MNM – Episodio 73
“Aún no lo ha pensado, ¿verdad? Entonces puedes empezar a pensarlo a partir de ahora y luego dígamelo, ¿qué decisión ha tomado? Incluso Su Alteza el Gran Duque también se preocupaba primero por Su Alteza la Gran Duquesa.” (Serpin)
Serpin se encogió de hombros.
“No sé cómo pudieron encontrarse personas tan parecidas, quizás Dios quiso unirlas. Entonces, ¿no es el destino?” (Serpin)
‘El destino.’
El destino… De repente, se le ocurrió que podría ser así. Después de todo, ella había viajado en el tiempo para conocerlo. Y aunque en su vida pasada murió, ahora está trabajando para salvarlo.
“Mire con atención en su corazón, Su Alteza la Gran Duquesa, ahí encontrará la respuesta.” (Serpin)
“¿Y César?”
“No tiene que preocuparse por él. Puede que haya tenido un catalizador, pero no fue un sentimiento que surgiera bajo la coacción de nadie. Todo amor tiene su catalizador.” (Serpin)
Todo amor tiene un catalizador.
Irenea reflexionó sobre esas palabras una y otra vez, hasta que sus preocupaciones se desvanecieron.
* * *
La casa Archiducal de Benito estaba constantemente repleta de gente que imploraba misericordia, aferrada a la puerta principal de la mansión.
No era tan difícil convertir a una plebeya en Santa, bastaba con usar a un sacerdote que tenía contactos, incluso logró casarse sin incidentes con la mujer disfrazada de Santa.
Ahora, a Rasmus solo le quedaba usar a la mujer para combatir la epidemia. Solo esperaba noticias del sur, pero hasta el momento no había señales alentadoras.
‘Parece que esta será una batalla larga.’
Rasmus se pasó una mano por el cabello con nerviosismo. Ten paciencia y aguanta, se dijo a sí mismo. Era experto en la guerra psicológica para aprovechar las oportunidades, pero a veces resultaba agotador.
Esa fue la razón por la que Rasmus se sintió atraído por Karolia, que era sencilla y de trato fácil, ella tenía muy claro lo que le gustaba y lo que no. Le disgustaba lo que le disgustaba y le gustaba lo que le gustaba. Aunque su terquedad a veces le causaba problemas a Rasmus.
“Su Alteza, el Gran Duque.” (Karolia)
“Karolia.”
Karolia, que se había quedado dormida en sus brazos, despertó. Al ver sus grandes ojos parpadeantes, sintió que iba a volver a dormirse en cualquier momento. Tener en brazos a una mujer tan hermosa y de piel tan clara lo hacía sentir mucho mejor.
El dolor de cabeza que le causaba Irenea se debía a que era un medio para alcanzar un fin, pero Karolia era cómoda porque simplemente era una mujer.
Rasmus besó la frente de Karolia.
“¿Dormiste bien?” (Karolia)
“Sí, Rasmus. ¿Tuviste un buen sueño?”
Además, Karolia sabía cuál era su lugar y no presionaba demasiado. Esta vez, cuando escribía sus votos matrimoniales con Nika, Karolia no había interferido en absoluto. En ese sentido, Karolia era muy sabia. Rasmus miró a Karolia con ojos satisfechos.
“Últimamente ha habido mucho ruido, ¿verdad? Espero que las cosas difíciles y complicadas se resuelvan pronto. Siempre trabaja tan duro. ¿Cuándo terminará la caprichosa voluntad de Su Majestad el Emperador?” (Karolia)
Rasmus le dio a Karolia otro beso en sus carnosos labios, que parloteaba para complacerlo y luego soltó una risita suave.
“Contigo, todo parece que saldrá bien.”
“¿Qué he hecho yo…?” (Karolia)
Karolia sonrió tímidamente.
Nika era una mujer que moriría pronto de todos modos, así que no importaba si ocupaba brevemente el asiento al lado de Rasmus. Karolia creía que quien ríe último es el verdadero vencedor y Karolia tenía la capacidad suficiente para ser esa vencedora.
Las cosas buenas les llegan a quienes perseveran.
Karolia cerró los ojos de nuevo en los brazos de Rasmus.
Fue un momento de absoluta paz.
* * *
Mientras tanto, la familia del Conde Aaron estaba sumida en la preocupación.
“¿Todavía no has tenido noticias de Karolia?” (Conde)
El Conde Aaron habló con nerviosismo, él les había concedido a Rasmus y a Karolia todo lo que pedían, pero desde entonces no habían vuelto a saber de ellos. La Condesa Aaron, sintiéndose intimidada, observó la expresión del Conde.
“¡Deberías haber manejado las cosas como es debido! Karolia quedó completamente humillada por no poder complacer a la Emperatriz, dijo que una dama de honor fue a verla y armó un escándalo, ¿crees que a Karolia le daría ganas de contactarse?” (Conde)
“Bueno… No fue culpa mía que la Emperatriz fuera tan quisquillosa, ¿verdad?”
“¿Acaso ahora eso es un argumento válido?” (Conde)
El Conde Aaron golpeó su escritorio.
Acababa de recibir la notificación de su despido de la Corte Imperial, cuando preguntó el por qué, intentaron explicarlo con amabilidad y pulcritud, pero ahora que el vínculo con Rasmus se había roto, ya no podían aceptarlo. Esa era la esencia del asunto.
