Capítulo 4: Chen Ji
“…Incluso si un miembro de la familia Jun fuera reducido al más humilde de los esclavos, mantendría la cabeza erguida como un rey.” …. «Jun Lian Shu»
* * *
Después de ver los fuegos artificiales de Año Nuevo y visitar el Festival de los Faroles*, Jun Min Xin lleva días masticando y reflexionando sobre las palabras de su abuela.
(N/T: El significado de «元宵的燈會» (Yuánxiāo de dēnghuì) se refiere al Festival de los Faroles, una celebración tradicional china que marca el final de las festividades del Año Nuevo Chino. El festival, que tiene lugar la noche del decimoquinto día del primer mes lunar, simboliza la reunión familiar, la felicidad, la esperanza de un futuro próspero y el triunfo de la luz sobre la oscuridad. Las actividades principales incluyen pasear con faroles, resolver acertijos en las linternas y comer las bolas de arroz dulce llamadas tangyuan.)
Jun Min Xin es introvertida por naturaleza e indiferente a la fama y la fortuna, pero es testaruda en el fondo, una vez que se propone algo, nunca se deja disuadir fácilmente y persevera hasta la muerte, al igual que su inquebrantable amor por Luo Chang’an en aquel entonces. Ahora, decidida a adentrarse en el lodazal del poder político, se juega el todo por el todo, porque la muerte en su vida anterior la había marcado profundamente, causándole heridas muy graves. Ella, que de por sí es un pájaro asustado, se ve obligada a avanzar, paso a paso, hacia un abismo desconocido.
Quizás fue la mirada desesperada pero obstinada en sus ojos lo que conmovió a Jun Lian Shu en ese momento, quien no pudo evitar ofrecerle consejo.
<“Si quieres hacerte más fuerte, pregúntale a tu padre más a menudo, él es un hombre tan inteligente que seguro que te dará buenas respuestas.”>
Aprovechando el tiempo diario para saludar a sus padres, Jun Min Xin formuló la pregunta más dolorosa de su alma: “Padre, ¿vale la pena perdonar a quienes te traicionaron?”
Con una mirada suave, el Rey Jing bajó la cabeza para mirar a su hija, cuyo ceño siempre estaba fruncido por la preocupación y una leve sonrisa curvó sus hermosos labios, pero sus palabras fueron incisivas. – “No me preguntas si vale la pena vengarse de quienes te traicionan, sino si merecen perdón. Min’er, ¿esto es misericordia o debilidad?”
La expresión de Min Xin cambió ligeramente, tras una pausa, el Rey Jing dijo: “Si no confías fácilmente, los demás no te decepcionarán. Si no haces promesas a la ligera, no decepcionarás a los demás.”
Aunque Jun Min Xin es distante y poco competitiva por naturaleza, es una chica extremadamente inteligente, simplemente desdeñaba las intrigas y los engaños en el pasado, pero ahora, cuando se toma las cosas en serio, comprende todo a la perfección.
Ella asintió y continuó preguntando: “Mi abuela me dijo ayer que: ‘La tierra es como un tablero de ajedrez, el mundo entero es un tablero. Este es el camino del fuerte’. Min’er es ignorante, así que, por favor, padre, instrúyame.”
“La guerra se basa en el engaño, y el ajedrez también. Cuanto más fuerte sea el oponente, más tranquilo debes estar. Usar las tropas es como jugar el ajedrez, avanzar y retroceder, maniobrando con flexibilidad, y el vencedor se convierte en rey.” – El Rey Jing dijo. – “Por lo tanto, jugar al ajedrez no solo calma la mente y el espíritu, sino que también pone a prueba el ingenio y la astucia de una persona. Si algún día logras vencer a tu oponente en el tablero de ajedrez, entonces lo habrás derrotado.”
Jun Min Xin asintió pensativo: “Esta hija lo entiende.”
“¿Por qué te has interesado de repente por la teoría de la estrategia últimamente? ¿No estabas siempre inmersa en la música de Gong Shang y Zheng Yu y te dolía la cabeza cuando se trataba de principios profundos?” – El Rey Jing acarició suavemente el ceño ligeramente fruncido de Min Xin con un dedo, sus palabras medio en broma y medio en prueba. – “Siento que has cambiado en los últimos días, que has perdido tu inocencia infantil y, en cambio, has adquirido una melancolía que no se adapta a tu edad. ¿Será que Min’er ha crecido y está pensando en cultivarse, poner en orden a la familia, gobernar el país y pacificar el mundo?”
