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Capítulo 18: Viaje al sur, al condado Li

 

Tras un invierno ajetreado y sin incidentes, el Rey Jing empezó a considerar la posibilidad de abordar asuntos en el condado Li. Al fin y al cabo, el gobernador del condado de Li se estaba enriqueciendo, embolsándose la mitad de los ingresos fiscales recaudados cada año y si eso continuaba, el Reino de Jing, tarde o temprano, caería en manos de esos funcionarios parásitos y corruptos.

Ese día, el Rey Jing convocó en privado a Qin Suifeng y Luo Li. El humo del incienso en el incensario se elevaba en espirales y la habitación se llenó de un tenue aroma a ámbar gris. El Rey Jing, sentado con las piernas cruzadas en el suelo, vestido con sus ropas imperiales púrpuras, el Rey llevaba una corona de oro y una banda ceremonial, y su rostro era tan bello como el jade.

Girando suavemente las fluidas mangas de su túnica, sonrió y dijo: “Cuñado, ¿te gustaría probar el nuevo té de brotes tiernos de esta primavera?”

Liu Suifeng tomó la delicada taza de té con esmaltes de colores, dio un sorbo, enarcó las cejas y dijo: “Tiene una fragancia dulce y refrescante, y huele como nuestra antigua residencia al sur del río Yangtsé. ¡Qué buen té!”

El Rey Jing sonrió, y sus encantadores ojos violetas no pudieron evitar unas pequeñas ondulaciones: “En invierno, mi hermano menor y Min’er fueron al jardín de ciruelos a recoger nieve pura de los estambres de las flores y la hirvieron con el nuevo té que se ofreció como tributo esta primavera. Lo escaldaron tres veces con agua hirviendo para filtrar los residuos y la turbidez, y solo así pude recibir esta pequeña tetera.”

Al oír esto, Luo Li, de pie junto a él, mordió el borde de su taza y rió suavemente y levantando ligeramente una ceja, dijo con gran seguridad: “Este té es precioso en su origen y su preparación es laboriosa, no es para gente común. ¡El hermano mayor debe tener algo que pedirnos!”

“La hermana Li es muy inteligente.” – El Rey Jing, cuyo plan había sido descubierto, no mostró vergüenza, simplemente ladeó la cabeza y sonrió levemente. – “El gobernador del condado de Li se apropió en secreto de la mitad de los ingresos fiscales, y nunca hemos podido investigarlo a fondo. Se suponía que este asunto debía resolverse antes de Año Nuevo, pero desafortunadamente, debido a la inspección del Emperador Jiang se ha retrasado, pero no podemos posponerla más, debo enviar a alguien para que investigue este asunto a fondo.”

Los ojos violetas del Rey Jing brillaron al revelar sus planes. – “Mi cuñado es experto tanto en lo civil como en lo militar, y también es miembro de la familia, no hay nadie en toda la corte en quien confíe más que en ti.”

Liu Suifeng casi escupió el té, juntó las manos y se apresuró a hacer una reverencia: “¡No, no, no! ¡Hermano mayor, solo dame tus órdenes! ¡No me adules más! Aunque siempre he sido un poco frívolo y arrogante, sé cuál es mi lugar cuando se trata de ti, hermano mayor.”

Los ojos de Luo Li se curvaron con una sonrisa mientras la horquilla en su cabello temblaba, le dio un golpecito en el pecho a su esposo con un dedo y rió entre dientes: “¡Tonto! Sabía que no había té gratis en palacio del hermano mayor. ¡Si lo bebes, prepárate para vender tu vida por el hermano mayor para siempre!”

El Rey Jing dijo: “Nombraré a mi cuñado funcionario subalterno de las oficinas administrativas del Reino para las prefecturas* y después de empacar, partirás de inmediato al sur, para una visita encubierta al condado de Li, ¿qué te parece?”

(N/T: * «為部郡國從事» es una frase del chino clásico que se refiere a un cargo o posición oficial en la antigua China, específicamente a un funcionario subalterno (o asistente) que trabajaba para la administración de las comandancias y reinos (郡國, jùn guó).)

Liu Suifeng aulló de dolor y se desplomó sobre el escritorio, inmóvil, fingiendo estar muerto.

Cuando Jun Min Xin entró, escuchó que el Rey Jing estaba a punto de nombrar a su tío para un puesto oficial como funcionario administrativo del reino para las prefecturas, así que corrió apresuradamente, se sentó con las faldas recogidas y preguntó: “Padre, ¿vas a investigar al gobernador del condado de Li?”

