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Capítulo 29: El veneno de la India

 

Jun Min Xin fue confinada por su propia madre en un salón lateral en las profundidades del Palacio Zhu Rong, era un palacio pequeño y desierto, no ruinoso ni desolado, sino inquietantemente silencioso, una quietud que provocaba escalofríos.

Jun Min Xin fue escoltada sola al salón, rodeada de una oscuridad azul oscuro, ocasionalmente se veían unos pocos velos de gasa blanca flotando y ondeando como si llamaran a los espíritus. La puerta se cerró pesadamente detrás de ella, seguida del sonido de una cerradura al cerrarse, Jun Min Xin se cruzó de brazos, con la piel de gallina, observando distraídamente el desolado entorno que la rodeaba.

Sobre la mesa había un quemador de incienso inactivo y la auspiciosa bestia ahora parecía más un espectro con garras y colmillos. Jun Min Xin sintió un escalofrío, agarrándose el pecho y los pulmones doloridos y tosió un par de veces…

De repente, una voz femenina, débil y familiar, resonó desde un rincón: “Princesa… ¿es usted?”

Jun Min Xin dio un paso atrás y gritó con voz ronca: “¿Quién es?”

De entre las sombras, dos esbeltas figuras emergieron, apoyándose una contra la otra. Jun Min Xin entrecerró los ojos y las observó un instante antes de darse cuenta de que no eran otras que sus doncellas personales: ¡Mu Jin y Jin Lan!

En ese momento, ambas tenían el cabello despeinado, la ropa hecha jirones y el rostro cubierto de hematomas morados y marcas de látigo superpuestas en la ropa que eran espantosas… Jun Min Xin, horrorizada, corrió hacia ella y preguntó:

“¿Madre las torturó? ¿Cuánto tiempo llevan encerradas aquí?”

Jin Lan aferró con fuerza la manga de Jun Min Xin, sollozando e incapaz de hablar. Esos días de vida peor que la muerte la había llevado al borde de la desesperación. Al ver a su ama, todas las injusticias y temores estallaron al instante, y se mordió el labio, conteniendo los sollozos.

“Llevamos más de medio mes encarceladas aquí.” – Mu Jin palmeó la espalda de Jin Lan para tranquilizarla y susurró. – “La Reina Consorte y Wang Shoude estaban ocupados lidiando con los funcionarios de la corte, que no nos hayan matado ya es una gran bendición…”

“Madre, ¿por qué…?” – Murmuró Jun Min Xin, apoyándose en el borde de la mesa, luchando por estabilizarse, casi cayendo y con el corazón lleno de una tristeza infinita, que no tenía como desahogar.

Después de un número indeterminado de horas, un tenue resplandor de fuego se acercó desde el otro lado de la puerta, luego la cerradura de la puerta se abrió y una figura grácil y elegante entró en el frío salón.

Jun Min Xin se levantó de repente: ‘¡Es la Reina Consorte Liu!’

La Reina Consorte lucía un maquillaje exquisito, su cabello negro recogido en un moño alto y un largo vestido de seda púrpura con bordados dorados que caía por el suelo. Se acercó con gracia, encendiendo el único candelabro de la habitación con sus delicadas manos, y luego habló en voz suave.

“Hija mía, ¿te estás acostumbrando a vivir aquí?” (Reina Consorte)

Los ojos de Jun Min Xin estaban llenos de confusión mientras miraba a su madre en silencio.

La Reina Consorte tomó varios platos de pasteles de las manos de sus damas de compañía, los colocó uno por uno sobre la mesa y soltó una risita, un sonido más frío que la nieve acumulada durante mil años de. Y dijo con una sonrisa.

“Escuché que mi hija vomitó sangre hoy. ¿A qué sabe el veneno de la india?”

(N/T: ¡Dios mío! Ni las bestias se comen a sus crías… ¡Que le pasó a esta loca!)

‘¿Veneno de la India? De verdad…’

Fue como si un rayo cayera directamente del cielo, las pupilas de Jun Min se contrajeron repentinamente, se tambaleó, ¡casi cayendo al suelo! Miró a su madre con desesperación y conmoción, con labios temblorosos, pero no pudo pronunciar palabra.