Bajando ligeramente los párpados, que parecían alas de cuervo temblando ligeramente, Jun Min Xin imitó deliberadamente la apariencia al Rey Jing, con una sonrisa suave e inescrutable dibujada en la comisura de sus labios. – “Cultivar el carácter y poner en orden a la familia aún es aceptable, pero pensar en gobernar el país y pacificar el mundo, esta hija no se atreve.”
Al Rey Jing de repente le resultó difícil comprender a su hija, que aún no tenía siete años. Sus palabras previas, bastante profundas, ya lo habían sorprendido. ¿Podría ser que su madre y Min’er hubieran hablado de algo ese día? Tras observar a su hija un momento, el Rey Jing preguntó con calma: “Entonces, ¿qué planeas hacer, Min’er?”
Jun Min Xin reflexionó un momento y dijo: “La abuela dijo que mis ojos son demasiado honestos, que mis pensamientos son obvios y que eso es realmente peligroso, eso no puede seguir así, como miembro de la familia Jun, ¡al menos debería poder evitar que otros se aprovechen de mí y me intimiden!”
Ella sonrió con calma, respiró hondo y miró directamente al Rey Jing. – “Esta hija ha decidido ocultar su luz y cultivar una mente tranquila y serena, como el agua inmóvil*. Aunque no espero practicar hasta convertirme en un espíritu, al menos quiero ser capaz de distinguir el bien del mal y no dejarme manipular por otros, ¿mi padre está de acuerdo con eso?”
(N/T: * «心如止水» (xīn rú zhǐ shuǐ) significa tener una mente tranquila y serena, como el agua inmóvil. Esta expresión se usa para describir a alguien que mantiene la calma, la serenidad y la estabilidad mental, incluso ante influencias externas o distracciones. Implica un estado de paz interior que permite resistir las agitaciones del mundo exterior.)
Los ojos originalmente cálidos y claros, de Jun Min Xin ya no eran tan claros, sino que ahora eran como un estanque profundo y misterioso, lo que dejó a al Rey Jing atónito. Tras un momento, el Rey Jing rió entre dientes: “Sí, sí. Aunque Min’er aún no ha alcanzado la madurez espiritual, ¡ya está mostrando un poco el aspecto de un pequeño zorro astuto y profundo!”
Min Xin yacía en el regazo del Rey Jing, inclinando la cabeza y sonriendo, pero una punzada de amargura y tristeza invadió su corazón: Ya fuera por el camino de maniobras estratégicas o mediante intriga y traición, esa no era su intención original, simplemente la habían arrinconado y herido profundamente. En su vida anterior murió trágicamente a manos de otros, y si no aprende a ser más sabia en esta vida, ¿cómo podría ser digna del regalo del Cielo de dos vidas humanas?
La Reina Consorte Jing salió tranquilamente de la cámara interior, agarrando su costurero y al oír las últimas palabras de su conversación, rió entre dientes y dijo: “¿Qué aspecto de pequeño zorro están hablando ustedes dos, tan misteriosamente?… Min’er, ven aquí y pruébate los zapatos nuevos de primavera que te hizo tu madre.”
La Reina, consorte de un Rey, se arrodilló ante su hija en ese momento, quitándole con cuidado las botas acolchadas de algodón y poniéndole con delicadeza los nuevos zapatos de primavera, exquisitamente bordados, que acababan de hacer. El corazón de Jun Min Xin se sintió cálido, pero también sintió que no era apropiado que su madre la atendiera así, por lo que dijo con torpeza: “Madre, lo haré yo misma.”
El Rey Jing miró a su esposa con dulzura y dijo: “El Reino Jing está al norte, y aún falta un tiempo para que se derrita la nieve y llegue la primavera, pero ¿ya estás haciendo zapatos ligeros? Además, ¿no está el taller de bordado preparando la ropa? Eres la esposa del Rey de un país, así que no te esfuerces demasiado.”