El Rey Jing acarició el cabello de las sienes de su hija con cariño y asintió, diciendo: “La gobernadora del condado de Li, Ji Ru, apoyándose en su estatus de noble oficial de la corte nombrada por el Emperador Jiang, siempre ha sido arrogante e indisciplinada. En los últimos años, su arrogancia se ha vuelto aún más extrema y no se puede dejar sin castigo.”

Jun Min Xin lo pensó y sintió que era algo esperado y tras un momento de vacilación, dijo: “Padre, permite que tu hija acompañe al tío al condado.”

El Rey Jing y Luo Li se quedaron atónitos. Luo Li reprimió una sonrisa y dijo con suavidad: “Pequeña Min Xin, el condado de Li no es como nuestro palacio, donde todos tienen que respetarte y ceder ante ti. Aunque el condado de Li pertenece nominalmente al territorio del Reino de Jing, en la práctica se ha convertido en un pequeño condado independiente, si el gobernador del condado de Li no tiene la certeza absoluta de éxito, ¿cómo se atrevería a cometer semejante traición? Es más apropiado dejarle este turbio asunto a tu tío, nunca has salido de las puertas del palacio desde que eras niña y si das un paso al frente, me temo que te costará mucho desenvolverte en el traicionero mundo exterior.”

Los ojos oscuros de Jun Min Xin brillaron intensamente mientras hablaba: “¡Precisamente porque Min’er nunca ha salido del Palacio y no conoce los peligros del mundo, necesita aún más entrenamiento! Si ni siquiera puedo gobernar el pequeño condado Li, ¿cómo puedo ser digna de ser descendiente de la familia Jun y Princesa de nuestro Gran Reino de Jing?”

Sus palabras resonaron con la fuerza de una piedra golpeando una bandeja de jade, produciendo un eco claro. El silencio reinó por todas partes y los tres mayores se miraron un momento, silenciosos y pensativos…

Finalmente, el Rey Jing suspiró suavemente. – “Quienes ocupan altos cargos, deben sopesar cada palabra con profunda consideración y absoluta certeza, de lo contrario, una vez que sale de su boca, puede significar la ruina eterna. Min’er, ¿lo has pensado bien?”

“Esta hija lo tiene decidido.” – Jun Min Xin asintió, con una mirada inusualmente firme en sus ojos.

Al ver la profunda obstinación en los ojos de Jun Min, el Rey Jing finalmente cedió. Acarició el suave cabello negro de su hija y le ordenó:

“Recuerda elegir algunos guardias de las sombras que puedan estar cerca de ti para que te protejan durante todo momento. Estar lejos de casa es diferente a estar en casa, debes tener cuidado con todo. Tu tío y Ah´Ji ya han desmantelado el campamento y regresarán pronto al Palacio, haré que se reúnan contigo en el condado Li… Regresa y empaca tus cosas, partirás mañana.”

Una vaga premonición se agitó en el interior de Jun Min Xin, sintió que este viaje traería consigo acontecimientos trascendentales, acontecimientos que bien podrían marcar el curso de su vida para siempre…

 

* * *

 

Al día siguiente, el grupo partió del Palacio en un pequeño carruaje sencillo y cómodo. Al salir por las puertas de la ciudad, se dirigieron al sur por la carretera oficial hacia el condado Li.

Este viaje al sur tenía como objetivo investigar encubiertamente el condado de Li, solo después de reunir pruebas contundentes, el Rey Jing podría destituir abiertamente al gobernador del condado de Li y nombrar a un nuevo funcionario. Por lo tanto, ambos grupos llevaron consigo a muy pocas personas, disfrazándose como jóvenes y señoritas adinerados en un viaje para ocultar sus movimientos lo máximo posible.

Qin Suifeng, que poseía una considerable habilidad marcial, solo llevaba un guardaespaldas cercano, un hombre alto, delgado y de mediana edad vestido de gris que conducía el carruaje. Jun Min Xin llevaba tres guardias de las sombras con buenas habilidades: dos hombres y una mujer, todos vestidos con túnicas marciales negras, que viajaban montando a caballo a ambos lados del carruaje para protegerlo.

Además de eso, el Rey Jing había enviado a un funcionario civil para ayudarlos: el secretario Dong An, un erudito de rostro pálido*, de unos veinte años, vestido con túnica azul y gorro de seda, que compartía carruaje con Jun Min Xin.

