin posibilidad de regresar nunca a las Llanuras Centrales!

‘¡Dios mío! ¿Por qué, por qué está pasando esto? La relación entre el reino vasallo Jing y Jiang ya es tensa; ¿no teme el Emperador que la tribu Hu y el Reino de Jing unan fuerzas?’

“¡Su Majestad, de ninguna manera!” – Aturdido, el Rey Jing se arrodilló repentinamente y realizó una reverencia. Al pronunciar esas palabras, la corte estalló en un alboroto.

“¿Por qué?”

“La madre de Min’er ha fallecido, según la costumbre, debe guardar tres años de luto por lo que no es apta para el matrimonio.” – El Rey Jing levantó la cabeza, esforzándose por recuperar la compostura. – “Además, Min’er aún es joven. ¿Cómo puede asumir la gran responsabilidad de una alianza matrimonial entre dos países? ¡Le ruego a Su Majestad que lo reconsidere detenidamente!”

“Vivimos tiempos extraordinarios. ¿Para qué molestarse con esas formalidades?” – Dijo el Emperador. – “Princesa Jing, ¿podría levantar la cabeza y dejar que el Rey Suji decida?”

Jun Min sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo; todas las miradas se clavaron en ella al instante, como si la estuvieran pinchando con agujas. Apretando los dientes y obligándose a mantener la calma, levantó lentamente la vista, esperando que ese maldito Rey Suji no se sintiera atraído por una chica tan delicada y frágil como ella…

El nuevo Emperador esbozó una sonrisa, con un tono frío y carente de emoción, mientras preguntaba lentamente: “Rey Suji, ¿qué opina?”

El hombre de barba corta y rasgos profundos, calzando botas de montar de manga estrecha, abrió de par en par sus ojos esmeraldas, escrutando a Jun Min Xin de pies a cabeza por un momento antes de soltar un “¡Eh!”, seguido de una carcajada que casi hizo temblar las vigas del techo.

El Rey Suji rió a carcajadas durante un buen rato antes de finalmente hablar en un mandarín entrecortado. – “¡Bien! ¡Bien! ¡Estoy muy satisfecho con esta pequeña Princesa!” – Luego se volvió hacia el Rey Jing, que tenía una expresión compleja, y dijo en voz alta. – “Su Alteza, ¿cuándo puedo casarme con su hija? Quiero llevarla de vuelta a mi palacio inmediatamente para mostrársela a mis súbditos; ¡será la reina más hermosa!”

“Ya que el Rey Suji siente tanto afecto por la Princesa Jing, ¿cómo podría Jim impedírselo? Rey Jing, el matrimonio de su hija con el Rey Suji traerá paz y tranquilidad tanto a nuestro Gran Jiang como al Reino de Jing. ¿No es esto motivo de gran celebración?”

El Emperador Jiang se irguió, su sonrisa se desvaneció y dijo con severidad:

“Proclamo un edicto imperial: ¡A partir de hoy, se le confiere a la Princesa Jing el título de ‘Princesa Changfeng*’! Se le otorgan quinientos taels de oro, ciento ocho conjuntos de joyas de oro y plata, ochocientos rollos de seda y tela, y treinta y seis doncellas de palacioy artesanos, y se enviará a la Princesa como representante de Jiang y Jing para casarse en una alianza matrimonial con el gran líder de la tribu Hu, el Rey Suji. ¡El matrimonio se celebrará en un día auspicioso!”

(N/T: 「長風公主」= Princesa Changfeng = *Título antiguo: En la antigua China, «Princesa Changfeng» era un título honorífico para las hermanas del Emperador, que significaba una Princesa de alto estatus. «Changfeng» en sí mismo significa viento de larga distancia o viento fuerte. Por lo tanto, «Princesa Changfeng» también podía usarse como título para una Princesa específica.

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