“La ropa que hace el taller de bordado no es tan delicada como la que hace una madre como yo; de todos modos, estoy libre, así que no tengo nada mejor que hacer que perder el tiempo en estas cosas. ¿Cómo podría estar agotada…? Mira, la talla es perfecta, le queda perfecto.” – La Reina sonrió con los labios curvados; sus ojos y cejas se iluminaron con un toque de belleza, emitiendo un brillo suave y encantador.
El Rey Jing tomó un pergamino, levantó la vista del pergamino y dijo: “Min’er está en pleno crecimiento, me temo que no le servirá después de la primavera de este año.”
“Le hare unos zapatos nuevos cuando ya no lo queden.” – La Reina volvió a ponerle los zapatos de invierno a su hija y acariciándole la cabeza con suavidad, dijo en voz baja: “He oído por la doncella Yun Huan que últimamente te encierras en tu habitación, leyendo y soñando despierta, que ni siquiera has practicado la cítara, que siempre has disfrutado. Leer es bueno, por supuesto, pero también deberías tomarte un tiempo para salir a caminar, no te encierres demasiado. He oído que los arbustos de perla de vid* del jardín trasero están en plena floración, ve a jugar con las criadas primero, papá y mamá pueden venir más tarde y podemos disfrutar juntos de los ciruelos en flor.”
(N/T: *珍珠梅» (zhēnzhū méi) se refiere a la planta Exochorda racemosa, comúnmente conocida en español como exocorda o simplemente «perla de la vid» o “Flor de cieruelo”. El significado de «珍珠梅» se relaciona con su característica floración, que produce racimos de flores blancas que se asemejan a pequeñas perlas o flores de un arbusto en forma de vid.)
De repente, una oleada de nostalgia la invadió. Parecía que la relación entre sus padres se había distanciado cada vez más desde que tenía diez años, y ella ya no había vuelto a disfrutar con ellos de los paseos y la vista de las flores; parecía como si hubiera pasado una eternidad… Jun Min Xin murmuró un «¡Ah!» en su corazón, en sus ojos y cejas apareció un brillo y alegría que hacía tiempo no se veía y salió por la puerta con una sonrisa.
“¡Después de todo, sigue siendo solo una niña!” – Dijo la Reina con una sonrisa. – “Al fin y al cabo, ser padres es tan ajetreado que no tenemos mucho tiempo para acompañarla y estar con ella.”
El Rey Jing se quedó mirando la puerta, en silencio un largo rato antes de decir: “Min’er parece diferente, no parece una niña de siete años en absoluto.”
* * *
Desde entonces, han pasado varios meses y en un abrir y cerrar de ojos, la tardía brisa primaveral del Reino de Jing se llevó la nieve acumulada, y el verdor de abril se desvaneció en un vibrante carmesí primaveral. Era finales de invierno, y el patio trasero estaba desprovisto de cualquier rastro de las flores de ciruelo de invierno y solo quedaban algunos árboles de peras blancas y melocotoneros rosados con flores caídas, y algunas peonías y begonias marchitas.
Bajo un gran peral, tan grande que a las justas dos personas podían abrazar, había una mesa y un banco de piedra y sobre la mesa un tablero de ajedrez tallado. Jun Min Xin se sentó erguida en el banco de piedra, con sus cortas piernas colgando en el aire, agarrando una pieza de ajedrez de jade blanco entre sus delicados y pálidos dedos y tras un momento de intensa reflexión, la dejó caer con decisión, provocando un sonido resonante.
Frente a ella, el Rey Jing, con expresión estoica, colocó una pieza negra justo después.
¿Había caído finalmente en una trampa? Al ver que las piezas blancas ganaban terreno gradualmente en el tablero, el rostro de Jun Min se iluminó de alegría y sin pensarlo dos veces colocó una pieza, diciendo con una voz clara e infantil: “¡Padre, va a perder!”
Un pétalo de pera cayó entre sus cabellos negros. El Rey Jing giró una pieza de ajedrez negro entre sus largos nudillos, reflexionó un momento y dijo con ligereza: “No necesariamente.” – Antes de que pudiera terminar sus palabras, la pieza negra había caído al tablero, y el dragón blanco fue rodeado y asesinado en un abrir y cerrar de ojos.