(N/T: * La expresión china «白面書生» (bái miàn shū shēng) es un modismo (成, chéngyǔ) que se puede traducir aproximadamente como «estudioso de cara blanca» o «intelectual sin experiencia». Su significado connota a una persona joven, de apariencia cultivada y refinada (de «cara blanca» o pálida por no realizar trabajos manuales al sol), pero que carece de experiencia práctica vital o militar.)

Mirando fijamente por la ventanilla del carruaje, Jun Min Xin suspiró: “Dicen que el condado de Li, al sur, está bendecido con hermosos paisajes y gente de talento excepcional, un lugar tan exquisito como una pintura a tinta. No me extraña que mi tío añore siempre su antiguo hogar en el Sur.”

El secretario principal* Dong An abanicó su abanico de papel; sus labios, naturalmente curvados hacia arriba, esbozaron una leve sonrisa iluminada por el sol mientras respondía tranquilamente: “El condado de Li es el hogar de muchas personas con talento, pero el más famoso es el ermitaño de Taoxi, Shen Liangge.”

“¿Shen Liangge?” – Preguntó Jun Min Xin, quien se volvió hacia el joven erudito de vestido de color aguamarina. – “También escuché ese nombre de boca de un nuevo funcionario civil el año pasado. A juzgar por el tono del erudito, parece que le tiene un gran respeto. Zhishu* Dong An, ¿sabes qué tipo de persona es Shen Liangge en realidad?”

(N/T: 治書 (Zhishu): Es la parte que designa el cargo o la función. «治» significa gobernar, administrar o gestionar, y «書» significa libros, documentos o escritos. Por lo tanto, se refiere a un puesto relacionado con la gestión de documentos, registros o asuntos administrativos importantes, similar a un secretario o archivero de alto rango en la administración imperial china.)

Dong An sonrió, y sus hermosos rasgos se iluminaron un poco. – “Se rumorea que Shen Liangge, originario de Xuzhou, se dice que estudió el taoísmo Taoxi*, posee un talento excepcional, capaz de maniobrar y desplegar setenta y dos formaciones estratégicas y también se dice que comprende los misterios del cielo. Es escurridizo y rara vez se muestra, a menudo apareciendo en público con una máscara. Ya existen muchos rumores sobre él, y se le considera una figura tan poderosa que es elogiado como un ser casi divino.”

(N/T: *El Camino Inmortal del Arroyo de los Melocotones.)

Jun Min estaba atónita. – “¡Me encantaría conocerlo y ver si realmente posee habilidades tan extraordinarias como dicen!”

Diez días después, tras un viaje accidentado, el grupo finalmente llegó a un pequeño pueblo a las afueras del condado de Li. Acababa de caer una fina llovizna tardía de primavera, dejando el suelo húmedo. A Jun Min Xin le temblaban las piernas al bajar del carruaje, al llegar a la habitación de huéspedes de la posada, sintió como si sus huesos estuvieran a punto de romperse de dolor…

Aunque el carruaje estaba acolchado con la ropa de cama más suave, el largo y accidentado viaje seguía siendo insoportable, sentía como si le hubieran drenado hasta la última gota de fuerza, y las ruedas la lastimaran como si hubieran rodado sobre sus huesos. Jun Min Xin, que siempre fue débil y sin haber viajado lejos, vomitó varias veces por el camino.

Después de una cena rápida con Qin Suifeng, Jun Min Xin se retiró a la habitación de huéspedes a descansar, compartiendo habitación con su guardia de la sombra, como siempre.

La guardia de la sombra era la novena en rango, de no más de diez años, con una coleta alta y bien recogida, no era especialmente guapa, pero se portaba con discreta corrección. Escuchó que no tenía nombre desde pequeña, así que Jun Min Xin la llamaba ‘Xiao Jiu*’ todo el tiempo.

(N/T: *小九 = Pequeña Nueve.)

Xiao Jiu encendió la tenue lámpara de queroseno, tomó un edredón, lo sacudió y luego lo extendió, improvisando una cama en el suelo, se acostó completamente vestida, con la espada entre los brazos, cerrando los ojos para descansar.

Agotada, hasta el punto de no poder dormir, Jun Min Xin se quedó mirando la lámpara de queroseno un buen rato, dando vueltas en la cama varias veces antes de finalmente girar la cara hacia la luz y cerrar los ojos un buen rato.