A la luz de la vela, Jin Lan vio las manchas de sangre en el pecho de Jun Min Xin e inmediatamente se abalanzó sobre ella gritando: “Princesa, ¿está escupiendo sangre? ¿Cómo pudo escupir sangre? ¡Oh! ¡Dios mío!”

Mu Jin, habitualmente tranquila, levantó la cabeza y miró directamente a la Reina Consorte, diciendo con frialdad: “Reina Consorte, ni un tigre se come a sus propios cachorros, y usted, como la madre de la nación, tuvo el valor de envenenar a su propia hija y obligarla a abdicar. ¡Esto es un verdadero insulto a la túnica de fénix que viste y ha helado el corazón de todos los hijos del mundo!”

“¡Puta!” (Reina Consorte)

La Reina Consorte levantó la mano para golpearla, pero Jun Min Xin se abalanzó apresuradamente sobre ella, agarrando con fuerza la manga de intrincado bordado de la Reina Consorte, contuvo a duras penas la oleada de sangre que le subía por el pecho y dijo con tristeza:

“Madre, ¿de verdad me odia tanto?”

Un instante de aturdimiento invadió los ojos de la Reina Consorte, bajó lentamente los brazos y miró fijamente a su hija, que se había desplomado bajo su falda, mirando las manchas de sangre roja oscura en su pecho, su cabello negro suelto y su piel pálida, casi translúcida…

Por un instante, pareció que algo se le ocurría, y un destello de luz brilló en sus ojos. Acarició la delgada y puntiaguda barbilla de su hija con las frías yemas de sus dedos y se burló con frialdad:

“¿Por qué te odiaría por hacer esto? No te odio, no te odio…” (Reina Consorte)

Luego, señalando al cielo con un dedo, de repente alzó la voz bruscamente: “¡Odio a Jun Xuelou! ¡A tu padre! Yo, Liu Qingyue, me casé con un miembro del Palacio Jing a los dieciséis años, y ya han pasado dieciséis desde entonces. Dime, ¿cuántos dieciséis años tiene una persona en su vida?” – Entonces, respiró con dificultad varias veces, su voz se volvió más fría, bajó la cabeza y se burló. – “Él no me ama, desde que nos conocimos por primera vez, me dijo que nunca podría amarme en esta vida… ¡Porque, solo porque soy miembro de la familia imperial de la dinastía Jiang, una pobre mujer encargada de controlar el Reino Jing! Lo he intentado todo, he gastado toda mi ternura, pero ¿alguna vez he podido ganarme su corazón?”

‘Madre… ¿de verdad el Emperador Jiang le había concertado un matrimonio con mi padre para controlar el Reino Jing…?’

Jun Min Xin abrió los ojos de par en par y lentamente soltó la manga de su madre, un mareo momentáneo la invadió y sintió como si el cielo y la tierra se pusiera patas arriba.

“Pero yo lo amaba de verdad, por él, incluso olvidé mi propia identidad… Hace unos años, mi padre amenazó con romper nuestra relación padre-hija y me obligó a robar los secretos de Reino de Jing. Lo hice a regañadientes, no tuve más remedio que robar la mitad de los nuevos registros de nombres del Ejército de Reino de Jing y presentárselo al Emperador… ¡Ese es el único error que he cometido en mi vida, lo único en lo que le he fallado! Pero él, en lugar de recordar los más de diez años de matrimonio que compartimos, en lugar de recordar que soy tu madre biológica, me ha ignorado por completo desde entonces, no me habla ni me escucha… ¿En qué se diferencia eso de desterrarme al Palacio Frío?”

Jun Min Xin finalmente comprendió la repentina indiferencia de su padre hacia su madre y también entendió por qué el Emperador había ordenado repentinamente a Qiu Chuzhao y a Luo Chang’an que fueran a Reino de Jing para una inspección hace dos años… ¡Resultó que fue su madre quien robó los secretos militares de Reino de Jing!

Ella se desplomó en el suelo, el sudor empapó su camisa interior: ‘¡Qué suerte! Si mi tío no hubiera llamado de inmediato a la hermana del Emperador para calmarlo, ¡el Emperador podría haberlo despojado del Reino de Jing sin pensárselo dos veces!’