Jun Min Xin estaba atónita, con un ligero atisbo de sorpresa e insatisfacción en su ceño.
“Eso se llama ‘ser puesto en un campo de muerte y luego luchar para vivir*’, te gané por nueve puntos, lo que significa que Min’er perdió.” – El Rey Jing miró a su hija con una mirada penetrante en sus ojos violetas, señaló el punto donde acababa de caer la pieza negra y dijo. – “Lo más importante que hay que evitar en el ajedrez es la impaciencia y la ambición. Min’er estaba tan concentrada por mirar su propia trampa, regodeándose en ella, que pasó por alto este pequeño e insignificante rincón y acabó perdiendo la partida por una sola jugada. Hay un juego dentro de otro juego, todas interconectadas. Solo el que ríe al último es el verdadero ganador.”
(N/T: * «置之死地» significa colocar a alguien en una situación de muerte o desesperación para que luche por sobrevivir y así despertar su potencial. Es un proverbio chino basado en una frase de «El arte de la guerra» de Sun Tzu, cuyo significado completo es «置之死地而后生«, que se traduce como «ser puesto en un campo de muerte y luego luchar para vivir».)
Min Xin entendió la lección, pero de repente se sintió un poco molesto y dijo: “Esta hija lo entiendo, juguemos otra partida.”
El Rey Jing sonrió, pero antes de que pudiera responder, un eunuco entró apresuradamente por la puerta de la esquina y anunció: “Su Alteza, ¡Su Alteza, un hombre llamado Jun Xian solicita audiencia!”
“¡El Pequeño Xian!” – El Rey Jing se levantó de repente, y él, que siempre ocultaba sus emociones, no pudo ocultar su alegría interior. Sin siquiera prestar atención a Min Xin, se apresuró a ir al salón principal y alzando ligeramente la voz, dijo: “¿Dónde está?” ¡Rápido, llévame con él!”
‘Jun Xian’, Min Xin estaba extremadamente familiarizada con ese nombre, ese hombre apuesto de peculiar cabello con mechones gris plateado, el hombre al que siempre le gustaba reír a carcajadas mientras la abrazaba cuando era pequeña, el hombre que más tarde se convertiría en general del Reino de Jing, ese hombre que era hijo de la anterior Emperatriz de Li, Jun Lian Shu y de Ming Yan…
—Jun Xian, medio hermano del Rey Jing por parte de madre y tío de Jun Min Xin.
Ella recordó que su abuela había fallecido poco después del comienzo de la primavera y Ming Yan había desaparecido de la noche a la mañana, llevándose su cuerpo sin dejar rastro; fue solo entonces cuando su tío bajó de la montaña a buscar a su padre.
‘Ahora que lo pienso, Chen Ji fue recogido por mi tío en las tierras fronterizas del Reino de Jing…’
Un destello de inspiración golpeó de repente la mente de Jun Min, ¡ella se sobresaltó tanto que casi aplastó la pieza de ajedrez de jade blanco que tenía en las manos!
¿Chen Ji? ¡Chen Ji!
¡Así es! Según los recuerdos de su vida anterior, el tío Xian trajo consigo a un joven mestizo de ascendencia bárbara* cuando llegó a Jing y en ese momento, incluso le dijo con una sonrisa: <“Piensa en él como un compañero para mi pequeña sobrina.”
(N/T: *胡人» (hú rén) significa «extranjeros» o «bárbaros» en chino, y se refiere principalmente a pueblos No Han, como los Hu, Xiongnu, Xianbei, Jie, Di y Qiang, aunque también ha sido utilizado para designar a otros grupos, como los Sogdianos. El carácter «胡» por sí solo se traduce como «extranjero», mientras que «人» significa «persona».)
Casi corrió hacia el salón principal, levantando una lluvia de pétalos caídos.
En el patio, las peonías restantes eran como manchas rojas dispersas. Su padre, de pie junto al hombre de cabello plateado de veintipocos años, suspiró con voz temblorosa: “Así que, mi señora madre se ha ido para siempre.”