“Xiao Jiu, no puedo dormir.” – La llamó Jun Min Xin en voz baja, y luego dijo con dulzura. – “¿Puedes charlar un rato conmigo?”

Xiao Jiu abrió los ojos, apartó la colcha y se incorporó recta, diciendo: “¿De qué quiere hablar?”

A Jun Min Xin le hizo gracia su espalda recta y aspecto solemne. Su suave cabello negro cubría la cama, ella se apoyó en la cabecera, mirando a la niña de apariencia poco atractiva, tratando de mantener su voz lo más accesible posible.

“No hay necesidad de que seamos tan formales en privado, deberíamos tratarnos como amigas. Háblame como sueles hablar con tus amigos, cualquier cosa está bien.”

“Hay distinción entre superior e inferior, esta subordinada no se atreve a sobrepasar los límites.” – Xiao Jiu se sentó en el frío suelo, con las piernas cruzadas, los brazos alrededor de su espada, el ceño fruncido y una voz algo demasiado respetuosa.

Jun Min Xin no pudo evitar fruncir el ceño, sintiéndose un poco deprimida.

Tras un momento de silencio, la voz de Xiao Jiu llegó baja: “Esta subordinada no tiene amigos.”

Jun Min Xin se quedó atónita y preguntó con incredulidad: “¿Y entonces cómo te las has arreglado todos estos años?”

“Entrenamiento en artes marciales, aislamiento, matar, comer, dormir… Eso es todo.”

Jun Min Xin estaba completamente desconcertada por esa taciturna guardia de la sombra. De repente, recordó lo que Chen Ji había dicho: ‘sin corazón no hay heridas y sin heridas, se alcanza la fuerza máxima’. Quizás un guardia de las sombras tan hábil como Xiao Jiu había sido despojada de su corazón hacía tiempo por el brutal entrenamiento, perdiendo el contacto con el amor, el odio, despedidas o cualquier comprensión de la calidez o la frialdad humana…

Jun Min Xin sintió de repente una punzada de tristeza por ella. La tenue luz del fuego parpadeaba y crepitaba y ella preguntó: “De los trece Guardias de las Sombras, ¿eres la única chica?”

“Su Alteza, hay tres Guardias de las Sombras femeninas.” (Xiao Jiu)

“¿Qué aspecto tienen? ¿Son iguales a ti?”

“Las Guardias de las Sombras que supervisan los diferentes departamentos no se reúnen a menos que sea un asunto crítico. Este subordinado nunca he conocido a esas dos Guardias de las Sombras femeninas, así que lo siento, no lo sé.” (Xiao Jiu)

A Jun Min se le encogió el corazón. – “Entonces, ¿has estado sola la mayor parte de estos años? ¿Y no sabes nada de tus otras compañeras?”

“Exactamente.” – Añadió Xiao Jiu tras pensarlo un momento. – “Esas dos Guardias de las Sombras femeninas ocupan el cuarto y el decimotercer rango, respectivamente. Esta subordinada escuchó mencionar al Rey que la cuarta es la más joven entre nosotras, pero altamente calificada y la han asignado a trabajar en el interior del palacio.”

… ¿Un Guardia de las Sombras infiltrado en el palacio? Con tantas mujeres en el palacio, ¿quién podría ser la cuarta?

Jun Min Xin lo estaba revisando todo, desde las damas de palacio hasta las sirvientas, y el sueño la invadió mientras pensaba. El claro y melodioso repique de la campanilla de camellos resonaba en sus sueños… En su somnolencia, pareció preguntar vagamente:

“Xiao Jiu, ¿tienes a alguien que te guste?”

En ese momento, sin que Jun Min Xin lo supiera, la expresión de Xiao Jiu, bajo la luz de la lámpara de aceite, se suavizó de repente. Un destello de pánico en sus ojos rompió la expresión congelada de mil años, Xiao Jiu levantó la cabeza, mirando fijamente aturdida el rostro ligeramente dormido de la Princesa, y luego exhaló un suspiro de alivio.

Después de un largo momento, se acercó a arreglar la colcha de Jun Min Xin y un suspiro apenas audible escapó de sus labios, teñido de amargura.

“… ¿Cómo podemos nosotros, los humildes, ser siquiera dignos de amor?” (Xiao Jiu)

Con un chasquido de dedos, la lámpara solitaria se apagó, dejando el suelo bañado por la luz de la luna y una habitación desolada.

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