“Lo amaba tanto… ¡Cuanto más lo amaba, más lo odiaba! Todo el Palacio Jing pertenece a la familia Jun, dejándome como la única forastera. Yun Huan murió y nadie me habla. ¡Estoy viviendo una vida peor que la muerte! ¿Por qué no puede perdonarme, aunque sea una vez? ¿Por qué ni siquiera me vuelve a mirar? Ya no espero que me ame, solo pido, solo espero, que me vuelva a mirar, que me hable…” – La Reina Consorte continuó murmurando incoherencias, con algunas lágrimas frías resbalando por las comisuras de sus ojos y cayendo en el polvo. Acarició suavemente el cabello de su hija; su voz era tan suave como si goteara agua, pero sus palabras eran escalofriantes.

Ella dijo: “Todo lo que hago ahora es simplemente para asegurarme que tu padre me recuerde para siempre, incluso si es con odio… Yun Huan se suicidó en el lago antes de poder administrarte la dosis completa del veneno de la india y aunque vomites sangre, el veneno no es suficiente para matarte. No te preocupes, hija mía, cuando mi plan tenga éxito, te llevaré conmigo. ¡Me llevaré al infierno a mi preciada hija!”

(N/T: ¡Una loca! ¡Tal vez debería querer que su hija sea la nueva reina, pero prefiere herir a su esposo, deseando que su esposo sufra por la muerte de su amada hija.)

Su rostro brillaba tan radiante como una flor, pero su sonrisa era fantasmal. El corazón de Jun Min Xin se hundió en un pozo de hielo. ¡El golpe que le infligió su madre no fue menos cruel que la despiadada flecha que le habían asestado en el Valle de Luoxia en aquel entonces!

Ocho años atrás, la flecha de su prometido le atravesó el corazón, y ocho años después, lo hizo el veneno y el encarcelamiento de su madre biológica. Uno era su antiguo amor, el otro un familiar cuya sangre era más espesa que el agua… ¿Por qué, por qué, en dos vidas, había soportado dos traiciones desgarradoras?

Jun Min Xin se desplomó en el suelo, aturdida, como una marioneta.

Solo después de que la Reina Consorte se marchara, cuando la noche se hizo más profunda y la escarcha más densa, ella se levantó lentamente, mordiéndose el labio y murmurando para sí misma: “Como no se puede cambiar, simplemente lo aceptaré con calma… ¡Ya no le temo a nada, ya no le temo a nada!”

Esos ojos oscuros como la tinta, pero tiernos, brillaban ahora con una calma serena y una profundidad insondable, era una especie de quietud y calma que lo abarcaba todo.

La Reina Consorte había confinado a Jun Min Xin en un lugar muy remoto. Después de dos noches, y sin noticias de Chen Ji, Jun Min Xin no pudo evitar sentirse un poco preocupada. El palacio del Rey Jing era tan grande que se pregunto dónde estaría retenido su padre, y sí ¿lo haría pasar un mal rato su madre? Se pregunto si Chen Ji podría encontrar ese lugar, y cuánto tiempo podría soportar el veneno crónico en su cuerpo…

Jun Min Xin, sumida en sus pensamientos, se incorporó de repente y, con las manos fuertemente entrelazadas, le dijo a Mu Jin y Jin Lan: “¡No! No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando la muerte, tenemos que encontrar una manera…”

Al día siguiente, la oportunidad por fin llegó.

La Reina Consorte ordenó que llevaran a Jun Min Xin al Palacio Fengyi para ‘reunirse’ con ella. Jun Min Xin aprovechó la oportunidad para echar un vistazo a las tropas dentro y fuera del Palacio Fengyi: la seguridad era estricta, con una fila de guardias patrullando la zona cada media hora. Parecía que una gran parte de las tropas de Wang Shoude estaban concentradas allí.

Jun Min Xin rió fríamente para sí misma: ‘Incluso el plan más cuidadoso tiene sus defectos. Wang Shoude necesita desesperadamente refuerzos ahora mismo y apuesto a que Chen Ji o los hombres de mi tío ya se han infiltrado entre los presentes en el palacio.’

Justo mientras pensaba eso, Jun Min Xin sintió que se tambaleaba y casi se cae. De repente, un guardia a su lado extendió la mano para sostener su cuerpo, susurrando: “Princesa, tenga cuidado.”

Jun Min Xin se quedó atónita: ‘¿No es ese guardia el mismo Xu San*?’