El tío, alto y apuesto con una túnica plateada, dijo algo. Y un momento después, la voz de padre tembló incontrolablemente: “¡Mi segundo padre… también se ha ido!”
Jun Xian, con su mirada periférica, vislumbró a la niña de pie ante la puerta del salón, la niña llevaba un vestido color flor de loto primaveral y el cabello recogido en un moño impecable, sus grandes y cálidos ojos miraban fijamente hacia su lado, con la respiración entrecortada. Jun Xian ladeó la cabeza para mirarla, su cabello trazó un arco plateado bajo la luz del sol, sonrió y la saludó con la mano:
“¿Es mi pequeña sobrina? ¡Ven aquí, deja que tu tío te vea bien!” (Jun Xian)
El Rey Jing dijo: “Min’er, ven a saludar a tu tío.”
Su corazón latía desbocado, sintiendo como si fuera a salirse del pecho. Jun Min Xin se quedó allí con las piernas clavadas en el suelo un buen rato antes de calmarse y hacer una reverencia a regañadientes, diciendo en voz baja: “Jun Min Xin saluda al tío.”
“Bueno, mi pequeña sobrina me ve por primera vez, ¡así que es un poco tímida!”
Evidentemente, Jun Xian había malinterpretado los pensamientos de Min Xin y de repente, como si recordara algo, sacó a un joven delgado de detrás de él y rió entre dientes.
“¡Mira, pequeña sobrina! ¡El tío te ha traído a alguien para que lo conozcas!”
El joven tenía una figura delgada y se había escondido detrás de Jun Xian, así que Min Xin no lo había visto y con solo una mirada, se quedó atónita.
El muchacho no tenía más de diez años, vestía pantalones y botas de montar, como un bárbaro*, una camisa corta, raída pero pulcra, le colgaba del cuerpo, dándole un aspecto inusualmente holgado y en sus brazos, al descubierto, estaban cubiertos de numerosas cicatrices aún sin curar. Su cabello negro, corto y ligeramente ondulado, como algas, apenas le llegaba a los hombros, ocultando la mitad de su rostro, revelando solo una barbilla delgada y puntiaguda y un par de hermosos ojos azul oscuros.
(N/T: *做胡人» (zuò hú rén) es una expresión en chino que literalmente se traduce como «hacer un bárbaro» o «ser un bárbaro» y tiene connotaciones históricas y culturales complejas. Dependiendo del contexto, puede referirse a la identidad de los «Hu» (胡), que históricamente eran los nómadas de las estepas que interactuaban con la China imperial, y su comportamiento, que era visto de manera negativa por los chinos Han. También puede usarse de forma despectiva para describir a alguien que actúa de manera incivilizada o «bárbara».)
En ese momento, ese hermoso y desamparado niño se encontraba de pie, incómodo, a unos pasos de distancia, con sus profundos ojos azúl oscuro fijos en el recién llegado con cautela e inquietud…
¡Jun Min Xin casi rompió a llorar! Una mirada, solo una mirada, y lo reconoció… ¡Chen Ji! ¡Ese niño delgado era Chen Ji a los diez años!
Su tío pequeño le dio una palmadita en el hombro al niño y le dijo: “Es un pequeño esclavo que rescaté de los bárbaros hace un tiempo, como es un mestizo que tiene mitad de sangre Han y es terco, ha sufrido mucho acoso por parte de los bandidos bárbaros, lo cual es bastante lamentable. Si no te disgusta, ¡considéralo un compañero para mi sobrina!”
‘¿Disgustar? ¿Cómo podría despreciar a Ah’Ji, a quien había anhelado y por quien se había sentido culpable desde que renació?’
Todo estaba en silencio, el único sonido que se escuchaba era el viento que arrastraba los pétalos de las flores. Parecía como si hubieran pasado mil años, las estrellas se hubieran movido, el mar se hubiera transformado en campos de moreras… Ella lo miró fijamente, y el chico también la miró fijamente, con los ojos llenos de alerta y el cuerpo rígido.
Dos hileras de lágrimas rodaron por sus mejillas, como si hubiera pasado un siglo, el corazón de Jun Min se estremeció, su voz tembló y aunque tenía mil palabras que decir, solo una palabra escapó de sus labios:
“Hermano mayor…”
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