Rasmus solo le dio al Conde Aaron la siguiente respuesta: [‘La identidad del santa podría ser revelada, así que guarda silencio hasta la muerte.’] El Conde Aaron se frotó la cara con impaciencia, tenía el siniestro presentimiento que el brillante futuro que le había sido prometido y todo lo demás, se estaba desvanecido como burbujas.
Y tal vez eso ya se estaba convirtiendo en realidad.
“Al menos intenta encontrar a Karolia. Mi hija está embarazada, ¡así que quizá su madre pueda cuidarla!” (Conde)
“Entendido.”
“Ve a ver a Su Alteza el Archiduque si puedes. ¡No digas nada innecesario!” (Conde)
“Entiendo.”
Una atmósfera sombría se apoderó de la casa Condal de Aaron.
A diferencia de antes, la mansión parecía estar perdiendo su brillo. El Conde Aaron, intentando sacudirse esa inquietud, acosó a la Condesa.
Y ni siquiera podían encontrar a Irenea.
‘¡Maldita sea! Todo es culpa de esa bestial mujer que no conoce la gracia dada.’ (Conde)
Como siempre, el Conde Aaron culpó a Irenea de todas sus desgracias.
* * *
Bigtail se movió con rapidez.
Tal como Irenea le había dicho, envió un mensajero a la corte imperial. Aunque llegó antes de lo previsto, eso no significaba que no fuera a ser efectivo.
En el contenido se decía que el Norte poseía un tratamiento que podría ser eficaz contra la epidemia. Dada la existencia de la mansión de Benoit en la Capital Imperial, no sería sorprendente que hubieran comenzado la investigación con antelación.
Sin embargo, Irenea y Bigtail discutieron estratégicamente sobre cómo dividir y usar el medicamento. Si el medicamento resultaba efectivo desde el principio, sin duda habría quienes intentarían diluirlo.
Por ejemplo: ‘El Norte propagó la epidemia’, o algo parecido.
Por lo tanto, si se usara un medicamento hecho, usando un ingrediente a la vez, y observando gradualmente los efectos resultantes, podrían evitar tales sospechas en la medida de lo posible. Irenea y Bigtail esperarían un mes para anunciar una cura completa.
Mientras tanto, Irenea viajaría al sur y usaría sus poderes sagrados para sanar a la gente. El momento encajaba a la perfección, así que se esperaba ver sinergia.
Un barco de alta velocidad hacia el sur ya se había reservado y los preparativos estaban en pleno apogeo, con la partida inminente.
El primer lote de medicamento que se enviaría a la familia imperial también estaba listo. La epidemia ya había comenzado a propagarse por la capital, y el imperio se estaba desmoronando lentamente.
Y circulaban rumores de que la familia del Conde Aaron era el origen de esta epidemia. Justo como Irenea lo había planeado.
‘Es una persona verdaderamente admirable.’ (Bigtail)
Irenea, que desenvainaba su espada con la misma destreza que recibió del Conde Aaron, era admirable.
“Ahora, por aquí. Su Alteza la Gran Duquesa lo llevará. Le añadiste colorante a la medicina para distinguirla, ¿correcto?” (Bigtail)
“Sí, Sir Bigtail. Aquí, esta poción azulada es el medicamento final.”
“Entendido.” (Bigtail)
Las botellas estaban pintadas de negro para ocultar el color de lo que contenía. Solo quienes conocían los distintos colores de las pociones podían distinguirlas. Bigtail salió de la clínica con un botiquín de pociones perfectamente organizado.
Esos eran los medicamentos que se cargarían en el barco de alta velocidad. Por mucho poder sagrado que tuviera Irenea, no podía depender completamente de él. El alcance de su poder sagrado tenía un límite, por lo que esos eran los medicamentos que se iban a utilizar en ese momento.
Tenía una corazonada. Después de este incidente, será César y no Rasmus quien tendrá la sartén por el mango y saldrá victorioso.
Bigtail regresó al castillo principal con el rostro radiante.
Era mediodía.
Justo antes de la hora del almuerzo.
* * *
César salió brevemente antes del almuerzo, solo quedaba un día para la partida de Irenea. Mientras tanto, César e Irenea pasaban el tiempo en un ambiente algo incómodo.
A veces se preguntaba si había sido una confesión precipitada, pero también se sentía aliviado de que Irenea se hubiera enterado de sus sentimientos, la situación era tal que no se podía asegurar cuándo volvería a reunirse con Irenea. Le daba pena que se fuera, y a la vez, también estaba triste.
Sin embargo, tuvieron una larga conversación y ambos coincidieron en que eso era lo que Irenea debía hacer. Racionalmente lo entendía, pero su corazón no lo comprendía.
Así que César decidió desviar su atención hacia otra cosa en lugar de a la triste realidad que enfrentaba en ese momento. Decidió regalarle a Irenea un momento de alegría, por esa razón estaba en la floristería.
César se aclaró la garganta.
“Hmmm.”
Luego, César jugueteó con las flores.
“E-esta es…”
“¡Sí, Su Alteza el Gran Duque! Esta es la flor preferida por las damas nobles.” (Dueño)
El dueño de la floristería asintió con entusiasmo.
¡El protagonista del que se rumoreaba estaba de visita en la floristería!
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