(N/T: Seguro que no recuerdan, pero Xu San es un guardia que se ofreció voluntariamente para unirse a los Trece Guardias de la Sombra de la Princesa.)

¡Parecía que su apuesta había dado sus frutos! Pensando en eso, Jun Min Xin se esforzó por enderezarse, esbozando lentamente una sonrisa, alzó la voz, se dirigió a la Reina Consorte: “Madre, hace mucho frío en el Palacio Zhu Rong por la noche, mi cuerpo es débil y no soporto el frío. Ayer quise enviar a alguien a hablar contigo, pidiéndote que al menos me pusieran una estufa, pero no esperaba que tus guardias estuvieran apostados cada tres pasos, patrullando cada cuarto de hora y cambiando de puesto cada dos horas. ¡De verdad que no hay forma de que pueda escapar, madre!”

A Jun Min Xin se le ocurrió una idea rápida. Aunque parecían solo unas pocas e insignificantes palabras, en realidad insinuaban el lugar de su confinamiento y la situación de los guardias. Si Xu San las recordaba, ¡el día de liberación no estaría lejos!

La Reina Consorte asintió distraídamente, sin sospechar nada. Jun Min Xin respiró aliviada.

Esa noche, Jun Min Xin permaneció despierta durante horas. Ella y las dos criadas, Mu Jin y Jin Lan, ni siquiera se atrevieron a quitarse la ropa ni los zapatos y solo escuchaban atentamente los sonidos del exterior, alertadas por el más mínimo movimiento del viento o la hierba, temiendo perderse el tiempo del rescate de Xu San.

A altas horas de la noche, se oyó un repentino sonido de espadas y sables, afuera, había un resplandor de fuego, mezclándose con gritos de gente que luchaba, creando una escena caótica. Pronto, Xu San, Duan Shiyi, Song Shi y los demás entraron corriendo, con las espadas desenvainadas y con los puños apretados, dijeron:

“Princesa, ¡por favor perdóneme a sus subordinados por llegar tarde a rescatarla! Este lugar es peligroso. Por favor, Princesa y las dos jóvenes, ¡sígannos rápidamente para irnos!”

Dicho eso, los tres guerreros con las habilidades más fuertes, cada uno con una joven en brazos, se abrieron paso entre el cerco. Delante y detrás, decenas de expertos abrieron paso, cubriendo su retirada y después de una noche de combate y varias experiencias cercanas a la muerte, Jun Min Xin logró escapar por las puertas del Palacio sana y salva.

Afuera de las puertas de la ciudad, una figura juvenil familiar cabalgaba hacia ellos a toda velocidad. Antes de que su caballo pudiera detenerse, desmontó con impaciencia, tomando a Jun Min Xin de las manos de Xu San, que estaba empapado en sangre, la abrazó con fuerza y dijo con voz temblorosa por los sollozos:

“¡Min’er, lo logré! Encontré al maestro, contacté con el Señor Qin, y las tropas de élite del desierto Norte han regresado para defender al Rey… He cumplido todo lo que te prometí.”


Nota del autor: Algunos dicen que la heroína es demasiado fría con su madre… Pero piénsenlo: después de renacer, la heroína sintió cierta aprensión al ver a su madre, que había muerto en el pasado en un golpe de estado. Además, antes de que el carácter de su madre cambiara drásticamente, la heroína aún la respetaba y confiaba en ella. Más tarde, cuando su madre se volvió fría e indiferente, la heroína temió que la tragedia de su vida pasada se repitiera, por lo que intentó con fiereza cambiarlo todo, pero terminó empeorando las cosas… Así que, la protagonista en realidad… ¡ay!

Nota de Nameless: Autor, no le puedes echar la culpa a Min’er, nadie le explicó el motivo del golpe de estado, ni del resentimiento entre sus padres, ella hizo lo mejor que pudo para evitar el destino trágico de su madre, que era morir durante el golpe de estado, pero seamos sinceros, la madre es una loca que incluso está dispuesta a matar a su hija con tal de herir a su marido, que según ella no la ama… Un hombre que al saber de su traición no la mató y no le quitó sus privilegios, solo que no volvió a mirarla ni hablarle… Creo que si el Rey no la amara, habría actuado de manera diferente y pienso que ella también pudo decirle al verdad a su esposo, y entre los dos pudieron haber buscado una solución.

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